Concurso de Fanfics

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  • Songfic
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  • Fics sin completar
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  • M - Mature (Adultos)
  • T - Teens (Adolecentes)
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lunes, 1 de agosto de 2011

SÍ, DEFINITIVAMENTE ME HABÍA VUELTO CHIFLADO, MAJARETA [NUEVA ERA]


= PARTE DOS =
PROFECÍA
= JACOB =

Sí, vale, una vez más, no dormí casi nada.
Me pasé todo mi desvelo mirando cómo dormía ella, con ese careto de tonto, dejando que el gusano me comiese el tarro, y eso que intentaba luchar contra él con todas mis fuerzas. Idiota de mí. De nada me servía tanto esfuerzo, porque ya había conseguido comerse todas las zonas blandas de mis sesos, y ahora esa necesidad de estar junto a ella la sentía como nunca.
Ahora ya había recordado qué se sentía al cogerla de la mano, qué se sentía al tener su rostro a un palmo, notando el roce de su frente, de su cálido y dulce aliento…
¡Arg, mierda! Era un estúpido integral, sabía que iba a pasar esto, que era muy peligroso este viaje con ella, y sabía lo que iba a suceder una vez que se la dejara a Emmett en esa montaña, pero, ¡sí, maldición!, ahora la idea de que desapareciera de mi vida de nuevo no me gustaba ni un pelo, me desesperaba. Era un idiota, un auténtico idiota, un desgraciado, qué patético. Había pasado de no querer verla en la vida a suplicarle a Dios que se quedase conmigo. Lo mío era demasiado, demasiado grave. ¿Pero qué podía hacer? Ese estúpido gusano ya había hecho que esos sentimientos quisieran aflorar de nuevo sin que yo pudiese hacer absolutamente nada. Y ahora la necesitaba aún más, la necesitaba conmigo, con todas mis fuerzas. Lo único que se me ocurría era que, si fuéramos amigos…
Ni hablar, no. Yo jamás me conformaría sólo con eso, siempre querría más de ella, era mi droga, si probaba una gota, ya no podría parar. ¿O sí? ¿O me conformaría sólo con eso? La amistad era mejor que no tener nada. Sin embargo, ¿cómo iba a soportar que estuviese con ese otro, con ese imbécil? ¿Me lo terminaría presentando? ¿Lo haría siendo él su novio o ya como su marido? ¿Podría soportarlo? Porque la palabra novio relacionada con otro hombre ya me hacía rechinar los dientes y hacía que la llama encendiese mi columna vertebral. Maldita sea, claro que no podría soportarlo, terminaría tarado en algún psiquiátrico, o me lanzaría a todas esas sanguijuelas nómadas que venían por la tribu, para que me despedazasen de una vez por todas. Pero pensar en vivir sin ella… Bueno, tal vez una amistad más a distancia o algo... Dios, mi desesperación ya empezaba a ser ridícula.
Al menos, sí tenía clara una cosa. Yo siempre la protegería con mi vida, siempre. Me enfrentaría con el mismísimo Satanás por ella, iría a buscarla al infierno, si hiciera falta. Me importaba una mierda ese cretino con el que estuviese, porque yo siempre iría volando allí donde se encontrase ella para protegerla. Y no era sólo por esta pulsión de imprimado, no, era porque seguía…
Dejé el pensamiento colgando, era mejor así.
Me pregunté qué clase de tipejo era ese con el que estaba. ¿Es que ese idiota no era capaz de protegerla? Estaba visto que no. Esto también lo dejé colgando, para no alimentar más a mis crecientes celos.
También tuve tiempo de preguntarme de nuevo por qué seguía llevando mi pulsera de compromiso. ¿Por qué no se la había quitado? No lo entendía, mi embarullada cabeza no pudo dejar de pensar en esto.
¿Y qué sería esa telaraña que la envolvía? No dejé de darle vueltas a ese asunto tampoco. No me explicaba qué era ni cómo narices habían hecho para ponerle algo así, pero llegué a la conclusión de que tenía que ser fruto de algún tipo de don extraño de una de esas sanguijuelas que la perseguían. Bueno, si había chupasangres que conseguían manejar los elementos de la tierra, supuse que no era tan raro que otros consiguieran crear ese tipo de redes que oprimieran a su contrario, redes que impedían que su rival pudiese hablar para no desvelar nada sobre ellos. Y era un don muy poderoso, al parecer, ya que mi poder espiritual no había sido capaz de deshacerse de esa telaraña. En fin, ya sabía que no era invencible, pero eso me chocó bastante, la verdad. Me pregunté qué era eso tan importante que esos vampiros que la perseguían no querían que nadie supiese. ¿Y qué tendría que ver ella con ellos? ¿En qué lío se habría metido para toparse con esos chupasangres? Una vez más, preferí dejarlo en el aire, ya era acercarse demasiado a ella, a su vida, y eso era muy peligroso para mí, demasiado.
Creo que apenas dormí dos miserables horas y cuando me desperté, el sol me daba en toda la cara, cegándome. Mi cuerpo estaba retorcido en esa pequeña butaca en la que cabía de milagro y el pescuezo me dolía que no veas. Me erguí y llevé la mano a la nuca para mitigar un poco el dolor.
El sol se escondió sobre alguna nube y, entonces, mis ojos pudieron abrirse del todo. Me llevé un pequeño sobresalto cuando se toparon con ella. Estaba despierta, ya levantada, y se encontraba sentada en la cama, frente a mí, observándome. Todavía llevaba esa indumentaria tan sexy que se había puesto a modo de pijama.
Uf, sí, estaba tremenda…
- Buenos días – me saludó con una de esas preciosas sonrisas.
Sí, podría volver a acostumbrarme a esto.
- Buenos… buenos días – murmuré, aún sin creerme que la tuviera justo delante de mis napias.
- ¿Te duele el cuello?
- Bah, un poco, pero no es nada – contesté, retirando la mano de mi nuca.
- Te daré un masaje, ya verás cómo te alivia – se ofreció, levantándose -. Quítate la camiseta.
- ¿Qué? Ah, no… no hace falta.
- Venga, no seas tonto – insistió, llevando sus manos hacia mi camiseta para alzarla.
- No te preocupes, estoy bien – aseguré, forcejeando con ella.
- No me mientas – siguió, intentando esquivar mis manos para volver a coger la prenda por abajo -. Por culpa de dejarme la cama, has dormido en muy mala postura. Deja que por lo menos te lo recompense, ¿vale?
Sus piernas se entremezclaron con las mías, de modo que mi pantorrilla se rozó sin querer con el interior de su muslo.
- Va-vale – tartamudeé, nervioso, poniéndome en pie como un muelle saltarín.
Lo hice con tanta precipitación, que casi me caigo hacia atrás. ¿Sería idiota?
Me quité la camiseta y la tiré en la butaca.
- Eso… eso está mejor – asintió con timidez, aunque echándole un buen vistazo a mi torso -. Esto… túmbate en la cama, voy a por un poco de crema – declaró, empezando a andar hacia el aseo a la vez que metía su preciosa melena detrás de las orejas.
- ¿Crema? ¿Para qué? – inquirí, extrañado.
Se detuvo y se giró para mirarme.
- Para que mis manos se deslicen mejor por tu espalda, claro, ¿para qué va a ser? – soltó tan contenta.
¡Uf, uf!
Y volvió a iniciar su corta marcha hacia el baño.
¿Y ahora qué hacía? Esto… yo no… ¿Qué? ¿Cómo?
Salió con un bote de crema y se quedó mirando cómo yo seguía moviéndome con nerviosismo.
- ¿Qué haces ahí todavía? Venga, túmbate – me mandó, empujándome hacia la cama.
Me caí, hincando una rodilla en el colchón, y ella volvió a impelerme hasta que quedé tumbado boca abajo, con el careto hundido en la almohada. Antes de que me diese tiempo a reaccionar, se sentó en la parte alta de mi trasero.
Genial. Notar el suyo, que era tan terso, ya me ponía malo. Y encima, llevaba esos shorts tan cortos… Mi corazón se aceleró como un idiota y mi estómago se llenó de esas chispas que no paraban de hacerme cosquillas.
- Bueno, ahora relájate – sugirió.
Eso era fácil de decir, pero sentirme entre sus piernas, aunque fuera del revés, me producía de todo menos relajación, vamos.
- No creo que esto sea buena idea… - declaré, sacando las napias de la almohada, que, por cierto, estaba impregnada de su maravilloso efluvio, y girándome un poco para levantarme.
- Calla y túmbate – me empujó la cabeza y me obligó a apoyar la frente sobre mis brazos doblados.
Mierda, mierda…
Me dio un pequeño escalofrío cuando noté la fría crema en mi espalda, pero ese sentimiento enseguida se transformó en estremecimiento en cuanto ella comenzó a deslizar sus cálidas y suaves manos por mi piel.
¿Por qué me estaba dejando hacer esto? Era un idiota, estaba tarado.
Empezó por el centro, esparciendo bien la crema, subió hasta mis hombros y luego descendió para llevarla a mi espalda baja. El cosquilleo de mi estómago ya era muy intenso, pero después sus palmas se deslizaron con delicadeza desde ahí, ascendiendo por mi estremecida piel con ahínco, despacio, y el cosquilleo pasó a ser alocado.
Recorrió toda mi espalda con sus sedosas manos, masajeando cada uno de los músculos y vértebras, y las llevó hasta mis cervicales, dándoles un masaje fuerte pero delicado a la vez, no podía describirlo.
Sentí cómo su melena caía sobre mi piel, se había inclinado hacia mí. Siguió deslizando sus manos con calma, hacia arriba, hasta que pasó esos dedos por mis hombros. Su cuerpo también se mecía suavemente sobre el mío, acompasando sus lentos masajes, podía notar el continuo roce de sus muslos en mi cintura.
Dios, no jadeaba de milagro, no sé cómo pude controlarme, porque todas esas caricias, todos esos movimientos, me estaban poniendo como una moto.
Fue irremediable, y, demonios, soy un hombre; mi mente comenzó a llenarse de imágenes y escenas junto a ella, inconfesables, demasiado tórridas. Algunas eran recuerdos…
No, no, Jake, para, me dije.
Estrujé los párpados con fuerza y me puse a pensar en las bobadas más absurdas que se me ocurrieron, como en contar números y cosas por el estilo.
No servía de nada, mierda.
- ¿Te sientes mejor? – susurró de pronto, con una voz muy dulce.
Tuve que obligarme a salir de mi trance antisexual.
- Sí, sí, ya… ya estoy mucho mejor, gracias – murmuré, incorporándome un poco para que parase.
Así lo hizo, y se bajó de mi espalda baja, poniéndose en pie, en el suelo. Yo aproveché para sentarme en el borde de la cama.
- Bueno, entonces voy a ducharme, ¿vale? – anunció, sonriéndome.
- Ah, sí, claro.
Se acercó a su mochila y sacó algo que llamó mi atención. Era esa caja metálica, aquella que había visto sobre mi cama ayer. La abrazó con fuerza y se la llevó al baño.
Al principio me pareció raro, pero luego supuse que llevaría algún producto femenino, así que no le di más importancia.
Mientras ella estaba en la ducha, aproveché para transformarme, quería comunicarme con la manada, a ver por dónde iban. Monté algo de follón con la mesita y la butaca, ya que mi cuerpo lobuno era un poco grande para esa habitación tan pequeña y no había calculado bien, pero hice algo de espacio y cupe perfectamente.
En cuanto me transformé, mi cabeza se llenó de los diferentes pensamientos de mis hermanos de manada.
Quil, soy Jake. ¿Cómo vais?, quise saber.
Ah, hola, Jake, ¿cómo te va?, me preguntó él.
¿Que cómo me iba? ¿Es que era tonto o qué?
Bien, ¿cómo vais?, repetí.
Estamos de camino, ahora mismo estamos pasando por el Parque Nacional de Olympic.
¿Todavía vais por ahí?, resoplé.
Vamos lo más deprisa que podemos, se defendió él.
Genial. Esto tiraba al traste todos mis planes, porque ahora iba a tener que seguir en solitario con ella.
Pues yo contaba con que nos encontraríamos primero y que vendríais con nosotros en coche, confesé de mal humor. Mierda, no podemos esperar por vosotros, me di cuenta, resoplando.
¿Y qué hacemos?, preguntó.
No me gustaba la idea, pero no veía otra solución.
Dirigiros hacia el norte para entrar en Canadá, le dije, siguiendo con mi disgusto. Por aquí por el este no hay ni un miserable árbol para ocultarse, nosotros vamos en coche por eso. Una vez que paséis la frontera, dirigiros hacia el este, nos encontraremos en Roosville.
¿Dónde queda eso?
Hacia el este, justo en la línea fronteriza con Canadá, le aclaré.
Por ahí hay muchas montañas, tío, se quejó.
No haber tardado tanto en salir hacia aquí.
Vale, está bien. Nos veremos en Roosville.
Suspiré.
¿Cuántos sois?, inquirí.
Ocho. ¿Te digo los nombres?
No, deja, no tengo toda la mañana.
Ja, ja, articuló él con ironía.
Solté una risilla sorda.
Hey, Jake, ¿te has reído?, notó Embry, sorprendido.
Si hasta ha hecho una broma, rió Shubael.
Vaya, hoy pareces muy contento, insinuó Collin.
¡Es genial!, exclamó Matthew con entusiasmo.
Pude ver cómo todos los que corrían hacia aquí aullaban durante su carrera.
¿Qué ha pasado para que estés así?, preguntó Quil, contento.
Idiotas, no ha pasado nada, bufé.
Pero las imágenes del día anterior, de ese abrazo por la noche, del masaje de esta mañana, vinieron inevitablemente a mi estúpida memoria.
Guau, menudo masaje…, rió Isaac con picardía.
Esta vez sus gargantas no fueron las únicas que volvieron a aullar al viento, los que se habían quedado en La Push se unieron a ese coro de idiotas.
Sólo ha sido un masaje, les maticé.
Sí, ya, claro, dudó Embry entre risitas.
Bueno, ya vale, les regañé, aunque de nada sirvió. Suspiré una vez más. ¿Y por la tribu, cómo ha quedado la cosa?, quise saber.
Leah y yo nos hemos quedado por aquí para coordinar un poco todo esto, me reveló Sam.
Vale. En fin, Quil, supongo que no hace falta que diga que tú estás al mando de vuestro grupo, ¿no?
Tomo nota, aceptó mientras corría.
¿Y los Cullen? ¿Sabéis dónde están?
Se hizo un momento de silencio en el que vi cómo se miraban los unos a los otros a la vez que sus pensamientos se convertían en un revoltijo de posibles excusas.
¿Me tomaban por tonto o qué? Sabía de sobra que algo estaban ocultando…
Pues…, empezó Shubael, se han ido.
¿Se han ido? ¿A dónde?, seguí yo para ver a que sitio me llevaban sus farsas.
No nos lo han dicho, saltó el listo de Collin.
Sí, eso, continuó Embry, se marcharon sin decirnos nada. Simplemente se fueron.
Eso no se lo tragaban ni ellos. Sin embargo, ya no pude indagar más. Escuché cómo el grifo de la ducha se cerraba.
En fin, os habéis librado por esta vez, pero ya hablaremos, ahora os tengo que dejar. Ya me iré conectando con vosotros cuando pueda.
De acuerdo, asintió Quil, visiblemente aliviado. Ya nos vemos.
Eso espero, mascullé.
Y adopté mi forma humana. Me puse los pantalones negros y cogí la camiseta.
Iba a sentarme en la butaca para encender la televisión, cuando ella salió del cuarto de baño ataviada solamente con una pequeña toalla que se ceñía a su cuerpazo mojado con ansia. Su muñeca seguía llevando mi pulsera de compromiso y su mano volvía a sostener esa caja metálica, la cual estrujaba contra su cintura. Su pelo chorreaba en forma de gotas que se deslizaban por su hermoso rostro, por sus hombros y por ese escote que la propia toalla creaba al envolver sus impresionantes pechos. Sus muslos prácticamente quedaban al descubierto totalmente, así que me obligué a no imaginarme cómo sería por detrás…
La camiseta se me cayó al suelo y noté cómo mi cara reflejaba ese estado de shock y de embobamiento sin que pudiera hacer nada por evitarlo, mientras mi sangre era bombeada a toda mecha y mi estómago sufría otra embestida de chispas.
- Sólo había una toalla grande, así que la dejé para ti – me explicó al verme el careto -. Bajando un poco el bajo de la suya por detrás para taparse.
Madre mía. Lo mejor iba a ser que me diese una ducha fría o algo.
- Ah… gra-gracias – asentí, llevando la mano a la cabeza para rascarme con nerviosismo -. Voy… voy a ducharme, entonces.
Comencé a caminar hacia el baño, pero el idiota de mí no pudo evitar girarse un poco para volver a mirarla. Los ojos casi se me caen de las cuencas cuando la vi inclinándose un poco sobre su mochila para dejar la caja y coger su ropa, dándome la espalda. La toalla se subió un poco más y…
¡UF! Ahora sí que necesitaba una ducha fría, con urgencia.
Cerré la puerta del baño, me desnudé con precipitación y me metí en la ducha corriendo, abriendo el grifo del agua fría casi a tope para que ésta saliera con fuerza.
El líquido comenzó a chorrearme por la cabeza con intensidad y me cambié de posición, de modo que ahora lo hiciera por la nuca y la espalda.
Lo sabía, lo sabía, no tenía que haber dormido con ella en esta habitación, no tenía que haber venido…
Pero ella podía haberse cortado un poco, ¿no? En fin, no sé, digo yo. Porque, bueno, es decir, este no era el comportamiento normal de alguien que se va a casar… con otro. Rechiné los dientes por un momento, aunque luego más pensamientos invadieron mi atolondrada cabeza.
No entendía nada. ¿Qué es lo que pretendía? ¿A qué estaba jugando? ¿Primero ese masaje y ahora esto? Porque parecía que estuviese insinuándose todo el tiempo… ¿Era eso? No, qué va, ¿cómo iba a insinuarse? Sin embargo, algo me decía… A ver, vale, no quería ver cosas donde no las había, pero volví a recordar su invitación a que durmiese con ella en la cama, ese improvisado pijama tan sexy, el masaje de antes, la minitoalla… Bueno, qué demonios, sí, se estaba insinuando, vamos, era evidente, no era tonto, y tampoco estaba ciego.
Pero, ¿por qué? ¿Acaso…? ¿Acaso ella seguía…? No, no podía ser, eso era imposible. ¿O es que ese cretino tampoco servía para satisfacerla? ¿Es que ella quería que yo…? No, ella no era de esas, aunque a mí me hubiese dejado por ese idiota, estaba seguro de que no había habido nada entre ellos antes de dejarme. No sé por qué siempre había creído esto, tal vez me agarraba a un miserable clavo ardiendo. Bueno, vale, y tenía que reconocer que el estúpido de mí también seguía creyendo que ella todavía no se había entregado a ese cretino debilucho. Me importaban una mierda esas píldoras, seguro que las tomaba por otra cosa.  Bueno, ella había corrido detrás de mí cuando las había visto, ¿no? Y yo era muy impulsivo, eso desde luego. Sí, ella sólo se entregaría a mí, estaba completamente seguro, algo dentro de mí me lo decía, lo sentía. Por eso ahora ella quería… Dios, me estaba volviendo loco. ¿Cómo iba ella a…? Si se iba a casar con otro…
Rechiné los dientes, otra vez por mis celos, y me eché champú en el pelo. Me froté bien la cabeza, como si así borrase esas estúpidas y alocadas ideas que habían brotado de mi cerebro.
Cuando terminé de ducharme, abrí la cortina y cogí la toalla. Efectivamente, era grande, la única grande. Suspiré, sintiéndome un tonto por mi alto grado de estupidez, me la enrosqué a la cintura y salí del baño para coger la camiseta que se me había caído al suelo.
Ahora era ella la que estaba sentada en la butaca, ya vestida con esos ajustados vaqueros y una camisa de cuadros ceñida, mirando el interior de la caja metálica. Estaba absorta, y cuando se percató de mi presencia, se asustó y cerró la misma con un golpe rápido y seco, aunque parecía especialmente contenta.
- Ah, ya… ya has terminado – afirmó con las mejillas algo ruborizadas al verme.
Sus pupilas bajaron y subieron para repasarme bien, vamos, que prácticamente me comió con la mirada. Vale, ¿esto también eran imaginaciones mías? No lo creía…
Esto no podía dejarlo así, tenía que comprobar una cosa.
- Vengo a por la camiseta – le dije. Miré al suelo, pero ya no estaba allí -. ¿Dónde está?
- Ah, te la guardé en la mochila, pero, espera, te he traído más ropa – y se levantó para dirigirse a la bolsa, llevando la caja metálica.
¿Me había traído más ropa?
Se acercó a la mochila, posó la caja en la mesa de al lado y se puso a rebuscar en su interior.
Esta era la mía.
Me aproximé a ella como si tal cosa y me arrimé por detrás justo cuando se alzaba con las prendas. Su respiración se puso algo nerviosa.
- ¿Esto también lo has comprado para mí? – le pregunté, llevando mi rostro hacia delante para susurrarle en el oído.
Noté cómo se estremecía con mi susurro, incluso cómo su corazón se aceleraba.
- Sí – murmuró, y su rostro se giró hacia el mío, quedando a un palmo.
Sí, se sentía atraída por mí, muy atraída. Bueno, sí, ya sé, yo llevaba casi un año a dos velas, pero esto no dejaba lugar a dudas, esta enorme tensión sexual se olía en el ambiente.
Mi corazón también se puso a dar tumbos y mi estómago chisporroteaba por todas partes. Me estaba acercando demasiado a la peligrosa línea divisoria que no debía cruzar, pero no pude evitarlo.
Alcé la mano y, con dedos trémulos, le retiré el pelo de la cara para metérselo detrás de la oreja. Sus ojos se cerraron y su boca dejó escapar un suspiro largo durante la suave caricia; cuando terminé, los abrió para mirarme. Era tan hermosa. Mis pupilas se empeñaron en enganchar bien a las suyas, no podía dejar de observarlas. Entonces, empecé a sentir ese algo que fluía a nuestro alrededor, todavía no conseguía recordar de qué se trataba, pero era muy intenso. Ella era más que suficiente, sin embargo, eso me embaucaba aún más, y terminé dejándome llevar sin remedio. La ropa se le cayó de las manos cuando comencé a acercar mi rostro al suyo, y la respiración de ambos se agitó, algo ansiosa.
Unos estridentes golpes en la puerta hicieron que mi nube se disipase de repente, pegase un bote, del susto, y me separase de ella ipso facto, comenzando a caminar nerviosamente, sin saber qué hacer.
¿Qué… qué había estado a punto de hacer? ¿Es que… es que era tonto o qué? Sí, definitivamente me había vuelto chiflado, majareta.
- Tienen que dejar la habitación – nos avisó la grave voz de un hombre desde fuera.
Qué agradable…
Y qué oportuno…, pensó mi subconsciente.
¡No, no! ¡Maldita sea! ¡Era un estúpido!
- ¡Ya lo sabíamos! – gritó ella, enfadada, frunciendo su adorable ceño. Vaya, parecía realmente cabreada -. Esto me pasa por pagar la habitación el día antes… - murmuró, enfurruñada, cogiendo mi ropa de nuevo.
- Voy… voy a vestirme al baño – declaré, y le señalé las prendas con el dedo.
- Ah, sí, toma – sonrió, pasándome esos pantalones vaqueros cortos y la camiseta verde.
- Gracias.
Lo cogí todo y me metí en el baño para vestirme.

En Leavenworth no había mucho para escoger, así que tuvimos que conformarnos con alquilarle una Ranger del 77 a un hombre que era tan viejo como el aspecto de la furgoneta. No me fiaba, así que le hice varios ajustes a ese trasto, cosa que sirvió para que el viejo nos rebajara el precio, eso sí, no fuimos capaces de convencerle para que nos dejase sacarla de la frontera. Pero no teníamos opción, no había ningún sitio en este maldito pueblo que alquilase vehículos, así que aceptamos. Él mismo quedó en recoger el vehículo al día siguiente, así que nos despreocupamos de este tema.
Desayunamos rápidamente en la hamburguesería y partimos.
Decidimos turnarnos en la conducción, para que yo pudiese dormir algo, ya que esta noche íbamos a tener que dormir a la intemperie y tenía que estar despejado durante la noche para vigilar.
Ese trasto sólo disponía de una anticuada radio que cogía las emisoras que le daba la gana, pero ella se las arregló para pillar una de música, que nos acompañó en todo el trayecto.
Durante horas y horas el paisaje fue árido y completamente llano, tan sólo se presentaban algunos árboles dispersos de vez en cuando y apenas se veía alguna montaña baja, hasta que empezamos a dirigirnos a Newport, entonces el paisaje cambió; los árboles comenzaron a bordear la carretera y las montañas fueron cobrando más protagonismo.
Hicimos un descanso en ese pueblo para estirar las piernas, repostar y comer algo, y volvimos a esa furgoneta granate para seguir nuestro viaje.
Por supuesto, tantas horas en la carretera dan para pensar mucho, y no pude evitar que mi tarro le diese vueltas a todas las cosas que habían pasado desde que ella se plantó en La Push, en lo que había pasado en esa habitación, o había estado a punto de pasar, vamos. Era todo tan… no sabía cómo definirlo. No debería romperme más la cabeza, pero ahora que sabía que ella al menos se sentía atraída por mí las cosas empezaban a adquirir un matiz algo diferente. Y, mierda, ya no podía pararlo. Maldito gusano…
Después de diez horas de trayecto, por fin llegamos a la frontera, donde teníamos que seguir a pie. Aparqué en el arcén de la carretera y nos bajamos de esa tartana, dejándole a su dueño las llaves colgadas en el eje de las ruedas delanteras, como habíamos acordado.
- Ven, voy a cambiar de fase detrás de aquellos árboles – le indiqué, cogiéndole de la mano para que me acompañase.
Genial. ¿Qué estaba haciendo? Ella la aferró con fuerza y mi mano apretó la suya inconscientemente, ya no fui capaz de soltarla.
Me dirigí como un atontado a esos abetos y, ahí sí, no me quedó más remedio que dejar escapar su mano, ya que tenía que ocultarme.
Me desnudé lo más deprisa que pude detrás de ese tronco y me transformé, saliendo junto a ella para tenerla a la vista.
Quil, ya estamos en la frontera, en Roosville, ¿dónde estáis vosotros?
Ay, hola Jake, verás… Todavía nos queda un buen cacho, tío, no vamos a llegar hoy, me anunció.
¡¿Qué?!
Lo siento, vamos lo más rápido que podemos, de veras, pero correr por las laderas de las montañas no es nada fácil, ¿sabes?
Suspiré, aunque, bueno, no sé por qué ya me lo esperaba. Era evidentísimo que querían dejarme a solas con ella. Idiotas…
En fin, está bien, acepté, aunque a regañadientes. Nosotros seguiremos a cuatro patas, por aquí ya hay árboles de sobra. Avisadme cuando lleguéis a Roosville, ¿vale? Ya os diré por dónde andamos.
Mensaje recibido.
Bueno, tíos, os dejo, les comuniqué. Estaremos en contacto.
Cuenta con ello.
Y me desconecté.
Volví a mi forma humana y me agaché para atar la ropa a mi cinta de cuero. Entonces, después de enganchar las prendas, me quedé observándola.
Al igual que ella, yo también seguía llevando esa cinta de compromiso. Tenía que haberme deshecho de ella, sin embargo, ahí seguía, rodeando mi tobillo, porque para mí era imposible quitármela, era demasiado importante para mí, y lo sería para siempre. ¿Y ella? ¿También sería porque…?
- ¿Te queda mucho? – preguntó tras el árbol, sacándome de mis pensamientos.
- ¿Eh? Ah, no, no – respondí, alzándome -. Seguiremos en mi forma lobuna, ¿vale? – le anuncié -. Voy a transformarme otra vez.
- Vale.
Adopté mi forma de lobo y saqué la cabeza para avisarla. Ella se metió entre los árboles para llegar a mí, que ya la esperaba tirado en el suelo. Echó el pie hacia atrás para coger impulso y, de un salto grácil y alto, se subió a mi lomo, con esa mochila a la espalda. Me puse en pie y, cuando me aseguré de que se aferraba bien a mi pelaje, inicié la carrera, atravesando la frontera.
Esta historia cuenta con los derechos correspondientes. Team Nessie & Jacob tienen la autorización de la autora para publicar la novela.
¡NO COPIES EL CONTENIDO!

6 comentarios:

  1. ayyyyy q emoocion!!! me gustaron los capis!!!muy romantico todo! espero q pronto salgan de ese lio, y q el malvado vampiro ese no aparezca :) bye.

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  2. Awwwiii...!!! uff estan super buenos..!!!xD como para cuando los otros?? es que estoy enganchadisima..!! me encantan..!! porfa quiero mas de mi Jacob...!! <3

    buenoo bye...!!

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  3. olaaa qisieran q me diga con q frecuencia salen los caopituloss!ª!! porfaaa

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  4. me encanto el capitulo..espero que pronto publiques otro capitulo..

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  5. WOOOOOW! Muchas gracias por subir!
    Además son bastantes capitulos, supongo que ahora nos queda esperar por lo otros! Gracias

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  6. la hist viene estupenda!!!!

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