Concurso de Fanfics

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CONCURSO:
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  • Songfic
  • Real person
  • One shot
  • Fics completados
  • Fics sin completar
CLASIFICACIONES:
  • M - Mature (Adultos)
  • T - Teens (Adolecentes)
  • K - Kids (Todas las edades)
JURADO:
  • MIAW
  • MARIA
  • TAMARA
PREMIOS:
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miércoles, 11 de mayo de 2011

UNA PROMESA ES UNA PROMESA Y TIENES QUE CUMPLIRLA [DESPERTAR]

= LIBRO DOS =
JACOB


¡¿Cómo?! ¡¿Qué era esto?! ¡¿Que Nessie no estaba?!
En ese mismo momento, los dos espectros terminaron su rapidísimo viaje de vuelta, posaron el carruaje y se acercaron con precaución a los viejos decrépitos para darles la misma noticia.
- ¡¿Quién habrá osado a llevársela?! – voceó Aro, indignado, abriendo la cortina del habitáculo para comprobar su interior.
Actué sin pensar. Me acerqué como una exhalación, provocando un susto en el Vulturis y en toda su guardia – aunque tampoco se atrevieron a moverse -, y metí mi enorme cabeza en el carruaje con ansiedad para verificarlo. Dentro había un camastro, como había dicho Edward; vacío. Sin embargo, el habitáculo estaba lleno de su maravilloso olor, y era reciente.
Su vaho aumentó de intensidad cuando saqué la cabeza y me incliné para rugirle casi en la cara.
¡Idiotas! ¡Se la ha llevado Nahuel!, grité, aunque ellos solamente me vieron rugir con cólera.
- ¡Ha sido Nahuel! – repitió Edward, rechinando los dientes con furia.
Bella se quedó tan paralizada por el shock, que no pudo ni moverse; si no fuera un vampiro, se hubiera desmayado.
No sé por qué me dio por ahí, pero mi cabeza se alzó instintivamente para mirar a lo alto y mis ojos casi se salen de su sitio cuando lo vi.
Allí, en la cima nevada de una de las montañas, brillaba una luz brillante y fulgurante, tan alta como una hoguera gigantesca. Lo supe en cuanto lo vi. Era el aura de Nessie, que parpadeaba, llamándome para que fuera en su busca.
Había estado tan concentrado en querer cargarme a la momia chiflada, que no me había fijado en ese enorme fogón. ¡¿Sería estúpido?!
No lo dudé ni un momento. Mis patas tomaron impulso para salir volando en dirección a la luz, dejando atrás todo lo demás.
- ¡Jacob! – gritó Edward a mis espaldas.
¡La traeré, te lo prometo!, juré con determinación. Vi por el rabillo del ojo cómo Edward asentía con confianza. ¡Vosotros quedaros ahí para ayudar a los Cullen!, ordené a mi manada mientras seguía galopando a todo lo que daban mis patas.
Acto seguido, me desconecté. No quería que nada me desconcentrase, tenía que poner todos mis sentidos en mi búsqueda.
La potencia de mis músculos era superior y eso se notó en mi velocidad, los árboles que pasaban por mi lado eran rayas rectas y el aire zumbaba en mis oídos como si de un fiero huracán se tratase.
Comencé a subir por una pendiente parecida a la que habíamos atravesado para llegar al claro, llena de árboles que hacían el camino muy estrecho. Ahora era mucho más angosto que antes, puesto que mi tamaño se había incrementado y me costaba más pasar entre ellos.
Llegué a una bifurcación, así que miré a través de las copas de los árboles para ver el aura de Nessie y orientarme en la dirección correcta, ella era mi brújula. Seguí por el trayecto que daba a la luz de mi ángel.
Sólo esperaba que no fuera demasiado tarde, que ella estuviese bien, que no tuviera ningún rasguño. Eso parecía, su alma refulgía con vigor.
Mi Nessie, mi ángel.
Mi corazón latía a mil por hora, frenético por encontrarse con ella, pero también ansioso y rabioso por terminar de una vez por todas con ese Nahuel. Esta iba a pagármela. Si se le ocurría tocarla un solo pelo, o hacerla un solo arañazo... Las imágenes del bosque volvieron a mi chalada cabeza para estamparse con saña. Aplasté unas muelas contra las otras para controlar mi enorme sed de venganza hasta que me encontrara con él. No tenía que desperdiciar ni un ápice de fuerzas, tenía que gastarlas todas con ese malnacido.
El camino empezó a volverse más rocoso y más frío conforme me acercaba a la cima y la luz se veía muy próxima, casi podía tocarla. Ya no había tantos árboles, lo cual me aportó un poco más de libertad de movimientos y mi carrera se benefició de ello.
Seguí subiendo a toda mecha por ese sendero, ya únicamente de piedra cubierta por algo de nieve, y me topé con un río que descendía por la ladera en un torrente continuo lleno de saltos y pequeñas cascadas provocadas por los salientes rocosos de la montaña. Lo atravesé, escalando con mis cuatro patas, y continué en mi ascenso hacia la luz.
La nieve se derretía bajo las almohadillas de mis patas en el momento en que alcancé la cima, y salí a un pequeño redondo completamente llano en el que la luminiscencia que perseguía se hizo presente. Y entonces, mi corazón pegó un salto para latir con locura cuando por fin la vi, y ya no me fijé en nada más.
Estaba sola. Su delicado cuerpo yacía sobre la helada nieve, desprotegido, y sus largos y abiertos rizos estaban extendidos sobre el hielo, destacando y haciendo contraste con la nívea superficie.
Me acerqué inmediatamente y arrimé el hocico a su precioso rostro para comprobar su estado. Olí ese aroma que tanto había echado de menos y lamí sus mejillas mientras gimoteaba ansioso.
Sufría algunos síntomas de hipotermia: temblaba, su carita estaba fría y sus labios estaban morados, pero estaba viva, su dorada aura refulgía con ímpetu. Miré sus ropas, todo en su sitio, y no tenía ni un arañazo. Solamente estaba profundamente dormida.
O eso creía.
- Jacob… - susurró a duras penas.
¡NESSIE!, lloriqueé como un blandengue.
Pero seguía dormida. Seguía llamándome en sueños. Mi Nessie, mi dulce y preciosa Nessie.
Ya estoy aquí, mi amor, le dijo el estúpido de mí, como si fuera a oírme o algo.
Seguí desconectado de mi manada. No era por nada, pero quería disfrutar de un poco de intimidad en este momento, tenía muchas emociones acumuladas, y también cuando se despertase, porque tenía pensado besarla como nunca antes. Me conectaría lo justo para dar la noticia de que la había encontrado y que estaba bien, con el fin de que sus padres se tranquilizaran, y después volvería a desconectarme para seguir besándola.
Sin embargo, lo que urgía ahora era su hipotermia. Tenía que darle calor para que se recuperase antes de iniciar el descenso y llevársela a sus padres. Me moría de ganas de cambiar de fase para besarla y estrecharla entre mis brazos, pero era mejor seguir en mi forma peluda para acurrucarme a su lado y proporcionarle más calor.
No me dio tiempo ni a doblar una pata.
En cuanto noté el maloliente efluvio y esa emanación de color malva, me giré ipso facto hacia atrás para protegerla.
Mis pupilas casi se caen de sus cuencas cuando vi al licántropo sujetando la cabeza de Nahuel por su coleta en una de sus manos, con la sangre todavía fresca chorreando de la sección de su cuello y una expresión de horror en el rostro. Aún tenía los ojos abiertos.
No me había hecho falta vengarme, el licántropo se había tomado su revancha personal.
Ese monstruo era más monstruoso todavía. Había luna llena y su transformación era completa. Su tamaño era superior y su cuerpo, musculado y totalmente cubierto de un pelo largo marrón oscuro, se asemejaba más a un lobo de pie, solo que sus patas delanteras eran manos descomunales que estaban dotadas de unas poderosas garras afiladas como cuchillas. Su cabeza también estaba desfigurada por completo, ahora tenía una fisonomía lupina, con un hocico lobuno, aunque más redondeado, y su babosa boca estaba provista de unos grandes colmillos no menos afilados que sus garras.
Se quedó quieto, mirándome con sus ojos amarillos bien abiertos, con la luz de la luna reflectaban todavía más. Él también vio el cambio en mí. Después, osciló su hambrienta vista hacia Nessie.
Ya sabía lo que quería, y no se lo iba a permitir.
No tuve ni que pensarlo, mi fibra lupina actuó por sí sola. Mi cuerpo y mi cola se enderezaron bien, al tiempo que mi lomo se erizaba y mi pecho se hinchaba, y le advertí que ella era mi chica con una serie de gruñidos y una exhibición de mis colmillos, que no tenían nada que envidiar a los suyos.
Entendió a la perfección mi lenguaje, pero, como me temía, no estaba dispuesto a rendirse tan fácilmente. Tiró la cabeza de Nahuel a un lado y se acercó a mí, eso sí, lentamente y a la defensiva, mostrándome su dentadura de nuevo mientras gruñía.
Seguí cubriendo a Nessie, agazapándome para clavarle la mirada con odio a ese asqueroso licántropo, y le gruñí con más contundencia, levantando mi labio hasta arriba con rabia.
Caminó a mi alrededor en círculos y yo me moví para fintarle y no dejar que llegase a Nessie. Antes muerto.
Hizo un amago de acercamiento cuando una de sus piernas se adelantó para tratar de agarrarla por el brazo, y yo me interpuse de inmediato, envarándome frente a él. Rasgó el viento con su garra al intentar llegar a mi cuello, que se apartó con unos reflejos mucho más sobrenaturales que los que tenía antes de mi cambio.
Mi tórax se llenó de aire y lo expulsé con furia, produciendo un rugido prolongado y estremecedor que hizo eco en las montañas lindantes, reclamando mi supremacía y dominio, y él retrocedió un par de pasos con un ligero vaho rezumando de su cabeza.
Pero sabía que ni mucho menos iba a dejarlo ahí. Sus ojos se movían hacia Nessie continuamente con una ansiedad obsesiva y no iba a parar hasta conseguirla.
O hasta que yo le parase los pies de una maldita vez, e iba a hacerlo fuera como fuera. Esa bestia no iba a tocarla ni uno solo de sus brillantes cabellos. Volví a rugir con cólera cuando estos pensamientos se hicieron cargo de mi sesera.
El licántropo se acercó con rapidez a mí y se puso en un cara a cara conmigo, levantando su asqueroso labio mientras resollaba por las narices y emitía amenazadores gruñidos.
Su mensaje era claro. Me estaba desafiando.
Nada pude hacer para refrenar a mis instintos, la llamada de la lucha era demasiado fuerte, mis colmillos ya se alzaban solos y mi caja torácica ya estaba respondiendo a su petición. Tenía que defender lo que era mío por derecho: mi chica y mi supremacía. Sabía que esto iba a ser una batalla a muerte, pero no me quedaba más remedio que pelear con él si quería proteger a Nessie, ella era lo primero y más importante. Me centré en esto último.
Con una fuerza brutal, respondí a la pulsión que me llamaba desde lo más hondo de mi ser y me abalancé sobre el licántropo con la dentadura por delante.
Por supuesto, esa bestia no se quedó parada. Justo en el momento en que mi cuerpo hizo contacto con el suyo, me rodeó con sus brazos para bloquearme, sin embargo, la potencia de mi embuste fue tal, que los dos nos caímos sobre la nieve y rodamos unos cuantos metros.
Ambos nos pusimos en pie de inmediato y yo me apresuré a escudar a Nessie, fintando con él para que no encontrara ni un solo hueco por el que pasar. No quería ni que la oliese.
Eso le enfureció enormemente y el que se arrojó hacia mí entonces fue él.
Clavé las patas traseras en la nieve, aguanté su empuje y nos enzarzamos en un forcejeo en el que los dos chasqueábamos las mandíbulas para tratar de clavarle los dientes al otro y en que también terminamos contorneándonos por el hielo.
Los restallidos de nuestros dientes y los rugidos resonaban en las cordilleras que nos rodeaban, hasta que también se escuchó el gemido que salió por mi garganta cuando una fila de cuchillas se clavó en mi costado.
Me retiré hacia atrás, al tiempo que ese sucio licántropo sacaba las garras de su mano de mis carnes. El dolor era penetrante, pero no me achiqué. Seguí protegiendo a mi chica, caminando en eses delante suyo para que ese monstruo no se acercara a ella lo más mínimo. Además, ya empezaba a notar cómo mi herida se estaba curando, parecía que lo hacía más rápido de lo normal.
El licántropo me miró sorprendido, no se creía que su ataque no me hubiera afectado y que ya no tuviera herida alguna. Seguramente nunca había oído hablar de la rápida curación de los metamorfos. Aún así, no me confié. Si me clavaba sus colmillos, era hombre muerto.
Y eso intentó de repente. Arremetió su boca contra mí con tanta violencia, que tuve que recular y dejar a Nessie entre mis patas, mirándola por el rabillo del ojo para no pisarla.
Fue entonces cuando me percaté de que su hipotermia se había agravado. Sus temblores eran más fuertes y su piel estaba adquiriendo una tonalidad que no me gustaba nada.
El licántropo aprovechó esa pequeña distracción de décimas de segundo para embestirme de nuevo y me lanzó varios metros en los que mi cuerpo derrapó hacia atrás.
Agarró a Nessie por su delicado brazo y la arrastró como si de un saco se tratase. Eso me encolerizó hasta tal punto, que me cegué. No. No iba a tocarla nunca más.
Me levanté a una velocidad vertiginosa, rugiendo, y corrí hacia él para saltarle encima. Soltó a Nessie, que quedó tendida sobre la nieve otra vez, y caímos dando vueltas el uno sobre el otro.
Empezamos una lucha encarnizada en la que consiguió tajarme por varios sitios, él jugaba con ventaja al disponer de más armas, pero yo no me rendí, ni mucho menos. Me rajaba con sus cuchillas en un sitio, pero la otra herida anterior ya estaba casi curada. Eso hacía que no perdiera mucha sangre y pudiera mantenerme con fuerzas suficientes para hacerle frente. Gimió cuando le hinqué bien los dientes en la clavícula, aunque lo que había intentado era llegar a su cuello, puesto que tenía que arrancarle la cabeza para acabar con él. Lo que no sabía es que él también llegaba a mi paletilla. Me clavó los colmillos con tanta saña, que noté cómo se incrustaban, igual que si fuera a cámara lenta.
Gañí con potencia y dolor a la vez que un acto reflejo hizo que me despegara de él y me levantara sobre mis cuatro patas. El licántropo también se puso en pie y nos quedamos frente a frente, observándonos, todavía a la defensiva. Su asquerosa boca se torció en una especie de sonrisa arrogante, me había herido de muerte y ahora solamente tenía que esperar a que su repugnante veneno hiciera efecto en mí.
Enseguida lo noté, sus efectos no se hicieron esperar. Sentí cómo su ponzoña se extendía por todo mi organismo a través de mis venas, ésta quemaba al pasar igual que si fuera ácido, y una fiebre extraña se instaló en mi cuerpo, haciéndolo arder. La vista comenzó a nublárseme intermitentemente y mi respiración empezó a ser dificultosa y pesada. Mis patas estaban débiles y querían tambalearse para tumbarme definitivamente.
Miré a mi Nessie, a mi ángel. Si yo caía aquí, ese monstruo…
No, no iba a hacerlo, no iba a rendirme, ni hablar. Esa bestia repulsiva no iba a tocarla ni un solo milímetro de piel. Ahora ya tenía firmada mi sentencia de muerte, ya no tenía nada que perder si me volvía a morder, ahora podía ir a por todas, e iba a hacerlo. Yo moriría, pero él se iba a venir al infierno conmigo. Daría mi último soplo de vida por ella, la protegería hasta la muerte. Ella era lo único y más importante.
Mi Nessie, mi ángel.
Mi aura estalló con furia y mi fuerza espiritual se extendió hasta donde se perdía la vista; un círculo de luz brillante y cegador que cubrió las montañas y se expandió más allá. Todas las células de mi organismo se llenaron de esa energía, que traspasó mi cuerpo como si de electricidad se tratase, y las cargó de adrenalina. La suficiente para aguantar hasta que me lo cargase de una vez por todas.
Me erguí de nuevo y aullé a la luna con poder y autoridad, anunciando lo que iba a hacer a los cuatro vientos. Cuando bajé la cabeza para clavarle la mirada con inquina, su vaho llegaba hasta el cielo, aunque no me hacía falta ver eso para adivinar que estaba desconcertado y acobardado, su nauseabunda cara lo decía todo. No se podía creer que su sucio veneno no me hubiera tumbado todavía.
Me agazapé, tensé todos los músculos de mi cuerpo y escupí un rugido tan estremecedor como amenazante. No le dio tiempo a huir. Me abalancé sobre esa masa peluda sin pensármelo dos veces y me enganché a su cuello para hincarle la dentadura. Ahora el que gemía con potencia y dolor era él.
Se revolvió y me cortó de nuevo con sus afiladas cuchillas. Me importaba un bledo. Mi cólera era tal y mi muerte estaba tan cercana, que no solté su gaznate. Siguió rodando por la nieve conmigo colgando para tratar de desengancharme, pero resistí. Como si de una presa se tratase, hundí más los colmillos y mi mandíbula presionó con todas sus fuerzas, hasta que escuché un crack.
Su cuerpo quedó flácido encima del mío, sin embargo, seguía vivo. Solamente le había roto el cuello y lo había dejado parapléjico. Aunque no permanentemente. Eso no bastaba, con el tiempo se regeneraría y seguiría con vida. Sólo había una manera de matar a un licántropo: arrancándole la cabeza. Me volteé sin soltar a ese despojo, lo sujeté por el pecho con mis patas y tiré de su cabeza hacia arriba sin ningún atisbo de dudas ni compasión.
Casualidades de la vida, su cabeza rodó hasta que quedó junto a la de Nahuel. Las dos tenían el mismo semblante horrorizado.
Después de este esfuerzo, mis patas doblegaron y caí encima del cuerpo del licántropo. El dolor y la quemazón de mis venas volvieron a sentirse con intensidad y la fiebre de la rabia que me había sido contagiada comenzaba a hacer arder todo mi ser.
Pero no podía quedarme allí. Todavía no. Mi ángel. Nessie me necesitaba. Tenía que sacarla de allí o se moriría de frío, tenía que llevársela a Bella y a Edward para que estuviese a salvo. Entonces podría morirme en paz. Además, se lo había prometido a Edward y yo era un hombre de palabra.
Su rostro era precioso, aun estando algo azulado por la hipotermia. El mirárselo me dio fuerzas para levantarme y adoptar forma humana. Era mi último chute de adrenalina.
Arranqué los pantalones de la cinta de cuero sin ni siquiera desabrocharla y me los puse lo más rápido que mi dolorido organismo me permitió.
Me arrodillé con prisas a su lado, metí las manos bajo su cuerpo y la levanté como pude para tomarla en brazos. Me costó ponerme en pie, pero lo logré sólo con mirarla.
Estaba congelada, sus temblores ya eran más parecidos a convulsiones y sus labios estaban amoratados. Apoyé su cabeza con cuidado en el pliegue interior de mi codo y la arrimé bien a mi pecho, estrechándola entre mis brazos para darle más calor. Acerqué mi rostro al suyo y la besé, dejando nuestros labios entrelazados para que se le calentasen un poco. Puede que ese fuera mi último beso.
Los solté cuando me pareció que ya estaban más cálidos, en realidad, todo su cuerpo pareció caldearse algo con el contacto del mío y ya no tiritaba tanto.
- Jake… - masculló con un frágil hilo de voz, abriendo ligeramente sus dulces ojos.
Un nudo gigantesco se agarró a mi garganta, de las emociones indescriptibles que sentí en ese momento.
- Ya estoy aquí, preciosa – le susurré en la boca con tranquilidad para que no se asustara.
Su todavía helada mano se aferró a mi nuca débilmente para acercarme más a ella y sus dulces ojos me reclamaron como nunca.
- Jake…
Aunque todavía estaba adormilada, nuestros labios volvieron a encontrarse para besarse con una pasión cargada de emoción y entusiasmo. Por fin sentía otra vez esa energía mágica que nos envolvía siempre, cuánto la había echado de menos. Sus ojos no fueron los únicos que desbordaron lágrimas, los míos no pudieron evitar que éstas saltaran y rodaran por mi cara hasta terminar fundiéndose con sus mejillas.
Mi mente se llenó de todos los recuerdos preciosos y felices junto a ella, esos casi siete años maravillosos pasaron como si de una película se tratase. Sin embargo, mi felicidad era amarga. Este beso era un reencuentro y una despedida. Nuestro último beso. Pronto me tendría que ir de este mundo y tendría que dejarla sola. Y sabía qué tenía que hacer antes de irme. Nessie tendría que ser fuerte. Esperé hasta que terminamos de besarnos.
El dolor ya empezaba a ser inaguantable y ella seguía con síntomas de hipotermia, así que tenía que hacerlo rápido para que me diera tiempo a bajarla de la montaña para llevársela a sus padres.
Pegué nuestras frentes y clavé mis pupilas en las suyas con determinación.
- Quiero que me prometas una cosa – le dije.
- ¿Qué? – preguntó sin comprender; todavía estaba medio dormida y hablaba con dificultad.
- Quiero que me prometas que vivirás.
- ¿Cómo? No… no te entiendo… - frunció su adorable ceño con extrañeza.
Tenía que conseguir que me lo prometiera, si antes sospechaba que algo no iba bien, no lo haría. Y sabía que si no me lo prometía, no cumpliría mi deseo, éramos almas gemelas.
- Prométemelo, por favor – insistí con un murmullo -. ¿Verdad que vas a vivir?
Esto era trampa, pero era la única manera.
- Claro, ya no tengo… tanto frío – afirmó en una voz muy baja, aún bajo los efectos del sedante que le hubiesen dado.
- Prométemelo. Prométeme que vivirás.
- Está bien – murmuró a duras penas, con los ojos cerrados -. Te… te lo prometo.
No se imaginaba lo feliz que me hacía.
- Gracias – susurré con otro nudo en la garganta, y la besé.
Ya no había tiempo que perder, la vista empezaba a nublárseme por momentos y la fiebre estaba aumentando. Tenía que bajarla antes de que la rabia se apoderara de mí del todo. La arrimé más a mí y apoyé su mejilla en mi pecho para iniciar el descenso.
Corrí lo más rápido que fui capaz por el sendero que discurría por la ladera de la montaña, procurando no tropezarme con los salientes de la superficie rocosa.
Llegué a la zona arbolada. Ahora podía pasar mejor entre los árboles, pero éstos aparecían ante mí como dibujos nublados y no me quedó más remedio que ir un poco más despacio para poder esquivarlos, mis reflejos iban con efecto retardado.
Todos mis músculos parecían agarrotados y el dolor ya era insoportable, me sentía arder por dentro, igual que si me estuviese quemando con ácido. Mis pulmones se afanaban en respirar a toda velocidad y sentía un nerviosismo desmedido. La rabia hacía presencia cada vez más en mi organismo y eso era peligroso para Nessie. Si perdía la razón del todo, puede que terminara haciéndola daño. Tenía que sacar fuerzas de donde fuera para ponerla a salvo.
Comencé a descender por la pendiente que daba al valle donde nos habíamos reunido con los Vulturis.
Mi vista se topó de frente con los Cullen, con mi manada y con los de Denali, que esperaban mi llegada unos metros más allá. No había ninguna duda. Edward ya estaba al tanto de todo. Su semblante dejaba ver una mezcolanza de sentimientos que iban desde la alegría por ver a su hija hasta una extraña expresión de amargura y tristeza mezclada con integridad y respeto. Asintió para darme las gracias con el mismo rostro.
Nessie pareció despejarse algo más y rodeo mi cuello con sus brazos para incorporarse un poco y abrazarme. Aproveché para inhalar su maravilloso efluvio, eso me daba las últimas fuerzas.
Aun medio anestesiada, no se le escapaba nada.
- ¿Qué te pasa? Tu piel está ardiendo – advirtió, tocando mi mejilla con el dorso de su mano -. Parece que tengas fiebre, y estás sudando…
Sus dulces ojos se toparon con los míos cuando levantó la cabeza de mi hombro, y su mirada lo dijo todo. Sí, me conocía demasiado bien.
- ¡Renesmee! ¡Gracias a Dios!
Unas manos heladas la despegaron de mí. Ella las tendió en mi dirección mientras Bella la tomaba en brazos para abrazarla entre sollozos.
- ¡Jake! ¡¿Qué te pasa?! – gritó, tratando de zafarse de su madre para alcanzarme con los brazos.
Pero yo apenas podía moverme y hablar. Mis piernas me sostenían en pie de pura inercia.
Bella se dio cuenta enseguida y su semblante rebosante de felicidad cambió de repente. Dejó a su hija en el suelo, desconcertada, y Edward corrió para ponerse a su lado.
Toda mi manada se acercó, gimoteando, y el resto de los Cullen y nuestros aliados se apresuraron para aproximarse con preocupación.
Nessie se abalanzó a mis brazos y comenzó a tocarme el rostro con ansiedad y angustia.
- ¡Jake, ¿qué te pasa?!
- Ne… Nessie… - murmuré con una voz que me salió más débil de lo que quería -. Te quiero – y alcé mi mano para acariciarla el rostro con la poca fuerza que me quedaba -. Siempre… te… querré.
- ¡¿Qué quieres decir?!
- Me lo… prometiste… Tú vivirás…
- ¡No, por favor! – lloró -. ¡Dime que ese licántropo no te ha mordido!
Bella se llevó las manos a la boca, horrorizada, y se giró para llorar en el hombro de Edward. Los gimoteos de mi manada se hicieron más fuertes.
La oscuridad empezaba a vencerme.
- ¡Jake! ¡Jake! – chilló mientras me daba palmadas en la cara para que abriera los ojos.
- Velaré… por ti… Siempre estaré… contigo…
- ¡No! ¡No puedes hacerme esto! ¡Me prometiste que nunca te irías de mi lado! – declaró entre lloros desesperados -. ¡Tú también tienes…! ¡Prométeme que lucharás hasta el final por mí! ¡Prométeme que no te rendirás y que vivirás! ¡Jake, por favor, no me dejes! – sollozó, pegando su frente a la mía con ímpetu -. ¡Vive por mí!
- Nessie…
- ¡Prométemelo!
- Te lo… prometo…
No me dio tiempo a más. La oscuridad se cernió sobre mí y mis piernas cedieron, desplomándome en el suelo como un árbol caído.
- ¡NOOOOO! – chilló Nessie.
- ¡JACOB! – gritó Bella.
Las voces, los gimoteos y los gritos se oían lejanos, cada vez más.
- ¡JAKE, NO ME DEJES! ¡TE QUIERO! – fue lo último que escuché.
Te quiero, mi Nessie, mi ángel.
No quiero dejarte. Perdóname.
Mi dulce y precioso ángel.
No, no quiero irme.
Mi promesa.
Soy un hombre de palabra.
Oscuridad y silencio.
Nessie, Nessie…
Mi espíritu.
Mi alma se va… 

Esta historia cuenta con los derechos correspondientes. Team Nessie & Jacob tienen la autorización dela autora para publicar la novela.¡NO COPIES EL CONTENIDO!
 

8 comentarios:

  1. FANTASTICO!!!1 ESPECTACULAR!!!! BUENISIMO ESTE LIBRO ES EL MEJOR!!!

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  2. Oye eres muy buena escritora, me impresiono como enlazaste todo, sigue así

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  3. Dios como llore, por favor no puede terminar asi eso fue re fuerte y re triste

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  4. buenisimooo el mejor libro escrito por una fan que he leido me cai....

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  5. que tristeeeee, no puede morir!!!! se me caen la lagrimitas, un capitulo impresionante!!!

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  6. xica eres buenisima eskribiendo,me puse a llorar y visualisaba cada escena en mi mente y me metia en el paapel,:'(

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  7. ajajajajayyyyy me hiciste llolal =(

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