Concurso de Fanfics

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CONCURSO:
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  • Songfic
  • Real person
  • One shot
  • Fics completados
  • Fics sin completar
CLASIFICACIONES:
  • M - Mature (Adultos)
  • T - Teens (Adolecentes)
  • K - Kids (Todas las edades)
JURADO:
  • MIAW
  • MARIA
  • TAMARA
PREMIOS:
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(los premios se darán al primer lugar de cada tipo de fics)
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sábado, 7 de mayo de 2011

ESTÚPIDOS CHUPASANGRES. MENOS MAL QUE ESTAMOS LOS LOBOS [DESPERTAR]

= LIBRO DOS =

JACOB







- ¡Es mi hija, yo también iré! – bramó Bella en el interior de la casa.
- Está bien, cariño. Tranquilízate, por favor – murmuró Edward -. Te necesitamos, pero tienes que calmarte, aún no sabemos lo que quieren.
Aunque estaba sentado en el suelo del porche intentando huir de todo ese caos, todo mi cuerpo estaba en tensión, y cada vez que oía las voces del interior de la casa, mis manos se transformaban en puños rabiosos. Apoyé la cabeza en la fachada y cerré los ojos, apretando los párpados igual de fuerte que mis dedos.
- ¿Qué te ha dicho Amun, Carlisle? – exigió saber ella con ansiedad, después de que se escuchara el clic de la tecla del teléfono móvil.
Me imaginé que el doctor había negado con la cabeza cuando Bella volvió a chillar histérica.
- ¡¿Es que sólo va a venir el aquelarre de Denali?! – sollozó con desesperación.
- Tranquilízate, Bella – le repitió Edward.
Su voz sonaba tan agónica, que era incluso ridículo esperar que ella le hiciera caso.
- Jasper, haz algo – susurró Esme.
- Esto es todo lo que puedo hacer – lamentó él -. Hago todo lo posible, pero ella está demasiado alterada.
- ¡Han drogado a mi hija y se la han llevado, ¿cómo quieres que esté?! – replicó ella, furiosa.
Sus duras palabras me lo recordaron. Drogado. La habían drogado. Eso era peor de lo que yo había supuesto al principio. La jeringuilla contenía una droga que la había paralizado y la había dejado grogui. No habían podido dormirla para que no se enterara de nada y sufriera lo menos posible, no, la habían tenido que meter eso en el cuerpo, ensuciándolo, mancillándolo con esa mierda sin que les importara un comino las reacciones que eso pudiera provocar en su organismo medio humano.
No me pude contener.
Me había pirado de la casa cuando el doctor me había desvelado eso, pero ahora ya no era suficiente. Mi cabeza bajó hasta mis manos para que aferraran mi pelo, encerrándolo entre los dedos con ira. Me tenía que ir. Tenía que largarme a otro sitio donde no escuchara más lamentos ni más impotencia. Ya tenía bastante con soportar la mía propia y este horrible dolor de estómago que ya comenzaba a ulcerarme por dentro. Podía notar la acidez de éste regurgitándome por la garganta.
Me levanté de mi oscuro rincón y salté la barandilla del porche para correr hacia la espesura del bosque nocturno.
Ni siquiera me molesté en no hacer ruido. Seguramente los Cullen podían escuchar perfectamente las pisadas de mis pies descalzos sobre el terreno mojado. No corrí en mi forma lobuna, pero adquirí gran velocidad, esquivando todo aquello que se plantaba a mi paso, y lo que osaba a interponerse, lo quitaba del medio de una patada o a puñetazo limpio. El desbordante odio que sentía y que perforaba mi estómago cada vez con más rabia iba en incremento por cada minuto que la mantenían retenida, drogada. Apreté los dientes al pensar en esa sucia palabra.
Tenía que ir allí, al único sitio que rebosaba paz. Era una paz dolorosa, sin embargo, necesitaba ir allí y flagelarme. Sí, era un poco masoquista, pero me urgía. Era el único lugar en el que podía estar cerca de ella y sentirla conmigo, el único sitio en el que podía estar a su lado, apoyándola, como si de un santuario se tratase, solo que no de muertos, un santuario para estar cerca de su alma viva, un centro de comunicación a distancia. Sabía que era algo muy estúpido, pero me pareció que Nessie a lo mejor podría notarme con ella si iba allí.
La fina capa de llovizna cubría el bosque de neblina, pero eso no impidió que divisara el lugar que buscaba sin problemas, sería capaz de llegar allí hasta con los ojos cerrados. Disminuí la velocidad y me paré cuando por fin llegué a nuestro tronco.
Me quedé estancado como un imbécil, mirándolo durante un buen rato. La bruma y la lluvia enmugrecían el lugar, haciendo que el tronco se viera vacío, fosco, sin vida. Casi parecía tétrico entre tanta oscuridad y tanta humedad. Aún así, decidí sentarme.
Por fin sentía algo de paz. El lugar estaba rodeado de los sonidos nocturnos del boscaje: los grillos, los búhos, el ruido de la corriente del río que corría no muy lejos de allí, los sapos y ranas que lo habitaban; y nada de lamentos, ni lloros, ni desesperación, que ya me iban a volver loco. Por supuesto, ese lugar estaba lleno de recuerdos que me flagelaban como latigazos, éstos me cizañaban diciéndome que Nessie no estaba allí, pero también me aferraban a ella, me avisaban de que jamás la podrían separar de mí, por mucho que la alejasen físicamente.
Eso me tranquilizó un poco durante un instante, sin embargo, mis agitadas neuronas no podían dejar de darle vueltas al por qué se la habían llevado a ella y no a mí, que era el que Aro quería. Y la respuesta era más que evidente. Los Vulturis sólo vendrían hasta aquí con todo su séquito y dejarían Volterra para llevarse una adquisición muy preciada, tal y como nos había dicho Eleazar años atrás, ese vampiro capaz de ver los dones que había formado parte de su guardia en el pasado y que los conocía tan bien. Aro me quería a mí, estaba encaprichado conmigo, e iba a hacerme chantaje, porque no había conseguido atraparme con aquellos sucios trucos. Querían un cambio, yo era el precio por su rescate y, desde luego, me entregaría sin pensármelo dos veces para que ella estuviera a salvo.
Pero eso también suponía separarme de Nessie para siempre y sabía que ella, al igual que yo, no podría superarlo, no podríamos vivir separados. Mi estómago se retorció de nuevo, secretando sus fluidos gástricos con cólera.
Los Vulturis estarían encantados de separarnos, claro. Para ellos nuestra relación era una aberración, así mataban dos pájaros de un tiro. Y usarían eso delante de los testigos para conseguir atraparme sin que se notase. Un castigo al depravado lobo por enamorarse de una semivampiro, o tal vez un compasivo indulto a cambio de que les sirviera. ¡Aj, me daban asco! Su forma de actuar no era sincera, no iban de frente, eran unos hipócritas sin agallas que no podían quedar mal delante de las demás sanguijuelas idiotas que los seguían, no podían permitir que su imperio se tambalease.
Volví a sentir la urgencia de ir tras esos decrépitos chupasangres para terminar con ellos de una vez por todas, aunque eso me costara la vida. Con liquidar a ese chiflado de Aro, me conformaría. No entendía por qué Nessie y yo teníamos que aceptar sus estúpidas y absurdas leyes. Después de todo, nosotros no pertenecíamos a su mundo, no tenían derecho a meterse en nuestras vidas como si fuesen los dueños del universo. Nosotros no éramos vampiros, y no tenían que meter sus asquerosas narices donde nadie les llamaba.
Bueno, vale, Nessie era medio vampiro, pero también era un metamorfo, como yo, nuestra relación ya no sería una extravagante aberración para ellos. Estúpidos chupasangres con prejuicios. Bueno, vale, Carlisle tenía que demostrarles eso con las pruebas que ese tal Louis le había enviado desde París. Bueno, vale, para que el doctor pudiera demostrarlo, no me quedaba más remedio que dejarles con vida, al menos de momento.
Entonces ya no podrían alegar nada en nuestra contra delante de los testigos para conseguir su objetivo, porque no les quedaría otro remedio que ver la verdad. Que Nessie y yo estábamos hechos el uno para el otro, que éramos totalmente compatibles. De hecho, genéticamente yo era el más compatible con ella para la reproducción, más incluso que otro semivampiro o cualquier otro metamorfo. Una prueba de ello era su semana de celo. Ella sólo estaba en celo para mí, porque, aparte de nuestro vínculo, que era la causa que lo provocaba, sólo yo era el más idóneo para concebirle un hijo. Sólo mis genes eran los perfectos para mezclarse con los suyos. Bueno, no tenía nada que ver, pero solamente había que ver nuestras relaciones sexuales. El sexo entre nosotros era increíble, tan fácil y natural, tan intenso y sentido, mágico. Esa energía que sentíamos fluir a nuestro alrededor al besarnos, explotaba del todo cuando hacíamos el amor y lo convertía en algo más inmenso que eso. Era mágico y especial, nos envolvía y nos llevaba a otro mundo completamente diferente. Por supuesto, era algo físico, para qué lo íbamos a negar, pero también espiritual. Nuestro enorme vínculo se hacía notar y sentíamos cómo nuestras almas se entrelazaban para unirse en una sola. Nunca pensé que iba a ser así, ni en mis mejores sueños con ella, ni en aquellas tantas veces que la imaginaba entre mis brazos cuando aún no estábamos juntos y ya soñaba con tenerla…
¿Cómo iba a ser eso algo aberrante? Aunque, claro, eso ellos no lo iban a ver, con que supieran todo ese rollo de los genes bastaba.
Intenté tranquilizarme un poco aferrándome a esa idea, a que cuando esos viejos decrépitos y pasados de rosca vieran las pruebas de Carlisle mañana, ya no podrían alegar nada y tendrían que pirarse con el rabo entre las piernas, como habían hecho hacía seis años, y recuperaríamos a Nessie sana y salva.
Todo iba bastante bien, hasta que mis dedos palparon un relieve extraño por detrás del tronco y, no sé por qué, me dio por mirar ahí.
Me giré y me incliné hacia atrás para poder verlo mejor y, cuando lo hice, la bilis de mi estómago volvió a revolverse al sentir el enorme pinchazo que me taladró de nuevo. Era una inscripción con una letra torpe e infantil. Nessie y Jake, rezaba, junto a un corazón mal hecho y la fecha en la que ella lo había grabado a pulso en la corteza a sus casi cinco añitos.
Jamás lo había visto antes, nunca me había fijado y llevaba ahí todos estos años. Todos los recuerdos se insertaron en mi cerebro a fuego, pasando lentamente, flagelándome otra vez, solo que, esta, los latigazos se incrustaban como si llevasen clavos y me desgarraban con ensañamiento.
Mientras mis dedos lo repasaban, me acordé de ese día y caí en la cuenta. Lo vi nítido y cristalino como el agua. Hacía poco que había empezado la espera para nuestro primer encuentro con los Vulturis y la casa de los Cullen estaba llena de todos aquellos vampiros friquis aliados. Nessie estaba esperándome en este sitio con sus padres y cuando yo llegaba de la Push, de coordinarme con Sam para lo que esperábamos iba a ser una batalla, la veía haciendo algo detrás del tronco. Entonces no le di importancia, pensaba que estaba jugando con algo. Luego, nada más verme, se incorporaba y corría hacia mí para abrazarme…
Había grabado esto en nuestro tronco para que quedase en el recuerdo por siempre, o tal vez para que yo lo viera y me animase…
Todo aquello lo había soportado porque ella estaba a mi lado. Todas las miradas por encima del hombro, todas las veces que me habían ignorado como si fuera el incordiante perro de la familia, todos los comentarios humillantes sobre los lobos, lo había aguantado gracias a Nessie, porque ella era lo más importante. Y ella siempre sabía lo que me pasaba, me comprendía, me calmaba, me alentaba colocándome su manita en la mejilla, diciéndome que no me preocupara, que yo era mejor que todos ellos juntos. Aun siendo tan pequeñita, ya me entendía y me apoyaba…
Sin poder evitarlo, mi mente proyectó el rostro angelical de Nessie, su risa, su largo y brillante cabello broncíneo, su voz dulce, sus preciosos ojos castaños, su maravilloso aroma, sus caricias, sus besos, su cuerpo sublime y perfecto, su coraje, su pasión, su bondad, su amor… Evocó la primera vez que mis dedos sintieron su luminosa y sedosa piel y mi piel sus dedos, la calidez de su aliento en mis labios, nuestro primer beso, los besos que estuvimos apunto de darnos, el beso eterno bajo la lluvia que nos hizo darnos cuenta de su imprimación, sus labios tiernos, cálidos y suaves, la primera vez que los sentí sobre mi piel, la primera vez que vi su deslumbrante cuerpo desnudo, nuestra primera, apasionada e intensa vez, aquella escapada de noche bajo la lluvia…
La enorme impotencia y esa desesperación que llevaba toda la tarde martilleándome se instalaron otra vez en mi cabeza, clavándose con inquina en mis torturados sesos como si de una aguja fina y afilada se tratara.
Cerré los ojos para ver si me aliviaba un poco, pero otro recuerdo saltó en mi cerebro como un resorte. Nessie y yo estábamos en la pradera del lago, dentro del agua cristalina de ese estanque natural. Ella se encaramaba a mí, rodeándome con sus largas piernas, se doblaba hacia atrás con esa flexibilidad y agilidad suya mientras yo la sujetaba, y se balanceaba de un lado a otro para mojar su preciosa y tupida melena. Siempre que hacía eso, me volvía loco. Sus kilométricos cabellos se alisaban y su color broncíneo adquiría un tono más oscuro, aunque seguían brillando como un espejo, quedaban flotando en el agua y bailaban al son de su suave movimiento. Mientras, el sol hacía que su piel se volviera aún más luminosa y especial, haciendo que su hermoso rostro y su espectacular cuerpo desnudo fueran todavía más angelicales, divinos. Sí, era una diosa. Yo notaba cómo mi cara se iba quedando más embobada por momentos, seguro que ahora mismo también la tenía por sólo recordarlo. La imagen parecía tan real, que si estiraba la mano, casi podía tocar su pecho de verdad…
- ¿Qué tal lo llevas?
El impacto que esa inesperada voz le estampó a mi distraída sesera provocó un acto reflejo que me hizo pegar un bote en el tronco y me puse de pie, a la defensiva.
- ¡Mierda, Edward, me has asustado! – gruñí cuando vi su pálido rostro entre las sombras, incorporándome.
El color de su cara no era lo único que palidecía.
- Lo siento - se disculpó -. ¿Puedo sentarme a tu lado?
La verdad es que no me apetecía nada tener compañía, y menos a él, que podía ver todo lo que pasaba por mi mente. Prefería pasar mi calvario personal en soledad, sin tener que compartirlo con nadie ni tener que juntarlo con el de los demás para llevar todo el lote encima, el mío ya pesaba bastante.
- No te molestaré mucho tiempo – se adelantó a decir, después de escanear mi recalentado cerebro.
Suspiré y me volví a sentar.
- Haz lo que quieras, estamos en un país libre – le contesté con desgana, cruzándome de brazos y mirando hacia otro lado.
Tampoco necesitaba ver su semblante atormentado, eso, además, haría que me sintiera culpable y egoísta.
El vampiro tomó asiento a mi lado y se quedó mudo. Hubo un instante en el que tuve que mirar de reojo para ver si seguía ahí, ya que no se escuchaba ni su respiración, aunque me imaginé que delante de mí no le hacía falta tomar aire para disimular.
Al hacerlo, vi de nuevo su cara de sufrimiento y empecé a sentirme un poco mal por ser tan cortante. Justo lo que no quería. Mierda.
- ¿Cómo está Bella? – le pregunté para quitarme ese peso de encima, aunque lo cierto es que también me preocupaba su estado mental, en las últimas horas no había hecho más que chillar y llorar como lloran los vampiros, sin lágrimas.
- Se ha calmado un poco y parece que Jasper ya puede hacer su trabajo con más facilidad – me contestó -. Ahora está más tranquila, por eso he venido hasta aquí. Quería ver cómo estabas tú, me pareció que estabas pasando un mal rato en el porche.
- Bueno, aquí estoy – manifesté, encogiéndome de hombros.
Se hizo un silencio bastante incómodo en el que a mí me hubiera gustado seguir a solas, saboreando a mis anchas mi enorme rabia e impotencia sin que nadie pudiera meterse en mi cerebro para chafarme el plan.
- Sobre el tema de Bella y su declaración del otro día… - habló finalmente.
¡Uf! Lo que me faltaba. No estaba de moral para peleas.
- Mira, no tengo muchas ganas de hablar de eso ahora, la verdad – le espeté, cansado.
- Solamente quería darte las gracias por haber sido tan comprensivo con ella – me soltó de sopetón.
No quería, pero mi rostro se giró él solo para mirarle con sorpresa e incredulidad. Sí, su mirada del otro día no me había engañado. Me lo estaba agradeciendo. No podía creerlo.
- Si vieras la crisis que está pasando Bella, no pensarías eso – declaró, mirando al horizonte con sobriedad -. Lo que viste el otro día sólo es la punta del iceberg.
- ¿Crisis? Ella me dijo que estabais mejor que nunca – respondí, volviendo la vista a mi izquierda.
- Sí, nosotros estamos bien – ratificó -. Sin embargo, ella está pasando por la típica turbación por la que tenemos que pasar todos los vampiros cuando transcurren ciertos años desde la transformación.
- ¿La típica turbación? – le miré de nuevo.
- Todos nosotros pasamos una época bastante mala cuando te das cuenta del estancamiento al que tienes que estar sometido mientras el mundo sigue girando a tu alrededor – empezó a explicar pausadamente -. Es una época de muchas preguntas y mucha confusión en la que tienes que encontrarte a ti mismo de nuevo, y no es fácil. Normalmente, tarda unas décadas, cuando la gente que conocías y que querías fallece y te das cuenta de que tú continúas en el mismo estado, petrificado, ni siquiera puedes despedirte de ellos, decirles adiós, ni siquiera puedes ir a su funeral o a su entierro; entonces añoras todo lo que tenías en el pasado o todo lo que podías haber tenido y te preguntas si merece la pena vivir eternamente. Sin embargo, a Bella parece que se le haya adelantado, aunque no a tal extremo. Para empezar, hecha mucho de menos a Renesmee. Ellas estaban muy apegadas, pero a medida que la niña iba creciendo, se iba alejando más de ella para unirse a ti. Y por supuesto, también influye el hecho de que no puede ver a Renée, a la que estaba muy unida, pero ahora, además, se ha sumado el repentino alejamiento al que se tiene que someter de Charlie, de Renesmee y de ti…
- ¿Crees que se arrepiente de haberse transformado?
- No sé qué decirte, la verdad – se quedó pensativo durante dos segundos -. Sí, en parte, pero no. Me explico. Sí, porque creo que ahora que Renesmee ha crecido y está contigo, ha visto la vida que podía haber llevado ella como humana a tu lado y sabe que hubiera sido muy feliz. Contigo, no hubiera tenido que renunciar a nada, incluso podía haber tenido muchos hijos, cosa que ahora es imposible. Sé que ella piensa en esto a menudo y que es uno de los motivos que la afligen y la aturden. Renesmee ha crecido demasiado deprisa y no le ha dado tiempo a saborear la maternidad. Ella no me dice nada, por supuesto, ya la conoces, pero yo sé que le gustaría tener más hijos, niños que crecieran a un ritmo humano, y, como dije antes, eso ahora es imposible. Y no, porque estar conmigo eternamente era lo que más deseaba del mundo y sé que es más feliz a mi lado, aun con todo a lo que ha tenido que renunciar. En realidad, no creo que tenga que ver con la transformación en sí, más bien con las cosas y las personas a las que tiene que renunciar y que nunca volverán a estar ahí. Como tú. Inevitablemente, en estos momentos, por la turbación que la afecta, Bella sigue amándote, pero sabe que no puede tenerte porque tú perteneces a Renesmee y porque me ama más a mí. El sentimiento de culpabilidad y el darse cuenta de que te tiene que dejar para siempre añade otro peso a la báscula, también se suma a todo lo anterior para hacerla sufrir.
- Así que todo se debe a una turbación que os da a los vampiros. Ya me olía yo que le pasaba algo raro, aquella reacción no era normal.
- ¿Lo dices porque también intentó besarte? – me quedé paralizado durante dos segundos y le miré con precaución. Su blanca cara estaba seria, pero no parecía enfadado. Edward radiografió mi mente llena de preguntas y suspiró – Bella me lo contó, por supuesto, entre nosotros no hay secretos – declaró, mirando al frente.
Genial.
- ¿Y a ti no te importa que intentara besarme, que ella siga queriéndome, aunque sea por una turbación? – le pregunté con escepticismo.
- Sí, claro – admitió -, pero sé que, aún ahora, me quiere más a mí y que esto sólo será un minúsculo capítulo oscuro en nuestra vida eterna juntos – agregó -. Además, yo no soporto verla así, quiero que sea feliz, por eso me pareció bien que te lo dijera, para que se desahogase y se olvidara de ti de una vez por todas.
- Vamos, no seas cínico. Sabías de sobra que yo ya no siento nada por ella y que la iba a rechazar, por eso lo permitiste - le achaqué, negando con la cabeza al ver lo evidente que era.
- Bueno, tampoco soy tonto, ¿sabes? – reconoció, soltando una pequeña risita apagada por la situación en la que nos encontrábamos en estos momentos -. No soy tan patoso como para entregarle la mujer que amo a otro hombre así por las buenas, y mucho menos a ti.
- Sí, ya lo sé… - murmuré.
Ambos nos miramos y nos sonreímos con una camaradería que me pareció hasta extraña, aunque esa sonrisa solamente duró un par de segundos, puesto que mi mente estaba centrada en otro asunto muchísimo más importante.
- ¿Cuántos aliados van a venir? – quise saber, cambiando de tema.
- De momento, el aquelarre de Denali – suspiró -. Alice está con Rosalie en el aeropuerto, esperándoles. Aunque ha alquilado un avión privado para ellos, no llegarán hasta por la mañana, pero prefiere estar allí, se encuentra mejor lejos de ti.
- ¿Y qué pasa con el resto de vuestros amigos?
- Amun se ha negado. Ya sabes que tiene a Benjamín, que es capaz de manejar los elementos de la tierra – me miró para ver si yo me acordaba y siguió hablando cuando vio que de algo -. Pues bien, no quiere volver a exponerlo ante los Vulturis, por miedo a que se lo quiten.
- Menudo idiota – murmuré, girando la cabeza hacia el otro lado.
- Kachiri, Senna y Zafrina han dicho que sí, pero tienen que venir desde las Amazonas y es evidente que no les va a dar tiempo a llegar, aunque nos han dicho que harán todo lo posible. Y lo mismo pasa con Maggie, Siobhan y Liam. Irlanda no queda cerca, tampoco.
- ¿Y esos dos tan espeluznantes? Ya sabes, los rumanos. Esos dos tienen muchas ganas de acabar con los Vulturis, ¿no?
- ¿Stefan y Vladimir? Sí, pero no hemos sido capaces de contactar con ellos y no nos da tiempo a ir a avisarles.
- Ya, supongo que esas momias están un poco anticuadas y no usan teléfono y esas cosas.
Mi estúpida frase le debió de parecer un chiste, porque se le curvó la comisura del labio y no pudo reprimir una risa entre dientes.
- Sí – dijo.
- Bueno, ¿y todos aquellos nómadas? ¿Qué pasa con ellos?
- Peter y Charlotte no quieren inmiscuirse en nada, creen que es demasiado peligroso, y el resto no es posible localizarlos, no sabemos ni dónde están.
- Así que solamente contamos con vuestros amigos de Denali – farfullé con enfado.
- Sí – asintió, observando el bosque con amargura.
- Estúpidos chupasangres – mascullé, enrabietado -. Nunca confíes en una sanguijuela – me murmuré a mí mismo.
- En fin, ya te dejo solo – dijo, levantándose -. Deberías dormir un poco, Jacob, ya son las tres de la mañana. Si quieres, puedes hacerlo en la cama de Renesmee.
- ¿Para ponerme a llorar cuando huela su efluvio? No, gracias.
Lo dije tal cual lo sentía, total, podía verme la mente.
- Entonces, deberías ir a tu casa y procurar descansar – me aconsejó.
- ¿Es que ahora eres mi padre? Dormiré aquí, si veo que me entran ganas – le contesté, malhumorado.
- ¿Vas a pasarte aquí toda la noche? – preguntó, preocupado.
Genial. Ahora ya me estaba haciendo sentir culpable otra vez por ser tan borde.
- No te preocupes, ¿vale? Soy mayorcito, sé cuidarme solo – repliqué, un poco más suave.
- Está bien, como quieras – por fin se giraba para largarse, pero entonces, algo se le debió de pasar por la cabeza, porque se dio la vuelta y se quedó frente a mí, mirándome durante un rato -. Quiero que sepas que te aprecio, Jacob – me confesó de repente. Guay. Otra cosa más que añadir a mi larga lista de culpabilidad -, aunque siempre hayas sido un incordio para mí – minimizó, sonriéndome con malicia -. Pero sé todo lo que amas a mi hija, sé que incluso darías la vida por ella, y eso puede con todo lo demás. Ya te dije una vez que pienso que no habría nadie mejor para ella que tú, y cuando nos marchemos, lo haré tranquilo y satisfecho, porque se queda contigo. Que no salga de aquí, pero estoy muy orgulloso de que mi hija se haya enamorado de un hombre como tú.
Eso último no me lo esperaba y me dejó completamente K.O. Pude notar cómo mi rostro dejaba ver mi estado atónito y me quedé planchado en el asiento sin poder decir nada.
Edward se giró otra vez y se piró como una exhalación, mezclándose con el espeso y oscuro follaje del bosque.
Seguí en estado de shock durante unos minutos, intentando rumiar sus últimas palabras. Jamás en mi vida me hubiera imaginado que Edward iba a decirme algo así a mí, y menos después de lo ocurrido con Bella el otro día.
¡Arg! Tenía tantas cosas acumuladas en la cabeza, que ya la sentía como un bombo. Puede que Edward tuviera razón y fuera mejor que durmiese un poco, por lo menos intentar descansar. Después de todo, necesitaba estar fresco y despejado para lo que me esperaba al día siguiente. Para recuperar a Nessie.
Me puse de pie, me quité los pantalones, los até a mi cinta de cuero y entré en fase, desconectándome automáticamente del resto de la manada. Me fui a la parte trasera del tronco y me eché allí, donde podía ver la inscripción que había grabado mi pequeña Nessie para darme ánimos.
Nessie y Jake.

Por supuesto, no pegué ojo en toda la noche, así que me levanté al alba y me puse en contacto con la manada para que se dirigieran al sitio comunicado por el vampiro pelirrojo. Ya habíamos estado el día anterior, así que no hizo falta que les explicara nada, todos sabían lo que tenían que hacer.
Podía haber ido directamente hacia allí, pero rodeé un poco para poder pasarme por delante de casa de los Cullen, así Edward leería mi mente, sabría mis planes y podríamos encontrarnos en ese sitio más tarde.
Estaba tan nervioso, cabreado y ansioso por encontrarme con Nessie, que mis patas corrieron más rápido de lo habitual para llegar a ese lugar cercano al Lago Pleasant. Había desconectado mi mente otra vez de la manada para poder pensar tranquilamente, así que cuando llegué al sitio y vi a Sam, me sorprendí.
No le dije nada, él seguía formando parte de la manada y sabía que sentía el deber de ayudar. Todos hubiéramos hecho lo mismo en su lugar.
Cuando me vio, asintió con la cabeza a modo de saludo. Le respondí con otro movimiento de tarro y volví a conectarme.
¿Qué tal está Emily?, le pregunté al llegar a su lado.
Bueno, gracias al doctor Cullen, empezó con la quimioterapia el martes. El oncólogo que la trata es muy optimista, según él, lo hemos cogido en una fase muy primaria y cree que se recuperará pronto.
Me alegro.
Sí, lo sé. Y quiero agradecerte todo lo que has hecho por nosotros, Jake. Si no llegas a hablar con el doctor Cullen…
No empieces con eso otra vez, ¿quieres?, le regañé. Ya te dije que no me costó nada convencer a Carlisle. En cuanto se lo mencioné, se ofreció él solo.
Tengo que reconocer que es un buen tipo.
¿Y qué tal lo lleva Emily?
En fin, no es un camino de rosas, pero, de momento, lo lleva bastante bien. Aunque todavía es pronto, lo peor está por llegar. Su madre se ha quedado con ella para cuidarla.
No tienes por qué estar aquí, le dije. Si quieres, puedes irte para estar con ella.
Quiero ayudarte a ti y a la manada, afirmó con firmeza.
Vale, pero si esto se pone feo, márchate, le ordené.
No dijo nada, se limitó a asentir con la cabeza otra vez. Era una orden y tenía que acatarla.
Lo mismo le digo al resto, anuncié para todos. El que quiera irse, es libre de hacerlo.
Un lobo nunca abandona a los suyos, declaró Leah.
Somos una familia, estaremos contigo y con Nessie a muerte, siguió Embry.
El silencio del claro se vio roto por los aullidos de apoyo.
¡Esos chupasangres se arrepentirán de esto!, aulló Paul.
¡Esto no nos lo perdemos ni locos!, exclamó Isaac.
Recuperaremos a Nessie, no te preocupes, me alentó Seth.
Está bien, está bien, gracias a todos.
Carraspeé y me puse a comentar y a consultar con Sam las posibles opciones que teníamos si al final había que luchar.
A medida que pasaba el tiempo y se acercaba la hora, más se notaba la tensión en el ambiente. Los chicos estaban ansiosos por luchar, aunque ya les había advertido que eso sería como ultimísima opción, y yo sólo lo estaba por recuperar a Nessie sana y salva, por volver a estrecharla entre mis brazos, por besarla.
Empecé a ponerme un poco nervioso cuando ya casi era la hora y la familia de Nessie no aparecía. Ya estábamos todos en nuestros puestos, esperando, y ellos sin aparecer. ¿Es que Edward no me había leído la mente cuando pasé junto a su casa?
Por fin, los Cullen salieron con rapidez de entre los árboles que bordeaban el pequeño claro, junto a sus amigos de Denali – Tanya, Eleazar y Carmen, Kate y Garrett -, y se pusieron a nuestro lado en un abrir y cerrar de ojos.
Sam hizo un movimiento de cabeza para saludar a Carlisle y éste le correspondió con otro. Entendí entonces que, aparte de a mí y a la manada, también había venido para ayudar a los Cullen, después de todo, se sentía en deuda con ellos.
Tanya y los suyos nos miraron un tanto cautelosos, ellos no estaban acostumbrados como los Cullen a nuestra presencia, pero me llamó la atención la forma en la que me miraron a mí. Abrieron los ojos como platos y Eleazar le sopló algo a Carlisle en la oreja, algo a lo que éste le respondió.
Me fijé también en aquél vampiro nómada llamado Garrett. Ya no era nómada, puesto que había venido en las Navidades con Tanya y Kate y estaba junto a esta última, cogidos de la mano. No me había fijado mucho en aquellas fiestas, la verdad, tenía otras cosas en la cabeza, pero al parecer, seguían juntos y se había unido al aquelarre.
Alice seguía con sus jaquecas, tenía los dedos puestos sobre las sienes y su menuda cara estaba retorcida en una mueca. Eso me mosqueó un poco, ya que significaba que Nessie seguía lejos de mí.
Todos se quedaron detrás de nosotros, excepto Edward y Bella, que se pusieron a mi lado, ambos con expresiones graves.
Ya era hora, resoplé.
- Perdonad, es que el avión de Denali sufrió un pequeño retraso – se excusó con un bisbiseo -. ¿Estáis todos? – quiso saber, mirando a su alrededor.
Bueno, he tenido que dejar a Thomas e Ivah en la Push para que vigilen la zona, pero tengo a diez repartidos, escondidos entre los árboles, por si acaso hay que darles una sorpresita, le revelé. No me gusta enseñar todas las cartas en la primera mano, ya sabes.
- Buena idea – aprobó.
Luego, le explicó a Bella lo que yo le había dicho con una voz tan baja, que tuve que mover la oreja en su dirección y agudizar mucho el oído para escucharlo.
Leah y Sam me flanqueaban un poco más retrasados y los otros nueve se distribuían por detrás, en formación. Sin embargo, no eran sus miradas lo que notaba pinchándome en mi nuca lobuna. Giré un poco la cabeza para mirar atrás y los de Denali pegaron un pequeño bote cuando los pillé observándome.
¿Qué les pasaba? ¿Es que no me veían guapo o qué?
- Están impresionados – me reveló Edward con un cuchicheo también muy bajo.
¿Cómo?, giré la cabeza hacia él, mirándole extrañado.
- La última vez que te vieron, no eras tan enorme – explicó, echándome un vistazo desde abajo -. Están realmente deslumbrados, sobretodo Eleazar. Ha visto que tienes una especie de don espiritual o algo así.
¿Yo un don espiritual?
Le miré bien para ver si me estaba tomando el pelo, pero su cadavérica cara no me mostraba nada de eso, más bien todo lo contrario.
- Sí. Piensa que lo tenías aletargado porque en aquel tiempo eras muy joven y que por eso no te lo había visto. Eleazar nunca se equivoca – sentenció.
Por supuesto, Jake. Eres Taha Aki, el Gran Lobo, aclamó Seth, todo orgulloso, que le había dejado el puesto a Sam y se encontraba detrás de éste, junto a Quil y Embry.
Bella me sonrió, aunque su sonrisa estaba degradada por la preocupación y el nerviosismo que sentía en esos momentos.
Iba a discutir eso, pero mi mente se centró en lo importante cuando percibí un movimiento rapidísimo en las hojas, a lo lejos.
¡Atentos!, avisé.
- ¡Ahí vienen! – lo hizo Edward para el resto.
Todos nos envaramos, Bella y Edward amarraron sus manos con fuerza y nos quedamos a la expectativa.

 Esta historia cuenta con los derechos correspondientes. Team Nessie & Jacob tienen la autorización de la autora para publicar la novela.¡NO COPIES EL CONTENIDO! 

2 comentarios:

  1. Wow que emoción, ya quiero saber en que acabará esto

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  2. Hay dioooooos y me lo dejan justo ahi??? me mueroo,esta historia me encanta, el capi, como siempre buenisimoooo!!!!besos

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