= LIBRO TRES =
RENESMEE
Oscuridad.
Mi cuerpo inerte flotaba en un mar negro de profundidad infinita.
La nada.
Me dejaba llevar por una marea invisible, iba a la deriva hacia ninguna parte, tan sólo se veía un horizonte oscuro, interminable, vacío…
Pero yo seguía notando mis cables de acero bien atados a él, sin embargo, por más que tiraba de ellos para encontrarle, él no aparecía…
Jacob.
Mi Jacob.
El final de los cables no aparecía nunca, parecía que fueran inacabables.
Tirar, tirar.
La nada.
Ahora me encontraba bailando sola un baile de dos, sin música, daba vueltas en un estado agónico, perdida, sin ritmo ni cadencia.
Vueltas, vueltas, vueltas, vueltas…
Jacob.
Mi Jacob.
Apenas se oían las voces tan lejanas que me rodeaban, mis sentidos se negaban en rotundo a llevar a cabo su trabajo. Todo mi ser se negaba a vivir. No, sin él, no.
Soledad.
Jacob.
Mi Jacob.
Mi despedazado corazón no quería latir, ya no tenía motivos para hacerlo. Estaba completamente desolado, vacío como el espacio en el que me encontraba. El dolor que sentía era demasiado desgarrador como para poder soportarlo.
Mi alma seguía con vida, aunque se movía en penitencia por la nada, llorando, chillando de rabia y de dolor.
Luto.
Jacob.
Mi Jacob.
Frío.
Mucho frío.
Jacob.
Mi Jacob.
¡Jacob!
¡Jacob!
¡JACOB!
Una brisa prodigiosa y cálida pasó a mi lado, rozándome. Era tan fuerte, que hizo que mi pelo se elevara y, entonces, todos mis sentidos despertaron de su letargo como si les hubiesen puesto una inyección de adrenalina.
Su olor. La brisa trajo consigo su olor. Su maravilloso efluvio me recorrió de la cabeza a los pies cuando lo inhalé, tomando todo mi cuerpo, haciéndome sentir un placer indescriptible, haciéndose cargo de cada una de mis células. Todos los recuerdos de mi vida junto a él comenzaron a desfilar por mi mente, pude incluso sentirlos como si los estuviese reviviendo de nuevo. Nuestros juegos cuando era pequeña, sus calientes dedos rozando y estremeciendo mi piel, sus labios ardientes y sedosos deslizándose por los míos por primera vez, su preciosa y deslumbrante sonrisa, sus bromas, su entusiasmo, su entrega en todo, mis adorados e hipnotizadores ojos negros clavados en mis cautivadas pupilas, su poderoso cuerpo perfecto saliendo del río, la primera vez que noté su piel pegada a la mía, su donación de sangre, sus manos deslizándose por mi espalda, por mi pecho, sus caricias, sus dedos jugando con mi pelo, su intensa pasión, su fuego, su abrasador y delicioso aliento, aquel eterno y definitivo beso bajo la lluvia por el cual descubrimos mi imprimación, nuestra intensa, maravillosa y mágica primera vez, su increíble forma de hacerme el amor, nuestra escapada de aquella noche lluviosa y salvaje, nuestra alucinante luna de miel, su tersa y tórrida piel, su contagiosa alegría, su bondad, su lealtad, su generosidad, su carácter impulsivo y apasionado, su raza, su coraje, su ternura, su inteligencia, su verdad, su honestidad, su poderosa fuerza interior, mi espectacular Gran Lobo protegiéndome, su inmenso e infinito amor por mí... Mis maravillados ojos se cerraron en respuesta y las lágrimas empezaron a descender por mis mejillas. Mi pulsera de cuero rojizo vibró y…
Nessie…
Mis párpados se abrieron de sopetón al escuchar su ronca voz llamándome.
- ¡Jacob! – grité entre lloros.
Pero lo único que encontraron fue la vista granulada y nublada de un techo.
Unas manos heladas comenzaron a acariciarme el rostro con ansiedad.
- Ya está, hija, ya pasó todo. Estoy aquí – susurraba mamá sin dejar de tocarme la cara -. Gracias a Dios – sollozó -. ¡Carlisle!
- ¿Dónde estoy? – pregunté, totalmente desorientada y confusa, mientras me incorporaba para mirar a mi alrededor -. ¡Jacob!
Sin embargo, mi Jacob no estaba.
- Tranquila, cariño – me calmó, mirándome con sus pupilas oscurecidas por la sed, tristes -. Estás en tu cuarto.
Noté un tirón en mi muñeca y me fijé en el tubo que estaba enganchado a ésta y que llevaba a un gotero de suero. Mamá se encontraba en la cama, a mi lado. Tuve que volver a echarme cuando me mareé.
- Llevas tres semanas inconsciente – me explicó, frotando mi frente con la mano.
- ¿Tres semanas…? – mi voz se apagó y no pude terminar la frase.
- Te desmayaste cuando Jacob…
Su frágil oración también se quedó en el aire al ver cómo mis ojos se cerraban con amargura y desbordaban más lágrimas.
Carlisle entró en mi habitación con celeridad y apartó una silla que había junto a la cama. Detrás de él entraron Jasper y Esme.
- Renesmee, cielo – exclamó ésta última, sentándose en la cama junto a mi madre para acariciarme el brazo.
- Gracias a Dios – la acompañó Jasper.
- ¿Cómo se encuentra? – quiso saber mi abuelo, abriendo mis abatidos párpados para mirarme las pupilas con una cegadora luz.
No sé qué le respondió mi madre.
Tres semanas. Jacob llevaba muerto tres semanas. Mi mente se negaba siquiera a sugerir tal palabra. Mis manos aferraron la sábana bajera en puños cuando un agudo pinchazo me atravesó el corazón y el dolor se volvió brutal e insoportable. Todavía tenía su olor en la nariz y su voz había sonado tan alta y clara… Pero Jacob no iba a volver jamás. Las lágrimas volvieron a rodar por mis mejillas con desolación. Hubiera sido mejor seguir inconsciente de por vida hasta que mi machacado corazón decidiera dejar de latir de una vez por todas.
- ¡NOOOOO! – grité con una voz desgarradora que apunto estuvo de dejarme sin cuerdas vocales.
Mis uñas se aferraron con tanto dolor, que terminaron rasgando la sábana inferior.
- ¡Cálmate, hija, por favor! – suplicó mamá, desesperada.
- ¡JACOB! – lloré, desconsolada, girándome para ponerme boca abajo y hundir la cara en la almohada.
La mano de mi madre me acariciaba la cabeza en un intento inútil de consolarme.
- Cielo… - sollozó.
Jacob. Mi Jacob. Mi amor, mi mejor amigo, mi ángel de la guarda, mi alma gemela, mi compañero, mi vida, mi todo. El inmenso dolor era insoportable y desgarrador. Parte de la almohada se quedó encerrada en mis manos apretadas cuando mi corazón se encogió del enorme calambre. La peor y más horrible de mis pesadillas se había hecho realidad. Viuda. Ahora era viuda. Apenas habíamos empezado a vivir lo nuestro y ahora era viuda…
- Renesmee, cariño – me llamó mamá, continuando con su afán de acariciarme la cabeza -, Carlisle tiene que tomarte la tensión.
- Quiero estar sola, por favor – les rogué.
- Solamente será un momento – siguió, hablándome con una voz dulce y arropadora -. Luego te dejaremos un ratito tranquila, ¿de acuerdo?
Asentí, después de todo, me daba completamente igual lo que me hicieran. Mi cuerpo no era mío y se había muerto con su verdadero dueño. Me di la vuelta y me quedé boca arriba para que Carlisle hiciera lo que quisiera con mi inerte organismo. Mamá se empeñó en intentar secar las lágrimas que no dejaban de rebosar por mis ojos. Me di cuenta de que mi repentina tranquilidad se debía a la participación de Jasper, que me sonrió aliviado. También me percaté de que todos tenían su iris oscuro, probablemente no habían saciado mucho su sed desde que Jacob...
- ¿Dónde están papá y los demás? ¿Se han ido de caza? – le pregunté sin brío a mi madre, para que no vinieran a mi mente mis últimas y horribles imágenes, mientras Carlisle trabajaba con mi brazo con el fin de tomarme la tensión.
- Tu padre está con Alice – comenzó a aclararme, hablándome con dulzura -. Ella sufre unas jaquecas horrorosas y tiene que irse lejos de vez en cuando para poder soportarlo; y tu padre lo estaba pasando fatal con tus pensamientos, no aguantaba más, así que le convencí para que esta mañana se fuera con Alice y se despejase un poco. Vendrán después, no te preocupes.
- ¿Y Em y Rose?
Mis abuelos, mi tío y mi madre se miraron con cautela.
- Bueno, Emmett va todos los días hasta el límite fronterizo con La Push, es su manera de estar cerca de Jacob… - su voz se quebró y sus pupilas bajaron a sus manos.
Esta vez no pude reprimir a mi mente y las lágrimas rodaron por mis mejillas con más insistencia. Emmett no podía entrar en La Push y no podía ir al cementerio para visitar su tumba. Me llevé la mano a mi roto y dolorido corazón sólo con pensar en esa tétrica palabra. Éste se retorció como si alguien lo estuviese estrujando con rabia. Y yo ni siquiera había ido a su entierro. Era su viuda y ni siquiera sabía dónde estaba su lápida…
- Tranquila, respira hondo – procuró calmarme Carlisle cuando su tensiómetro empezó a volverse loco.
- Jacob… - lloré, llevándome el brazo libre a la cara.
- Le voy a administrar un calmante, tiene la tensión muy alta – diagnosticó mi abuelo, quitándome la goma.
Mamá asintió con preocupación y Carlisle se levantó de la silla para dirigirse a su despacho.
- Te prepararé una tila, cielo – me dijo Esme -. Ya verás qué bien te sienta.
Y se unió a Carlisle para marcharse como una exhalación.
- Quiero estar sola, por favor – repetí.
- Claro – aceptó mamá con un murmullo -. Llámame si me necesitas, ¿vale?
Me dio un beso en la frente y salió con Jasper.
En cuanto mi tío se fue, todas mis emociones fueron liberadas y pude dar rienda suelta a mi agonizante angustia.
Otra vez mi almohada fue objetivo de mi interminable ira y rabia y hundí mi rostro en ella para mitigar el grito desgarrador de dolor que salió por mi garganta.
¿Por qué él y no yo? ¿Por qué se había tenido que enfrentar a ese licántropo? ¿Por qué había tenido que ir él solo? ¡Idiota! ¡Idiota! ¡¿Por qué me había dejado sola?! ¡¿Por qué se había muerto?! ¡Me lo había prometido! ¡Me había prometido que lucharía por mí y que viviría! ¡¿Y yo tenía que cumplir esa estúpida promesa ahora?! ¡No!
Alcé mi cara de la almohada, me quité la vía de la muñeca con furia y me incorporé para levantarme de la cama.
Yo no podía vivir sin Jacob, esto era demasiado para mí. Más de ciento cincuenta años sin él era una tortura, no podría superarlo jamás, lo sabía con absoluta certeza. Acabaría volviéndome loca, en realidad, ya comenzaba a estarlo. Todavía notaba nuestro enorme vínculo, ni siquiera la muerte podía separarnos. Tenía que reunirme con él ya, allí, en el más allá o donde fuera. Lo buscaría hasta en el mismísimo infierno, si hacía falta.
Repasé neuróticamente la habitación en busca de algo, algo que pudiera ayudarme a dejar este mundo con rapidez. Si tardaba demasiado, Carlisle podría reanimarme, o tal vez mi familia vampiro llegaría en un parpadeo para evitarlo. Tenía que ser muy silenciosa y, sobretodo, muy veloz. No me importaba el dolor, el que sentía en estos momentos era insuperable, ningún dolor físico sería más insoportable y horrible que éste.
Y entonces, vi algo que me podía ayudar. Mi abridor de cartas reposaba sobre mi escritorio, esperando a que alguien le diera una buena utilidad. A mí me iba a hacer un gran favor.
Me acerqué hasta allí y lo agarré con firmeza por la empuñadura. Lo más rápido era cortarme la yugular. Un solo movimiento y en pocos segundos ya estaría a su lado. Aunque mi familia oliera la sangre y subieran como rayos, ya no les daría tiempo a pararlo.
Subí el fino puñal y me lo pegué al cuello.
Adiós, mamá, papá. Os quiero. Perdonadme, pensé, cerrando mis lacrimosos ojos con fuerza.
Un solo movimiento.
Jacob, mi amor, ya voy. Te amo.
Nessie…
Su voz volvió a sonar a la vez que mi pulsera vibraba con mucho ímpetu. Al escucharle, separé el abridor de mi cuello súbitamente y lo solté como si éste quemase, aunque su descenso no duró mucho. Mientras se deslizaba por mi mano de camino al suelo, mi palma se cerró con fuerza, maravillada, deteniendo la caída del abridor, y la afilada hoja me produjo un corte en la palma, pero ni siquiera lo noté. Una oleada parecida a una cálida caricia recorrió mi organismo una vez más y su maravilloso efluvio impregnó todo mi ser, e incluso el dormitorio. Sentí un conocido e inmenso placer cuando esa brisa traspasó mi cuerpo, indescriptible, infinito, intenso, mágico, que me hizo soltar el abridor de nuevo, y mi garganta jadeó con entusiasmo. Era esa energía…
- Jake… - le llamé con un susurro, maravillada, mientras mis lágrimas mojaban mi rostro por enésima vez y mi mano todavía colgaba en el aire.
La puerta se abrió de golpe.
- ¡RENESMEE, NO! – gritó mi padre, aferrándome por los brazos.
Mamá entró junto a él y se horrorizó cuando vio mi muñeca ensangrentada.
- ¡HIJA, ¿QUÉ HAS HECHO?! – chilló, histérica, llevándose las manos a la cabeza.
- Jacob… - exclamé, deslumbrada, oliéndome.
Su fantástico olor se había quedado prendado en mi piel, en mi pelo, hasta en mi camisón.
Se escuchó un portazo abajo y acto seguido vi el borrón de Jasper dirigiéndose como una auténtica bala hacia el bosque, el olor de mi sangre debía de ser demasiado tentador para él. Mis abuelos, en cambio, no tardaron el llegar, a la vez que mi padre me examinaba la muñeca con nerviosismo. Esme tragó saliva audiblemente, pero parecía estar controlándolo bastante bien, eso de ser la sangre de su nieta influía bastante en ella.
- No tiene nada, sólo es un corte en la palma – anunció, exhalando con descanso.
Se arrancó con facilidad un trozo de su camisa y vendó mi mano con ella.
- Traeré mi botiquín para curárselo – declaró Carlisle, ya saliendo por la puerta.
- Gracias a Dios – suspiró mamá, bajando los párpados, aliviada.
- ¡¿En qué estabas pensando?! – me regañó papá, abrazándome con fuerza, aunque era más la preocupación lo que salía por su boca y sus pupilas ennegrecidas, que el enfado -. Menos mal que piensas a voces y pude oírte desde tan lejos – reveló, apretándome, todavía con el susto en el cuerpo.
- Lo siento – susurré, hundiendo el rostro en su torso.
- No lo vuelvas a hacer nunca, ¿me oyes…? – entonces, se quedó rígido y me separó para mirarme -. Renesmee, Jacob no…
Se quedó mudo cuando seguí inhalando la fragancia de Jake con insistencia, sin hacerle caso.
- ¿Qué te hueles? – inquirió mi madre, sin comprender mi comportamiento.
- Es su efluvio, ¿no lo oléis? – les dije, inspirando el olor de un mechón de mi pelo -. Está por toda la habitación.
- Aquí sólo huele a ti – manifestó ella con extrañeza.
Pero si su efluvio era muy fuerte, ¿acaso me estaba volviendo loca?
- Él… ha estado aquí… - mascullé con voz frágil -. Ahora mismo… Todavía tengo… su olor… - y extendí mis brazos con el mechón para que lo olieran.
Carlisle llegó con prisas, posó el pequeño maletín blanco en mi escritorio y lo abrió para empezar a curarme.
- ¿Qué estas diciendo, cielo…? – murmuró mi madre, visiblemente afectada, mirándome como si yo hubiera perdido el juicio -. Es tu olor…
- Cariño… - gimió Esme, llevándose las manos a la boca.
Mi padre se quedó callado, con un rostro lleno de confusión mientras estudiaba mi mente, y mamá se acercó a mí con sus ojos llorosos.
- ¿Por qué has hecho eso, hija? – lloriqueó, envolviendo mi cara con sus heladas manos -. ¿Qué ibas a hacer?
Papá abrió la boca para hablar.
- Lo siento, mamá – sollocé, interrumpiendo lo que él fuera a decir -, pero mi vida sin Jacob no…
- Ánimo, cielo – me cortó con un susurro -. No te rindas tan fácilmente. No hay que perder la esperanza.
Mi abuelo retiró el vendaje hecho por mi padre y comenzó a curarme el corte. Esme volvió a tragar saliva.
- Yo ya no tengo esperanza… - seguí, llorando más fuerte -. Mi vida se terminó cuando lo hizo la suya…
Se hizo un extraño silencio en el que mis padres y todo el mundo se miró – hasta Carlisle dejó de pegar la gasa en mi palma -, y papá asintió para que fuera mamá la que hablase.
- Cielo…, Jacob no ha muerto – desveló ella con una voz de sorpresa.
Mis pulmones dejaron de respirar y mi corazón se paró por un momento para, de pronto, comenzar a latir atolondradamente. Un chute de adrenalina me atravesó las venas, del impacto que esas palabras le provocaron a mi alma, y las lágrimas se me quedaron cortadas en la garganta. Mi rostro se alzó para mirarla con impresión y confusión.
- ¿Qué?
- Lleva tres semanas en coma, luchando contra la rabia que el licántropo le contagió al morderle – me aclaró.
- ¡¿Jacob está… vivo?! – mi semblante se iluminó de esperanza y mi corazón latió todavía más alocadamente -. ¡¿Dónde… dónde está?!
¡JACOB, MI JACOB, MI AMOR! ¡Tenía que ir a verle YA!
Mi abuelo y mis padres se miraron con gravedad y cautela, y Esme se marchó vertiginosamente escaleras abajo.
- En su casa – respondió Carlisle.
- Tengo que ir a verle – declaré con convicción, llevando ya mis pies hacia el vestidor.
Mamá se movió con rapidez y en un parpadeo la tenía delante de mí, sujetándome por los hombros para impedirme el paso.
- Es mejor que no vayas – me dijo con suavidad.
¡¿Qué estaba diciendo?! ¡¿Se había vuelto loca?!
- ¡Jake me necesita y pienso ir! – afirmé, enfadada, quitándole las manos.
- No… no se puede ir – manifestó ella con nerviosismo, sin dejar de echar miraditas a Carlisle y a papá.
- ¿Cómo que no se puede ir? – mis ojos oscilaron extrañados de unos a otros.
Enseguida llegó Esme con una taza de tila en las manos que posó en mi escritorio con discreción.
- El coma de Jacob no es el típico coma – empezó a aclararme Carlisle, hablándome con prudencia -. El veneno es muy fuerte y, como ya expliqué en una ocasión, le ha contagiado la rabia. Eso hace que aunque esté inconsciente, le den brotes de violencia y sea extremadamente agresivo. Hemos tenido que… - sus ojos fluctuaron hacia los de mis padres y después se fijaron en los míos con dudas. Apreté los dientes para soportar el resto de la dolorosa historia con entereza y asentí -. Hemos tenido que sujetarle a la cama con cintas de cuero para que pudiera tratarle, ya que, involuntariamente, ataca a todo aquel que se le acerca.
- ¿Está… está atado a la cama…? – mi frágil voz dejó ver el enorme nudo que se acababa de romper en mi garganta al imaginármelo en ese horrible estado.
- Hemos tenido que atornillar la cama al suelo, dada su desmedida fuerza. Es peligroso. Podría morder e infectar a alguien más – aseguró mi abuelo -. Por eso no debes ir. Si te mordiera…
- ¿Sufre…?
- Renesmee, por favor, no creo que sea necesario que escuches todo esto – me rogó mamá, en un intento de protegerme del dolor.
Era inútil. Sólo la recuperación de Jacob podía aliviar esta tortura, y necesitaba conocer toda la verdad para saber a qué me tenía que enfrentar, si no, sería incapaz de ayudarle.
- Jacob va a ser mi marido, quiero saber toda la verdad – declaré con determinación -. Creo que tengo más derecho que nadie a saberla. Y quiero saber si está… sufriendo.
Mi abuelo sacó el aire por la nariz con preocupación y asintió para confirmar mis horribles sospechas. Tragué saliva para poder soportar el gigantesco atasco de mi garganta.
- Le administro morfina, pero la elevada temperatura de su cuerpo la quema rápidamente y no parece hacer mucho efecto en él.
- ¿Saldrá… de esta? – susurré casi muda mientras mis lágrimas volvían a recorrerme el rostro.
Carlisle y mamá se volvieron a mirar con pesadumbre.
- No estoy seguro – admitió con sinceridad.
Las pronunció con delicadeza, pero sus palabras me sonaron especialmente duras e hirientes. Aún así, agradecí que fuera sincero conmigo. Tenía que saberlo.
- Pero tengo que reconocer que su aguante y su resistencia me tienen realmente impresionado. Jacob es muy fuerte, nunca había visto algo igual, si hubiera sido otro, no hubiese aguantado todo este tiempo y ya hubiera fallecido – me llevé la mano al corazón cuando el pinchazo se clavó con saña -. No obstante, no pierdo las esperanzas – mi abuelo se aproximó a mí y me sujetó por los hombros, mirándome a los ojos con seguridad -. Jacob se está aferrando a la vida con uñas y dientes, está luchando con todas sus fuerzas para regresar a tu lado. Eleazar tiene razón, todos lo hemos visto. Su poder espiritual es extraordinariamente fuerte, si no, no seguiría en coma. Y sabe que tiene aquí lo que más ama del mundo esperándole. Estoy seguro de que usará todo su poder para vencer a la rabia y volverás a tenerle a tu lado. Tienes que tener fe. Créeme, he visto miles de casos en los que el paciente estaba muerto y su corazón volvía a latir de repente milagrosamente. Ten fe – repitió.
- Está cumpliendo su promesa – declaré con voz rota, bajando mis ojos con culpabilidad por haber estado apunto de no cumplir yo la mía; si no llega a ser porque él me lo había impedido…
Eso me hizo caer en algo que estalló en más preguntas. ¿Por qué le había sentido conmigo, si seguía con vida? Era su energía, su voz, su efluvio. Y era real, eso lo juraba por mi vida, todavía tenía su olor en mi piel, lo estaba oliendo en ese mismo momento. Sin embargo, ¿cómo es que solamente podía olerlo yo? No, no estaba loca, no era un sueño, era real. Le había notado dentro de mí, acariciándome con su energía, llamándome…
Mi pulsera vibró con insistencia.
Llamándome…
Poder espiritual…
- ¿Dónde está Eleazar? – pregunté.
- Él y su aquelarre se marcharon a Denali la semana pasada, no podían quedarse más tiempo – contestó papá -. Pero llaman todos los días para saber de ti y del estado de Jacob.
- Por cierto – intervino Esme -. Voy a llamarles para decirles que te has despertado. Están tan preocupados.
Y salió volando de la habitación.
- Eleazar ha dicho que Jacob tiene un poder espiritual increíblemente fuerte, ¿no? – recordé.
- Sí – me confirmó mi padre -. Fue él quien vio que tenía ese don. Jacob no quería verlo y él mismo lo bloqueaba, puesto que no se creía del todo que fuese el Gran Lobo – me empezó a explicar. Sí, eso era tan típico de él -. Pero en cuanto no le quedó más remedio que aceptarlo, su espíritu de Gran Lobo al completo se liberó y todo ese poder salió a flote. Todos lo vimos. Hasta su tamaño se vio incrementado, si antes era enorme, ahora es gigantesco.
››Su don es increíble. La guardia de los Vulturis con dones no podría hacer nada contra él, desharía todos los ataques con su poder espiritual. Incluso antes de que liberara todo su espíritu, Aro sólo pudo ver en su mente lo que él le dejó ver, y fue tan intenso, que el Vulturis tuvo que retirar su mano. Notó su fuerza espiritual y se asustó. Y después de liberarlo, ni siquiera Jane o Alec, que son los pilares de su ejército, pudieron hacer nada. Bloqueó sus poderes sin mover un dedo.
Mi boca comenzaba a quedarse colgada. Sabía mejor que nadie que Jacob era especial, que era el Gran Lobo y que tenía un poder espiritual oculto, mi pulsera era una prueba de ello. Pero que destruyera los ataques de esos vampiros despiadados como si nada…
- Es capaz de ver toda energía que fluye a su alrededor, el escudo de tu madre, la electricidad de Kate, la barrera de Renata… Todo. Incluso puede ver sentimientos fuertes como el miedo o el respeto, y también las almas que le rodean. A ti te encontró gracias a eso. Tu alma relumbraba en lo alto de la montaña, llamándole, y él fue en tu busca – se hizo un silencio en el que tuve que sujetarme el corazón. Allí había luchado contra el licántropo, allí lo había mordido… Mi padre carraspeó para que evitara pensar en eso y siguió con su explicación -. Después de eso, los Vulturis vieron que no tenían nada que hacer, así que se rindieron. Querían marcharse, Aro estaba realmente preocupado por tu seguridad, más bien por temor a que Jacob y su manada quisieran vengarse si algo malo te pasaba, pero no les dejamos. Luego, escuchamos los rugidos y chasquidos de la pelea que retumbaban en las montañas, aunque en ese momento no sabíamos que era con el licántropo con quien Jacob estaba luchando, puesto que se había desconectado de la manada – mi pecho volvió a sufrir un aguijonazo y mi padre me pidió perdón con la mirada por tener que contar eso -. Los lobos empezaron a inquietarse y Aro se puso nervioso, si bien no pudieron moverse de su sitio, ya que Jacob les había ordenado que se quedaran con nosotros y tenían que acatarlo. Cuando vi que él bajaba contigo de la montaña y que estabas bien, lo comuniqué y permitimos que los Vulturis se fueran. Aro se quedó tranquilo. Se disculpó unas cien veces con nosotros y se marcharon con el rabo entre las piernas.
Pestañeé, un poco conmocionada por tanta información. Mi mente se encontró llena de sentimientos mezclados, encontrados. Aunque estaba desolada y angustiada por la situación de Jacob, no podía negar que también me sentía deslumbrada y maravillada por su enorme poder. Me sentía tan orgullosa de él. Entonces, me percaté de algo de su explicación que me llamó la atención de una manera especial.
Si mi alma le había llamado… Y él me había llamado… Sí, había escuchado su voz… Y lo que noté fue su alma…, su espíritu…, no tenía ninguna duda.
Mi aro de cuero rojizo vibró con fuerza para ratificar mi descubrimiento.
- ¡Claro, ¿seré estúpida?! – exclamé, llevándome la mano al pelo con nerviosismo.
Papá frunció el ceño sin entender.
- ¿Qué ocurre? – quiso saber mamá.
- Me está llamando – solté de sopetón, iniciando mi andadura hacia el vestidor con decisión y ansiedad -. Tengo que ir a verle ahora mismo.
- Espera – me paró mi padre -. ¿Cómo que te está llamando?
- No sé cómo lo ha hecho, pero he oído su voz y he sentido su alma – le dije igual de nerviosa, esquivándole para pasar al cuartito de ropa -. Me está llamando. Puedes mirar en mi mente, no tengo tiempo de explicarlo.
- Ya lo estoy haciendo, cariño, y no veo nada de eso en tus recuerdos de hoy…
Me detuve y me giré para mirarle sorprendida.
- ¿Qué estás diciendo? Ahora mismo estoy pensando en ello. Todavía puedo sentir su efluvio y esa brisa traspasándome… Es su alma…
Mi familia me observaba con esos semblantes de antes, que reflejaban a las claras sus pensamientos de que yo me estaba volviendo loca. Excepto mamá. Ésta me estudiaba con sus pupilas, mordiéndose el labio, pensativa.
- Lo único que veo es lo que piensas de nosotros – insistió él, visiblemente preocupado por mi estado mental.
No me lo podía creer. ¿Qué estaba pasando? Yo no estaba loca, había sido real.
- Pero cuando yo iba a… Cuando llegasteis… ¿no lo viste en mi cabeza?
- ¿Ver el qué, hija? – cuestionó él.
Empecé a ponerme nerviosa. Me sentía como si estuviera contándole una abducción o algo así a un agnóstico.
- Tire el abridor de cartas porque él me llamó, la pulsera vibró y su alma me acarició… - no sabía cómo explicarlo con palabras, había sido tan intenso y especial… -. Me… traspasó, creo…
- Lo único que vi en tu mente eran esos gritos horribles planeando tu muerte – le costó soltar el vocablo -, y lo que pensaste justo antes de que entráramos en tu dormitorio – declaró con la agonía dibujada en el rostro.
Mamá cerró los ojos y respiró hondo al recordar lo ocurrido.
- Puede ser un shock postraumático – intervino Carlisle, intentando justificar mi delirio con argumentos médicos -. Te has despertado muy de repente y llevas tres semanas solamente a suero, tu cuerpo y tu mente aún están débiles. Además, has sufrido un golpe muy duro con lo de Jacob. Pensabas que estaba muerto y eso pudo hacer que tu cerebro se imaginara cosas para…
- ¡Él me llamó, lo juro! – repliqué, indignada -. ¡¿Por qué no me creéis?!
Sentí la urgente necesidad de mostrárselo con el contacto de mi mano, pero enseguida mi idea desistió. Aunque les enseñase mis sentimientos y ese reciente e intenso recuerdo, todos pensarían que era producto de mi imaginación, gracias a lo que acababa de decir ahora Carlisle. Sería un acto inútil y una pérdida de tiempo.
- Yo la creo – afirmó mamá, colocándose a mi lado. Antes de que a mi padre le diera tiempo a abrir la boca, ella alzó su mano para callarle -. No sé por qué no puedes verlo en su mente, pero todos vimos el poder espiritual de Jacob. ¿Por qué no puede ser esto verdad? – empezó a alegar a mi favor -. Además, Aro tampoco pudo ver todos los pensamientos y recuerdos de Jacob, sólo los que él le dejó. Puede que ahora también esté bloqueando esto de algún modo, o puede que tu don tampoco funcione contra su poder espiritual.
Cogí a mi madre de la mano y la sonreí con complicidad. Ella correspondió mi sonrisa y apretó mi amarre.
- ¿Y por qué en el claro sí que funcionó? – apeló él -. Pude verlo todo con total claridad.
- Lo sabes perfectamente, su don no atacó al tuyo – respondió ella con un poco de retintín -. Tú mismo me lo contaste. Su poder espiritual solamente ataca selectivamente. Mi escudo funcionaba a la perfección y el don de Kate también, así como el de Jasper, Eleazar y Alice, aunque ésta última no pudiera usarlo bien debido a su enorme jaqueca. Parece mentira para ti que no creas a tu hija, ella siempre dice la verdad – le achacó.
Mi padre suspiró con irritación.
- Por el amor de Dios, Bella. No estoy diciendo que mienta, puedo ver que ella sí lo cree. Además, yo vi lo que pasó en el claro de primera mano. Pero esto es muy raro, y hasta que no averigüe de qué se trata, no pienso dejarla ir. Es demasiado peligroso.
- Jacob no la hará daño – defendió mi madre.
- Jacob no está consciente, y ya has escuchado antes a Carlisle. Ataca a todo aquel que se le acerca, involuntariamente, no lo puede evitar porque está inconsciente. Y aunque está atado, tiene la rabia y es muy agresivo - mi corazón volvió a sentir un enorme pinchazo de dolor -. Ni siquiera distingue a las personas, ya te contó Carlisle lo que pasó con Sam, por poco le muerde – otro pinchazo -. Podría soltarse por cualquier motivo y morderla a ella.
- ¡Pues yo voy a ir, me dejes o no! – aseguré, más que enfadada, liberando a mi madre para entrar en el vestidor.
Papá se puso delante de la puerta en un abrir y cerrar de ojos.
- No, no vas a ir. No hasta que yo averigüe de qué se trata todo esto.
- ¡Si no me dejas ir, me transformaré! – amenacé -. ¡Y después haré una huelga de sangre!
Sus ojos oscilaron hacia los de mamá con exigencia.
- Yo la apoyo – declaró ésta con firmeza.
Gruñó. Entonces, sus pupilas cambiaron hacia mi abuelo. Carlisle comenzó a rebuscar algo en el botiquín y mamá frunció el ceño. Yo resoplé y giré la cara de nuevo para entrar en el cuarto de ropa, pero mi padre no se movió.
- Su estado es horrible, yo mismo lo he visto en la mente de Carlisle – continuó para tratar de convencerme -. No quiero que lo veas así y tengas que enfrentarte a eso. Sólo encontrarás sufrimiento.
Volví a tragar saliva para poder proseguir.
- Pero es que tengo que enfrentarme a eso, tengo que ir, me está llamando – insistí ansiosamente.
- Renesmee, por favor, no me pongas las cosas más difíciles – imploró con dolor -. No me obligues a forzarte a que te quedes.
- Y tú no me obligues a que tenga que enfrentarme a ti – le rogué con mi perseverante nudo en la garganta -, porque voy a ir de todas, todas.
- Soy tu padre y no voy a permitirlo – reiteró con inflexibilidad.
- ¡Jake me necesita y pienso ir! – aseveré con rabia, empujándole para apartarle.
- Bien, tú lo has querido – bufó, enfadado, mientras me encarcelaba con sus brazos.
- ¡Edward, esto no me gusta! – se quejó mamá.
- ¡Suéltame! – protesté, llorando, intentando zafarme con todas mis fuerzas.
- Es la única manera. Si se transforma y no toma sangre…
Busqué el fuego en mi interior y lo llevé a mi columna vertebral.
- ¡Rápido! – voceó.
No me dio tiempo a más. Sentí un pinchazo en el trasero y un líquido frío comenzó a penetrar por mis vasos sanguíneos.
- ¡¿Qué es eso?! – exigí saber, mirando la jeringuilla que sostenía Carlisle en la mano.
- Solamente es un sedante – me aclaró papá con el rostro angustiado -. Perdóname, no me has dejado opción. Yo sólo quiero protegerte, lo hago por tu bien. Te prometo que irás a verle cuando todo se aclare.
¡No! ¡Tenía que ir a ver a Jacob ya! ¡Me necesitaba! ¡Me estaba llamando!
- No necessssittas pfotegelmme… - intenté quejarme con ganas, pero el sedante ya comenzaba a hacerme efecto.
Me sentí igual que cuando aquel vampiro que se había hecho pasar por Jacob me había clavado la jeringuilla para drogarme. Vulnerable, débil, frágil, impotente.
Mis piernas cedieron y caí en los brazos de mi padre, que caminó con mi cuerpo medio colgando y me metió en la cama sin que yo pudiera hacer nada para remediarlo.
Todas las protestas de mi madre sonaban con eco en mi cerebro y los párpados querían cerrárseme. Luché con todas mis fuerzas para mantenerlos abiertos. Era difícil.
- Edward, a ella no le hará daño – escuché que decía mamá, intentándolo por la vía del diálogo.
- ¿Y cómo lo sabes? – replicó él, molesto.
Era difícil, los párpados pesaban demasiado y cada vez había más eco…
- No lo sé, pero estoy segura de que a ella no la hará daño – repitió.
- Lo siento, pero eso no es suficiente para mí.
Y mis ojos se cerraron del todo, sumiéndome en un profundo sueño.
Esta historia cuenta con los derechos correspondientes. Team Nessie & Jacob tienen la autorización de la autora para publicar la novela.¡NO COPIES EL CONTENIDO!
hay al fin un poco de accion paternal, pero pobre jake me da tanta pena, vamos a ver que pasa en el siguiente capi y lo que hace nessi para escapar de su padre...vos mi amor como siempre divina.
ResponderEliminarclaro estubo bueno el capitulo, un excelente 10
ResponderEliminarprecoso capitulo y un alivio al saber k jake sigue vivo jejej estoy super enganchadisima chica un fuerte beso de sara de ceuta
ResponderEliminarme asuste al principio cuando dijeron que jacob esta muerto pero cuando dijeron que estaba vivo se me alegro el corazon ha i sigue escribiendo me encanta tu blog encerio soy tu fan y hasta tengo una parte de tu libro sigue asi me encanta tus capis chau besos
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