Concurso de Fanfics

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CONCURSO:
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  • Songfic
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  • Fics completados
  • Fics sin completar
CLASIFICACIONES:
  • M - Mature (Adultos)
  • T - Teens (Adolecentes)
  • K - Kids (Todas las edades)
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lunes, 8 de agosto de 2011

LA VENGANZA ES UN PLATO DULCE SI SE SABE CÓMO LLEVARLA A CABO [NUEVA ERA]


= PARTE DOS =
PROFECÍA
= JACOB =

Todo ocurrió a una velocidad vertiginosa.
Los Cullen fueron los primeros en pasar, y lo hicieron súbitamente y sin titubeos. Lo primero que hicieron Bella y Edward fue comprobar que Nessie ya estaba a mi lado, eso les tranquilizó, pude verlo en sus vahos, pero enseguida se pusieron a luchar contra esa banda de chupasangres que se les abalanzó, junto con el resto de la familia.
Les precedió el aquelarre de Denali, Louis y Monique, que también se unieron a su ataque.
Mis lobos entraron detrás, saltando y rugiendo, y empezaron a repartir leña a diestro y siniestro, ya estaban muy acostumbrados a llegar a un sitio y ponerse a luchar directamente cuando daban los relevos en la manada, así que esto no era nada excepcional para ellos.
El último que entró fue Ezequiel, pero éste pasó olímpicamente de toda esa muchedumbre de chupasangres que ya estaban luchando con el resto de mis aliados y corrió como un cohete hacia el fondo de la iglesia, donde se encontraban Ruslán y Nikoláy.
- ¡Estáis aquí, malditos! – masculló con ira, quedándose frente a ellos.
Ese malnacido de Razvan, Nikoláy y Ruslán se rodearon de una barrera que vi a la perfección. Se trataba de una esfera de un color violeta que los envolvía de manera individual. Ezequiel también erigió una barrera a su alrededor, aunque la suya era de color azul claro.
- Ezequiel, sabíamos que tú estabas detrás de todo esto – declaró el mago barbudo, machacando los dientes con rabia.
- Hoy encontraréis la muerte absoluta – afirmó Ezequiel con un odio y una rabia que le salían por todos los costados.
- Hoy la encontrarás tú, traidor – contradijo Ruslán.
Los tres magos adoptaron unas posturas de ataque, pero en vez de ponerse a luchar, comenzaron a lanzarse polvos y conjuros, como en las películas.
Edward peleaba como un guepardo, era lo mismo, si veías un documental en la tele, verías que sus movimientos rápidos y precisos eran muy semejantes.
Pero Bella, mi amiga Bella, aquella humana más bien torpe que tropezaba con todo, ahora era un vampiro que se manejaba bastante bien, la verdad. Nada más llegar, le hincó los colmillos a otra mujer vampiro que tenía toda la pinta de saber pelear. Sin embargo, Bella la bloqueó con una llave certera y la mordió sin compasión, rompiéndole toda la clavícula. Guau.
La pequeña y menuda Alice, ya sin dolores de cabeza, mareaba la perdiz de su contrincante, que se desesperaba por llegar a ella. Entre lo canija que era y lo rápido que le esquivaba gracias a su don de adivinación, el otro chupasangres no tenía nada que hacer. Ya podía hacer todos los aspavientos con los brazos que quisiera, cuando quería atraparla, ella ya había desaparecido del sitio.
Jasper era todo un maestro. Con toda la tranquilidad del mundo, le hizo una señal con el dedo a uno con chulería para que se acercase y, cuando éste lo hizo, mostró sus colmillos y se abalanzó sobre él como un tigre de Bengala.
La Barbie parecía de todo menos la Barbie, ahora mismo. Sus movimientos eran fuertes y rápidos, precisos. Me impresionó, la verdad, ahora entendía cuando me decía que no jugase con fuego y todas esas cosas.
Emmett. Bueno, qué decir de Emmett. Pelear era su pasatiempo favorito, y ahora se lo estaba pasando en grande. Podía ver cómo su vaho alegre y excitado danzaba sobre su cabeza con ese color amarillento mientras pegaba puñetazos a todos los desgraciados que se encontraba a su paso.
La que sí me sorprendió fue Esme. Madre mía. Esa que luchaba no era esa mujer dulce que se veía normalmente y que hacía esas tartas de fresa tan buenas. Ahora peleaba como la madre que defiende a sus cachorros, no dejaba títere con cabeza, nunca mejor dicho, porque acababa de arrancar una.
Carlisle era como el comandante de todos ellos, y tenía elegancia hasta para luchar. Me recordaba a esos luchadores de kárate que vencen a su rival y después le hacen una reverencia de respeto. Carlisle hacía lo mismo, aunque sin reverencia. Se cargaba a uno y acto seguido asentía. Bueno, él no sé qué había tenido que ver con la religión, así que me imaginé que le tendría algún tipo de respeto a la vida de esos miserables, por muy miserables que éstos fueran.
¡A tu derecha!, le gritó Quil a Embry para que esquivase a uno.
¡Este es mío, el otro para ti!, reclamó Cheran.
¡Lo tengo!, aceptó Nathan.
Mientras ellos gritaban con sus pensamientos y se daban indicaciones, yo me preparé para mi ataque personal, clavándoles una mirada de profunda inquina a esos malditos y asquerosos magos.
El sacerdote hizo mutis por el foro y se quedó en la esquina opuesta a la de los dos hermanos magos; se quedó pegado a la pared con un careto de espanto mientras rezaba en búlgaro. Su miedo ya le podía llegar al cielo, que su alma estaba bien condenada al infierno.
- ¡¿A qué estais esperando?! – chilló el malnacido de Razvan, cabreado -. ¡Id a por él, vamos!
Automáticamente, esos tres vampiros que siempre acompañaban a Razvan salieron de una puerta que había en la pared que quedaba detrás del altar y se interpusieron en mi camino.
Vaya, ya habían tardado demasiado en aparecer, ¿dónde habrían estado todo este tiempo?
El encapuchado no tardó nada en unirse a ellos.
Ezequiel parecía estar llevándolo bastante bien, hasta que uno de los ataques de Nikoláy deshizo su barrera.
De pronto, el mago sin barba sacó la mano de su bolsillo y lanzó algo hacia delante con un ademán veloz. Un nubarrón de polvo dorado voló a toda mecha hacia Ezequiel, pero no sólo eso, también iba hacia mis lobos, los Cullen y el resto de aliados, dirigiéndose a ellos como un enjambre de abejas rabiosas.
- ¡No! – gritó Nessie, asustada.
¡Y una mierda!
Llevé mi círculo de luz brillante hacia el enjambre, pero no quería desproteger a Nessie. Entonces, para mi asombro, vi que podía erigir otra esfera independiente en el que el centro también era yo mismo y cuya naturaleza era diferente a la del círculo protector que había extendido inicialmente.
A una velocidad ultrasónica, retraje el círculo que había extendido al principio hacia nosotros y desplegué otro segundo círculo con mi poder espiritual. Ahora tenía el círculo inicial, que nos protegía en forma de burbuja dorada y centelleante, y el segundo círculo o esfera, el cual rodeaba a su vez a la burbuja y cuya naturaleza era más agresiva y guerrera.
El círculo protector se quedó estático a nuestro alrededor, sólo se movía si yo lo hacía, pero el segundo círculo salió disparado hacia el enjambre de polvo como un auténtico rayo. Yo mismo me quedé perplejo cuando vi que adoptaba una forma elíptica, era como si un meteorito estuviese dentro y tirase de esa membrana luminosa para llegar a esos extraños polvos mágicos, pero sin que el centro se moviese de su sitio, sin que se separase de mí.
El segundo círculo, ahora elipse, alcanzó ese enjambre de polvo, llevándoselo por delante, y deshizo esas partículas al instante. Pero no se conformó sólo con eso. Giró con rapidez, haciendo un movimiento en zigzag, y se clavó en las barreras de Razvan, Nikoláy y Ruslán, estallándolas como si fueran simples burbujas de cristal. En cuanto terminó su trabajo, regresó a su estado inicial.
Volví la vista hacia los tres chupasangres magos y no pude reprimir una media sonrisa de satisfacción y de chulería que me salió sola. Sí, tenía que reconocerlo, me sentía bien, muy bien, no me puse a bailar porque el tema era bastante serio. Encima, vi cómo Nessie desprendía un vaho que clamaba orgullo por todos los costados, eso me elevó mucho más la moral, aunque no me hubiera hecho falta vérselo, su cara lo decía todo.
Pude ver cómo el miedo de los magos salía a chorros de sus asquerosas cabezas en forma de ese vaho húmedo y azulado que llegaba hasta el techo. Ya lo sabía, en el fondo eran unos cobardes de mierda. Excepto el más peligroso, ese tal Nikoláy. Éste también rezumaba su vaho, pero era más bien ese respeto que trae el temor.
Ezequiel aprovechó ese momento para lanzarle un ataque a sus contrincantes. Les arrojó una masa de energía de color blanco que se dirigió a ellos como si de un chorro de agua se tratase, aunque ellos no se dejaron engañar y no se quedaron atrás. Respondieron a su embuste con dos misiles de color negro que chocaron con la blanca y comenzaron un forcejeo consistente en empujes. Era magia blanca contra magia negra.
Mi espíritu de Gran Lobo me permitía seguir usando mi poder espiritual en mi forma humana, y sabía por qué era así. Nessie no debía despegarse de mi lado, y era más seguro para ella que mi mano no soltase la suya. No tenía pensado hacerlo, jamás.
Ese malnacido de Razvan no tenía escapatoria. Tenía la pared a sus espaldas y se encontraba totalmente rodeado por delante. La única protección que tenía eran esos estúpidos chupasangres que siempre iban con él. Si no fuera un asqueroso vampiro, estaría sudando la gota gorda, pero lo que sí podía escuchar era el rechinamiento de sus dientes.
El chupasangres rubio de barba, el moreno de media melena – es decir, ese tal Duncan y ese Axel – y el encapuchado – que nadie sabía su asqueroso nombre – se quedaron frente a mí, en posición de ataque. En cambio, el grandullón fijó la vista en otro lado.
Noté una energía diferente a mi lado. Era totalmente pura, brillante, dorada, y era completamente compatible con mi poder espiritual. Miré a Nessie por el rabillo del ojo, para no perder de vista a esos chupasangres que tenía delante, y vi cómo ella llevaba esa energía por todo su cuerpo. Era su lengua de fuego, que ya se estaba preparando para activar su metamorfosis.
- No te transformes, no hace falta – le aseguré.
No quería que lo hiciese. No sabía cuánto iba a durar esta batalla, puede que demasiado para que ella pudiese aguantar sin sangre todo ese tiempo, y yo estaba totalmente seguro de lo que podía hacer. Ahora sí. Podía protegerla sin mover un solo dedo.
Su energía dejó de recorrer su cuerpo y cesó su actividad.
Entrelazó sus dedos con los míos y los apretó con determinación. Eso ya lo dijo todo. Nessie confiaba ciegamente en mí, lo cual elevó mi confianza todavía más, la subió hasta el universo.
- ¡Déjame ese a mí! – gritó Emmett de pronto, deshaciéndose hábilmente de otro chupasangres para plantarse delante del grandullón a toda velocidad.
Éste dejó su posición junto a los otros tres para ya fintar con Em.
- Bien, estaba deseando medirme contigo de nuevo – afirmó ese tal Elger, mostrando sus dientes.
Al parecer, era algo personal.
- ¿Ah, sí? Pues yo ni te imaginas – le gruñó Em.
- Cuando acabe contigo, me quedaré a esa preciosidad rubia – afirmó el grandullón de pelo albino con una sonrisa perversa -. No me gustó cómo se portó conmigo en nuestro último encuentro, yo le enseñaré cómo tiene que tratar a un hombre.
¡Uf! Ahora sí que había firmado su sentencia de muerte.
Rosalie le siseó desde lejos mientras le daba una patada en todo el estómago a uno, pero el rugido de Emmett hizo temblar hasta los cimientos de esa vieja iglesia. Por un momento, pensé que se venía todo abajo.
Cuando me di cuenta, Emmett ya estaba luchando con ese estúpido, y estaba furioso. Sí, había que ser estúpido para decirle algo así a Em. Sólo hay tres cosas que Emmett no soporta. La primera: perder, la segunda: que pierda su equipo, y la tercera y más importante: que se metan con su rubia. Y me refería a estos niveles, claro, no a las bromas que teníamos entre nosotros.
Ahora me tocaba a mí.
El rubiales fue el primero en intentar atacarme. Pegó un salto que tenía más de acrobático y de artístico que de efectivo, y se arrojó hacia mí con furia. El muy idiota. No tuve ni que moverme. Chocó contra mi círculo, pero el infeliz no lo hizo contra mi barrera de protección, claro, sino que se estampó en la esfera que recubría a ésta, es decir, contra mi segundo círculo. Éste le repelió con saña, soltando una descarga eléctrica de color azulado que le hizo salir despedido hacia atrás en mitad de un alarido, estampándose súbitamente contra la pared del altar. Se quedó incrustado en un gran boquete, con casi todo el cuerpo quemado, y el crucifijo que presidía el paramento se cayó al suelo, del enorme impacto.
El sacerdote agarró el que colgaba de su cuello con esas manos temblorosas y dejó caer el trasero en el suelo para seguir rezando en búlgaro, estrujando los párpados. Como si así fuese a salvarse. Su alma seguía siendo igual de malva.
Intenté llevar ese segundo círculo hacia los otros dos que me quedaban, pero, maldita sea, no era capaz. La elipse se me iba, parecía que resbalaba, era realmente difícil de manejar. Ese Ezequiel tenía razón, todavía era muy inexperto. Genial.
- ¡Jake, cuidado! – gritó Nessie de pronto, girándose hacia atrás.
Casi no me dio tiempo a volverme. Uno de los enormes bancos de la iglesia venía hacia nosotros vertiginosamente, arrastrado por esa energía negra que producía el don del encapuchado y que parecía un larguísimo y ancho látigo.
El discernimiento se plantó en mi cabeza como por arte de magia y a una velocidad ultrasónica dejé de erigir el segundo círculo para dejar solamente el primero, cambiando automáticamente la luz dorada de la burbuja protectora por ese fuego destructor de antes.
En cuanto el banco tocó mi barrera, estalló, haciendo un gran estruendo, y se rompió en mil pedazos, desperdigándose en un montón de pequeñas astillas que salieron volando por todos sitios.
- ¡Bien, Jake! – aclamó Nessie.
Pero mientras el grandullón soltaba un alarido cuando Emmett consiguió dejarle sin un brazo, los bancos de la iglesia empezaron a volar uno tras otro, viniendo hacia nosotros como misiles. El encapuchado no quería rendirse. Estúpido. Daba igual todo lo que me lanzase, los bancos chocaban contra mi barrera destructora y salían despedidos en forma de astillas. En un minuto, todo el suelo de nuestro alrededor se llenó de trozos de madera, en cambio, la superficie que quedaba dentro de mi burbuja estaba limpia y reluciente.
Los rezos del sacerdote subieron de volumen.
- Vale, dejemos de jugar – mascullé con furia, insertando mis ojos rabiosos en los chupasangres que me interesaban.
Ya estaba cansado de esperar. Esos malditos eran los que habían encerrado a mi ángel, los que la habían hecho sufrir, y no se lo iba a permitir, ¡ni hablar! Mi venganza empezaba a ahora.
De repente, Axel y el encapuchado se dieron la vuelta súbitamente.
- ¡Rápido! ¡Pretenden escapar! – me avisó Edward, que se movía como un guepardo contra otra de sus presas.
- ¡De eso nada! – bramé.
La rabia y la cólera que había acumulado dentro de mí explotaron del todo. No. Esas serpientes no se largarían, antes pagarían con sus vidas todo lo que le habían hecho a Nessie, todo lo que nos habían hecho a los dos. Esa separación, ese encierro, ese sufrimiento.
Mi segundo círculo salió disparado de mí sin que ni siquiera tuviera que planteármelo y se fue en busca de todos para aniquilarlos sin cuartel.
Dejé a ese grandullón para Emmett, él se estaba divirtiendo bastante con ese estúpido, ya le había dejado sin los dos brazos.
Se me resbalaba algo, pero conseguí llevar el círculo hacia Razvan y sus dos guardaespaldas.
Empecé con ese tal Axel, era el que tenía más a tiro. Mi elipse lo envolvió, atrapándolo en su interior, y el vampiro quedó fulminado al instante, casi no le dio tiempo ni de chillar, incluso su alma se desintegró instantáneamente. La única señal de que había estado ahí, era el polvo que quedó esparcido por el suelo.
Mierda. Mi idea no era una muerte tan rápida. Tenía que haber una forma de bajar la intensidad de la elipse para que su ataque durase más.
Entonces, otro grito ahogado se escuchó a nuestro lado y algo chocó con mi pie. Era la cabeza del grandullón, que tenía una expresión de horror en ese pálido semblante.
- Así aprenderás tú – masculló Em con una sonrisa maléfica y satisfecha.
Le di un puntapié a la cabeza para quitármela de ahí y ésta se incrustó en la pared.
Razvan apretó sus dientes un poco más.
Pero mis ojos oscilaron hacia los dos hermanos. A Razvan lo dejaría para el final, para saborear mi venganza un poco más.
Sin embargo, y para mi disgusto, Ezequiel se me adelantó. Justo en ese momento consiguió vencer a las dos masas de energía negra y su chorro blanco se abalanzó hacia ellos con saña.
- ¡No! – chilló Ruslán.
De repente, el encapuchado se arrojó en esa dirección para interponerse. Era un acto totalmente suicida, pues la energía blanca también le alcanzó a él. Una luz brillante y cegadora, con otra mezclada de color malva, estalló y se propagó hacia fuera en forma de chispas, hasta que se apagó del todo. Los tres cuerpos medio destrozados cayeron al suelo, sin vida, ya que sus almas habían desaparecido.
- ¡NO! – gritó Razvan.
Bueno, lo dejé pasar, aunque mi idea era que hubieran sufrido algo más. Sin embargo, después de lo que Ezequiel me había contado en el avión de su historia, también entendía que quisiera cargárselos personalmente. Su media sonrisa de satisfacción lo decía todo.
Ahora sí, clavé mi mirada de odio en Razvan, y este era para mí, sólo para mí.
- ¡Maldito lobo! – gritó, rabioso.
Alzó sus manos y me arrojó otra masa de energía negra que se dirigió hacia mí a gran velocidad.
Mi elipse se abalanzó al chorro negro y lo bloqueó. Empujé un poco y la elipse comenzó a ganar a esa masa negra con facilidad. Bah, qué aburrimiento. Le di un empujón final y Razvan se cayó de espaldas, estampándose éstas en la pared. Pero ahí no terminó todo. Mi empuje hizo que su propia magia negra le alcanzara a él. Razvan se quejó con unos fuertes alaridos, hasta que su magia terminó. El embuste del ataque fue tremendo, pero aún así, el muy desgraciado sobrevivió.
Ese cobarde rezumaba su vaho azulado con tanta intensidad, que casi inundaba el interior de toda la iglesia. Sabía que estaba perdido.
Se aplastó contra la pared, pero no me dio ninguna pena. Al contrario, oler su miedo, su pavor, incentivó mis ansias de venganza mucho más.
Llevé mi elipse hacia él sin cuartel y lo envolví de la misma forma que había hecho con el chupasangres moreno, pero esta vez bajé la intensidad de su poder para que todo durase más. Sus alaridos podrían escucharse hasta en el espacio.
Estaba complemente cegado, mi sed de venganza era demasiado fuerte, lo único que podía ver era a mi ángel encerrado en una celda de piedra fría, sufriendo, siendo acosada por este maldito.
De una forma rabiosa y sádica lo levanté del suelo e hice que la energía de la elipse le arrancara un brazo, concentrando su poder en ese punto concreto. Si ya gritaba antes, ahora ni te cuento. Seguí haciendo lo mismo con el otro brazo, la pierna, la otra pierna… Hasta que concentré el poder de la elipse en su frente.
- ¡NOOOOO! – chilló, despavorido.
Su grito se ahogó cuando mi energía despedazó su cabeza, reduciéndola a un simple polvillo que quedó esparcido en el suelo de piedra gris.
Su malvada alma no duró mucho dentro de mi elipse. Ésta la desintegró totalmente y no quedó rastro de ella. Mi elipse vino hacia mí, se volvió circular de nuevo y la dejé de erigir.
Tengo que reconocer que me sentí un poco raro. Por una parte me sentía feliz de que mi venganza por fin se hubiese cumplido y estaba totalmente satisfecho, pero por otra no me gustaba ser tan cruel, me hacía sentir un poco mal.
- ¡Jake! – exclamó Nessie con alegría, abrazándome.
Y en ese momento se me olvidó todo.
La estreché entre mis brazos con fuerza y observé la situación. Mis aliados lo tenían todo más que controlado. Emmett ya había terminado con el grandullón y ya estaba luchando con otro chupasangres, y Ezequiel se encontraba en un estado de trance, parecía estar rezándole a su esposa o algo así para dedicarle su triunfo.
- ¡Llévatela de aquí! – se me adelantó Edward para ratificar mi próximo pensamiento mientras peleaba con uno que ya estaba en las últimas.
Os esperaremos en el bosque que hay junto al aeropuerto, le indiqué con la mente para que nadie ajeno pudiera saber dónde nos encontraríamos.
Ya no iba a quedar nadie con vida, bueno, sí, el sacerdote, pero si no se moría de un ataque al corazón o algo, no creo que se atreviera a perseguirnos, pero por si acaso.
- ¡De acuerdo! – asintió, y terminó de cascarle la cabeza al chupasangres contra el que luchaba.
Me separé de Nessie y la cogí de la mano. Tiré de ella sin pensármelo dos veces y ambos echamos a correr hacia el exterior de esa iglesia, esquivando las diferentes peleas.
¡Hurra, Jake!, rió Embry a la vez que grapaba a uno con sus dientes, el cual emitió un alarido que resonó en las viejas paredes de piedra.
¡Esto se acaba, qué mierda!, se quejó Quil, mirando a su alrededor para buscar más presas.
¡No, por fin se acaba!, contradijo Nathan, suspirando con alivio.
¡Por fin podremos ir a casa!, clamó Cheran.
Dejé de escuchar sus pensamientos justo cuando salíamos por la puerta, mi espíritu de Gran Lobo ya no me permitía hacerlo en mi forma humana. Nos dirigimos hacia la carretera, donde se encontraba la moto.
Sí, genial.
Corrimos varios metros más a toda velocidad y llegamos a la moto. La levanté con celeridad, nos montamos y arranqué.
- ¡Agárrate fuerte! – exclamé.
En cuanto ella rodeó mi cintura con sus brazos y se apretó a mí, hice rugir el motor y salimos despedidos de allí.
Los faldones de ese horripilante vestido y ese anticuado velo volaban hacia atrás. Nessie soltó mi cintura y se quitó ese trapo de la cabeza, que se quedó en el aire hasta que el viento de la carrera dejó de mecerlo, cayéndose sobre el asfalto. Se arrancó la parte inferior de la falda, a tirones, y los trozos de tela se fueron quedando esparcidos por la carretera. Podía ver sus preciosos y sexys muslos por los espejos retrovisores, así que no me quedó más remedio que sonreír con satisfacción. Sí, estaba tremenda. Después, volvió a rodearme con sus brazos, apretándome bien, se pegó a mí y su sonriente mejilla se apoyó en mi espalda.
Dios, me daban ganas de aullar de felicidad.
Habíamos terminado con toda esa chusma y tenía a la mujer de mis sueños. ¿Qué más se podía pedir?
No dejé de sonreír durante todo el trayecto, pero la verdad es que el viajecito se me hizo un pelín largo, porque lo único que deseaba hacer con todas mis fuerzas era besarla, y el aeropuerto no llegaba nunca.
Sin embargo, llegó.
Por fin, lo divisé y me dirigí hacia allí. Recorrí parte de la pista a toda pastilla, vigilando que no me viera nadie, y frené cerca de un aparcamiento que era de uso exclusivo de las máquinas de mantenimiento de los aviones. Estacioné la moto allí y tomé a Nessie de la mano para echar a correr hacia el bosque que limitaba con el aeropuerto.
Los árboles crecían frente a mí a igual ritmo que mis ansias por besarla, y, como me había pasado durante el trayecto, esa carrera se me hizo eterna.
Pero también llegamos.
Atravesamos los primeros árboles, recorrimos unos pocos metros más y nos detuvimos sin más contemplaciones.
Me giré hacia ella con rapidez, y del mismo modo, tiré de su mano para que su cuerpo se pegara al mío mientras sus brazos ya se abalanzaban a mi cuello para rodearlo con verdadero ímpetu.
Mi corazón se volvió loco y mi estómago fue invadido por ese insistente hormigueo cuando por fin entrelacé mis labios con los suyos. Ambos se movieron con un entusiasmo frenético y desmedido, estaban ansiosos, se habían echado demasiado de menos. Sus manos se movían por mi nuca y mi pelo con fervor, no dejando ni un solo milímetro entre nosotros. La energía fluía a nuestro alrededor con la misma efusividad que ponían nuestros labios, atrayéndonos aún más.
No pude evitarlo. El nudo saltó por su propia cuenta y mis ojos se humedecieron, dejando que mis lágrimas se mezclaran con las suyas. Nuestros rostros estaban mojados, pero no nos importó.
No sé cuánto tiempo pasó. Seguimos besándonos con esa locura, intentando aprovechar cada segundo que nos quedaba para estar a solas como si fuera el último que fuésemos a vivir.
No queríamos despegarnos, pero tarde o temprano íbamos a tener que hacerlo, ya que el resto no tardaría mucho más en llegar, así que ambos tuvimos que obligarnos a soltar nuestros labios, y los dos tuvimos que tomar una buena bocanada de aire para recuperarnos de ese maravilloso trance.
- Te quiero – susurró con lágrimas en los ojos, sin despegar su frente de la mía.
- Yo también te quiero – sollocé con alegría, frotándosela.
Llevé mi boca a la suya para que bebiera un poco más. Mi intención era que lo hiciera sólo un poco, pero al final tuvimos que volver a forzarlas para que se despegasen, respirando profundamente otra vez para reponernos.
- Quería decírtelo, pero el hechizo no me dejaba – me explicó, sin dejar mi frente.
- Lo sé, preciosa – le calmé, soltando su cintura para que mis manos pasaran a secar sus lágrimas -. Pero ya pasó todo, ahora nadie ni nada podrá separarnos. Jamás – aseguré.
- Jamás – repitió ella -. Pasado mañana seré tu mujer.
- ¿Estás segura de esto? – me cercioré, separándome un poco de ella para mirarla -. No tienes por qué casarte conmigo ese día precisamente, podemos esperar unos días más para que tengas una boda mejor, la boda que te mereces, aunque si fuera por mí, nos casábamos ahora mismo, a mí esa profecía no me importa nada. Lo único que me importa eres tú, todo lo demás es secundario para mí.
- Sí, lo sé – asintió con una sonrisa -. Y tú también eres lo único que me importa, te amo por encima de todo. No hay nada en este mundo que desee más que casarme contigo – susurró, clavándome esos ojazos con determinación -, llevo esperando más de un año para que se cumpla mi sueño, y por mí también me casaría contigo ahora mismo, pero si, además de cumplirse mi sueño, lo hace también esa profecía, esperaré un poco más y me casaré contigo pasado mañana. Además, el 18 de junio era nuestra fecha, ¿recuerdas? – concluyó con una sonrisa.
- Nessie… - murmuré con emoción, sonriendo.
La abracé y la elevé por el aire, girando con ella en mis brazos mientras ambos nos reíamos. Luego, la dejé en el suelo otra vez y pegué mi rostro al suyo con entusiasmo.
- Entonces nos casaremos el domingo – murmuré.
- Me muero por ser la joven señora Black – susurró con ansia.
- La joven señora Black – sonreí al acordarme de aquello.
- Sí, no te imaginas cuánto lo deseo… - y su susurro se apagó cuando volvió a pegar sus sensuales labios a los míos para besarme con entusiasmo a la vez que sus manos ya se revolvían por mi espalda y mi pelo.
Iba a decirle que yo también me moría por ser su marido, pero mi boca se negó en rotundo a separarse de la suya, así que preferí demostrárselo con ese beso.
Una vez más, no sé cuánto tiempo pasó. Nos besamos con esa pasión ciega que llenaba mi estómago de ese alocado hormigueo, volviéndome loco a mí también, mientras la energía fluía a nuestro alrededor con frenetismo.
Sí, ahora nos podíamos besar siempre que quisiéramos.
Por fin, ¡por fin!
Esta historia cuenta con los derechos correspondientes. Team Nessie & Jacob tienen la autorización de la autora para publicar la novela.
¡NO COPIES EL CONTENIDO!

ELLA, ELLA, ¡ELLA! [NUEVA ERA]


= PARTE DOS =
PROFECÍA
= JACOB =

- ¡LOS MATARÉ A TODOS! – voceé con todas mis ganas, preso de esta locura que ya empezaba a dominarme por completo.
- Por favor, Jacob, sosiégate un poco – intentó calmarme Edward, empujando mis hombros hacia abajo para que me sentase de nuevo mientras miraba la puerta entreabierta de la cabina de los pilotos.
Pero a mí me importaba una mierda lo que pensaran, porque cuantas más cosas me contaban en ese avión privado que habían alquilado los Cullen, más malo me ponía. Sólo pensar en que Nessie había estado encerrada casi un año entero, en que le habían robado casi doce meses de su vida, en que le habían estado chantajeando conmigo todo ese tiempo, en que ella había estado sufriendo por mí y por ella misma, en que ese asqueroso malnacido había estado acosándola… hacía que mi sangre hirviera como si fuese la lava de un volcán.
No podía creerme que ese malnacido de Razvan y compañía hubieran conseguido escapar, pero lo cierto es que, por más que habíamos corrido, ellos habían llegado primero al aeropuerto con esa avioneta y habían alquilado otro avión privado para largarse a Bulgaria con mi ángel.
¡Maldita sea!
Pero no pensaba rendirme, iría tras ellos hasta el mismísimo infierno para recuperarla, lo juraba, ¡lo juraba!
Jasper ponía cara de concentración, pero daba lo mismo. Podía ver esa niebla que emanaba de él, y cómo ésta intentaba meterse por todos mis poros para tranquilizarme. Sin embargo, todos sus intentos eran en vano, su don no conseguía traspasar mi círculo de luz, y eso que estaba atrapado en esa maldita telaraña que lo retenía.
Sí, notaba cómo mi poder espiritual se iba apoderando de mí mismo, estaba ansioso por salir completamente, bufaba y resollaba dentro de mi ser, desbocado, pero, ¡maldita sea!, yo no sabía cómo sacarlo todo fuera, y por más que intentaba llevarme esa telaraña de cuajo, no era capaz.
Sin embargo, sabía que lo conseguiría, sólo tenía que esperar un poco, dejar que mi espíritu de Gran Lobo me guiase, sólo faltaba un poco más para mi venganza, sí, eso lo juraba por mi vida, en cuanto tuviera a esos desgraciados delante…
- ¡Los aniquilaré, lo juro, LO JURO! – terminé con voz creciente, apretando los dientes con ira.
- Jacob, por favor, estás poniendo más nerviosa a Bella – me pidió Edward, rechinando la dentadura también.
Me fijé en mi amiga y me arrepentí enseguida de haber gritado eso en voz alta. Su rostro estaba fijo en la pequeña ventanilla y no hacía más que morderse el dedo pulgar con nerviosismo. Bueno, en realidad, no parecía haber prestado mucha atención a mis gritos.
- Lo siento – me disculpé, llevándome la mano al pelo para aplacar mi propia ansiedad a la vez que tomaba asiento.
- Todos estamos muy nerviosos, pero todo saldrá bien – intervino Carlisle, usando ese tono comedido que utilizaba para todo.
- Les pillaremos a tiempo – dijo Em, dándome una palmada en la espalda.
Observé a mis hermanos de manada. Los cuatro estaban sentados frente a mí, mirando por la ventanilla en completo silencio, con los brazos cruzados, y sus semblantes de concentración lo decían todo. Esto ya era algo personal para ellos también, pues Nessie formaba parte de nuestra enorme familia, y, encima, yo era su Gran Lobo, para ellos era toda una ofensa. Aunque los Cullen ya les habían puesto al corriente durante estos días, todavía estaban algo impresionados por todo este rollo de la profecía y ese despliegue de mi poder espiritual, cosa de la que yo me había enterado hacía sólo un rato.
Seguía viendo las auras de todo el mundo, incluso otros sentimientos como miedo, enfado, incertidumbre…, y otros que jamás había visto pero que reconocía a la perfección. Era como si estuviese en mi forma lobuna, pero sin estarlo. Vale, ya estaba acostumbrado a jugar con esto mientras luchaba contra los chupasangres que venían a visitarnos a La Push, sin embargo, caminar por un aeropuerto lleno de gente, donde todos y cada uno tienen sentimientos y almas de diferente naturaleza, no es nada cómodo. Podía ver cómo un hombre se despedía de su mujer y de su hija pequeña por viaje de negocios y ese vaho violeta que rezumaba proclamaba a voces que le era infiel. O cómo un individuo entraba en una tienda del complejo acompañado de su alma malva para robar. ¿Y qué tenía que hacer yo? ¿De qué me servía ver todo esto? Y lo peor es que no sabía cómo detener esto, ¿es que ahora iba a estar obligado a ver con esta dimensión para siempre? Porque no me importaba ver así en mi forma lobuna, es más, era muy, muy útil, pero, claro, mientras luchaba junto a mis hermanos, pero en mi forma humana, ¿de qué me servía? En fin, esto era lo que menos me preocupaba en estos momentos, aunque era realmente incómodo.
Mis ojos volvieron a fijarse en Bella. Esme estaba junto a ella, frotándole los brazos sin parar para relajarle, pero ella seguía rezumando ese vaho naranja que estaba bastante cerca del rojo, no había dejado de soltarlo desde que nos habíamos subido a este avión. Estaba enfadada, muy enfadada. Y algo me decía que tenía que ver con esa discusión con el aquelarre de Denali hacía ya unas horas, en la montaña.
Edward ya me miró mal antes de levantarme, seguramente no quería que la alterase, pero no le hice ni caso. Esme se percató de mis intenciones y me cedió el asiento, poniéndose en el del extremo. Me cambié de sitio y me senté junto a Bella, haciendo que Edward suspirase, algo cabreado.
- ¿Estás así por lo que pasó en la montaña? – le pregunté.
Giró el rostro para mirarme y su vaho cambió de color, pasando a ser de un rosa pálido, señal de que estaba muy preocupada, aunque no sólo por Nessie, sino por mí también.
Me cogió de la mano, con esa piel que congelaría hasta la misma nieve, las entrelazó y me besó en el dorso, bajando ese nudo de dedos entremezclados para apoyarlos en el medio de los dos asientos.
- No me escucharon – cuchicheó, ahora enfadada de nuevo.
- ¿No te escucharon? – fruncí el ceño, extrañado.
- No estaba claro lo que la guardia de Razvan iba a hacer – intervino Edward, sentándose frente a nosotros, junto a Louis, que lo seguía todo con mucha atención -. Parecía una trampa, y encima Alice no conseguía ver nada debido a la influencia de los metamorfos.
Los ojos de mis cuatro compañeros oscilaron para clavarse en él con un poco de molestia, aunque enseguida regresaron al cristal de la ventanilla.
- Era evidente que si estaban abajo, tan lejos de Renesmee y Jake, era porque querían despistarnos – alegó ella -. Y nosotros caímos en su trampa de verdad como idiotas.
- Estaban escondidos y creíamos que Tanya los había visto por casualidad, pensábamos que iban a atacar desde abajo para tendernos una emboscada – se defendió él -. Además, esa avioneta ya estaba ahí antes de que llegásemos a esas montañas, puesto que ninguno de nosotros escuchó ruido de motor alguno hasta que arrancó para llevarse a nuestra hija. Esto ya lo tenían planeado desde el principio, la trampa ya nos la tendieron en cuanto le contamos todo a los metamorfos y luchamos contra su guardia en La Push.
- Razvan no podía vernos con la piedra de Ezequiel, así que aquellos vampiros que se escaparon de allí debieron de contárselo todo, por supuesto – agregó Jasper, que estaba sentado junto a Alice, intentando aliviarle esos dolores de cabeza.
- Seguramente este era su último plan – intervino Eleazar, que se giró desde su sitio para hablar con nosotros -. Primero intentaron detenernos por todos los medios, sin embargo, ya estaban bien preparados por si tenían que utilizar este plan urgente de fuga, y así ha sido.
- Esta era la última oportunidad para Razvan, y no es tonto, la ha aprovechado – afirmó el chupasangres mago.
- Bueno, ¿y por qué nadie me avisó, eh? – bufé, indignado -. Hubiera tomado más medidas y, mientras vosotros vigilabais a esa escoria por ahí abajo, yo me hubiese encargado de proteger a Nessie aquí arriba, por si acaso.
- No me escucharon – repitió Bella, mirando por la ventanilla de nuevo.
- Está bien, tienes razón – aceptó Edward -, nos equivocamos, no sabíamos que nos estaban tendiendo una trampa, creíamos que Renesmee y Jacob estarían a salvo, que bastaría con que Emmett y Rosalie les escoltaran, pero no fue así – lamentó, llevándose la mano a la cara para restregársela con pesar.
- Edward, cariño, no te estoy echando la culpa a ti – declaró Bella, ahora con preocupación, soltando mi mano para cambiarse de sitio.
Louis se levantó para cederle su asiento y se sentó en el de al lado, justo enfrente de Esme.
- Tenía que haberme dado cuenta – lamentó Edward.
Bells se sentó junto a él y se acurrucó en su brazo.
- No fue culpa tuya, fue una decisión común en la que todos participamos – afirmó ella.
- Lo que no sabíamos es que ese encapuchado iba a estar allí – admitió Kate -, si no, nos hubiéramos organizado mejor y no se hubiesen podido llevar a Nessie.
- ¿Qué quieres decir? – se quejó la Barbie desde su asiento, ofendida -. Nosotros no estábamos presentes en ese momento porque escuchamos unos ruidos y fuimos a investigarlo. Nos encontramos a un grupo de la guardia de Razvan, entre los que estaba ese encapuchado, y tuvimos que luchar para que nada estorbase a Nessie y a su chucho.
- Un respeto, rubia, es el Gran Lobo – saltó Quil, mirándola con enfado.
Ella le siseó con petulancia.
- Si nos hubieseis avisado… - se quejó Tanya.
- ¿Con qué? ¿Con un aullido? Porque no había cobertura ahí arriba – le cortó Emmett, que estaba junto a Rosalie, con los brazos cruzados.
- Os dijimos que lo mejor era que dos de nosotros estuviéramos con Em y la Barbie, y nadie nos hizo caso – chistó Embry, haciendo negaciones con la cabeza.
Rosalie también le siseó a él.
Entonces, se armó una algarabía tremenda de voces que protestaban por varios sitios y de vahos que rezumaban con distintas tonalidades, que iban del naranja más claro hasta el más oscuro, casi rojo, excepto Esme y Carlisle y la pareja francesa, que se mantenían completamente al margen y rezumaban un vaho de color verde, señal de tranquilidad absoluta.
- ¡Bueno, ya está bien! – bramé, furioso. Todos cerraron el pico al instante -. ¡Quiero saber por qué demonios nadie me avisó de nada!
- Repito que creíamos que estaríais a salvo, que el peligro estaba abajo, donde íbamos a ir nosotros, que bastaría con que Emmett, Rosalie y Ezequiel os escoltaran y que llegaríais cuando todo se hubiese terminado. Teníamos pensado contároslo entonces, no era necesario preocuparos antes para nada – se defendió Edward -. Además, no ibas a poder protegerla tampoco.
- Ya, ahora lo entiendo todo. Sabíais que en cuanto destruyéramos ese dichoso corazón, yo no podría transformarme, y en vez de decírmelo, me lo ocultasteis – le eché en cara.
- Yo quería decírtelo, pero no me dejaron – me secundó Bella, mirando con ojos acusadores al resto.
- Si se lo hubiésemos dicho, ya sabes lo que hubiera hecho Jacob – le respondió Edward con tranquilidad -. No hubiese destruido el corazón, para poder proteger a Renesmee, y era totalmente necesario, Bella. Si no hubieran terminado con él, Jacob perdería todo su poder para siempre.
Bella frunció los labios, dándose cuenta de la situación, y volvió la vista hacia el frente, dándole la razón a su marido.
- ¿Cómo? – ahora sí que no entendía nada.
- Ese corazón fue creado para autodestruirse al cumplirse un año de su existencia – empezó a explicarme el chupasangres mago -. El objetivo de Razvan, Nikoláy y Ruslán era que lo hiciese estando lleno de odio, para que tú murieses, pero el odio no hizo mella en ti, sólo se cubrió de rencor, y el corazón fue purificado por ti mismo en cuanto te diste cuenta de toda la verdad. En cuanto tu propio corazón se purificó, el creado por ellos también lo hizo.
››No obstante, el hechizo no se basaba sólo en eso, Razvan, Nikoláy y Ruslán no son tontos. No le dijimos nada a Renesmee, para no preocuparla más, ya había sufrido bastante – tuve que coger una buena bocanada de aire para que mi cólera no volviese a dominarme, porque sólo pensar en todo lo que mi ángel había sufrido, me volvía loco -, pero si no destruíais ese corazón antes de ese ciclo de un año, aun estando limpio, éste se autodestruiría igualmente. Por supuesto, no morirías, como era el primer objetivo de Razvan, Nikoláy y Ruslán, pero ellos lo tenían todo muy bien atado. Hace precisamente un año que empezó tu segundo hechizo, el hechizo del corazón, el cual se desató en cuanto el primer hechizo te hizo creer aquellos embustes; justo hoy se cumplía el año del ciclo, por eso a estas alturas el hechizo ya era muy fuerte, puesto que ha ido cogiendo fuerza a lo largo de estos doce meses, ese corazón se ha ido alimentando del tuyo, por decirlo de alguna manera, ha ido robando, succionando parte de tu poder espiritual, y su autodestrucción sería suficiente para que también se llevara todo tu poder espiritual, sería como un cataclismo, una reacción en cadena, incluso ya no podrías volver a transformarte nunca más.
- Ya sabes lo que significaría eso, Jacob – siguió Edward, mirándome con gravedad.
Sí, claro que lo sabía. Volvería a ser un chico normal, un humano completo, y cuando ya pasase cierto tiempo sin transformarme, mi cuerpo comenzaría a seguir las pautas de uno humano, es decir, empezaría a envejecer a un ritmo humano, y Nessie, mi Nessie… ella no envejecería a mi ritmo… Y sabía de sobra lo que ella haría cuando yo me muriese y ella siguiese siendo joven… Ella querría venirse conmigo al otro mundo…
Apreté los dientes y tragué un buen trago de saliva para no seguir pensando en ese tema.
Ahora empezaba a comprender aquello que Nessie me intentaba explicar en la cueva sobre el primer hechizo y ese otro que decía que seguía teniendo, por eso yo no me notaba nada raro, claro, qué idiota, porque no se refería a que tuviese otro hechizo, sino que intentaba explicarme que teníamos que destruir ese corazón.
- El corazón tenía que destruirse hoy, y sólo podía hacerse como le indiqué a Renesmee, para que eso no sucediera – continuó el mago, ratificando mis pensamientos -. Sabíamos que esto iba a desencadenar este hechizo que iba a privarte de la metamorfosis, lo que no sabía es que también iba a ser capaz de retener tu poder espiritual, por eso me confié, pero, en fin, como ya te expliqué, sólo es temporal, y destruir el corazón de la manera en que lo hicisteis era totalmente necesario para evitar que te quedases sin poder para siempre, y también para romper el resto de hechizos. La pulsera de compromiso de Renesmee también ha perdido su poder momentáneamente, pues está conectada a ti, tú eres quién la dota de poder, pero lo recuperará en cuanto lo hagas tú. Razvan no tiene poder comparable al tuyo, y solamente puede retener tu poder espiritual unas horas, antes de que éste explote del todo en ti. Si ha conseguido que el hechizo encadenado te haga efecto, ha sido porque eres demasiado inexperto, todavía no sabes manejar todo tu poder de Gran Lobo, ahora lo sé. La profecía está a punto de cumplirse, y tu poder está aumentando, está muy cerca de emerger del todo. Él lo sabe, por eso se ha dado tanta prisa por llevarse a Renesmee. Y la prueba ya la tenemos delante, ya has empezado a notar el cambio en ti.
››Para empezar, tu poder espiritual se ha manifestado siendo tú humano, es por eso que puedes escuchar los pensamientos de tu manada y ver en esa otra dimensión sin ser un lobo. Sin embargo, esto sólo es un mecanismo de defensa de tu espíritu de Gran Lobo – mi boca se iba quedando colgando por momentos, en cambio, mis hermanos sonreían orgullosos. Cuarteto de idiotas -. Has sido privado de transformarte en lobo por la magia negra, y tu espíritu de Gran Lobo buscará todos los medios posibles para que eso vuelva a ser posible, puesto que ese poder sólo puede ser utilizado y controlado como lobo, así debe ser, tu espíritu es el de un lobo, el Gran Lobo. Tu poder espiritual ya está actuando ahora mismo contra ese hechizo encadenado, pero, mientras, te permitirá usar su poder temporalmente hasta que puedas volver a transformarte. Ese es uno de los cambios que habrá en ti.
››Ahora bien, si dejaras de transformarte por cualquier otra razón distinta a la magia, por una imposición física, por ejemplo, ya sea por tu propia voluntad o por algo ajeno, tu espíritu de Gran Lobo no podría actuar, puesto que el problema sería algo físico, no espiritual. Esto tienes que tenerlo siempre muy en cuenta. Tu espíritu de Gran Lobo sólo actúa en el mundo espiritual y etéreo, lo terrenal lo deja para tu fuerza de guerrero nato. No obstante, esto no debe llevarte a engaño o decepción, puesto que todo ser tiene alma, incluidos los vampiros, y esto te dota de un grandísimo e inigualable poder, ya que tú puedes ver esas almas, puedes manipularlas, puedes destruirlas.
- ¡Ja! – rió Cheran con una satisfacción un tanto maléfica -. ¡Podrás cargarte a mil chupasangres solamente barriendo sus almas, tío!
- ¡Es increíble! – exclamó Embry entre risas mientras los cuatro lo celebraban chocando los puños.
- No es tan fácil – aclaró el mago -. Todo requiere su técnica, y lleva tiempo aprenderla y manejarla correctamente.
Idiotas. Los cuatro tosieron para recomponerse un poco.
- Habrá más cambios en ti, sin embargo, estos sólo los podrás ir descubriendo tú con el paso del tiempo.
Sí, sí, vale, pero a mí todo esto me daba lo mismo. Mi azotada cabeza estaba para otras cosas.
- ¿Y por qué ese malnacido de Razvan quiere casarse con Nessie? – no pude evitar finalizar la pregunta con un gruñido.
- Para invertir la profecía, Razvan necesita casarse con la mujer única, es decir, Renesmee, y también necesitaba que tú dejases de existir, o por lo menos privarte de tu poder durante la ceremonia matrimonial. No ha conseguido lo primero, pero sí lo segundo, aunque sólo tiene unas horas para llevar a cabo su propósito. Sólo tú puedes impedírselo, Jacob, tú con tu poder espiritual, tienes que hacer lo que sea para controlarlo y utilizarlo contra él.
- ¿Yo? ¿Cómo? – pregunté.
- Me temo que no puedo ayudarte con esto – lamentó -. Ni siquiera yo sé cómo contrarrestar la inversión de la profecía. Sólo tú puedes hacerlo, lo sabrás cuando llegue el momento. Tienes que impedir que Razvan se case con Renesmee.
- No lo conseguirá – mascullé con furia retenida mientras machacaba mis muelas.
- Por supuesto que no – acompañó Edward, también aguantándose las ganas -. La sacaremos de allí y te casarás con ella el 18 de junio, es decir, este domingo.
- Lo dices como si casarme con ella fuera una imposición, y no es así – le critiqué.
- No es una imposición, por supuesto, pero es necesario que lo hagas.
- Quiero dejar claro que si yo me caso con ella es por amor, sólo por amor, toda esta mierda de la profecía me tiene sin cuidado – manifesté.
- Sí, lo sé – asintió con seguridad -. Y sabes que la felicidad de mi hija está sobre cualquier otra cosa, por eso accedo a esto, porque sé que el casarse contigo es lo único que ella desea – mi corazón se aceleró, ansioso, porque yo también era lo único que deseaba hacer. Como siempre, estábamos totalmente sincronizados. Mi ángel, mi dulce ángel -. Pero la profecía también es importante, Jacob, tú eres el elegido.
- Yo ni siquiera quería ser el Alfa de ninguna manada, maldita sea, y ahora mira con qué me encuentro – resoplé, llevándome la mano al pelo, nervioso -. Todo esto me queda demasiado grande.
- Si tú eres el elegido, es por algo – afirmó Quil.
- Vamos, tío, mírate – siguió Embry, señalándome con la mano -. Lideras una manada de veintitrés lobos a la perfección, y cuando esa parte de tu espíritu de Gran Lobo salió, lo llevaste genial.
- Sí, no hay un Alfa como tú – asintió Cheran.
- Bueno, me da igual – repetí, ansioso -. Lo único que me importa es salvar a Nessie, lo demás me trae sin cuidado.
- Por supuesto – secundó Carlisle -. Lo primero es salvarla a ella, después ya tendremos tiempo de hablar de profecías.
- El encapuchado ha intentado engañarme – afirmó Edward -. Me enseñó unas imágenes difusas de la catedral de una ciudad búlgara, sin embargo, sólo fue para tendernos otra trampa. Él no se dio cuenta, pero rebusqué entre sus pensamientos y vi la verdadera iglesia donde celebrarán la ceremonia. Está a las afueras de un pequeño pueblo de Bulgaria, no me dio tiempo a ver más.
- ¿Y sabes dónde queda ese pueblo? – quise saber con nerviosismo.
- Es el pueblo más próximo a su castillo – asintió, para mi alivio -. Lo sé porque cuando rescatamos a Renesmee, pasamos junto a él y vi la iglesia.
- Cariño, eres genial – aclamó Bella, abrazándole con entusiasmo, abrazo que él correspondió, sumándole un beso.
Edward sacó un mapa que había cogido prestado en una tienda del aeropuerto de Canadá y lo desplegó en sus rodillas. Automáticamente, me incliné para observar sus indicaciones.
- Aquí es donde aterrizaremos – empezó, señalándome la ruta con el dedo -. El pueblo no queda muy lejos de allí, hay que ir por esta carretera, después hay que seguir por esta, por esta otra y por fin llegamos a esa vieja iglesia. No son muchos kilómetros, un trayecto de una hora, aproximadamente.
››Tú irás por esa ruta en algún vehículo que tomaremos prestado en el aeropuerto, tienes que llegar cuanto antes para detener a Razvan, sólo tú puedes pararle, y ese trayecto hará que llegues más deprisa que nosotros, ya que por el bosque se rodea más. Desgraciadamente, nosotros somos muchos y no podemos tomar prestados más vehículos, así que no nos queda más remedio que hacerlo por el bosque. Y tampoco podemos seguirte por la carretera, como es evidente, nadie debe vernos. Pero no te preocupes, nos encontraremos en la iglesia, no tardaremos mucho más, tú céntrate sólo en impedir esa ceremonia.
- Eso no hace falta que me lo digas, sólo espero que este avión llegue a tiempo – mascullé con ira, irguiéndome -. ¡Porque pienso cargármelos a todos!
- Pues vete preparándote, porque vamos a aterrizar ahora mismo – anunció Emmett, sonriendo de oreja a oreja, seguramente al pensar en la batalla.
Justo en ese momento, uno de los pilotos anunció por el micrófono que íbamos a iniciar el descenso. Ninguno de nosotros se abrochó el cinturón de seguridad como nos indicaron, todos estábamos preparados para salir corriendo del aparato en cuanto el tren de aterrizaje empezase a frenar en el asfalto.
Y así lo hicimos.

La moto que Emmett había robado en el aeropuerto volaba por esa carretera como si fuese un cohete. Tuvo buen gusto y escogió una de gran cilindrada. La cogió de su sitio a una velocidad ultrasónica y vino hasta el bosque que limitaba con el aeropuerto cargando con ella. Sí, sí, cargando, la llevaba en los brazos, y, además, vino corriendo como si nada, el muy bestia.
Mientras recorría ese trayecto a toda pastilla, solamente una cosa invadía mi enajenado cerebro. El sufrimiento de Nessie. Eso se me había clavado en el alma con saña, se revolvía dentro de mí como una serpiente que me clavaba los colmillos una y otra vez, soltando ese veneno de venganza para inyectármelo en las venas.
La habían hecho sufrir, todo un año. Eso no se lo perdonaría, y mi venganza iba a ser brutal. Podía sentir cómo mi poder espiritual cada vez le iba ganando más terreno a la telaraña, que ya sólo eran unos finos hilos. La totalidad de mi poder estaba a punto de estallar, lo sentía.
Ese malnacido de Razvan no se casaría con ella. ¡JAMÁS! Antes tendría que pasar por encima de mi cadáver, cosa que no iba a conseguir nunca.
Mi furia incontrolada aumentó cuando divisé la iglesia. Por fin, por fin había llegado a mi destino, a mi venganza.
Detuve la moto y la dejé caer en la carretera en cuanto me bajé para echar a correr. Ellos no debían escuchar el motor, para no notar mi presencia demasiado pronto.
Avancé vertiginosamente por el asfalto, sin quitarle ojo a ese edificio del que ya emanaba una neblina malva, señal de que lo que había allí dentro no era nada bueno. Todavía no sabía cómo iba a enfrentarme a todas esas malditas sanguijuelas, pero los Cullen confiaban en mí, y eso era suficiente para que yo también lo hiciera en mis posibilidades.
¡Nessie, mi amor, ya estoy aquí!
Las dos enormes puertas de madera se acercaban cada vez más deprisa, habían pasado de ser pequeñas a ser anchas y altas, hasta que por fin, pude llegar a ellas para abrirlas.
Las empujé con cólera, tanta, que las pesadas hojas chocaron con la pared al abrirse de un bandazo. Eso, y el súbito chirrido de las bisagras, avisó a todo el personal que se encontraba allí, haciendo que se girasen para mirar, alertados, y el sacerdote dejó su frase en el aire.
- ¡NESSIE! – bramé, corriendo hacia el altar con furia.
Se armó un revuelo bastante gordo cuando entré, por supuesto. Había individuos de todo tipo, para mi sorpresa, pero todos tenían sus almas malvas, ya estaban condenados al infierno. La pequeña iglesia estaba atestada de vampiros, pero también había algún que otro humano, seguramente eran candidatos a ser futuros chupasangres, como también ocurría con los Vulturis. Ninguno de los vampiros estaba envuelto por esa doble capa de color grisáceo que envolvía sus asquerosas almas, y todo el lugar apestaba y quemaba las napias. El sacerdote que dirigía esta farsa de ceremonia se quedó mudo, él también tenía su alma malva, él también se había vendido a los vampiros para unirse a su clan.
- ¡Detenedle! – gritó Razvan.
Los chupasangres no tardaron en saltar hacia el pasillo para impedirme el paso y se arrojaron sobre mí, pero mi poder espiritual erigió una especie de barrera bajo la telaraña y los cinco chocaron contra ella. El sacerdote comenzó a hablar de nuevo, ahora citando las frases atropelladamente. Seguí corriendo, sin embargo, de repente un montón de chupasangres más se estamparon contra el cristal invisible que me rodeaba, quedándose sobre él para detenerme.
- ¡NESSIE! – bramé de nuevo.
No conseguía ver bien entre toda esa madeja de cuerpos que tenía encima y que no llegaban a tocarme gracias a la barrera, y tampoco podía caminar, por mucho que empujaba, ellos me tenían totalmente bloqueado.
¡Mierda, mierda!
Lo primero que hicieron mis ojos fue buscar a mi ángel en ese altar de madera que olía a viejo y rancio. Y no tardaron nada en encontrarla, por supuesto, su alma era la única que refulgía aquel dorado que casi cegaba.
Iba ataviada con un horrible vestido de novia antiquísimo, parecía de otro siglo. Sí, vale, era horroroso, pero aún así la vi preciosa, ella estaría hermosa hasta con una sábana raída. Sin embargo, ese no era su vestido, y esta no era su boda.
Estaba completamente inmóvil, la envolvía otra red, pero esta no era una telaraña, eran unos hilos rojos que nacían de las manos de Razvan y que rodeaban su tronco, su cabeza y sus extremidades. Supe con certeza por qué era así y me rechinaron los dientes con más que furia. Razvan la tenía totalmente controlada, la manejaba a su antojo, como si de una marioneta se tratase.
Entonces, vi cómo hacía que Nessie levantase la mano para ponerle un anillo de oro.
- ¡NOOOO! – rugí con ira.
¡Eso no, ni hablar! ¡Ese dedo sólo lo vestiría mi anillo!
La cólera comenzó a dominarme por completo, esto ya era demasiado, demasiado. ¡Malditos, malditos!
Rugí, lleno de ira y odio mientras empujaba a esos vampiros de una forma totalmente desbocada, aunque, ¡maldita sea!, aún así, no era a quitármelos de encima.
Escuché un aullido interior que volvía a reclamar una liberación, una liberación completa, y sentí cómo todo mi cuerpo palpitaba, preparándose para recibir todo el poder de mi espíritu de Gran Lobo.
Sí, lo sentía, ya estaba aquí. Todas las células de mi organismo, todo mi ser, se llenaron de esa extraordinaria y potente energía.
Mi poder todavía no había salido del todo, pero vi cómo parte de esa energía salía disparada de mí y llegaba a la pulsera de Nessie, que la absorbió como una esponja.
De pronto, la pulsera latió una sola vez, y un arco de color rojo salió de ella, extendiéndose súbitamente hacia la mano de Razvan. Éste pegó un alarido y su mano cayó al suelo, aún sosteniendo los anillos. Para asombro de los allí presentes, éstos se derritieron sobre la misma palma y quedaron reducidos a oro líquido.
Ese malnacido de Razvan también entró en cólera y se giró para mirarme con un escalofriante odio, aunque a mí no me amilanó en absoluto, por supuesto. Sin embargo, y de una forma repentina, se volvió hacia Nessie y la sujetó de la cintura para besarla.
- ¡NOOOOOOOOO! – bramé, lleno de rabia e ira incontrolada.
No sé cómo lo hice, sólo sentí esa locura que ya había tomado mi cuerpo, esa enorme ira que me cegaba, porque lo único que me importaba era ella, ella, ¡ELLA! ¡Y esos hijos de mala madre la habían hecho sufrir, y, no conformes con eso, seguían haciéndole daño! ¡No lo soportaba!
De repente, mi poder espiritual subió por las nubes, lo noté, lo sentí, y como me había pasado cuando mi espíritu de Gran Lobo había sido liberado, supe con total certeza qué tenía que hacer y cómo, esto también lo tenía grabado en el cerebro a fuego.
Todo me parecía muy fácil.
Llevé mi círculo de luz brillante hacia fuera para extenderlo, pero no lo hice como lo había estado haciendo estas últimas horas, lo calenté y éste pasó a ser de fuego, de modo que la telaraña elástica que me envolvía se quemó y se deshizo, llevándose con ella ese estúpido hechizo encadenado.
No fue sólo eso lo que se llevó por delante. Todos los chupasangres que tenía encima fueron calcinados al instante y lo único que quedó sobre mi cuerpo fueron sus asquerosas y putrefactas cenizas.
Guau.
El griterío fue impresionante y los pocos humanos que había en la iglesia salieron despavoridos, con sus vahos azulados rezumándoles por todas partes, aunque los estúpidos e incautos chupasangres aguantaron el tipo y se quedaron para reducirme, si bien eran lo suficientemente inteligentes como para desprender los mismos vahos que sus amigos humanos.
De pronto, mis ojos se toparon con el encapuchado y mi ira volvió a subir. Él era quien se la había llevado delante de mis narices.
Alzó las manos y lanzó algo. Era una energía de color negro que rodeó a un grupo de chupasangres, los cuales enganchó y arrojó hacia mí con rapidez.
Extendí mi círculo de fuego sin ningún problema y, antes de que esa escoria llegase a mí, explotaron en el aire y fueron reducidos a cenizas, que se dispersaron por todas partes.
- ¡Es imposible! – exclamó el encapuchado, rezumando otro vaho azulado.
La iglesia se llenó de voces y los chupasangres comenzaron a agitarse.
Algo en medio de todo ese alboroto hizo que me fijase en otra cosa. En dos vampiros. Ambos chupasangres se encontraban en el altar, en la esquina derecha. Tenían esos rostros de papel cebolla y esos asquerosos ojos vidriosos que también tenían Aro, Marco y Cayo, pero eso no era lo único que los asemejaba a ellos. Su vestimenta también era similar, este par vestía unas túnicas de color malva muy oscuro, casi negro. Lucían una media melena tostada algo rizada y se notaba que eran hermanos, ya que se parecían bastante. Lo único que los diferenciaba físicamente es que uno llevaba barba y el otro no. Físicamente, porque había otra diferencia entre ellos que no pasaba desapercibida a mi vista.
El vampiro de barba llevaba un colgante, un medallón dorado que tenía el dibujo de un ojo con el iris escarlata y del que emanaba una magia negra que te ponía los pelos de punta. Pero ahí no terminaba la diferencia. Aunque los dos chupasangres tenían una mirada y un alma maquiavélica, este de barba la tenía escalofriante, podía sentir su crueldad y su maldad sin límites. Este era más peligroso que su hermano.
Entonces, supe quiénes eran. Esos tales Nikoláy y Ruslán. Los otros dos magos que también habían encerrado a mi ángel durante casi un año.
Comencé a resollar por las napias como un auténtico animal mientras les clavaba una mirada de profunda inquina.
¡Malditos, malditos chupasangres!
Rugí.
- ¡Detenedle, rápido! – repitió el chupasangres sin barba, cuyo vaho también mostraba su temor.
- ¡Y tú cásalos ya, vamos! – le ordenó el otro al sacerdote, que se había quedado paralizado.
- ¡NOOOOOOOO! – grité.
Sin embargo, no hizo falta que echase a correr.
Ahora ya podía transformarme, pero mi espíritu de Gran Lobo me permitió seguir en esta forma un poco más, me estaba indicando algo. Y lo supe con total certeza.
Llevé mi círculo, pero en esta ocasión utilicé mi luz brillante. Lo extendí vertiginosamente hacia el altar y envolví solamente a Nessie.
- ¡No! – gritó Razvan.
Pero era demasiado tarde. Se la arrebaté de los brazos y con la misma velocidad que había usado para extender mi círculo de luz, la atraje hacia los míos. La misma energía del círculo sirvió para romper ese hilo rojo que la rodeaba, aunque Nessie siguió sin poder moverse.
Ahora sí, esto es lo que quería mi espíritu de Gran Lobo.
Sin perder el tiempo la pegué a mí y ensamblé mis labios a los suyos, manteniendo ese círculo protector a nuestro alrededor.
- ¡NO! – chillaron los tres magos a la vez.
Intentaron arrojarme más trucos y hechizos, pero nada pudieron hacer contra mi poder espiritual.
Noté cómo sus labios empezaron a moverse con los míos, el hechizo se había roto del todo. Por mí, hubiera seguido toda la mañana, pero, desgraciadamente, tenía que terminar mi cometido, así que, a regañadientes, los separé.
- Jake… - murmuró ella, mirándome maravillada.
- No te separes de mí – le dije, cogiéndole de la mano mientras clavaba mis ojos en mi objetivo.
Ella asintió y se pegó a mi costado.
Y de repente, todos mis aliados aparecieron por la puerta.
Esta historia cuenta con los derechos correspondientes. Team Nessie & Jacob tienen la autorización de la autora para publicar la novela.
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