= LIBRO UNO =
RENESMEE
Las clases terminaron y seguía lloviendo a mares. Jake me esperaba dentro del coche, lo cual me alegró. Brenda no tendría oportunidad de abordarle, no quería mojarse los zapatos. No estaba en el aparcamiento, había parado a unos pocos metros de la entrada del edificio, obstaculizando el paso al resto de alumnos que se marchaban. Me despedí de mis amigas después de hablar con ellas un rato en el vestíbulo, me puse la capucha de la chaqueta y salí corriendo hacia el vehículo. Cuando llegué, Jacob ya me había abierto la puerta desde el interior.
El abrazo que nos dimos nos salió espontáneo a los dos, era tan habitual, sólo que, para mí, empezaba a adquirir un matiz algo diferente.
- ¿Qué tal el día? – me preguntó mientras arrancaba el coche.
- Muy… clarificador – contesté -. ¿Y el tuyo? ¿Dónde has estado? Tienes el pelo empapado – le dije, acariciándole la cabeza con los dedos.
- Acabo de estar con la manada y no pude secarme. Tenía el tiempo justo para ir corriendo a casa y cambiarme de ropa – cogió aire y siguió hablando -. Oye, Nessie, si me sigues haciendo eso, voy a quedarme dormido al volante – murmuró con su sonrisa torcida.
- ¿Tanto te gusta? – cuchicheé.
A mí, desde luego, me encantaba, tenía que reconocerlo.
- Ya sabes que sí – susurró. Casi le salía ese ronroneo lupino suyo -. Me chifla que me acaricies, aunque nunca lo habías hecho en mi forma humana.
Retiré la mano de su pelo en cuanto lo escuché. Si sospechara algo, me moriría.
- ¿Por qué paras? – protestó con una sonrisa y los ojos suplicantes.
- Bueno, querías conducir, ¿no? – bromeé.
- Puedo detener el coche aquí mismo – sugirió con el mismo tono de imploración -. Así puedes acariciarme tranquilamente.
- Si te transformas, sí.
- ¿Por qué?
- Porque cuando eres lobo, estás lleno de pelo y tengo más donde acariciar – concluí.
- Aquí hay mucho que acariciar, nena. No te imaginas cuánto – me soltó en un tono vacilón, con su sonrisa torcida otra vez.
- ¡Jacob Black, no empieces con tus bromas! – exclamé, empujándole el brazo, enfadada, mientras él se partía de la risa.
Ya notaba la sangre bombeándome la cara.
- Además, dentro del coche no entro como lobo – añadió.
- Pues por eso. No puede ser.
- Ay – suspiró, intencionadamente alto.
Cogí el estuche de CDs del asiento trasero y saqué uno de esos de rock que nos gustaba a los dos. Lo puse y, cuando estaba apartando la mano del reproductor, me fijé en que Jacob estaba mirando mi muñeca.
Su cara pasó del alegre socarrón al cabreado en un segundo.
- Sólo un vampiro podría marcar sus dedos en tu piel de ese modo. Ha sido tu madre, ¿no?
- Sí – mascullé, bajando la mirada.
¿Cómo iba a mentirle a Jacob? Odiaba hacerlo. Además, era mi mejor amigo y necesitaba hablar con él, desahogarme.
- Pero lo hizo sin querer – continué.
Jacob respiró hondo y exhaló.
- Lo sé. Lo último que haría Bella sería hacerte daño, por eso me pareció tan raro – hizo una pausa -. ¿Qué pasó?
Aquí venía la parte escabrosa que tenía que contar. Giré la manivela y abrí un poco la ventanilla para que me diera algo de aire en el rostro.
- Fue en el bosque. Me empezó a interrogar sobre lo que había pasado en mi habitación el día que te quedaste a dormir. Le dije la verdad, pero no se lo creía, así que le puse la mano en la mejilla para mostrarle... – miré a Jake de reojo y tragué saliva -, cuando… cuando…
- Cuando me toqueteaste – agregó con una sonrisa de oreja a oreja.
Bajé otro poco la ventanilla.
- No te… toqueteé – le corregí -. Fue una… inocente caricia – lo único que se me ocurrió en ese momento fue el término con el que lo había bautizado mi padre.
Su sonrisa se ensanchó aún más.
- Y ahora que te doy la oportunidad, la desperdicias.
- Bueno, ¿quieres saber lo que pasó o no? – protesté mientras bajaba el cristal hasta abajo.
- Vale, vale. Sigue.
- Le enseñé lo inocente que había sido – maticé, si bien no era del todo cierto - y ella no se fiaba igualmente, así que me agarró por la muñeca para que le siguiera mostrando lo que pasó después. No midió bien las fuerzas y apretó más de la cuenta.
Por supuesto, también omití que yo me había rebelado un poco mostrándole todo lo que había sentido cuando estaba entre sus brazos, cuando me fijaba en su pecho desnudo o cuando le había acariciado, eso no hacía falta que lo supiera. Y, desde luego, tampoco le iba a contar la visión casi hipnótica que había tenido, aunque sólo me acordaba de la primera diapositiva gracias a que la había visto esa mañana, cuando habíamos estado apunto de besarnos...
- Se le fue un poco la mano, pero fue sin querer – ratificó, sacándome de mi mundo -. Le cuesta mucho reconocer que ya no eres una niña y quiere protegerte. Para ella es muy duro que hayas crecido tan rápido.
- Por eso no quería que viera lo que me había hecho. No quería que se sintiera culpable, ya tiene bastante.
- Menos mal que no me dejaste decirle nada esta mañana. A veces me puede mi temperamento.
- Sí, lo sé – me reí.
- ¿Y qué pasó después? – espetó de pronto.
- ¿Cómo?
- ¿Qué hiciste cuando me sobaste? – me miró sonriente.
Puse los ojos en blanco.
De repente, me acordé de que también le tenía que contar otra cosa.
- Cuando le estaba mostrando todo eso a mamá, la pulsera hizo algo muy raro.
- ¿La pulsera? – preguntó, extrañado -. ¿Cómo que la pulsera?
- Vibró.
- ¿Que vibró? – soltó una carcajada -. ¡Muy bueno, Nessie!
- ¡No es broma! – me quejé.
Al verme el rostro tan serio, Jacob cambió el suyo, aunque no podía evitar una pequeña curva en sus labios.
- ¿Ahora mi pulsera es un vibrador? – se mofó finalmente.
Me crucé de brazos, enfadada, a la espera de que terminara de carcajearse de su propio y pésimo chiste.
- ¡Jacob, esto es totalmente en serio! ¡No sé por qué te cuento nada! – me giré hacia la ventanilla con el ceño clavado en los ojos.
Si no llega a ser por el cinturón, le hubiera dado completamente la espalda.
Dejó de reírse y se quedó callado unos segundos.
- ¿Me lo estás diciendo en serio? – dijo, por fin sin un ápice de burla -. ¿No me estás tomando el pelo? ¿La pulsera… vibró?
Seguí mirando por la ventanilla sin decir ni una palabra.
- Vamos, Nessie – me presionó el hombro con la mano -. Ahora no estoy riéndome. Es que es la primera vez que lo oigo.
Mi intención era no contarle nada más, estaba que echaba humo, pero mi determinación se quebró por completo cuando metió la mano entre mi pelo y empezó a acariciarme la nuca con los dedos. Volví a recuperar el aire cuando la quitó para cambiar la marcha del coche.
Respiré hondo y me giré hacia él.
- Prométeme que no te vas a reir, ¿vale? – me arriesgué a mirarle fijamente a los ojos para que viera que hablaba en serio –. Esto que te voy a contar te juro que pasó.
Jacob entendió mi mirada perfectamente.
- Sí, te lo prometo.
Me alejé de sus ojos para mirar por el parabrisas. El coche tomó la salida que iniciaba el trayecto hasta mi casa.
- Mamá me tenía agarrada por la muñeca derecha. La pulsera vibró fuerte una sola vez, como si le diera una convulsión o algo así – empecé a gesticular con la mano sobre el aro de cuero para simular lo que había pasado -, parecía una explosión, pero sin fuego, que produjo una especie de energía, una honda expansiva que arrastró su mano y la empujó hacia atrás. Fue tan fuerte, que le llevó el brazo y todo, aunque no la hizo daño, simplemente la apartó. A mí ni siquiera me rozó.
Volví la cara para observarle. Jacob miraba a la carretera con un gesto de extrañeza en el rostro, pero me había creído.
- Es una pulsera mágica, por eso te lo preguntaba ayer – le recordé.
- Pero, ¿cómo…? Yo mismo la hice. Yo no puedo… - hizo una pausa en la que se quedó confuso y pensativo -. Tengo que hablar con el Consejo, tal vez ellos lo sepan…
- Creo que me protege de los vampiros completos. En ese momento, mamá me hacía daño y la pulsera reaccionó.
- Una pulsera mágica… - repitió para sí -. ¿Y por qué ahora? ¿Por qué nunca había hecho eso? – Jacob aún seguía con la confusión en los ojos.
- Bueno, nunca un vampiro me había tocado de ese modo, y supongo que cuando pasó, la pulsera se activó.
Silencié también la otra vibración de aviso con mi madre que me hizo hablar y el cosquilleo de la pulsera en la cocina cuando me había recordado la visión. No tenía explicación para eso.
Se hizo un mutismo en el que Jacob se quedó pensativo, con esa expresión de confusión y perplejidad en el rostro.
- ¿Qué tal con Charlie? – interrogué para cambiar de tema -. ¿Fuiste a verle?
- ¿Qué? – parpadeó como si le hubiese sacado de sus pensamientos –. Ah, no. Al final no pude, Rachel y Paul me llamaron para que fuera por su casa. Es verdad, casi se me olvida. Tengo que darte una noticia.
- ¿Buena o mala?
- No sé qué decirte – hizo una mueca de dolor y suspiró -. Rachel y Paul se casan.
Jacob tenía cara de resignación, pero la mía se iluminó de la alegría.
- ¿Se casan?
- Sí, ahora esa bestia va a ser mi cuñado – destacó la última palabra con mal humor y resopló.
- Bueno, ya se sabía que tarde o temprano se iban a casar.
- Sí, pero, ¿tan pronto? – exhaló con agobio.
- Jake, llevan cuatro años viviendo juntos, yo creo que no ha sido tan pronto – le contesté con ironía.
- Lo cual me indica que esos dos se van a poner a tener críos enseguida – dijo casi con amargura -. Lo cual quiere decir que voy a tener a un montón de bestiales Pauls en miniatura todos los días corriendo por mi casa. Lo cual significa que jamás en mi vida me quitaré a Paul de encima.
- También puedes tener a pequeñas Rachels corriendo por tu casa – le corregí -. Y a Paul no te lo ibas a quitar nunca de encima, de todos modos.
- Gracias por los ánimos – me respondió con sarcasmo, sonriendo.
El coche pasó los últimos árboles del sendero y se detuvo frente al porche. Seguía lloviendo, aunque había bajado de intensidad.
- ¿Y cuándo es la boda?
- El seis de febrero. Rachel me ha pedido que seamos los padrinos, pero si tú no quieres, no pasa nada. Puedes ir de invitada simplemente.
Había ido con Jacob a la boda de Sam y Emily hacía tres años y me había encantado. Por aquel entonces, yo ya tendría como unos nueve años, por eso me acordaba perfectamente. Las bodas quileute siempre me habían parecido más bonitas que los bodorrios tradicionales. Se celebraban en la zona sur de la media luna de la playa que conformaba First Beach, al atardecer, justo en la puesta de sol, al abrigo de una enorme hoguera y con las islas, el mar, el bosque y los acantilados que la rodeaban como testigos. El astro rey que se ponía simbolizaba el fin de una vida para comenzar otra con la persona que se amaba, y las llamas eternas de la hoguera, el amor incombustible y poderoso que puede arrasar con todo lo que se pone por delante, al igual que hace el fuego; también simbolizaban la pasión necesaria para la fertilidad, o algo así. Todos iban descalzos, pero muy elegantes, estilo quileute, por supuesto. Los hombres iban de camisa y pantalón largo, sin corbatas ni pajaritas, y las mujeres llevaban sus mejores vestidos. La ceremonia, la cena y la fiesta se hacían en la arena, siendo el elemento protagonista la enorme pira, que permanecía en el centro de todo el meollo de la celebración y siempre la mantenían con las llamas en alto. En aquella boda, en la que más me había fijado era en Emily. Con nueve años, casi me había parecido una princesa, ni siquiera había reparado en la cicatriz de su cara, de lo bonita que me había parecido. Todavía la recordaba como si la estuviera viendo. Su vestido - de escote recto, de manga corta que cubría sólo el hombro y largo hasta los tobillos - era de un blanco roto que resaltaba sobre su piel india. No sabía qué tipo de tela era, pero se le ceñía al cuerpo y a mí me había parecido precioso. También iba descalza y llevaba una pulsera de plata en uno de los tobillos. Pero lo que más me había llamado la atención era su corona de flores, formada por calas blancas, que llevaba en la cabeza sobre su melena negra suelta. El fuego de la hoguera le daba un toque mágico y romántico a toda la ceremonia. Todo en las bodas quileute era tan sencillo y mágico, que me parecían maravillosas.
- ¡Pues claro que quiero! – exclamé.
- ¿De verdad? ¿No te importa venir conmigo de madrina? – preguntó, mirándome con sus centelleantes ojazos negros.
- ¿Estás de broma? Una boda quileute no me la pierdo por nada del mundo – le contesté, agarrándome a su brazo y apoyando la cabeza en su hombro -, sobretodo si estoy en el altar conti…
Dejé la palabra colgada al darme cuenta de lo que estaba diciendo, y las mariposas de mi estómago volvieron a revolotear. Nos quedamos los dos inmóviles, sin decir nada.
- Quiero… quiero decir…, que le digas a Rachel que me encantará ser la madrina de… su boda – murmuré.
- Claro – susurró –. Esto… Tengo… tengo que entrar para darle a Carlisle las pruebas que recogimos anoche.
- Ah, sí.
Le liberé el brazo y me volví a mi asiento. Jacob también se quedó quieto en el suyo un par de segundos, hasta que abrió la puerta y salió.
Mientras él rebuscaba algo en el maletero, cogí mi mochila del suelo, me puse la capucha y me bajé del coche. Me quedé al pie de las escaleras para esperarle.
Sacó una enorme bolsa, bajó la puerta trasera del Golf y caminó hasta mí. Me quedé mirando sorprendida.
- Nos hemos empleado a fondo – me explicó, encogiéndose de hombros.
- Un poco más y le traéis el bosque entero – bromeé.
Subimos las escaleras, retiré mi capucha y entramos en el salón de la gran casa.
- ¡Nessie! – saludó Alice mientras se acercaba hacia mí dando saltitos y me cogía de la mano –. Ven, tenemos visita.
- ¿Visita? – pregunté, poniéndome en alerta.
Jacob se envaró al instante. No le gustaban nada esos vampiros curiosos que luego se iban a cenar a la reserva de La Push.
- No, no es eso – Alice me quitó la mochila, la tiró al suelo y me cogió por los hombros, empujándome hacia la enorme mesa de cristal –. Alguien muy especial ha venido a verte, mira.
Cuando alcé la vista, estaban todos sentados a la mesa. Todos, menos uno.
Jacob dejó la bolsa en el suelo y se puso a mi lado.
- Hola, cielo. ¿Te acuerdas de Nahuel? – presentó mi madre.
Era el chico semivampiro que nos había ayudado hacía casi seis años, cuando los Vulturis habían venido para terminar con todos nosotros. Mi familia le estaba muy agradecida a él y a Huilen, su tía. Si no fuera porque habían venido con Alice y Jasper desde Suramérica para dar su testimonio, mi familia estaría muerta y Jacob y yo estaríamos escondidos en algún lugar recóndito del mundo. Seguía llevando su pelo moreno en una larga coleta y su semblante era tostado y bastante atractivo.
- Hola, Renesmee – me saludó -. Vaya, cuánto has crecido. Estás realmente preciosa.
- Hola – contesté.
Se había puesto de pie nada más verme y no apartaba sus ojos de color teca de mí. Se quedó mirándome fijamente, de un modo que me hizo sentir muy incómoda, mientras los demás seguían con su conversación. Algo saltó solo y me hizo agarrarme a la mano de Jake. Éste entrelazó los dedos y la aferró con más fuerza.
De pronto, sus ojos se movieron y fijaron su objetivo en Jacob. Su mirada cambió. Era casi imperceptible, pero pude distinguir una nota de repulsión en sus pupilas.
Miré a mi mejor amigo para ver su reacción y me quedé perpleja. Había levantado la cabeza con una actitud claramente chulesca, apretaba los dientes con fuerza y sus intensos ojos negros estaban clavados en Nahuel con una mirada provocadora. Nunca le había visto así.
- ¿Cómo te va, Jacob? – le preguntó Nahuel, serio.
- Genial – le respondió él, echándole una mirada de arriba abajo con una media sonrisa arrogante.
Mi padre carraspeó, dirigiéndose a Jacob con cara de pocos amigos, y Nahuel se sentó para centrar su atención en la mesa. Jake en cambio, no interrumpió su conducta.
- Nahuel se va a quedar una temporada con nosotros – anunció mi madre, palmeando la mano del interpelado.
La sonrisa de Jacob se esfumó, aunque siguió con la misma actitud.
- Sí, he dejado a Huilen con mis hermanas.
- Yo ya lo sabía, pero no os dije nada porque él quería darnos una sorpresa – manifestó Alice con una voz cantarina.
- Creía que no podías verle, como a Renesmee – dijo mamá, extrañada.
- Bueno, a Nessie no la veo nunca, pero parece ser que a Nahuel le puedo ver algo, aunque muy poco. Nessie tiene un filtro tupido, opaco, que no me deja ver nada, sin embargo, Nahuel tiene una malla semitransparente que me permite visionar algo, aunque ya os digo que es muy poco. De momento, sólo he podido ver esto – y le sonrió, a lo que Nahuel le correspondió.
Mamá se quedó mirando a Jacob, pensativa, como si estuviese buscando en él algún tipo de respuesta.
- ¿Y a qué se debe tu visita? – inquirió Jasper.
- Quería conocer mejor a Renesmee, ahora que ya ha crecido – respondió sin cortarse un pelo, observando a Jake con provocación.
¿A mí?
Automáticamente, todos llevaron la vista hacia Jacob con diversas caras, esperando su respuesta.
Mi madre se mordía el labio, preocupada, mi padre estaba en alerta, escuchándole los pensamientos, Alice le miraba con aire petulante, Rosalie sonreía abiertamente, Jasper se concentraba para influenciar en su ánimo, Emmett estaba de brazos cruzados, pero, raro en él, serio, Esme se había llevado la mano a la boca, alarmada, y Carlisle tenía el rostro sereno.
¿Es que era yo la única que me preguntaba qué estaba pasando?
- Yo que tú, no jugaría con fuego – le espetó Emmett al invitado de repente.
- Déjalo Em – le paró Jacob, antes de que se intercambiaran una mirada de complicidad -. Debemos tratar bien a nuestro invitado – soltó, sarcástico.
Nahuel le dedicó una mirada despectiva y de hastío, y después le sonrió de un modo extraño, como si estuviera muy seguro de sí mismo. A Jacob le dio un respingo y noté cómo el calor quería subirle por la espalda.
Carlisle se levantó de la mesa con el semblante pacífico e instó a Nahuel con un gesto de la mano a que hiciera lo mismo.
- Te enseñaré tu habitación. Acompáñame por aquí.
- ¡¿Es que va a dormir en esta casa?! – protestó Jacob, nervioso.
- Jake, ¿qué te pasa? – le pregunté, extrañada -. Es nuestro invitado.
- Por supuesto que sí – le replicó Alice, mirándole por encima del hombro mientras acompañaba a Carlisle y a Nahuel.
- ¿En qué planta? – exigió saber.
- En la primera – dijo Carlisle, que era el último que subía -. Alice ha habilitado mi despacho para hacerle el dormitorio – y se perdió escaleras arriba.
- No lo veo necesario, Jacob – mi padre se levantó después de leerle la mente.
- Pues yo sí – contestó éste, tajante -. Y nadie va a impedírmelo.
Mi madre también se puso de pie y se cogió al brazo de papá.
- ¿Qué pasa, Edward? – preguntó, preocupada.
- ¿De qué estáis hablando? – me dirigí a mi padre.
- Quiere dormir en tu puerta.
- ¿En mi puerta? ¿Por qué quieres…?
Intenté soltarme de su mano para ponerme frente a él, pero me fue imposible. Me aferraba con fuerza, aunque no me hacía daño, así que me puse de frente igualmente, con las manos unidas.
- ¿Por qué quieres dormir en mi puerta?
Jacob ni siquiera me miró. Estaba tenso, y tenía los ojos clavados en las escaleras con una mirada agresiva y amenazadora. Me hubiera asustado de no ser porque enseguida distinguí algo más que me atravesó la cabeza como si fuese un balazo frío. Una mota de tinta teñía de preocupación sus ojos negros y, entonces, pude ver con claridad que la agresividad no era amenazante ni ofensiva, sino más bien defensiva. Me estaba protegiendo. Pero, ¿de qué?
- Jake… Jake, mírame, por favor – le susurré mientras le acariciaba la cara con la otra mano.
Mis escasas palabras parecieron surtir efecto y sus ojos se despegaron de la escalera para fijarse en los míos, mostrándose de nuevo cálidos y adorables.
- Jacob, no hay peligro – le dijo papá, confirmando mis pensamientos -. Te estás equivocando, te lo aseguro.
Su mirada se escapó otra vez, pero ahora para mirar a mi padre.
- Sabes que si sospecho de algo, por pequeño que sea, tengo que protegerla. Dormiré arriba hasta que se vaya – insistió Jake con los dientes apretados.
- ¿Crees que yo pondría a mi propia hija en peligro si no estuviese completamente seguro?
- Edward, por favor, ¿qué pasa? – mamá ya estaba al borde de la histeria.
- No se fía de él. Cree que me está engañando – explicó -. Jacob, eso es imposible. Puedo ver hasta sus recuerdos.
- ¿Estás totalmente seguro? – quiso saber mamá.
- Completamente – afirmó mi padre, mirándola a los ojos.
- Está tramando algo. Mi instinto me lo dice – masculló Jake con la vista clavada en la escalera de nuevo.
- Jacob, por favor – discutió mi madre, molesta -. Nahuel y Huilen nos salvaron la vida hace seis años, ¿cómo puedes dudar de él? Deberíamos estarle agradecidos. Además, Edward no ha visto nada raro y yo me fio de él al cien por cien. Creo que esto tiene más que ver con el hecho de que ha venido a ver a Renesmee y con tu…
- No es sólo eso – le cortó -. Aquí hay algo más, lo sé. Hay algo en su mirada que no me gusta ni un pelo.
- Por Dios, Jacob. Has sido muy maleducado y grosero con él, ¿cómo quieres que te mire? – le replicó ella, irritada.
- Yo no veo nada malo en que duerma arriba – interrumpió Emmett en defensa de su amigo -. Si hay peligro, él estará ahí el primero, y si no lo hay, ¿qué molesta que duerma en la puerta?
- Pero, ¿qué peligro? – protestó papá con incredulidad -. Em, ya he dicho que no hay nada malo. Y Alice vio que sólo venía de visita. ¿Qué más pruebas necesitas?
- Los animales tienen un sexto sentido para el peligro – afirmó éste, señalando a Jacob con el dedo.
- Hombre, muchas gracias por el cumplido – le dijo Jake con ironía.
Emmett le sonrió y siguió hablando.
- Créeme, Edward. Te podría contar muchas experiencias de cuando yo era cazador en mi vida humana. Te sorprenderías de lo que pueden hacer los animales – Jacob puso los ojos en blanco al ver cómo Emmett lo volvía a señalar -, hasta son capaces de predecir tormentas y catástrofes mucho antes de que pasen.
- ¡Pero, ¿qué estás diciendo?! – exclamó Rosalie -. No me puedo creer que estéis tan ciegos. ¡Lo único que quiere este chucho es aprovechar la ocasión para dormir con Nessie!
Se armó una algarabía terrible en la estancia a la vez que mi rostro era invadido por una oleada de sangre.
- ¡Basta! – bramó mi padre, haciendo que se callara todo el mundo –. Carlisle y Alice están apunto de bajar con nuestro invitado – matizó -, y no quiero que se sienta incómodo por este lío – hizo una pequeña pausa en la que suspiró -. Está bien, aunque sé que no hay ningún peligro, no quiero problemas mientras Nahuel esté en esta casa, así que voy a dejarte que duermas en la puerta de Renesmee como lobo – apuntilló de nuevo, dirigiéndose a Jacob con cara de advertencia -, si es que así vas a estar más tranquilo y no vas a montar jaleo.
Aunque no entendía muy bien el por qué de este conflicto, la idea de tener a mi lobo durmiendo cerca no me disgustaba nada de nada.
- Es todo lo que pido – asintió Jacob con gesto serio.
- ¡Pero, Edward! – se quejó mamá.
- Bella, creo que es lo mejor para todos, sobretodo para la convivencia de la casa. Él está decidido y va a dormir ahí queramos o no. Es mejor así, que no por las malas – mi madre no parecía muy conforme, así que mi padre se volvió a dirigir a Jake con la mirada amenazante -. Pero escúchame bien, perro. Si se te ocurre entrar en su habitación por la noche como humano y tocarla un solo pelo, te juro que te arrancaré de cuajo las patas delanteras.
Ahora mi madre parecía más tranquila.
- ¡Papá! – voceé en protesta.
- ¿Y si me lo pide ella? – soltó Jacob con chulería mientras levantaba la comisura de los labios.
- Jake, ¿qué haces? Cállate – le cuchicheé, acercando mi rostro rojo como un tomate a su pecho.
- ¡Ja! ¡Sigue soñando, idiota! – exclamó Rosalie, riéndose.
- ¿Cómo dices? – preguntó mi madre, enfadada.
- No soy yo precisamente el que aprovecha para tocar mientras uno está dormido – le estampó a la cara a mi padre -. Si ella quiere otra vez, sabes que no me puedo negar.
- ¡Qué calladito te lo tenías! – aulló Emmett entre risas.
Rosalie me miró totalmente decepcionada, con la mandíbula colgando, y yo escondí mi rostro del todo en el objeto de mi pecado, esperando a que la tierra se abriera o algo para poder colarme dentro. ¿Por qué se había tenido que enterar Jacob? Ahora ya lo sabía todo el mundo.
- ¡No juegues conmigo, perro! – chilló mi madre, envarándose.
- Cálmate, Bella – habló mi padre con voz serena, aunque extrañamente amenazadora y temible, poniéndole el brazo por delante -. Si lo que quieres es dormir en su puerta, más te vale cambiar de actitud y cerrar el pico. Si me provocas más, no volverás a verla en tu vida, ¿me has entendido?
Mi corazón saltó en respuesta a esas horribles palabras e instintivamente le pasé el brazo suelto por la cintura para abrazarle, aferrando los dedos a su camiseta. Jake puso su mano en mi espalda y me apretó un poco más contra su pecho. El calor le recorrió la columna vertebral y un rugido empezó a vibrar desde su cavidad torácica hasta su garganta, aunque no llegó a salir.
- Nunca podrás separarme de ella – escupió con furia retenida, apretando los dientes.
Se hizo un silencio incómodo y sepulcral en el que se notaba la influencia de Jasper. Duró unos segundos, pero parecieron minutos.
Escuché el suspiro nasal de rendición de mi padre, sin duda, había escuchado cada uno de los pensamientos de los dos.
- Lo sé. Para mi desgracia – dijo al fin.
Jake se relajó un poco, aunque seguía abrazándome y aferrándome la mano con fuerza. Mi padre le pasó el brazo por el hombro a mi madre y le besó en la cabeza. Ésta también se tranquilizó, pero no parecía muy satisfecha.
- Lo único que te pido es que te comportes, Jacob.
- Haré lo que pueda – respondió éste con insolencia.
Mis padres pusieron los ojos en blanco a la vez que negaban con la cabeza.
En ese momento, Carlisle asomó la pierna por las escaleras, seguido de Alice y Nahuel. Mi padre respiró tranquilo al ver que no se habían enterado de la bronca, sobretodo éste último.
Jacob no le quitó ojo a Nahuel mientras éste pasaba a nuestro lado. Me separé un poco de él para verle mejor el rostro, aunque no me soltó de la mano.
- Por favor, Jake, pórtate bien – le rogué -. Es nuestro invitado.
- No me fio de él – gruñó.
- Ya has oído a mi padre. Y mamá tiene razón, deberíamos estarle agradecidos por habernos salvado la vida.
Apartó su mirada de Nahuel para mirarme a mí.
- Ya lo sé – reconoció a regañadientes -. Pero aún así, no me fio.
- Por favor, hazlo por mí – le susurré -. Si papá se enfada, no te dejará dormir conmigo.
Intenté convencerle con ese argumento, a ver si así entraba al trapo. En realidad, lo que me aterraba era que nos separaran, pero no quería que se enfadara otra vez, ni que se preocupara.
- Dormiría arriba, de todos modos – afirmó.
- Jacob – imploré con ojos suplicantes.
Cogió aire lentamente y lo exhaló del mismo modo.
- Está bien. Me comportaré lo mejor que pueda solamente porque me lo pides tú. Pero sigo sin fiarme – sentenció.
- Gracias – le sonreí y le di un beso en la mejilla.
Mis padres, Esme y mis tíos se sentaron en el sofá con Nahuel para charlar con él. Jacob cogió la bolsa con las pruebas y se acercó a Carlisle - que estaba parado al principio de la escalera, leyendo el correo -, llevándome con él de la mano.
- Tome, Doc. Espero que estas pruebas sean suficientes.
Carlisle abrió los ojos como platos al ver la enorme mochila.
- Sí, creo… que me servirán, gracias – afirmó, asiéndola.
- Las hemos separado y metido en bolsitas de plástico, como en las pelis – le contó, todo orgulloso.
- Vaya, estoy impresionado – reconoció mi abuelo al ver el interior de la bolsa -. ¿Y cómo lo habéis hecho? Lo cierto es que no me imagino a unos enormes lobos haciendo eso.
- Unos como lobos, otros como humanos – y se encogió de hombros como si fuera evidente.
- Ah, claro – asintió Carlisle.
- ¿Sabe ya lo del torso?
- Sí, fue el rumor de todo el día en el hospital. Lo encontrasteis vosotros, ¿no?
- Sí. En la bolsa también hay pruebas del escenario del crimen – contestó Jake. Puse los ojos en blanco, sonriendo. Ahora resulta que hablaba como si fuera un detective. Me pellizcó en broma en la cintura y pegué un bote, riéndome -. Encontramos el mismo rastro en la zona.
- Oh, qué interesante – afirmó Carlisle con la mano en la barbilla. Le intenté pellizcar yo, pero su cuerpo era tan terso, que no podía. Sin embargo, le hice cosquillas y soltó una risilla sorda -. Tengo que ponerme ahora mismo a investigar esto. ¿Y se sabe si la cabeza pertenecía al torso? – le preguntó a Jacob, que estaba muy entretenido conmigo, sujetándome las manos para que no le hiciera más cosquillas.
- ¿Eh? Ah, la policía lo ha mandado todo a Seattle para que lo examinen los forenses de allí.
- Ya.
Carlisle se rindió y subió a su habitación - ahora también despacho - cuando logré zafarme de las manos de Jake. Conseguí hacerle algunas cosquillas y éste se empezó a revolver y a carcajear sin control. Mientras nos reíamos, me dejé atrapar las muñecas y me las retuvo detrás de mi cinto para que no pudiera hacerle más.
- No sabía que tuvieras cosquillas – murmuré.
- Si lo vas diciendo por La Push, te mato – bromeó.
- ¿Taha Aki también las tenía? – cuchicheé, riéndome.
- Pues claro que no. Ahí tienes la prueba definitiva de que no soy su reencarnación – afirmó con una sonrisa de oreja a oreja.
Me quedé mirando su perfecta sonrisa. Ver feliz a Jacob producía mi propia felicidad.
- Pues yo creo que sí las tenía – le rebatí.
No quería mirarle a los ojos, pero fue inevitable. Me di cuenta de que estábamos muy cerca el uno del otro, pero que no me importaría estarlo un poco más…
- Renesmee, ven aquí un momento.
Di un pequeño bote al oír la voz de mi padre. Se me había olvidado por completo que estaban todos sentados en el sofá, incluido nuestro invitado.
Jacob me soltó y nos acercamos a ellos. Esta vez no me cogió de la mano, pero su actitud de antes resurgió al instante.
- ¿Qué pasa? – inquirí.
- Mañana vamos a ir a jugar al béisbol con Nahuel, Alice dice que va a haber una fuerte tormenta – me dijo.
- ¿Tú no lo notaste, animal? – le apuntó Rosalie con intención a Jacob.
- No pensé que tuviera tanta importancia, rubita. ¿Qué pasa, no quieres que se te vaya el tinte con el agua?
Ésta le siseó y Emmett sonrió.
- ¿Quieres venir? – continuó mamá.
La verdad es que la idea se presentaba apetecible para un sábado por la tarde y, además, hacía mucho que no organizábamos algo en familia.
- Claro, por qué no – respondí -. ¿A qué hora?
- La tormenta empezará sobre las cinco de la tarde – informó Alice.
- ¿Sabes jugar, Renesmee? – me preguntó Nahuel con su voz impoluta y celestial.
- Sí, mi padre me enseñó todo lo que sé, ¿y tú?
- Por supuesto. En Suramérica se lleva mucho el béisbol – me respondió con una sonrisa blanca y brillante como la porcelana.
- Yo también voy – soltó Jacob de repente.
- Debí imaginarme que tú también querrías venir – suspiró papá.
- ¿Tú? Pero si tú no sabes jugar – le dijo Alice con aire crítico.
- Soy norteamericano, por supuesto que sé. En realidad, soy el más norteamericano de los que hay aquí.
- No es lo mismo si se juega con vampiros – apostilló Nahuel.
- No creo que sea tan difícil, si sabe jugar cualquiera – espetó, mirando a éste con su gesto arrogante.
- Jacob – le advirtió mi padre entre dientes.
- ¿Quieres dormir en el felpudo? – amenazó Rosalie.
- ¿De verdad vas a venir? – exclamé, contenta por la noticia; al parecer, era la única que lo estaba -. ¿No tenías que patrullar?
- Pues claro que voy, preciosa, soy el Alfa de mi manada – respondió, sonriéndome; también yo era la única a la que le sonreía -. Además, tengo castigado a Seth, así que irá él en mi lugar. Mañana me tomaré el día libre.
- ¿A Seth? ¿Qué ha hecho para que lo castigues? – interrogó mamá, extrañada.
- Mejor no te lo digo – murmuró Jacob, observando con cara de malas pulgas a mi padre.
Yo disimulé, mirando hacia el otro lado mientras ponía el pelo por la cara y hacía como que lo acicalaba un poco.
Esta historia cuenta con los derechos correspondientes. Team Nessie & Jacob tienen la autorización de la autora para publicar la novela.¡NO COPIES EL CONTENIDO!
Precioso cap. después de los capitulos que he leido puedo sentenciar que es una de las mejores continuaciones de Amanecer de Jacob y Nessie que he leido. Está muy trabajada y eso se nota ya que hay un gran nivel. Esperaré con ansias leer el proximo capitulo. Un gran saludo para la gente del blog y uno muy especial a la autora de esta historia.
ResponderEliminar¡Muchas gracias a ti por leerlo! Y por decir esas palabras tan bonitas que no me merezco ^^.
ResponderEliminarOtro saludo para ti!!
me encanto el capitulo y estoy deacuerdo con auryn si te lo mereces porque escribes muy bonito :)
ResponderEliminaradoree este capitulo encerio adoro que jake se ponga celoso(:!
MUY BUENOS TODOS LOS CAPITULOS.... NECESITAMOS MAS.... ESTAN MUY BIEN REALIZADOS Y EL ENFOQUE QUE LE ESTAS DANDO A LA HISTORIA ESTA GENIAL Y MUY ATRACTIVO.... SIGUE ASI.... TE FELICITO!!!!
ResponderEliminar¡Muchas gracias a todas! ^^ Os agradezco mucho que le deis una oportunidad a mi historia!!
ResponderEliminarY deciros que todavia quedan muchas, muchas cosas por venir!! XD
Un besazo!!
Coincido con Áuryn en lo bien trabajado que está tu historia. Tiene una gran cantidad de matices que atrapan al lector de principio a fin y esto se denota en la riqueza de tus palabras, sobre todo, en lo impecable de tu escritura.
ResponderEliminarMe parece que es uno de los mejores relatos que he leido sobre Nessie y Jacob, realmente me fascina el estilo particular de cada personaje porque lo hace ser original y divertido.
¡Mil gracias a todas permitirnos leer esta historia tan genial!...
Un abrazo!
oye pliss el otro porq osea necesito el otro!!!
ResponderEliminarTe felicito de verdad , excelente historia! SIGUE ASI (: esta muy trabajada pareciera que la hubiera escrito la misma Stephenie Meyer...
ResponderEliminarCuando publicaras el otro cap? espero que sea pronto , LO ESPERO CON ANSIAS!
Hola acabo de encontrar tu blog, y la historia me encanta es verdad que la historia es la mejor que he leido no dejes porfa de escribir aca estere esperando el proximo capi.muchas gracias por tomarte el tiempo
ResponderEliminar¡HOLA A TODAS!
ResponderEliminarMuchisimas gracias por vuestros comentarios y por estar interesadas en leer mi libro!! No sabeis la ilusion que me hace :º)
Bueno, este no es mi blog ^^ Lo mande aqui para que me lo cuelguen, asi que no depende de mi. Pero supongo que las autoras del blog pondran mas capis pronto. Por eso teneis que pedirlo, para que ellas los pongan, jaja.
Bueno, no me enrollo mas, solo deciros que muchas gracias por leer mi libro y que espero que no os decepcione la historia, porque tiene muchas sorpresas ;)
UN BESAZO A TODAS
maravilloso eres genial asiendo esto sigue asi quedios te bendiga ;)
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