= PARTE DOS =
PROFECÍA
= JACOB =
El mapa lo ponía bien claro, sólo quedaban unos kilómetros para llegar a ese sitio de la montaña señalado con un círculo a rotulador rojo.
Nessie y yo ya habíamos desayunado alce y llevábamos toda la mañana caminando por esas empinadas pendientes llenas de nieve. Yo cargaba con la mochila y ella era muy ágil y resistente, para qué íbamos a negarlo, pero, aún así, el no poder cogerle de la mano ni siquiera para ayudarle un poco o para calentársela, me tocaba bastante las narices, la verdad.
- Según el mapa, el sitio ese queda detrás de aquella roca – declaré, observando el plano.
Nos miramos y nos sonreímos con algo más de alivio e ilusión.
Me hizo una señal con las manos para que parase y me detuve.
- ¿Qué pasa?
Se fue a mi espalda y abrió una de las cremalleras de la mochila. La cerró otra vez y se puso a mi lado, portando una fotografía que después me pasó para que la mirase.
Era la foto de una planta muy rara.
- ¿Qué es esto? – le pregunté.
Indicó sus ojos con los dedos para gesticular, señalando también a la fotografía. Después colocó la mano sobre la frente a modo de visera y fingió que observaba los alrededores.
Todo su lenguaje mímico me hacía mucha gracia, qué quieres que te diga, ya sé que no era para reírse, pero no podía evitarlo. Era como jugar a adivinar películas o algo así. Pero ella era adorable incluso haciendo esos gestos exagerados.
Sus preciosas cejas bajaron cuando ya vieron que se me escapaba una risita.
Carraspeé.
- Vale, vale, me centro – afirmé, poniéndome más serio -. Veamos, ¿me dices que tenemos que buscar esta planta? ¿Es eso?
Nessie sonrió de oreja a oreja a la vez que asentía con los ojos.
- ¡Ja! ¡Soy un genio en esto! – exclamé, alzando los brazos hacia arriba mientras ella se reía con esa risa muda, contagiada por mi entusiasmo.
Ambos dimos un paso al frente para acercarnos e hicimos el amago de abrazarnos, pero nos dimos cuenta a tiempo y nos quedamos clavados en el sitio.
Mierda. Esto era un asco. Y encima ella se quedó con una carita que me rompía el corazón.
- No te preocupes, preciosa – dije, alegre -. Esto no durará nada. Mira, estamos casi en ese sitio, ¿lo ves? – le señalé el lugar donde nos encontrábamos ahora mismo, en el mapa. Después llevé mis ojos a los suyos para mirarla con certidumbre y confianza -. Sólo un par de kilómetros más y nos desharemos de este estúpido hechizo. Y entonces podremos abrazarnos y besarnos todo lo que queramos. Te juro que yo te besaré toda la tarde, nena, no vas a sentir los labios cuando termine – y mi boca se curvó aún más.
Y pensaba hacerlo, me moría por saborear esos labios sensuales y suaves.
Su sonrisa se amplió y simuló que escribía con su mano derecha mientras la izquierda hacía de papel.
- Sí, sí, tomas nota, ya lo sé – adiviné. Era fácil, esto me recordaba a cuando era pequeña y se resistía a querer hablar, aunque usaba su don. Menos mal que siempre habíamos tenido una especie de telepatía -. Bueno, pues vamos a buscar esa planta, cuanto antes, mejor – le insté, devolviéndole la fotografía.
Mi chica la cogió, se la guardó en el bolsillo de su plumas blanco y comenzamos a andar por la densa nieve hacia aquella roca lejana.
- En serio, nena, si alguna vez ponen un concurso de adivinar pelis o algo así en la tele, tenemos que presentarnos. Lo ganaríamos todo, de veras – le sonreí.
Y ella me correspondió. Esa maravillosa y perfecta sonrisa suplía con creces todo este maldito hechizo por el que estábamos pasando. Y yo me esforzaba porque ella estuviera lo más animada posible. Estas pequeñas bromas parecían surtir efecto.
Seguimos nuestro pesado camino hacia esa enorme roca, que cada vez estaba más cerca.
- Dime, ¿esa planta sirve para quitar el hechizo? – le pregunté.
Sus ojos asintieron una vez para ratificármelo mientras otra sonrisa se desplegaba en su hermoso rostro de porcelana.
- Genial – sonreí yo también -. Lo que pasa es que, ¡uf!, nos va a costar un poco encontrarla entre toda esta nieve – me percaté, mordiéndome el labio. Su sonrisa se apagó. Genial, Jake… -. Pero no te preocupes, preciosa, contamos con el mejor excavador del planeta – afirmé con una sonrisa, señalándome. La suya volvió a resplandecer en su adorable rostro -. Espérate a verme en acción.
Su sonrisa se transformó en risa.
- Qué, ¿no me crees? Ya verás, ya. Estoy deseando llegar para demostrártelo.
Se rió otro poco más y continuamos peleándonos con la nieve para conseguir avanzar.
Eran un par de kilómetros, pero, entre las ganas que teníamos de que todo pasase de una maldita vez, y esa densa nieve que hacía el trayecto más pesado, la verdad es que nos parecieron cuatro.
Sin embargo, por fin, llegamos a esa dichosa roca, a ese punto marcado en el mapa. ¡Sí, por fin!
Lo celebramos saltando con los brazos en alto, igual que si hubiésemos coronado la cumbre o algo, pero es que para nosotros era casi lo mismo.
- ¡Uf, en serio! Cuando ganemos el viaje en uno de esos concursos de la tele, recuérdame que elijamos un destino que no tenga nieve ni nada por el estilo – bromeé, dejando la mochila sobre esa nívea superficie.
Nessie sacó la foto de su bolsillo entre risas y me la mostró, arqueando las cejas con incredulidad.
- ¿Sigues sin creerme? Ahora verás.
Me desnudé y dejé la ropa sobre la mochila. Nessie se quedó un poco perpleja al principio, pero luego enseguida comprendió lo que iba a hacer y aprovechó para echarme un buen vistazo antes de que me transformara.
Adopté mi forma lobuna y me puse a olisquear el terreno nevado. Lo primero era detectar las hierbas y plantas más comunes, y cuando diera con alguna que no me sonaba, ya tendría una pista para saber por dónde empezar a cavar.
Mientras olisqueaba, aproveché para conectarme con la manada, quería saber las últimas noticias.
Quil, soy Jake, ¿cómo va todo?
Hola, Jake, me saludó. Bien. Tengo que decirte que ya hemos acabado con esos chupasangres, así que ya no tenéis de qué preocuparos.
Genial, aprobé.
Ah, y otra cosa que se me había olvidado decirte, siguió. El aquelarre de Denali, ese científico tarado y su mujer también están por aquí. Ellos también os han quitado de encima a otro grupo que os perseguía.
¿Esos también están aquí?, inquirí, sacando el hocico de la nieve, sorprendido.
Éste salió cubierto con un poco de nieve y a Nessie le hizo gracia. Me lo relamí para limpiármelo.
Sí, están aquí, con los Cullen y nosotros, asintió Embry.
Ahora que me fijaba, los cuatro pares de ojos de mis hermanos me mostraban a los Cullen y a ese grupo que me había dicho Quil. Estaban reunidos, charlando, parecían estar discutiendo algo, excepto Edward, que ya estaba poniendo la oreja hacia nuestra retransmisión.
Guau. Bueno, pues diles a todos que Nessie y yo ya hemos llegado al sitio señalado en el mapa y que ahora estamos buscando la planta.
¡Qué guay!, exclamó Cheran. ¡Por fin se terminará este maldito…!, su pensamiento se cortó, pero él siguió, ¡Podremos… todo lo que queramos!
¡Ay, no tardéis mucho, anda!, suplicó Embry.
Haré todo lo que pueda, ¿no te digo?, protesté. No es fácil dar con una planta tan pequeña que no he olido en la vida, entre esta capa de nieve.
Volví a hundir el hocico para seguir rastreando.
Bueno, pues te dejamos que te concentres, dijo Quil.
Sí, eso, no le entretengáis, intervino Nathan.
Idiota, puedo hacerlo de sobra, resoplé.
Bueno, tío, te dejamos tranquilo, continuó Quil. Nosotros iremos hacia allí dentro de un rato, cuando tu familia de vampiros termine de hablar.
Nunca pensé que iba a decir esto, pero qué bien sonaba eso, aunque sólo por lo que implicaba, claro, es decir, que Nessie seguía conmigo.
De pronto, mis hermanos llevaron su atención hacia el grupo de vampiros. Eso hizo que sacara el hocico de la nieve otra vez y Nessie volviera a soltar una risilla.
Entonces, me fijé en Bella. Estaba realmente alterada, discutía con Eleazar, Kate y Tanya acaloradamente mientras su marido y Esme intentaban calmarla y sujetarla, ya que ella parecía querer echar a correr hacia alguna parte. También me fijé en Alice. Estaba ausente de todo ese alboroto, tenía los dedos en las sienes, concentrándose en algún tipo de visión.
Qué raro…
Por cierto, ya que lo has mencionado, ¿de qué están hablando, si puede saberse?, quise saber.
¿Eh? Ah, verás, bueno, no te preocupes, ¿vale?
Sólo esa frase ya me preocupaba…
No pasa nada, intervino Edward de repente, que se acercó a Quil como una verdadera exhalación. Vosotros encontrad esa planta y haz todo lo que te indique Renesmee. Nosotros nos encargaremos del resto.
¿De qué resto?, pregunté, ahora un poco malhumorado.
Algo me estaban ocultando, y no me gustaba nada.
El grupo de Tanya ha detectado a otros vampiros de la…, confesó a regañadientes, aunque su voz se quedó atascada y no pudo terminar la frase. No están ahí arriba, están abajo, por eso tenemos que descender. Creemos que quieren tendernos una trampa, puesto que están escondidos. Lo más seguro es que quieran llevarse a Renesmee, por eso Bella está tan nerviosa.
Pero no te preocupes, lo tenemos todo controlado, siguió Quil.
Eso sí, tenemos que darnos prisa. Tú preocúpate sólo de terminar con el… en fin, eso, y sigue las indicaciones de Renesmee, repitió. Emmett y Rosalie están ahí para escoltaros, ellos os protegerán para que podáis bajar sin problemas.
Pero si no están aquí, protesté. Y, además, ¿qué quieres decir con eso de protegernos?, chisté. Si lo dices por Nessie, lo veo bien, cuantos más seamos para protegerla, mejor, pero yo sé protegerme bien, ¿recuerdas?
Un momento, ¿dices que Em y Rose no están ahí?, preguntó, extrañado, haciendo caso omiso del resto de mis protestas.
No, aquí sólo estamos Nessie y yo, le confirmé, mirando hacia los lados y olisqueando el aire. Creía que iban a venir más tarde, ¿es que ya tenían que estar aquí?
La sonrisa de Nessie se desvaneció y me hizo gestos, preocupada, para que le dijera qué estaba pasando. Negué con la cabeza, dándole a entender que no era nada.
Estarán vigilando los alrededores, pero llegarán enseguida, declaró, pasando también de mi segunda frase. En fin, lo dicho. Preocúpate solamente de quitar ese…
Ya, ya, asentí para ahorrarle el mal trago de quedarse sin voz.
Vamos, no hay tiempo que perder, instó a los de allí, poniéndose junto a Bella con rapidez para tomarla de la mano.
Y todos comenzaron a correr por la montaña, mis hermanos incluidos.
Me desconecté y me puse a olisquear entre la nieve de nuevo. Cuanto antes encontráramos esa planta y quitásemos este estúpido hechizo, mejor, porque me moría por besar a mi chica.
Fui escudriñando el terreno olfativamente por partes, como si de un arqueólogo de olores me tratase. No era difícil, la mayoría de la poca vegetación que existía en estas altitudes eran hierbajos de diferente naturaleza, pero que tenían un olor muy parecido a otras plantas que conocía. Hasta que, finalmente, di con un olor desconocido para mi nariz.
Saqué el hocico y me puse a escarbar con las patas delanteras, echando toda la nieve hacia atrás. No me di cuenta, y Nessie tuvo que apartarse, ya que le arrojé un poco sin querer. Se me escapó la risa y ella me regañó con la mirada mientras se limpiaba, aunque su boca sonreía.
Enseguida me concentré en mi búsqueda. Cavé lo más deprisa que pude, con mis pezuñas no era muy difícil sacar tanta nieve, así que en menos que canta un gallo, llegué a mi objetivo.
La planta sobrevivía a esas bajas temperaturas y a esa altitud, y se conservaba perfectamente.
Ladré para avisar a Nessie y ella se acercó corriendo. Me aparté para no tocarla, y dejé que ella desenterrase la planta, sus manos eran más delicadas que las mías. Mientras ella hacía eso, yo aproveché para adoptar mi forma humana. Me vestí y me aproximé a ella.
- Qué, ¿sabía cavar o no sabía cavar? – le recordé, sonriendo.
Noté cómo quería lanzarse a mis brazos para abrazarme, pero no nos quedó más remedio que aguantarnos, aunque sería por poco tiempo. ¡Sí, sí! Ella sonrió y asintió para darme la razón, pero se puso manos a la obra al instante, por supuesto.
Se acercó a la mochila y sacó la caja del corazón, la abrió y me la dio. Partió la planta a la mitad y la estrujó hasta que salió una gota de su savia, la cual cayó sobre ese corazón latiente. Después, tiró la planta al suelo.
- Vaya, con lo que me costó encontrarla – bromeé.
Nessie volvió a sonreírme y siguió con ese extraño ritual. No entendía nada, pero ella sabía lo que hacía, así que le seguí la corriente.
Alzó su mano y me instó a mí a hacer lo mismo, así que la levanté, sujetando la caja con la otra. Entonces, se mordió un dedo, produciéndose un corte, y dejó caer la sangre sobre el corazón. Supe qué tenía que hacer en cuanto me miró.
- ¿Yo también?
Sus ojos pestañearon una sola vez, ya con algo de prisa y ansia. Ya me estaban reclamando para besarme.
- Pero yo no tengo esa dentadura tan…
No me dejó terminar la frase, acercó su boca a mi dedo con rapidez y, soportando el calambrazo…
- Ay – me hizo una muesca con sus dientes, retirándose hacia atrás velozmente.
Lo malo es que mi herida se cerraba casi instantáneamente, así que, cuando quise darme cuenta y coloqué el dedo por encima del corazón, la sangre ya no brotaba.
Nessie no esperó a que dijese nada, volvió a morderme con rapidez, pero esta vez fui yo quien retiró la mano de su boca, no quería que soportase ningún dolor más, y sacudí el dedo sobre el corazón para que la sangre cayese en él.
Sólo una gota pudo salir antes de que la herida se cerrase, y ésta cayó sobre ese ya sangriento órgano a una velocidad que a mí me pareció extremadamente lenta.
Y entonces, mis ojos casi se me salen de las órbitas cuando vi cómo mi gota buscaba su sangre para mezclarse. En cuanto esto sucedió, una luz brillante y cegadora emanó del corazón y acto seguido éste ardió en llamas, aunque la combustión solamente duró un instante. El corazón quedó reducido a un simple polvillo marrón.
Pero esto no fue todo. Si mis párpados ya no podían estar más arriba, lo siguiente casi hace que mis ojos salieran volando. Tres luces refulgentes salieron de Nessie. Aparecieron en sus manos y en su boca y salieron disparadas hacia fuera como si fuesen estrellas fugaces, perdiéndose en el viento hasta que desaparecieron.
Ya sabía lo que era, eran los dos hechizos en forma de telaraña. Y, ¡sí, aleluya!, por fin se habían roto.
- Jake… - murmuró, sonriéndome con felicidad.
Sí, ahora iba a besarla como nunca antes.
Nos abalanzamos para abrazarnos, pero, de pronto, una fuerza extraña tiró de ella y salió despedida de espaldas.
- ¡NOOOOO! – grité.
- ¡JAKE! – chilló, extendiendo los brazos hacia mí mientras era arrastrada por la nada.
- ¡NESSIE! – voceé, echando a correr hacia ella.
Un encapuchado con una casaca negra la estaba llevando hacia él con algún tipo de don que le debía de permitir atraer cuerpos y objetos con las manos. ¿De dónde había salido?
No me hizo falta ni buscarlo, el fuego de mi interior apareció súbitamente y lo llevé por toda mi columna vertebral. Éste comenzó a recorrer toda mi espalda con furia y me lancé hacia delante para transformarme en plena carrera.
Sin embargo, mi forma lobuna no entró en fase y me caí en la nieve casi de bruces, con mis manos humanas hundiéndose en esa fría y nívea superficie.
¡¿Qué mierda era esto?! ¡¿Otro maldito hechizo?! ¡Ya estaba harto! ¡HARTO! ¡NADIE ME SEPARARÍA MÁS DE ELLA!
Me levanté instantáneamente para ir a por Nessie, aunque ese encapuchado consiguió atraparla, aprisionándola por detrás con sus sucios y asquerosos brazos.
- ¡NO LA TOQUES! – grité, rugiéndole con cólera a la vez que seguía corriendo a todo lo que daban mis piernas.
- ¡JAKE! – chilló ella, intentando zafarse -. ¡No puedo transformarme, y la pulsera no funciona!
Ya no le dio tiempo a decir más, el encapuchado salió disparado, llevándosela con él y comenzó una carrera vertiginosa para descender la montaña.
- ¡NESSIE! – rugí.
Mis dos piernas humanas no corrían lo mismo que mis cuatro patas, pero me daba exactamente igual. Le seguiría al fin del mundo, donde fuera, y tarde o temprano daría con ese asqueroso encapuchado.
Tres presencias se colocaron a mi lado, saliendo también de la nada.
Iba a lanzarme contra ellas, ya me daba igual contra quién tuviera que luchar, ella era lo primero y más importante para mí, e iba a salvarla como fuese, pero cuando giré el rostro, vi que eran Emmett, Rosalie y otro chupasangres que no conocía.
- ¡Súbete! – me dijo Emmett, señalándose la espalda.
¿Qué? ¿Estaba loco o qué?
- No pienso subirme a tu espalda – protesté.
Era humillante.
- ¿Prefieres que te lleve en brazos, cariño? – bromeó.
- ¡¿Cómo podéis perder el tiempo con bromitas en un momento como este?! – nos regañó la Barbie.
Mierda, odiaba reconocerlo, pero la rubia tenía razón, aunque yo no estaba de broma. Nessie era lo más importante, y si llegábamos antes conmigo en la espalda de Emmett…
- ¡Arg, está bien! – acepté a regañadientes, ya pegando un salto para encaramarme a su espalda.
Me enganché como pude y él me sujetó con los brazos.
- Así me gusta, lobo – se mofó.
- No te emociones demasiado – le advertí con un poco de retintín ácido -. Y sobretodo, no te acostumbres.
- Vaya por Dios, qué pena – siguió, imitando la voz de una mujer, que, por cierto, no le salía nada mal.
La rubia puso los ojos en blanco y los tres pegaron un acelerón supersónico en el que no me caí hacia atrás de puro milagro.
- ¡¿Dónde diablos estabais?! – protesté enérgicamente.
- Quitándoos a unos pelmazos de encima – respondió Em -. Pero ese vampiro de capucha se nos escapó. No pudimos llegar a tiempo, ni siquiera para avisarte. Al parecer, estaban al tanto de todo y nos han tendido una trampa a todos. Tampoco hemos podido avisar a Edward, aquí no hay cobertura.
- Ya, ya lo sé. Malditas nuevas tecnologías – resoplé -. ¿Y quién es este? – quise saber, sin quitarle ojo al frente.
Mierda. Ya le habíamos perdido de vista.
- Es Ezequiel – me aclaró Rosalie -. Es mago, y nos está ayudando.
Le eché un vistazo de reojo.
- ¿Ah, sí? Pues si es mago, que me quite este maldito hechizo que hace que no me pueda transformar.
- Me temo que no puedo hacer eso – me contestó, muy cortés para lo borde que yo había sido con él, la verdad.
Pero es que estaba de los nervios, y estaba de hechizos, de magia y de todas estas cosas raras hasta los mismísimos… bueno, hasta las narices.
- ¿Y eso por qué? ¿No dices que eres mago?
- Solamente tú tienes el poder de terminar con todo esto – me aclaró -. Todos los hechizos han sido eliminados al destruir el corazón, pero, esa misma acción, ha hecho que se desatase en ti un hechizo encadenado que se encarga de dejarte sin poder, aunque sólo es temporal. Razvan lo tiene todo pensado para poder casarse con Renesmee y así invertir la profecía.
- Espera, espera, espera – intervine, mirando en todo momento a mi horizonte para buscar a Nessie. Había dado demasiada información en muy poco tiempo, pero algo resaltó en su frase entre todo aquel barullo de palabras que mi agitado cerebro ya estaba intentando procesar -. ¿Has dicho Razvan? ¿Y se quiere casar con Nessie?
Mi furia cada vez crecía más.
- Razvan también es mago, y es el culpable de todo esto – me desveló Emmett -. Él fue quien secuestró a Nessie y la tuvo encerrada durante casi un año. Bueno, él y dos magos más: Nikoláy y Ruslán.
- ¿Que la tuvo encerrada… durante un año? – me quedé atónito.
- Sí, en su castillo de Bulgaria – siguió -. Nosotros estuvimos hechizados todo ese tiempo y no nos dimos cuenta – sus dientes rechinaron -. Hasta que Alice descubrió toda la verdad. Fue entonces cuando fuimos a buscarla y la rescatamos.
Volví a sentir el fuego en mi columna, pero esta vez, fue rápido y fulminante, como una explosión. No podía creerme lo que le habían hecho a mi ángel, todo lo que pensaba que ella había sufrido se quedaba corto. ¿Encima de haberla hechizado, la habían tenido encarcelada en un castillo? ¡¿Cómo se habían atrevido?!
Ya no pude pararlo, mi cólera era demasiado contundente e irrefrenable. La habían encerrado una vez y ahora se la estaban llevando de nuevo. Ese Razvan quería casarse con ella, el muy osado, y yo no lo iba a permitir, JAMÁS. ¡JAMÁS!
Sentí una energía tremenda, una energía que emanaba de mí desde lo más profundo de mis entrañas, desde lo más hondo de mi ser. Me recorrió entero, de la cabeza a los pies, y supe con total certeza de qué se trataba. Era mi poder espiritual, que se presenciaba ante mí con total claridad y explotó en mi cabeza, apoderándose de mí completamente.
- Ha empezado – habló el mago -. Su poder espiritual está empezando a emerger del todo, puedo sentirlo.
Pues sí, ahora lo sabía.
Ya no me asustaba por nada, esto ya lo había experimentado una vez, sólo que en aquella ocasión, yo estaba en mi forma lobuna, y ahora seguía siendo humano.
Comencé a ver las almas que me rodeaban, tres doradas capas que refulgían en sus correspondientes cuerpos. Pero había más. Podía escuchar a mi manada perfectamente, aunque yo estaba desconectado y ellos no me oían a mí.
También noté lo que apresaba mi cuerpo, y lo vi. Era otra telaraña negruzca, me envolvía y me apretaba, estrangulando a mi espíritu de Gran Lobo para que no pudiera salir del todo. Intenté quitármela, llevando mi círculo de luz brillante hacia el exterior, sin embargo, la telaraña era muy elástica, se hinchaba hacia fuera como si fuera de goma, adoptando la forma redondeada de mi luz y no dejaba que ésta se extendiera más allá.
¡Mierda, mierda!
Lo intenté varias veces más, pero era imposible.
- No te preocupes – me dijo ese tal Ezequiel de repente -. Ese hechizo solamente durará unas cuantas horas, aunque puede retener tu poder, no tiene la suficiente fuerza como para aguantar mucho más. Tu poder espiritual acabará rompiéndolo. Razvan lo sabe, es por eso que tiene tanta prisa para casarse con Renesmee.
- ¡Pues hay que darse prisa! – mascullé, apretando los hombros de Emmett.
- Tienen una avioneta preparada ahí abajo, Rose, Ezequiel y yo la hemos visto – reveló Emmett.
- ¡¿Una avioneta?!
- Quieren irse a Bulgaria – me anunció.
- ¡¿Qué?! – exclamé, furioso -. ¡Ni hablar!
¡Quil, ¿dónde demonios estáis?!, quise saber.
¡Estamos subiendo! ¡Nos habían tendido una trampa!, a buenas horas… ¡Escucha…!
¡Ya, ya lo sabemos todo!, le corté. ¡Escucha tú! ¡Se han llevado a Nessie y estamos bajando, así que buscad a un encapuchado que va de negro, él es quien la tiene!
Pero, entonces, mis cuatro lobos aparecieron a lo lejos, acompañados por los Cullen y los de Denali, más dos individuos más que por la silueta me parecían Louis y Monique.
¡Hey, tío, te veo!, exclamó. Pero, un momento, ¿estás en tu forma humana?
¿Cómo es eso?, preguntó Embry, extrañadísimo.
¿Qué dices?, dudó Cheran.
¡Ahora no tengo tiempo de explicar nada!
Todos llegamos los unos a los otros con rapidez, aunque nosotros seguimos nuestro camino hacia abajo y ellos pasaron a acompañarnos.
- ¡¿Dónde está Renesmee?! – quiso saber Bella.
- El encapuchado se la ha llevado – le comuniqué, rechinando los dientes.
- ¡No ha pasado por aquí, si no, nos hubiéramos topado con él! – se percató Jasper.
- ¡No están muy lejos! – intervino Alice -. ¡Todavía no me duele mucho la cabeza!
Pero algo ya le dolía, eso era mala señal, aunque no lo dije en voz alta, para no preocupar más a Bella.
- ¡Están de camino hacia la avioneta! – reveló Rose.
- ¡¿Qué avioneta?! – saltó Bella -. ¡Edward! – exigió saber.
El vampiro miró con ojos dudosos a su esposa, aunque finalmente suspiró y accedió a contárselo.
- Se la llevan a Bulgaria – le desveló -. Lo tienen todo preparado allí para la ceremonia, en una vieja iglesia. Es lo único que he podido ver en la mente del encapuchado, antes de que desapareciera.
- ¡¿Desapareciera?! – repetí, neurótico perdido.
- Hace un momento, mientras estábamos subiendo, podía oírle, aunque lejanamente – explicó, observando a Bella con prudencia a la vez que apretaba su mano para tranquilizarla -. Pero ahora ya no le oigo. Por eso nos despistamos y llegamos hasta aquí.
De repente, se escucharon unos motores.
- ¡Es la avioneta! – rugí -. ¡La han puesto en marcha!
- ¡Vamos! ¡El sonido viene de allí! – exclamó Carlisle.
Volamos a toda velocidad hacia la fuente de ese ruido, pero no nos dio tiempo a llegar.
- ¡NESSIE! – grité con furia y rabia.
Salté de la espalda de Emmett para abalanzarme hacia allí con cólera.
- ¡Jake! – chilló Bella.
Sin embargo, la avioneta pasó sobre nuestras cabezas, rumbo hacia cualquier parte.
- ¡NOOOOOOO! – rugí sin dejar de correr, tapando el mismo grito de Bells.
- ¡Al aeropuerto! – voceó Edward, ya iniciando la carrera hacia allí -. ¡Esa avioneta no puede llegar a Bulgaria! ¡Tienen que coger otro avión, vamos!
- ¡Venga, Jake, sube! – dijo Emmett, colocándose delante de mí para que lo hiciera.
Me encaramé a su espalda de un salto y todo el grupo comenzó a volar hacia la base de la montaña para dirigirse al aeropuerto.
Sí, ese Razvan me las iba a pagar… Mi fuego interior todavía no se había apagado, aún le quedaba algo por explotar, lo sabía, lo sentía, y lo reservaría para cargármelos a todos.
Mi Nessie, mi ángel, ya voy, iré al fin del mundo a buscarte.
Esta historia cuenta con los derechos correspondientes. Team Nessie & Jacob tienen la autorización de la autora para publicar la novela.
¡NO COPIES EL CONTENIDO!
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