Concurso de Fanfics

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El correo tendrá que contener: NOMBRE DEL AUTOR, TITULO DE LA HISTORIA, IMAGEN DE LA HISTORIA, TIPO Y CATEGORIA DEL FIC Y EL FIC.

CONCURSO:
TIPOS DE FICS:
  • Songfic
  • Real person
  • One shot
  • Fics completados
  • Fics sin completar
CLASIFICACIONES:
  • M - Mature (Adultos)
  • T - Teens (Adolecentes)
  • K - Kids (Todas las edades)
JURADO:
  • MIAW
  • MARIA
  • TAMARA
PREMIOS:
Recomendación: Mejor Escritor
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Blend al mejor escritor de fics
Banner al mejor escritor
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(los premios se darán al primer lugar de cada tipo de fics)
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miércoles, 4 de mayo de 2011

FRÍO [DESPERTAR]

= LIBRO UNO =

RENESMEE






Mi rostro se volvió a girar hacia la ventana.
Me levanté de sopetón cuando vi que Jacob se dirigía a la casa mientras se iba poniendo la camiseta por el camino.
Paseé, histérica, por la habitación. ¿Qué iba a hacer? ¿Cómo iba a reaccionar? ¿Qué había pasado? Ni siquiera sabía a ciencia cierta lo que había pasado. Estaba muy confusa y aturdida.
Alguien picó a la puerta y pegué un bote del sobresalto. Esme asomó la cabeza por la abertura.
- Hola, cielo. He oído un ruido – sus ojos bajaron hasta el suelo -. ¿Qué ha pasado? – preguntó al ver los folios tirados y la bola de agua rota.
- Na-nada – tartamudeé, llevándome la mano al pelo, nerviosa. Jacob iba a subir y yo no sabía cómo iba a responder -. Se me cayó la bola al suelo y se rompió.
- Bueno, no tiene importancia, sólo era un souvenir. No te preocupes, te lo recogeré en un momento.
¡No! Podía escuchar a Jacob entrando por la puerta. Esme tenía que salir de allí ya.
- Déjalo, abuela – le dije, empujándola lo más suave que pude hacia la salida -. Ya lo hago yo luego.
- Bueno, de acuerdo – contestó, algo extrañada.
Cerré la puerta y resoplé. Abrí para asegurarme de que se había ido, así era. Escuché su voz en el salón, estaba hablando con Jacob.
Salí de mi cuarto y me encerré en el baño. Abrí el grifo y me lavé la cara. Necesitaba un poco de frescor en mi rostro para aclararme las ideas. ¿Qué había pasado? ¿Podía ser que Jacob también siguiera…? Mi estómago sufrió un pinchazo de nuevo, mi mente no quería ni pronunciar la palabra.
- Nessie – oí que me llamaba desde el pasillo. Parecía muy contento, demasiado -. ¿Dónde estás?
- E-estoy en el baño – tartamudeé otra vez.
Ni siquiera sé cómo pudo salirme la voz, del nudo que tenía en la tráquea.
- Ah, te espero en tu habita… ¿Qué ha pasado aquí?
- ¡No! – exclamé, nerviosa, con las manos entre mi pelo una vez más -. Espérame en el salón, ya bajo yo ahora.
- Bueno, vale. Pero no tardes mucho. Esme se ha ido al despacho de Carlisle y no me apetece estar con esa garrapata a solas.
- Sí, no te preocupes.
Escuché sus pasos por el pasillo y por las escaleras.
Me miré en el espejo sin fijarme en nada en particular y me volví a lavar la cara. Estaba tan desconcertada, tan confusa, con tantos sentimientos embarullados, que no sabía qué hacer. Me sequé el rostro, respiré hondo y salí del baño para bajar al salón.
Nahuel estaba en el sofá, seguía leyendo el periódico, mientras que Jake me esperaba en la puerta de la entrada.
- ¿Ya estás? – me preguntó con sus ojos centelleantes.
La verdad es que él parecía muy tranquilo, aunque muy emocionado. ¿Sería por mí o… por mi madre?
- Sí – murmuré, confundida.
Jake me dio un efusivo abrazo, me cogió de la mano con una expresión triunfante y, sin dirigirle ni una palabra a Nahuel, salimos de la casa.
Me condujo a donde tenía el Golf estacionado y nos subimos.
- ¿Te apetece que vayamos a La Push? – me preguntó, poniendo el coche en marcha.
- Sí, vale – acepté, aún hecha un lío.
- Genial, así me ayudarás en el garaje – dijo, sonriéndome -. Tengo una defensa nueva y se la quiero poner hoy al coche. Es lo único que me queda para que mi Golf quede perfecto otra vez.
Su maravillosa sonrisa también parecía sincera.
Encendí el estéreo y puse algo de música mientras le miraba de reojo. Parecía tan contento…, como si antes no hubiera pasado nada malo. Estaba desconcertada y confusa. ¿Podía ser que me hubiera equivocado? Sin embargo, lo que había visto, lo había visto. Jake se había quitado la camiseta y la mano de mi madre… Cerré los ojos y miré por la ventanilla. Lo mejor era que hablara con él, seguro que había una explicación para todo.
El vehículo se movía con velocidad por el sendero, tanto, que llegamos enseguida a la carretera asfaltada. Jacob se conocía bien el trayecto. El parabrisas empezó a llenarse de gotitas que pronto se convirtieron en una avalancha de agua.
- ¡Uf! ¡Cómo se ha puesto a llover! – exclamó, activando los limpiaparabrisas.
- ¿Qué… qué tal el día? ¿Ha pasado algo… fuera de lo común? – interrogué para ver cómo reaccionaba.
- ¿Algo fuera de lo común? – Jake se rió -. Sí, bueno. Que esta mañana Rachel y Paul se han ido de luna de miel y por fín me quitaré a esa bestia de encima, aunque solamente sea una semana. ¡Menudo descanso! – exclamó, riéndose.
- ¿Y nada más? – azucé.
- ¿Te parece poco? – se rió de nuevo -. Esto debería celebrarlo. ¡Una semana sin Paul a la vista! – se carcajeó con satisfacción.
- ¿No te has encontrado con nadie? – le pregunté con segundas para ver si lo pillaba.
No lo pilló.
- Bueno, hoy no han venido vampiros. Ha sido una mañana bastante aburrida, la verdad – resopló, casi decepcionado. De pronto, su rostro se iluminó -. Pero tenías que haber visto lo de hace dos días. ¡Buf! Vinieron una docena de vampiros. Sam y yo estábamos en el bosque con nuestras manadas y tuvimos que llamarlos a todos para emplearnos a fondo. No por nada, sino porque no queríamos correr riesgos, ya sabes – se encogió de hombros y siguió con su relato.
Ya no pude hablar, su historia me enganchó tanto, que cuando me di cuenta, llegamos a su casa y estábamos aparcando el coche en el garaje.
- Bueno, ¿me ayudas a colocarle la defensa nueva al coche? – me preguntó, cerrando la puerta del vehículo.
- Sí, claro.
Salí del Golf y me puse detrás de él mientras recogía la pieza del suelo.
¿Qué debía hacer? Estaba tan nerviosa. Ni siquiera sabía por dónde empezar a preguntarle.
- Toma, sujétame esto un momento – me dijo, pasándome una caja de herramientas.
Se la cogí y esperé. Levantó la defensa y nos dirigimos a la parte trasera del coche. Me quité la chaqueta y empezamos a trabajar.
Esto no lo había hecho nunca, no obstante, se nos daba muy bien hacer las cosas juntos, siempre nos compenetrábamos a la perfección. Parecíamos un equipo mecánico de Fórmula 1 en los boxes, todo lo hacíamos con rapidez y solvencia. Con sólo mirarle, ya sabía lo que quería y cómo lo quería. Por eso le encantaba trabajar conmigo, además de que nos lo pasábamos muy bien.
Sin embargo, en esta ocasión mi diversión se vio muy empañada. Mi cabeza no hacía más que darme vueltas, no sé ni cómo pude ayudarle. En poco tiempo, teníamos la defensa colocada.
- ¡Ha quedado genial! – exclamó, elevándome los pies del suelo con un abrazo de oso -. ¡Somos unas máquinas!
- Sí – contesté, riéndome por su contagioso entusiasmo.
Me dejó en el suelo y me arrimó a él. Mi corazón empezó a latir como loco cuando acercó su rostro al mío y me clavó sus intensos ojazos negros. La pulsera empezó a hacer de las suyas.
- Hacemos un buen equipo, ¿no crees? – murmuró.
- Sí – admití con un murmullo.
- ¿Has pensado en lo que pasó anoche? – me susurró en los labios -. Porque yo no he podido dormir, me moría por volver a verte…
Sus labios comenzaron a buscar los míos. Y yo me moría por besarle de nuevo, por rematar ese beso, pero lo que tenía en mi cabeza reclamaba urgencia.
- Sí, he pensado mucho - aparté la cara ligeramente y me separé de él sin brusquedad -. Y quiero hablar contigo de una cosa.
- ¿Qué pasa? – inquirió, algo confuso por mi comportamiento.
No sabía por dónde empezar, así que lo mejor era ir al principio, al origen de mis conclusiones. Así, todo saldría rodado por mi boca.
- Creo que mi madre está celosa – le solté de sopetón.
- ¿Es que te preocupa eso? – preguntó, aún confundido -. No tienes por qué, acabará aceptándolo. Estoy acostumbrado, ha tenido celos de mí desde que naciste.
No me había entendido.
- No. Está celosa de mí – le aclaré.
- ¿Celosa… de ti? – su expresión cambió de la confusión a la incredulidad -. Venga ya – se rió, sentándose en el banco formado por cajas de refrescos.
Su risa me ofendió un poco, yo no le veía la gracia.
- Es verdad, he visto cómo nos mira cuando estamos juntos – tragué saliva y seguí hablando -. Creo que todavía siente… algo por ti – mi voz se fue quebrando a medida que pronunciaba esas palabras –. Sé que…estabais… enamorados.
Jake se quedó paralizado durante un momento, su semblante sonriente fue cambiando progresivamente hasta quedarse con una expresión seria. Después, se levantó lentamente, clavándome la mirada para estudiarme el rostro.
- ¿Quién te ha contado eso? – preguntó en tono monocorde.
Así que era cierto. Un balazo helado atravesó mi corazón y éste se rompió en mil pedazos, igual que le había pasado a mi bola de agua al estrellarse contra el suelo.
- Ella… estaba… enamorada de ti… - casi me lo afirmaba a mí misma.
- Eso fue hace mucho tiempo – me contestó con cautela.
- Y tú… también… lo estabas… de ella – ni siquiera quería pronunciar la palabra enamorado.
Mis dolidos ojos bajaron al suelo, buscando respuestas desesperadamente otra vez, y las piernas me empezaron a temblar levemente. Un pinchazo agudo me atacó al estómago. Me quedé tan pálida, que Jacob se dio cuenta.
- Eso ya no importa. Ahora… – intentó cogerme la mano, pero la aparté con brusquedad.
- Os… queríais – le corté. La imagen de detrás de los árboles empezaba a aparecer nítida y clara ante mis ojos. Apreté los dientes y mi voz empezó a adquirir una nota de rabia -. Los dos estabais… Y ahora… seguís…
- Estaba más enamorada de tu padre. Lo escogió a él – me habló nervioso, como intentando convencerme de algo –. Tenía que ser así, ¿entiendes?
- No – negué con la cabeza -, no lo entiendo – apreté los dientes de nuevo.
- Nessie, si no me hubiera enamorado de tu madre, no me habría imprimado de ti.
Intentó que sus palabras sonaran dulces, pero se clavaron en mi pecho una por una, como si cada una de ellas me hubiera dado una profunda puñalada en el corazón, produciéndome una enorme herida.
El dolor era tan intenso, que me dejó sin respiración y no podía ni hablar. No quería ni mirarle, me hacía daño. Me di la vuelta y salí disparada del garaje hacia el bosque, sin rumbo ni dirección. Lo hice tan deprisa, que las playeras se quedaron por el camino.
La lluvia caía con una fuerza brutal, me golpeaba, casi pinchaba, y el viento de la carrera azotaba mi pelo, pegándolo a mi rostro, pero yo sólo quería correr. Quería correr para borrar esa imagen que ya había empezado a formarse en mi mente y que no se íba.
La herida era tan grande, que hubiera salido la sangre a borbotones, pero, en vez de eso, entraba frío por ella. Un frío que congelaba mi corazón y empezaba a extenderse por los demás órganos.
Oí sus pasos corriendo detrás de mí y aceleré. Él también lo hizo.
- ¡Nessie! ¡Nessie, espera! ¡No lo has entendido! ¡Ya no siento nada por ella! ¡Escúchame, por favor! ¡Deja que te lo explique! – gritó.
Ya era demasiado tarde. Mi mente había corrido una tupida cortina frente a mis ojos y ya no veía otra cosa. Lo único que veía era a mi madre y a Jacob juntos, abrazándose, besándose. El frío se apoderó de un ramalazo de todo mi cuerpo, desde mi tronco hasta mi cabeza y mis miembros, como un latigazo, tan helado, que parecía que quemaba y, aunque corría aún más rápido, la imagen no se iba. Podía sentir cómo mi parte de vampiro reclamaba su parte. Se hacía cada vez más fuerte. Mi sangre se volvía gélida a cada instante, con cada latido de mi roto corazón.
- ¡Nessie!
La ira sustituyó al dolor. Así podía soportarlo mejor. Sentía odio. Odio por mi madre. No quería ni llamarla así. Porque tenía lo que yo más quería en el mundo. Sí, ahora lo sabía con certeza. Ya no había dudas. Yo amaba a Jacob, estaba locamente enamorada de él, lo había estado desde que era una niña y lo estaría mi vida entera. Todas las neuronas de mi cerebro lo sabían.
Pero el darme cuenta de eso sólo consiguió que el dolor resurgiera de nuevo, porque Jacob no podía ser mío. Nunca lo sería, porque él seguía enamorado de ella. Ella lo tenía. Volvió la intensa ira y un rugido retumbó en mi garganta al pensar esta última palabra, salió desde mi estómago hasta mi boca, raspándome la faringe y la lengua a su paso.
Jacob me había mentido todo el tiempo. No me quería a mí. Se había imprimado porque yo le recordaba a ella. Cuando me miraba a mí, la miraba a ella.
Noté que la pulsera me llamaba. Otra vez. Vibraba como nunca lo había hecho y ahora quemaba, ardía. Ardía como si fuera de fuego y apretaba mi muñeca como si quisiera sujetarme.
Intenté quitármela. El nudo parecía normal, sin embargo, fui incapaz de deshacerlo. Cuando tiraba de un extremo para aflojarlo, el otro se apretaba solo, además, me quemaba los dedos. Lo dejé por imposible. Ya la cortaría o la arrancaría después.
- ¡Nessie, espera!
Empecé a divisar la playa y me dirigí hacia allí. No sabía a dónde iba, pero tenía que huir. Huiría lejos, muy lejos. Nadie sabría de mí jamás, no volverían a verme.
Ahora la lluvia la sentía caliente al contacto con mi helado cuerpo. Estaba tan gélido, que el frío ya formaba parte de mí. Incluso la arena mojada, que ya empezaba a pisar, me parecía un suelo lleno de brasas. Oí a Jacob a unos pasos detrás de mí, me estaba alcanzando.
- ¡Nessie, te quiero! ¡Te quiero a ti, sólo a ti, siempre has sido tú! ¡Estoy enamorado de ti!
Las palabras fueron de un impacto tal, que fui reduciendo la velocidad hasta pararme por completo en mitad de la húmeda y blanda playa. Él también se quedó quieto a mis espaldas. Parecían sinceras, ya que habían sonado cálidas cuando se metieron en mi oído, pero no me deje engañar. Sabía que no me las estaba diciendo a mí. Sólo estaba fingiendo.
Me volví hacia él con rapidez y le siseé con rabia.
- ¡Mentiroso! – gruñí entre dientes.
- ¡Es verdad y lo sabes! ¡Si no, ¿por qué te has detenido?! – gritó, enfadado.
¿Es que no iba a parar de mentirme? ¿Por qué no me dejaba en paz, sola con mi dolor? La ira tomó mi mente y quería hablar por mí. Mi cuerpo se negaba a soltar aquellas palabras, ni pensarlas podía, pero me obligué a decirlas aunque me arrancaran las cuerdas vocales a su paso y no pudiera volver a hablar en la vida. Sin saber cómo, las escupí con los dientes apretados.
- Te odio, Jacob Black. ¡Te odio!
Su rostro se llenó de furia y empezó a caminar hacia mí.
Cuando dio la segunda zancada, empecé a girarme. Me iría corriendo para siempre y no le volvería a ver jamás.
Antes de que me diera tiempo a levantar el pie, me agarró de la muñeca y tiró hacia él, obligando a mi cuerpo a estamparse contra el suyo. Me sujetó la cintura con una mano y la espalda con la otra, encarcelándome con sus enormes brazos para que no pudiera retroceder, y pegó sus labios a los míos sin que me diera tiempo a reaccionar.
Sus labios eran tan ardientes, que me abrasaban, pero los míos no hicieron amago de apartarse de ellos. En vez de eso, mis brazos se lanzaron para rodear su cuello con una violencia inusitada y mis dedos se agarraron con avidez a su pelo mojado para acercarle más a mí. Nuestros labios se movían juntos con ferocidad e intensidad mientras jadeábamos con la misma fuerza. Los suyos actuaban con furia, los míos con ira. Ira, porque no me besaba a mí, quería besarla a ella, de ahí su enfado.
Volví a ver la imagen de la cortina. Algo instintivo estalló celoso dentro de mí de repente. Un pensamiento, una certeza. La certeza de que él tenía que ser mío. No. Él era mío. ¡Mío, mío, mío!, se repetía de manera enfermiza una y otra vez en mi cabeza. Estaba imprimado de mí, así que no lo dejaría para nadie. Podía tenerle, si quisiera. Podía pertenecerme. Pero no así. Él tenía que amarme a mí. Tenía que corresponderme el beso a mí. Le obligaría, si hacía falta. Seguí besándole con ira para llevar a cabo mi propósito.
Se produjo un cambio en mi cuerpo cuando algo caliente empezó a correr por mis venas. Me estremecí cuando lo sentí y, de pronto, helada como era mi piel en ese instante, tuve la sensación de que en realidad tenía muchísimo frío. Sin embargo, ese calor no quemaba, me aliviaba. Sus labios ya no se movían con furia, pero yo seguía viendo la imagen de la cortina delante de mis ojos y solamente ese calor la hacía vacilar. Anhelaba ese calor, lo quería, lo necesitaba, lo deseaba.
Metí mi fría lengua en su boca, buscando con ansia algo más ardiente, y él no se opuso, sino que hizo lo mismo con la suya. Su lengua calentó la cavidad de mi boca y su aliento abrasador se introdujo por mi laringe, llegando hasta mi estómago. Un gemido sordo salió de mi garganta al notar el placentero calor. La cortina comenzaba a desvanecerse un poco.
Empecé a notar la calidez de su cuerpo adosado al mío. Bajé las manos hasta su cintura y las metí por debajo de su camiseta empapada, las arrastré para tocar la piel de su espalda. Todo él estaba mojado, pero estaba muy caliente. Me pegué más a Jacob, apresándole con mis manos, con tanto ímpetu, que le clavé las uñas sin darme cuenta. Aún así, no se movió ni un centímetro. Metió sus manos bajo mi blusa y me estremecí cuando las deslizó con suavidad, acariciando mi cintura y subiendo por mi espalda hasta que me apretó con fuerza contra él. Ya no había ni un milímetro entre nosotros, no podíamos estar más juntos.
El calor fue extendiéndose poco a poco, ganando la batalla al frío. Lo noté mezclándose con mi sangre, descongelándola, corriendo por mis venas, hasta que llegó al corazón, que era lo único que seguía helado. Mi corazón empezó a calentarse lentamente mientras nos seguíamos besando. Los labios de Jacob eran tan suaves como la noche anterior y se movían sin furia ninguna. No había rastro de ella. Ahora era otra cosa, algo muy cálido y extremadamente placentero.
La cortina empezó a ondularse, como queriendo abrirse. El calor llevaba algo consigo, un mensaje. Llevaba un sentimiento. Un sentimiento que era lo único que podía curar a mi herido corazón. Eran los sentimientos de Jacob, lo que sentía por mí. El calor se clavó en mi corazón, obligándole a sentir ese mensaje. La fina capa de hielo que quedaba se quebró y estalló en miles de cristales gracias al entendimiento. El sentimiento era amor. Amor verdadero. Jacob me amaba. Estaba imprimado, pero, además, estaba enamorado de . De ti, repitió y recalcó el calor. En ese mismo instante, me di cuenta de que Jacob no era el que me correspondía el beso. Era yo la que le correspondía el suyo, porque había sido él el que lo había empezado.
Retiré mis manos de su espalda y las subí a su cuello para abrazarle y acariciarle con deseo. Ahora nos besábamos con amor y pasión. Esa energía mágica y hechizante que nos envolvía era intensísima. Nuestros labios se movían muy juntos, acompasados, entrelazados, sin errores ni dudas. Parecía que mi boca estuviera hecha para la suya, y viceversa. Mi cuerpo estaba invadido por las mariposas, que volaban histéricas, y ahora mi corazón latía con tanto furor, que mi pecho palpitaba con cada acelerado latido.
La pulsera ya no me quemaba, dejó de vibrar y se aflojó.
La cortina de mis ojos se desvaneció y pude ver con suma claridad, con una vista cristalina, la visión que mostraba al otro lado. Las imágenes se abrieron ante mí, retrocediendo en el tiempo, como rebobinando hacia atrás a cámara rápida. Hasta que se pararon en una escena.
Era yo. Me vi a mí en el vientre de mi madre. Ella me daba cariño y calor acariciando su barriga, pero, aún con todo, yo sentía frío. Me vi oyendo una voz cálida y ronca y cómo me hacía sentir. Mi corazón se aceleraba y se ponía como loco. Ya no tenía frío cuando esa voz estaba cerca. La amaba, lo sabía. Tenía que ser mía. No, ya lo era. Era para mí. Vi cómo los sentimientos que mi madre tenía hacia esa voz pasaban a mí a través del conducto umbilical para albergarse en mi pecho y unirse a los míos. Ella parecía no quererlos, había escogido otros, y yo sí los quería, así que, en cierto modo, se los arrebaté, los hice míos también. Yo amaba a esa voz y era mía. Guardé el resto de sentimientos que aún era incapaz de comprender bajo llave en mi pequeño corazón.
Al ver esta imagen, desapareció todo odio hacia ella, porque, sin darse cuenta, me había regalado lo mejor que existía en el universo. Sólo sentía amor hacia mi madre, pero también pena. Pena, porque entendía que tuviera celos al ver lo que podía haber sido suyo y no cogió. Paradojas de la vida, Jacob se había convertido en su amor imposible al amar más a mi padre. Aunque escogió a este último y ahora fuera la mujer más feliz del mundo, su amor imposible me lo había quedado yo.
Seguí mirando la visión. Esta vez, me vi fuera del vientre. Mi padre me sujetaba para llevarme a los brazos de mi madre. Por el camino, sentí el calor y vi al chico de la voz de espaldas. Intenté cogerle el brazo para tocarle, pero no pude porque se apartó, tan sólo pude inhalar su maravilloso olor.
La visión volvió a cambiar de escena. Vi que estaba en brazos de Rosalie y que me elevaba por el aire. Me divertía, pero no era lo que buscaba, no era lo que quería.  Levanté la vista nada más detectar su efluvio, lo reconocí al instante, y, por fin, le vi el rostro. Estaba agachado en las escaleras, preparado para saltar. Clavé la mirada en él, en sus ojos. Esos ojos antes desconocidos que había anhelado ver desde el primer día en que escuché su voz y noté su calor. Sus grandes ojos negros me parecieron preciosos, brillantes, penetrantes y dulces al mismo tiempo. Él también se quedó mirándome y ya no pude apartar la vista.
Quería que fuera mío, le amaba, lo sabía. Lo pensé con todas mis fuerzas.
De repente, vi con los ojos de Jacob. Vi cómo todas las cuerdas que lo ataban a este mundo - el amor por mi madre, el amor por Billy, el odio hacia sus enemigos, la manada, él mismo - se cortaban y se elevaban por el aire como si fueran amarrados a muchos globos, y quedaban flotando en el espacio. Vi cómo un montón de fuerzas, como un millón de cables de acero, lo enganchaban a mí, haciéndole girar a mi alrededor como si yo fuera el centro de su universo.
Y entonces, de pronto, vi cómo sucedía algo increíble, mágico y maravilloso.
Un clic se oyó en mi cabeza, como si este beso fuera la fuerza que girara la llave que abría lo que había guardado estos años en mi corazón, y salieron todos esos sentimientos multiplicados infinitamente para mostrarse al fin ante mí.
Vi cómo mis cuerdas también se habían soltado en aquel mismo instante en que miré sus ojos por vez primera. Sentía su reclamo, quería hacerme suya. Vi cómo mis cables de acero se lanzaban a él para engancharlo y yo también me ponía a girar a su alrededor. En ese momento, lo hacíamos los dos. Yo giraba a su alrededor y él, a su vez, al mío. Él también era el centro de mi universo. Dos constelaciones moviéndose unidas en un baile armónico, como si fueran una. Yo también me había imprimado, lo había estado toda mi vida, desde que le vi por primera vez.
Abrí mis ojos llenos de lágrimas cuando se fue la visión y, a pesar de que mis labios no querían despegarse de los suyos, terminó el beso. Me perdí en sus profundos y brillantes ojos negros y él en los míos. Nos quedamos mirándonos en silencio, con las frentes unidas.
Por su mirada lo supe. Mis pensamientos fueron de tal intensidad, los grité tan alto, que esta vez no hizo falta el contacto de mi mano con su rostro, lo había visto todo con sólo rozarnos. Había visto cada uno de mis pensamientos y visiones desde que posó sus labios en los míos.
Esto era un despertar. Mi despertar. Yo había estado dormida todos estos años y ahora me había despertado, había abierto los ojos y podía verlo todo con total lucidez. Habíamos estado conectados toda la vida, los dos estábamos imprimados y nuestro amor era para siempre. Nuestro vínculo era infinitamente fuerte e irrompible, ya lo era incluso antes de que yo naciera. Estábamos destinados, habíamos nacido para estar juntos. El uno había nacido para el otro, literalmente. Ambos nos pertenecíamos y nos amábamos, nadie nos separaría jamás.
Susurramos nuestros nombres, maravillados por esta prodigiosa revelación, y nos abrazamos, apretándonos con fuerza, bajo aquella intensa lluvia.

Esta historia cuenta con los derechos correspondientes. Team Nessie & Jacob tienen la autorización de la autora para publicar la novela.¡NO COPIES EL CONTENIDO!

6 comentarios:

  1. muy bueno este capitulo genial!!!!!lo mejor (andres)

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  2. Buenisimo el capitulo, hermoso, ya era hora de que dieran su primer beso, estubo genial!!!!

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  3. x Diosssssss simplemente HERMOSO!!!!!! era hora que Nessie se diera cuenta de su amor!!!muchos besos

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  4. hermosooooo!!!!!q lindo capitulo!!!

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  5. Que capitulo tan hermosoooooo!, no te negare las lagrimas que salieron de mis ojos n.n

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  6. Como quisiera que me pase ami es tan lin el capitulo hermosoooooooooooooooooooooo!

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