Concurso de Fanfics

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En asunto deberán de poner: CONCURSO
El correo tendrá que contener: NOMBRE DEL AUTOR, TITULO DE LA HISTORIA, IMAGEN DE LA HISTORIA, TIPO Y CATEGORIA DEL FIC Y EL FIC.

CONCURSO:
TIPOS DE FICS:
  • Songfic
  • Real person
  • One shot
  • Fics completados
  • Fics sin completar
CLASIFICACIONES:
  • M - Mature (Adultos)
  • T - Teens (Adolecentes)
  • K - Kids (Todas las edades)
JURADO:
  • MIAW
  • MARIA
  • TAMARA
PREMIOS:
Recomendación: Mejor Escritor
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(los premios se darán al primer lugar de cada tipo de fics)
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miércoles, 11 de mayo de 2011

GUÍA [DESPERTAR]

= LIBRO TRES =
RENESMEE

No podía más.
Mis brazos ya no daban a basto.
Oscuridad.
Jacob. Mi Jacob.
Remaba y remaba sin cesar por ese mar de la nada, sobre una lancha de goma frágil e inestable que se iba deshinchando poco a poco.
¡Jacob! ¡Jacob! ¡Ya voy, aguanta!
Pero no lo encontraba.
Mis ojos lo buscaban, desesperados, pero había demasiada oscuridad.
¡Jacob! ¡Jacob!
¡JACOB!
La brisa que traía su maravilloso efluvio llegó hasta mí, alzando mi cabello hacia atrás. Su espíritu atravesó todo mi ser y ese inmenso placer se apoderó de mi cuerpo una vez más, haciéndome jadear en voz alta.
Nessie…
- ¡Jacob! – sollocé, a la vez que mis párpados se abrían.
Las lágrimas rodaron a ambos lados de mi rostro, hasta que se encontraron con mi cabello y la almohada.
Inhalé el olor de mis brazos y mi pelo. Su efluvio seguía grabado en mi piel.
Mi pulsera no dejaba de vibrar. Lo hacía intermitentemente, a intervalos más o menos cortos durante todo el día, desde que me levantaba hasta que me acostaba. La notaba vibrar incluso en sueños, diciéndome que tenía que correr junto a Jacob…
Mamá picó dos veces y abrió la puerta.
- Buenos días, cielo – saludó, y se quedó en el umbral -. ¿Va todo bien?
- He tenido el mismo sueño, eso es todo – revelé, desvaída.
Un sueño muy real.
Mamá se quedó un rato en silencio, mirándome.
- Te prepararé el desayuno, ¿de acuerdo? – dijo finalmente.
- No tengo hambre – objeté, girándome para ponerme de lado.
- Te lo traeré igualmente, por si acaso – insistió, cerrando la puerta al salir.
Exhalé.
Me levanté de la cama sin brío alguno y me dirigí al vestidor para coger lo primero que encontré. Salí de mi dormitorio y me metí en el baño. Me duché por inercia, me vestí desganada y me peiné de igual modo sin secarme el cabello. Lo que menos me apetecía era hacer todo esto, pero tenía que estar preparada por si por fin me dejaban salir de mi cárcel y podía ir a La Push.
Sí, era una cárcel. No estaba encerrada bajo llave, sin embargo, escapar de esa casa rodeada de vampiros en constante alerta era algo imposible.
Salí del baño y regresé a mi habitación, que era mi celda particular. Me senté en el banco-arcón, cogiendo mi cojín, y miré por la ventana para ver pasar esas insoportables horas hasta que llegaran Emmett y Rosalie. Em era el único que me mantenía informada de las últimas noticias, aun con la total oposición y reprobación de mi padre. Se pasaba el día en el límite fronterizo de La Push, donde se encontraba con Seth. Éste íba y venía para contarle la situación de Jacob, que no había variado nada, por otra parte, y todos los comentarios de la manada y el Consejo.
Por eso sabía que todos estaban esperando a que yo fuera, ya que Jacob no hacía más que pronunciar mi nombre en su agónico coma. Tuve que llevarme la mano al pecho al sentir el desgarrador puntazo sólo con recordarlo. El dolor y la interminable angustia que me provocaban era una de las razones de mi padre para que estuviera en contra de las informaciones de Emmett, pero yo quería saber la verdad, tenía que saberla, tenía todo el derecho, y mi tío estaba de acuerdo conmigo.
La manada y el Consejo ya sabían de mi encarcelación y también recibían mis particulares informaciones. Todas las veces que había sentido su espíritu, todas las veces que me había llamado en sueños o cuando había estado apunto de quitarme la vida, todo, se lo había contado a Emmett para que les diera el mensaje. Ellos eran los únicos que podían ayudarme.
Tenía que hacerlo de ese modo, puesto que mi padre ni siquiera me dejaba llamar por teléfono. Por supuesto, él estaba al tanto de todo, pero eso no podía prohibírmelo, y mucho menos a mi tío.
Mientras miraba por la ventana sin fijar mi vista en nada en particular, mamá volvió a picar y entró en mi dormitorio.
Se detuvo para observarme un momento. Portaba uno de esos vasos enormes lleno de sangre que me hacía beber varias veces al día.
- Toma – me lo ofreció cuando echó a andar y se acercó a mí.
- No tengo hambre, gracias – repetí con inapetencia, aunque con gratitud.
- No has comido nada sólido desde que te despertaste de tu shock. Entiendo que no te entre en estos momentos tan duros, pero tienes que alimentarte – argumentó, sentándose a mi lado -. Bébete esto por lo menos, te aportará mucha vitalidad.
- No vas a parar hasta que me lo beba, ¿verdad? – me quejé.
- No – me sonrió y alzó el vaso para ponérmelo en las narices.
Suspiré y lo cogí sin ganas. Me lo bebí de unos cuantos tragos. No tenía ni pizca de hambre, pero era mejor terminárselo lo antes posible, si no, estaría toda la mañana con el vaso en la mano.
Lo acabé y se lo pasé. Ella lo posó en el suelo.
- Llevas toda la semana encerrada en tu habitación, sentada aquí y mirando por la ventana, ¿por qué no bajas un rato con nosotros? – me propuso con voz dulce mientras me acicalaba el pelo húmedo.
- Estoy mejor aquí.
- Em y Rose no llegarán hasta por la noche.
- Lo sé.
Se hizo un silencio en el que mi madre dejó mi pelo para llevar su vista al paisaje exterior.
- Sabes que no estoy de acuerdo con tu padre, pero también entiendo que lo hace para protegerte – excusó.
- Jake no me hará daño – afirmé con convicción, clavando mi vista en un árbol por el mero hecho de fijarme en algo.
- Sí, ya lo sé. He intentado hablar con tu padre para hacerle ver, aunque no he conseguido nada. Sigue creyendo que es demasiado peligroso.
- Por lo menos, podía dejarme ir a La Push – protesté -. Podría estar fuera de la casa, con los demás.
Mi madre me miró con manifiesto escepticismo.
- ¿Tú crees que ibas a poder quedarte fuera?
Mis ojos se movieron en su dirección de reojo y volvieron al árbol otra vez.
Suspiré.
- Bueno, vale, no podría – admití -. Pero tampoco tiene derecho a hacerme esto. Ya soy mayor de edad.
- Lo hace porque cree que es lo mejor para ti – reiteró.
- Pues se equivoca.
El ambiente se llenó de otro mutismo.
- Ha vuelto a llamar Charlie – dijo, rompiendo el silencio para cambiar de tema, cosa que agradecí.
Mi abuelo estaba muy preocupado, como no podía ser de otro modo. Andaba intercalando sus viajes de La Push a esta casa entre turno y turno, al salir de la comisaría y en sus ratos o días libres. Y cuando no podía ir a alguno de los dos sitios, siempre llamaba para saber las novedades del estado de Jacob o del mío propio.
- ¿Le has dado un beso de mi parte?
- Sí – me contestó con un susurro apagado.
Mamá volvió a mirarme y exhaló, sacando el aire lentamente.
- Jacob también ha puesto la casa a tu nombre – me reveló de repente con un murmullo roto.
Me quedé sin aire por un momento y, cuando regresó, lo hizo trayendo consigo un enorme nudo que se quedó atravesado en mi faringe. Apreté mi cojín contra el estómago para mitigar el dolor.
- ¿Qué? – susurré a duras penas.
- Los quileute metamorfos no pueden hacer… - se quedó muda un segundo y tragó saliva para poder seguir hablando -, testamento, así que Jacob lo dejó todo bien atado por si alguna vez le pasaba algo…
Mi mano ya apretaba mi pecho otra vez.
- ¿Bien… atado? – mascullé mientras mis lágrimas se escapaban sin remedio.
- La casa es de los dos, pero si él no consiguiera… - su murmullo se cortó y yo apreté los dientes para soportar mejor la intensa angustia. Mamá se giró hacia mí y me habló con dulzura -. Quiero decirte algo, cielo. Nosotros nos marcharemos cuando esto termine, no podemos quedarnos más tiempo. La gente ya empieza a sospechar de Carlisle y Charlie ya sabe demasiadas cosas, cada vez está en más peligro. A nosotros no nos queda más remedio que irnos, pero quiero que sepas que tú tienes más opciones – sujetó mi martirizado rostro entre sus manos y me miró a los ojos con seguridad -. Si Jacob no lo superase…
- No… - lloré, negando con la cabeza.
- Escúchame, cielo. Sé fuerte – intentó calmarme, acaricián-dome la cabeza -. Tengo que decirte esto para que decidas por ti misma – esperó a que la contestase y yo terminé asintiendo -. Nada me gustaría más que te vinieras con nosotros, pero también sé que siempre estarás vinculada a La Push por Jacob. Sé que no será así, que Jacob no te dejará en este mundo sola, pero si por alguna razón él… falleciera – le costó soltar el vocablo y yo apreté más mi cojín -, la casa sería tuya y podrías quedarte, si quisieras. Sólo es una opción que quiero que tengas en cuenta. Tu padre y yo jamás te lo impediríamos, siempre te apoyaríamos.
- Jacob no va a morir – declaré, rechinando los dientes con rabia.
Iba a contestarme, pero, de repente, se puso de pie, poniendo atención a algún ruido exterior.
- ¿Qué pasa? – quise saber.
No me respondió. Sin darme tiempo ni a pestañear, me encontré sola en mi habitación y la puerta se cerró.
Entonces, escuché el ruido de un motor viejo que se aproximaba, que estacionaba después en la parte delantera de la casa y el portazo del vehículo al cerrarse.
No hubo sonido del timbre, ya debían de estar esperando con la puerta abierta.
Una algarabía de voces invadió el salón, donde pude distinguir la de mis padres y Esme. Mi corazón pegó un salto cuando escuché la de Sue llamándome.
- ¡Sue! – grité, tirando el cojín mientras me levantaba de sopetón y salía por la puerta volando.
A medida que bajaba las escaleras a toda velocidad, la discusión se hacía más legible.
- ¡Tengo que hablar con ella! – voceaba Sue, enfadada, con autoridad -. ¡Es muy importante!
Sue tenía un carácter muy fuerte, incluso para un vampiro, vegetariano, claro, si fuera de otra clase, ya se la hubiera cargado. Aunque con ese temperamento, no la paraba ni un camión.
- ¡No puede ir, es demasiado peligroso! – objetaba papá.
- ¡Sue! – volví a gritar al llegar al salón.
- ¡Nessie! – exclamó ella.
Nos fundimos en un abrazo animoso y ella me separó por los hombros para hablarme y mirarme con decisión.
- Escúchame, cariño. Ya sabemos por qué le oyes y le sientes, el Viejo Quil, Billy y yo lo hemos averiguado. Y Carlisle nos ha ayudado con el resto. He venido yo en persona para explicártelo bien.
- ¡Dime, dime! – azucé, ansiosa.
El rostro de papá frunció el ceño, extrañado, pero en cuanto escuchó el nombre de Carlisle, no se opuso más.
- Jacob te está buscando.
- ¿Buscando? – musité con voz rota.
- ¿Recuerdas las leyendas de los espíritus guerreros? Ellos abandonaban sus cuerpos para luchar, antes de que comenzaran las transformaciones. Nuestra historia comenzó así, ¿te acuerdas?
- Sí – asentí, nerviosa.
- Ahora escucha con atención lo que te voy a contar. Tienes que ser fuerte, no tenemos tiempo para que me ande con lindezas – me advirtió con suavidad.
- De acuerdo – y tragué saliva para prepararme.
- Cuando el licántropo mordió a Jacob, el veneno comenzó a hacer efecto en su organismo. Todos los metamorfos tienen esa cualidad regenerativa que permite que se sanen con mucha más rapidez que cualquier otro ser del planeta, excepto en el caso de la ponzoña de los vampiros y los licántropos, éstas son muy tóxicas, de acción muy rápida y resultan mortales. Pero Jacob es especial. Él es el Gran Lobo, y su poder de regeneración y curación es mayor debido a su fuerza espiritual. Ésta es capaz de purificar cualquier cosa, por eso no le afecta ningún ataque sobrenatural, por maligno que sea – mi corazón latía a mil por hora, de lo expectante que  estaba -. Ahora bien, para que su organismo, junto con su poder espiritual, pudiera limpiar ese veneno tan tóxico, necesitaba concentrar toda su energía solamente en esa acción, por lo que su cerebro tenía que minar cualquier otra actividad que requiriese un desgaste de fuerzas. Por eso cayó en coma, fue un mecanismo de su cerebro para iniciar su curación. Pero todo esto Jacob no lo sabía y cuando se desplomó y cayó inconsciente, debió de creer que se moría, y sólo tenía una cosa en la cabeza: estar contigo – mi pobre corazón sufrió un espasmo y mis lacrimales ya estaban a rebosar -. Entonces, empezó a abandonar su cuerpo para estar junto a ti, que era su último deseo.
- ¿Estás diciendo que el espíritu de Jacob salió de su cuerpo, estando vivo? – cuestionó papá con sorpresa.
- Es un quileute, un espíritu guerrero, lo lleva en la sangre – le respondió ella, un tanto ofendida -. Y no he terminado con mi explicación – le regañó. Mi padre se llevó la mano a la nuca, un poco avergonzado, y Sue volvió la vista hacia mí otra vez -. Si su espíritu hubiera dejado su cuerpo del todo, éste yacería sin vida, como pasaba con nuestros antepasados. Sus esposas eran las encargadas de cuidarlos y mantenerlos en buen estado para cuando regresaran los guerreros. Pero éste no es el caso.
››Jacob estaba abandonando su cuerpo, dejando que su enorme alma saliera, pero, entonces, algo hizo que se diera cuenta de que se podía curar y paró el proceso a medias – comenzó a explicar para mi completo asombro y de los allí presentes -. Cuando quiso regresar, no pudo hacerlo del todo, sin embargo, su espíritu es tan grande y tan poderoso, que consiguió que una parte se quedara en su cuerpo para combatir la rabia y mantenerle con vida.
- ¿Quieres decir que él ha retenido parte de su espíritu en su cuerpo? – pregunté con un hilo de voz -. ¿Jacob… se ha dividido… en dos? ¿Está… en dos sitios… a la vez?
- Sí, eso es. Pero Jacob no estará completo hasta que las dos partes de unan, y no se despertará – mi mano se asió, asustada, a la zona de mi pecho que albergaba mi corazón -. Además, la parte que se quedó no es lo bastante fuerte como para destruir el veneno del todo, su cuerpo necesita de todo su espíritu para que acabe con la rabia. En cuanto la otra parte de su espíritu entre en su cuerpo, su organismo será purificado y quedará completamente limpio.
››No obstante, hay un problema – siguió antes de que a mi rostro le diera tiempo a iluminarse algo de esperanza. Lo poco que se había levantado de mi labio volvió a caer hacia abajo en picado -. Jacob es inexperto. Hace poco que descubrió todo el poder de su espíritu de Gran Lobo, todavía no lo controla bien, y es la primera vez que abandona su cuerpo, aunque no lo haya hecho del todo. No sabe cómo tiene que hacer para que esa parte de su espíritu regrese a su cuerpo para juntarse con el resto, nadie se lo ha enseñado. Desde que nuestros antepasados dejaron de hacerlo para transformarse en lobos, esa técnica se ha ido perdiendo.
››Ahora esa parte de su espíritu está vagando, perdida, buscando la forma de regresar a su cuerpo, al igual que le pasó a Taha Aki cuando Utlapa le robó el suyo. Solo que, en esta ocasión, Jacob no lo encuentra, no sabe dónde está su cuerpo, repito que nadie le ha enseñado a encontrarlo, y si esa parte de su alma no da con el modo de regresar, la otra no podrá vencer a la rabia y terminará abandonando su cuerpo para reunirse con el resto.
››Jacob está al límite de la muerte, se encuentra entre este mundo y las puertas del otro – respiré hondo y tragué saliva para aguantar con entereza el resto de la alocución -. Su cuerpo no está sano, como en el caso de nuestros antepasados, y si toda su alma lo abandona, la rabia lo destruirá rápidamente – volví a tragar saliva -. Su espíritu al completo ya no podría volver, porque no existiría cuerpo que lo albergase. Entonces habría dos opciones. Una: Jacob podría hacer como Taha Aki y utilizar otro cuerpo, pero tendría que ser el de un animal que lo compartiera, puesto que el alma de un animal es mucho menor que el de un humano - mi mano se amarró al estómago, a falta del cojín -. Un cuerpo de hombre no puede albergar dos almas, es imposible; si quisiera ocupar un cuerpo humano, tendría que robarlo. Segunda opción: si no aceptara la primera, vagaría hasta que acabara volviéndose loco o hasta que terminara sintiendo la llamada del más allá. Todos sabemos qué opción escogerá él, Jacob morirá.
Tuve que tomar aire cuando me empecé a marear y mamá se agarró a mi padre. Sue me aferró por los hombros con firmeza.
- Tú eres la única que puede ayudarle a encontrar su cuerpo, y él lo sabe, ya está actuando – aseveró con convicción.
- ¿Yo? ¿Cómo?
- Sólo hay un motivo por el que Jacob se ha aferrado a la vida: para estar a tu lado, y eso es lo que hace que siga luchando. Sabe que su alma y la tuya han nacido para estar juntas. Nada las puede separar, ni siquiera la muerte podría. Vuestro vínculo es tan fuerte, que esa parte de su espíritu se ve atraída por el tuyo, es lo único que encuentra por el camino, es la única luz que ve en esa oscuridad. Jacob sabe que tu alma atrae a la suya como un imán, por eso lo notas, por eso le oyes. Te está buscando constantemente, te llama en espíritu y también desde su cama para que vayas. Tienes que ir junto a él, Nessie.
- Sí, tengo… tengo que estar con él – repetí nerviosamente, rodeando mi insistente aro de cuero con la mano - ¿Y qué tengo que hacer? – interrogué, empezando a caminar hacia la puerta.
- Tienes que guiarle – manifestó, acompañándome.
- ¿Guiarle? ¿Cómo?
- ¡No! – protestó papá, adelantándose a lo que iba a decir Sue.
- Jacob tiene que notar que estás junto a él para que sepa que estás con su cuerpo - continuó ella, hablando rápidamente, haciendo caso omiso de la voz de mi progenitor -. Tu presencia le servirá de guía. En cuanto la parte de su espíritu que está vagando vaya hacia ti, verá su cuerpo y entrará en él.
Mi padre se interpuso en nuestro camino a la velocidad de la luz.
- ¡Es muy peligroso! ¡Si la mordiera…!
- Edward – imploró mamá, poniéndose a su lado.
- Por favor, papá – le supliqué, llorando con desesperación -. Tengo que ir, tengo que estar a su lado. Jake me salvó, por eso está así, ahora me toca a mí salvarle a él. Si no voy, se morirá, le fallaré, y yo me moriré con él, no puedo vivir sin Jacob, lo sabes. Por favor, papá. Por favor, no me hará daño, confía en mí.
Se quedó mirándome con un rostro dolorido, aunque reflexivo.
- Me lo prometiste – le recordé -. Me prometiste que me dejarías ir cuando todo se aclarase – entonces, le miré con tristeza -. No puedes impedírmelo, papá. Aunque seas mi padre, ya soy adulta y voy a ir de todos modos. Mi sitio está junto a él, siempre estaré con él. Cuando vaya, sé que Jacob se despertará y yo seré feliz. Pero lo sería aún más si me apoyases en estos momentos y estuvieses de mi lado.
- Si no la dejas tú, lo haré yo – decidió mamá con una convicción triste -. Sé que Jacob no la atacará, jamás la haría daño. Y no voy a permitir que él muera, es mi mejor amigo - aferramos nuestras manos con fuerza, haciendo piña -. Él siempre ha estado a nuestro lado en los momentos difíciles, no pienso abandonarle ahora.
Hubo otro pequeño silencio en el que el segundero del reloj del salón me parecía que retumbaba en las paredes.
- Iremos en mi coche, la furgoneta de Sue es una tartana – dijo finalmente, alzando los pies para iniciar la marcha hacia la puerta.
- Pues nunca me ha dado problemas – replicó ella, un poco molesta.
- ¡Gracias, papá! – sollocé, abrazándole con fuerza.
En cuanto le dejé, mamá también se abalanzó a sus brazos con una enorme sonrisa y le dio un efusivo beso.
- Llamaré a Carlisle para avisarle de que vas – manifestó Esme, sacando su móvil del bolsillo de su pantalón.
Mis padres se despegaron por fín y se cogieron de la mano para echar a andar.
- Nosotros tenemos que respetar el tratado, Jacob es el único que puede romperlo o modificarlo y no le ha dado tiempo a hacerlo – habló de nuevo mientras salíamos de la casa -. Así que cuando lleguemos al límite fronterizo con La Push, tendrás que apearte y seguir por el bosque. Aunque tengas que ir corriendo, llegarás antes que Sue.
- Sí – acepté.
- En fin – resopló ésta a nuestras espaldas -. Ya te veré allí, Nessie – y se subió a su destartalada furgoneta.
Nos dirigimos a toda velocidad al garaje, donde nos montamos en el Volkswagen marrón metálico, y salimos disparados hacia el sendero que conducía a la carretera.
Papá adelantó a Sue por ese angosto camino con total facilidad, esquivándole con unos reflejos de vampiro, y en pocos minutos, nos plantamos en la calzada asfaltada que llevaba a Forks.
El tubo de escape rugía con furia por el pueblo, pero no me dio tiempo a ver si la gente se había quedado mirando. Forks pasó vertiginosamente por mi ventanilla y el coche se desvió a la carretera que daba a La Push.
Los árboles eran unos borrones verdes y marrones que nos flanqueaban, hasta que el dibujo se fue haciendo más nítido conforme mi padre disminuía la velocidad. Frenó en seco cuando su coche llegó justo al límite del tratado. Emmett y Rosalie estaban apoyados en un árbol, esperando las continuas llegadas de Seth, y nos miraron sorprendidos. Se acercaron en un latido de corazón.
- ¿Ya has hablado con Sue? – me preguntó mi tío en cuanto abrí la puerta para salir.
Por supuesto, ya estaba al corriente de todo.
- Sí.
- Bien – sonrió con confianza y un alivio claramente esperanzado.
- Bueno, tengo que darme prisa – declaré, mirando al bosque.
- Ánimo cielo – me alentó mamá, rodeándome con sus brazos -. Sé que todo saldrá bien.
Papá se unió a nuestro abrazo.
- Confío en ti – me dijo.
- Gracias – susurré con un nudo en la garganta -. Os quiero.
- Y nosotros a ti – contestó ella -. Tu felicidad siempre será la nuestra.
Me separé un poco para darles un beso en la mejilla.
- Gracias – repetí, sonriéndoles con los ojos colmados de lágrimas.
Mis padres también me sonrieron con dulzura. Sus manos me acariciaron el rostro mientras me apartaba de ellos, hasta que me dejaron libre y salí como una bala hacia la frondosidad, sin mirar atrás.
Moví mis piernas lo más rápido que pude. No sé si eran mis nervios, mis ansias de reencontrarme con Jacob, o mis cuatro semanas y media de nulo o escaso ejercicio, pero me parecían pesadas y anquilosadas. En ese momento, agradecí a mi madre su empeño en que me tragase la sangre durante toda esta semana, si no llega a ser por eso, no tendría energías para correr.
¡Jacob! ¡Mi Jacob!
Mi pulsera ya no vibraba. Ya iba junto a él.
Mi pelo azotaba con inquietud mi espalda. Esa camiseta de tirantes dejaba la mitad de mi piel al descubierto y parecía que mi cabello fuera un enorme látigo que me fustigaba para que aumentara la velocidad, como un domador que estimula a su caballo.
Le hice caso y apreté los dientes y el ritmo.
Por mi camino entre los árboles me topé con unos cuantos lobos de la manada. No tenía tiempo de ver quiénes eran, ni cuántos. Se pusieron a aullar al cielo conforme pasaba a su lado, uno a uno, y comenzaron a galopar tras de mí del mismo modo. En unos segundos, me encontré volando con un grupo de lobos enormes siguiéndome.
No tardé en divisar la casa de Billy. El mero hecho de verla y saber que Jake estaba allí me dio fuerzas para acelerar más, pero también aumentó mi nerviosismo.
La parte delantera de la casa estaba rodeada de gente, parecía la sala de espera de un hospital. Mi corazón latía a todo lo que daba, ansioso por llegar a su lado. Los demás chicos de la manada que no estaban de patrulla esperaban mi llegada con ganas, los aullidos debían de haberles avisado y me observaban expectantes. Todas sus parejas también estaban allí. Los lobos que me seguían se dispersaron entre los árboles para cambiar de fase y yo llegué por fin a la pequeña edificación de madera roja, donde disminuí de velocidad y me aproximé a la gente, caminando con diligencia.
Según me acercaba a la puerta, todo el mundo me hizo un pasillo para que pudiera pasar y mi trayecto se llenó de saludos y palmadas de ánimo. Me sobrecogió ese recibimiento que no esperaba y el nudo de mi garganta saltó sin remedio. Brenda estaba con Seth y Leah. Dio un paso al frente y nos abrazamos. No me había visto desde el día del secuestro, y luego todo había pasado tan rápido. Me soltó, me secó las lágrimas con una sonrisa y volvió hacia atrás para dejarme paso. Mi amiga no fue la única que me abrazó; Seth, Leah, Embry y Quil también lo hicieron, y Claire se lanzó a mis brazos para darme un cariñoso beso. Emily estaba con Sam y sus dos hijos. Tenía un pañuelo que le cubría la cabeza, pero tenía buen aspecto. Me sonrieron para infundarme confianza mientras ella sostenía a Ethan en los brazos y lo balanceaba para que no llorase.
Billy - flanqueado por Rachel y Paul -, Carlisle y el Viejo Quil se encontraban junto a la puerta. Este último se levantó con torpeza de su silla para recibirme, ayudado por su bastón. Faltaba Charlie, que debía de estar en comisaría o patrullando. Cuando Billy me vio, su cobrizo rostro se iluminó y me acerqué a él con premura.
- Billy – sollocé, agachándome para abrazarle.
- No te preocupes, ahora que estás aquí, se recuperará – dijo, separándome y rodeando mis manos con las suyas.
Asentí y me secó las lágrimas.
- Ahora ve, te está esperando.
- Sí.
Dejé sus manos y me alcé.
Me fundí en un abrazo con Rachel y Paul y me arrimé a la puerta para entrar.
- Nessie – me llamó Carlisle. Giré la cara para mirarle con la manilla ya girada -. Estaré aquí por si Jacob…
- No te preocupes – le corté con una sonrisa llena de confianza -. Jake no me hará daño - y pasé el umbral, accediendo al interior.
Por alguna razón, nada más cerrar la puerta, sentí un enorme miedo. Mi corazón latía tan fuerte, que seguramente podían escucharlo todos los que se habían quedado fuera. No era por mí, desde luego, Jacob no iba a hacerme nada malo. Pero no sabía qué me iba a encontrar al traspasar la puerta de su cuarto. Mi padre me había dicho que su estado era horrible y no sabía cómo iba a reaccionar al verle así.
Sin embargo, no tenía tiempo que perder.
Jacob, mi Jacob. Él estaba allí, esperándome. Él era lo más importante.
Me acerqué con apresuramiento, entré en su dormitorio sin pensármelo dos veces y cerré la puerta.
Mis peores pensamientos eran ciertos. Tuve que darme la vuelta y apoyarme en el marco cuando le vi y mi corazón pasó a latir sin control, bombeando un montón de emociones y sensaciones mezcladas. Dolor desgarrador, inmensa alegría…
Me recordé a mí misma a qué había ido. Respiré hondo para reponerme y me giré de nuevo hacia él.
Mi visión no podía ser más dolorosa.
Estaba atado de pies y manos al somier de la cama con unas gruesas y anchas cintas de cuero marrón claro que tenían unas hebillas para graduar el amarre. Las patas de la cama estaban bien aseguradas, les habían colocado unas bases metálicas atornilladas por mil sitios que a su vez estaban clavadas al suelo con remaches. Su muñeca izquierda estaba conectada a un tubo que llevaba a un gotero de suero. Solamente vestía unos pantalones cortos mojados de color caqui y todo su cuerpo y su pelo estaban bañados en sudor. Temblaba levemente como si tuviera frío y la expresión de su ojeroso rostro estaba desfigurada por el rechinamiento continuo de sus dientes y el apretamiento de sus párpados cerrados.
- Ne… Nessie… - masculló de pronto con una voz muy baja y ronca.
Mi corazón volvió a palpitar impetuosamente.
- ¡Jacob! – rompí a llorar, corriendo hacia a él.
Me arrodillé junto a su cama y le toqué su rostro empapado, éste ardía de la intensa fiebre. Nada más notar un contacto, su cuerpo convulsionó. Me sobresalté y un acto reflejo me hizo retirar la mano hacia atrás. Comenzó a agitarse con una furia desmedida, gruñendo y tirando de las cintas hacia arriba para soltarse. La rabia estaba haciendo su trabajo.
No pensaba rendirme, yo iba a hacer el mío. Volví a llevar la mano a su cara, sin dudas.
- Jake, soy yo – murmuré, tratando de acariciar su mejilla -. Soy Nessie.
No me reconocía. Tenía que hacer algo más para que me reconociera y me notase con él.
Ahora entendía por qué habían fijado el lecho al suelo. Sus sacudidas y tirones eran tan potentes, que, incluso clavada, la cama se levantaba un poco. Podían verse las marcas donde habían estado insertados algunos clavos que habían sido arrancados de cuajo.
Pero yo no tenía miedo. Jacob no iba a hacerme ningún daño. Así que, en vez de apartarme, me tumbé en la cama, a su derecha, y conseguí echarme sobre su agitado pecho para arrimarme más a él. Su cuerpo ardía mucho más que normalmente, casi quemaba. Si fuera humana del todo y tuviera una temperatura corporal normal, me hubiera abrasado. Dejé caer parte de mi melena a un lado y acerqué mi rostro al suyo para que me oliera mejor. Sus espasmos y gruñidos parecieron bajar algo de intensidad.
- Jake, soy yo – hablé entre susurros entrecortados, acariciando su cara -. Ya estoy aquí.
Entonces, se paró. Su cuerpo se quedó quieto, tenso, durante un instante. Después lo relajó del todo, incluido su rostro, reposándolo en la cama, y acercó su nariz a mi mejilla. Todo el vello se me puso de punta cuando ésta comenzó a recorrer toda mi cara despacio, arrastrando sus labios, y siguió para oler mi cabello.
En ese momento estaba totalmente relajado y mi mano llegaba a la cinta que sostenía su muñeca izquierda, así que la desabroché y se la liberé.
Sin medir sus fuerzas, y todavía inconsciente, la llevó hasta mi pelo con un afán desmesurado y lo aferró con tanto ímpetu en la nuca, que me hizo daño. Pero no me importó en absoluto.
- Nessie… - murmuró, empezando a oler mi cuello.
- Sí, cielo, soy yo – susurré -. Ya estoy contigo…
Sus labios rozaban mi piel casualmente durante su suave rastreo. Todo mi cuerpo se estremecía con cada tórrido roce, con cada abrasadora expiración. Era una locura, lo sé, él estaba inconsciente y no sabía lo que hacía, pero no podía evitarlo, eran sus labios, su dulce aliento, su afrodisíaco sudor que me volvía completamente loca, era él. Y llevaba tanto tiempo sin sentirle por mi piel…
Tragué saliva y respiré hondo para recomponerme y controlarme.
Llevé mi otra mano hacia su hebilla derecha y lo solté. Esta vez me dejó sujetar su muñeca y acerqué su palma para que sintiera la textura de mi cara.
Dejó de oler mi cuello y empezó a deslizar la punta de sus dedos por mis facciones, examinando mi semblante como si de un ciego se tratase. Acarició mis mejillas y se entretuvo un rato con mis labios. Las besé con dulzura para ver si eso le traía algún recuerdo. Siguió la línea de mi mandíbula y sus dedos se arrastraron por el cuello hasta que también terminaron en mi nuca.
- Mi Nessie… - susurró, pegando mi rostro al suyo.
Empecé a hiperventilar como una tonta, ni que nunca hubiera rozado su boca.
- Sí, Jake, ya estoy aquí – le dije con un murmullo roto, en sus labios.
- Mi ángel… - susurró de nuevo.
No me dio tiempo a contestarle. Una conocida y prodigiosa brisa cálida acarició mi espalda de repente, agitando mi pelo, y comenzó a traspasar mi cuerpo. Sentí cómo esa parte de su espíritu perdido pasaba a través de mis tejidos, órganos y músculos, empapando cada una de mis células con su magia y su energía, y un placer inmenso, infinito, se apoderó de todo mi ser cuando su alma se unió a la mía por un instante. Era lo más parecido a lo que sentía cuando hacíamos el amor. Mis ojos se cerraron, derramando lágrimas al sentirlo, y sus labios fueron testigos directos de mi intenso jadeo.
- Jake… - suspiré, aferrando mi mano a su pelo húmedo.
- Nessie… - jadeó él también, en mi boca.
Entonces, su alma soltó a la mía súbitamente y terminó saliendo con rapidez por mi pecho para traspasar el de Jacob.
Su cuerpo se arqueó hacia arriba durante un segundo - en el que sus manos soltaron mi nuca para caerse a los lados y tomó aire igual que si hubiera estado ahogándose y ahora pudiera respirar - y volvió a descansar en la cama completamente echado.
Se quedó inmóvil y esperé, pero a medida que pasaban los segundos, me fui poniendo más nerviosa.
Su pecho se movía arriba y abajo, respiraba con normalidad, y su temperatura parecía estar bajando, ¿por qué no abría los ojos? ¿Acaso no había entrado todo su espíritu? ¿Habría hecho algo mal?
- ¡Jake! ¡Jake! – sollocé, asustada, mientras acariciaba su rostro con inquietud.
Mi corazón saltó de su sitio, desbocado, cuando sus párpados se movieron y, poco a poco, fueron abriéndose hasta que mis adorados ojos negros se encontraron con los míos.
Esos grandes y brillantes ojos negros, penetrantes y dulces al mismo tiempo, que me volvían completamente loca, se quedaron maravillados mirando a los míos durante un instante, en el que mi corazón ya no daba a basto, y después sus labios se curvaron hacia arriba con satisfacción.
- Hola, preciosa… - murmuró con una sonrisa muy saludable.
- Jake…
Una retahíla de emociones y sensaciones indescriptibles y maravillosas invadieron mi pecho y me lancé a sus labios.
Nos besamos con una pasión desmedida, casi exagerada, moviendo nuestros labios con un entusiasmo rayano en la locura mientras nos aferrábamos el uno al otro por el pelo para que no hubiera ni un átomo entre nosotros. La energía fluyó a nuestro alrededor con aires renovados y más fuerte que nunca. Mis mariposas y nuestras lágrimas dieron libertad a sus emociones y salieron al exterior, rebosantes de felicidad.
Jacob estaba vivo, su espíritu estaba completo y había purificado su cuerpo. Ya estaba totalmente sano. Ahora nadie ni nada nos separaría jamás, ni siquiera la muerte podría hacerlo. Nuestras almas siempre estarían juntas, unidas por nuestro enorme vínculo, en este mundo o en el más allá. Toda la eternidad.

Esta historia cuenta con los derechos correspondientes. Team Nessie & Jacob tienen la autorización de la autora para publicar la novela.¡NO COPIES EL CONTENIDO!
 

4 comentarios:

  1. WOW Que bien te quedo este cap, ya deseo leer el siguiente y el otro y el otro

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  2. HERMOSO, HERMOSO , super emocionante con lagrimas en los ojos te digo que sos genial... x supuesto voy a seguir leyendo!!! Besotes desde Bs As, Argentina

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  3. gracias por hacer obras asi de verdad lo haces genial

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  4. me encanto este capi, puedo asegurar que este es el mas genial

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