Concurso de Fanfics

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Les dejo los datos del concurso. Espero que se inscriban.

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Envía un correo a: teamnessiejacob@gmail.com.
En asunto deberán de poner: CONCURSO
El correo tendrá que contener: NOMBRE DEL AUTOR, TITULO DE LA HISTORIA, IMAGEN DE LA HISTORIA, TIPO Y CATEGORIA DEL FIC Y EL FIC.

CONCURSO:
TIPOS DE FICS:
  • Songfic
  • Real person
  • One shot
  • Fics completados
  • Fics sin completar
CLASIFICACIONES:
  • M - Mature (Adultos)
  • T - Teens (Adolecentes)
  • K - Kids (Todas las edades)
JURADO:
  • MIAW
  • MARIA
  • TAMARA
PREMIOS:
Recomendación: Mejor Escritor
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Blend al mejor escritor de fics
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(los premios se darán al primer lugar de cada tipo de fics)
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miércoles, 4 de mayo de 2011

LLAMADA [DESPERTAR]

= LIBRO UNO =

RENESMEE




Me pasé el viaje de vuelta a casa pensando en el tema, aunque Jacob ya había hablado con Seth y éste le había dicho que no nos preocupáramos, que aún era pronto, pero que cuando se lo contara, no iba a comentarle nada de lo mío, ya que no era asunto suyo y no tenía por qué. Eso me alivió un poco, sin embargo, el riesgo de que Brenda se enterase estaba ahí, y cuando supiera de la existencia de lobos gigantes y vampiros, mucho más. Además, sabía que tarde o temprano, aunque fuera sin querer, a Seth se le acabaría escapando algo.
Cuando me di cuenta, Jacob estaba aparcando delante del porche. Habíamos llegado más pronto de lo previsto, ya que Brenda se había quedado con Seth y él se iba a encargar de llevarla a su casa. Hasta el día siguiente no me enteraría de si a ella le interesaba él de verdad o era un simple capricho, porque pensaba preguntárselo, vamos.
- No te preocupes – me animó Jake, adivinando mis pensamientos, mientras acariciaba mi nuca -. Seth sabe que es tu secreto, no se meterá.
- Ya, pero, ¿y si se le escapa?
- Si Brenda supera que su chico sea un lobo, no creo que ya se asuste mucho de que su amiga sea mitad vampiro – alegó, riéndose.
- No te rías, a mí no me hace gracia – suspiré -. Además, de momento, no es su chico, eso también me preocupa.
- Seth es mayorcito para saber lo que hace, y creo que a Brenda le ha gustado de verdad – afirmó con una sonrisa -. Vamos, no niegues que es gracioso. Si ya le tenía miedo a ese perro que se nos cruzó cuando llegamos a la playa, imagínatela cuando Seth se transforme delante de ella la primera vez – se carcajeó.
Su risa me contagió y la sonrisa se me dibujó sola en la cara en cuanto mi mente se inventó la imagen de la escena.
- La verdad es que sí, le va a dar un patatús – asentí entre risas, hundiendo mi rostro en su pecho.
Jacob me abrazó y yo le rodeé con mis brazos, apoyando mi mejilla.
- Me gusta verte reír – manifestó, ahora más serio, pasándome los dedos por el pelo -. No quiero que te preocupes por eso, ¿vale? Si Seth se ha imprimado de ella, es porque es la persona adecuada para él, ya lo verás, es su alma gemela. Aceptará nuestros mundos, y a ti también. Eres la persona más maravillosa del universo, ¿cómo no va a hacerlo?
Me separé de su torso para mirar a mis adorados ojazos negros y pasé mis brazos a su cuello.
- Tú sí que lo eres – afirmé con un murmullo -. Siempre consigues animarme.
- Solamente digo la verdad.
Le sonreí y uní mis labios a los suyos.
De pronto, volvió a darme un golpe de calor enorme y me pasó lo mismo que en la hoguera. Sólo que, esta vez, mi lengua se unió a mi boca y ambas se movieron frenéticamente entre jadeos, sin que pudiera reprimirme. Lo que encontraban era mejor que beber su sangre. Mi cuerpo se incorporó para pegarse y llegar mejor a él, tanto, que Jacob tuvo que apoyar su espalda en la puerta del coche.
Y entonces, el calor se fue otra vez de repente y ya pude controlarme. Separé mi boca de la suya, exhalando con dificultad.
- Hoy estás especialmente efusiva – me susurró, respirando agitadamente, mientras acariciaba mi espalda por dentro de mi camiseta.
Sólo esa caricia ya me hacía estremecer.
- Es que tenía mucho calor – le confesé.
- Pues el que tiene calor ahora soy yo – me sonrió.
- Lo siento – murmuré, completamente ruborizada, apartándome un poco de él y volviendo a mi sitio.
- ¿Por qué? Me ha encantado – admitió con su sonrisa torcida, despegando su espalda de la puerta – Además, como despedida hasta mañana por la tarde está muy bien.
- ¿Mañana por la tarde?
- Sí, mañana no puedo venir a buscarte – empezó a aclararme -. Tengo una reunión muy importante con el Consejo a primera hora. Me han dicho que quieren ultimar algunos detalles de la visita de los Vulturis y de los vampiros que me persiguen, aunque sé que lo que realmente quieren es darme otro discursito sobre ese rollo de ser jefe de la tribu – resopló -. No me pude negar, lo siento.
- No importa – le sonreí -. Ya me llevará alguien, no te preocupes. Lo primero es lo primero – dije, orgullosa. Jacob puso los ojos en blanco y suspiró -. Bueno, tengo que irme. Mi madre ya está en la ventana – declaré con pesadumbre.
- Entonces, te veo por la tarde a la salida de clase, ¿vale? – me confirmó con su preciosa sonrisa, metiéndome el pelo detrás de la oreja.
- Vale – sonreí yo también.
Nos dimos otro beso, un poco menos largo y efusivo, y salí del coche para meterme en mi casa.

Bajé las escaleras después de lavarme los dientes y me dirigí al salón, donde me esperaba Emmett.
- ¿Ya estás? – me preguntó, tirando la revista de caza que estaba leyendo encima de la mesita.
- Sí.
Mi tío se levantó del sofá y salimos al porche para dirigirnos al garaje.
Aunque hoy no hacía calor, en cuanto me dio la brisa, me entró un sofoco terrible, y eso que era más bien fría y se suponía que tomando el aire uno se refresca. No obstante, a mí me estaba pasando justo lo contrario, cuanto más aire, más sofoco. Empecé a sentirme rara. Me abaniqué con la mano, pero al final me tuve que quitar la chaqueta.
Me subí al Jeep de Emmett,  tiré la mochila y la chaqueta en el asiento trasero y puse el aire acondicionado de inmediato, sin embargo, el calor no se me iba y acabé subiéndolo casi a tope. El coche parecía un congelador, pero Em no era el único que no lo notaba, parecía que mi cuerpo tampoco respondía al frío.
Después de despedirme de mi tío, salí del vehículo y me dispuse a dirigirme a la entrada del edificio, donde me esperaban mis amigas.
Entonces, mientras caminaba acalorada por el aparcamiento, pensando en lo que tenía que hablar con Brenda, me paré en seco y comencé a olisquear el ambiente con entusiasmo sin ser capaz de reprimirme, delante de las miradas atónitas de los demás estudiantes y del propio Emmett.
- ¿Pasa algo, Nessie? – me preguntó desde el coche, extrañado de no oler nada raro.
Al parecer, Em no percibía nada, pero yo sí podía oler y distinguir perfectamente el efluvio de Jacob que el viento del oeste me traía desde lejos, y olía algo diferente, pero muy, muy bien. Demasiado bien. Tanto, que mi cuerpo se estaba encendiendo como una llama. ¿Qué me estaba pasando? Inhalé más profundamente y mis ojos se cerraron cuando todo el vello se me puso de punta, el aire me rozaba como si de una caricia se tratase.
- ¿Nessie? – volvió a interrogar mi tío con preocupación, apunto de salir del vehículo.
Abrí los ojos de sopetón, parpadeando de lo confusa que estaba. Mis amigas me observaban desde la entrada sin comprender nada. Yo estaba igual que ellas.
- No, nada – le contesté por fin a mi tío -. Sólo estaba respirando el aire de primavera.
Me salió una risa tonta que intentó disimular mi enorme vergüenza y me acerqué con paso diligente a mis amigas. El sofoco seguía, el aroma seguía, y ya ni siquiera me acordaba de lo que tenía que hablar con Brenda.
- ¿Quién es ese? – interrogó Helen con curiosidad.
- ¿Eh? Ah, mi primo.
- Es enorme – murmuró ella con asombro.
- ¡Tía, lo de ayer fue increíble! – exclamó Brenda nada más llegar a su lado, recordándome lo que tenía que comentarle.
Se arrimó a mí y se pasó todo el recorrido del pasillo contándome lo maravilloso y perfecto que era Seth. Helen y las gemelas tenían cara de resaberlo todo, Brenda ya se lo había contado unas quinientas veces, seguro.
- Entonces, ¿Seth te interesa? – quise saber, abanicándome con uno de los cuadernos que había sacado de mi mochila.
Parecía que dentro del centro no se olía tan fuerte, aunque el calor no se iba.
- ¿Bromeas? ¡Es mi hombre ideal! – volvió a exclamar.
Sí, en cuanto te enteres de lo otro…, pensé.
El timbre sonó y la gente comenzó a meterse en sus aulas.
- Tenemos que entrar, Nessie – me exhortó Helen.
- Bueno, ya hablamos en la cafetería – le dije a Brenda, que asintió, toda sonriente.
Suspiré para mis adentros. Parecía emocionada, pero, claro, el día después era lógico. Habría que esperar a que Seth le contara su secreto.
Mi compañera de pupitre y yo entramos en clase de Trigonometría. Helen se pasó toda la hora dándome notas con el fin de saber qué había ocurrido en la fiesta para que Brenda hubiera cambiado de ánimo tan de repente.
Tuve que explicárselo - a medias, por supuesto - para que me dejara tranquila. La verdad es que no estaba nada concentrada, las hojas de mi mano ya no calmaban mi gran sofoco.
En cuanto el señor Varner terminó su clase, salimos y nos cambiamos al aula de al lado.
Alguien había abierto la ventana, al parecer, yo no era la única que tenía calor. Sin embargo, eso no hizo otra cosa más que empeorar mi situación. Ahora el aroma que traía el aire entraba a sus anchas en el recinto al haber corriente y mi cuerpo empezó a sentirse raro de nuevo.
Sí, olía muy bien. Era extremadamente tentador, como el olor de su sangre fresca. No, mucho más fuerte.
El señor Berty entró y posó su maletín en la mesa.
No sé lo que hizo después.
Una ráfaga de viento entró con brío, agitando las cortinas a su paso, y su incitante olor penetró por mi nariz hasta clavarse en mi cerebro como un punzón candente. Un inmenso deseo se apoderó de mi cuerpo y de mi mente, hasta el punto de que me costaba muchísimo controlarlo, notaba mi piel ardiendo. Ahora no era una llama, mi organismo era un fogonazo continuo. Mi cerebro captó por fin el mensaje, descifró el código de barras que conformaba su excitante aroma. La mayoría de las barras eran las de siempre, sin embargo, había otras que tenían algo añadido, eran señales, y cada vez las sentía más claras y con más intensidad. Esa afrodisíaca fragancia me llamaba, era un antojo apasionado que necesitaba saciar YA.
Ahora no tenía calor, estaba en combustión. Di gracias de haberme puesto falda, así pude levantarla un poco. También me desabroché dos botones de mi blusa y me abaniqué con energía. Vi por el rabillo del ojo cómo me miraban algunos compañeros, pero estaba tan ocupada intentando refrenarme, que me dio completamente igual.
Lo único que quería con ansia era una cosa y tenía que esperar, aunque, ¿podría esperar hasta por la tarde? Mi mente estaba completamente obsesionada, cegada, solamente estaba concentrada en eso, no había sitio para nada más.
Las cortinas se agitaron otra vez. No, no podía esperar. La atracción era demasiado intensa y poderosa. Ya me tenía poseída del todo. Tenía que ir a ver a Jacob, tenía que contestar a la llamada como fuera, donde fuera, eso no importaba en absoluto.
El timbre sonó y me levanté de mi silla con celeridad. Metí mi chaqueta en la mochila y recogí el resto de mis cosas.
Helen iba hablando mientras caminábamos por el pasillo de camino a clase de Historia. Estaba comentando el examen de Cálculo o algo así. Ya ni siquiera la escuchaba.
Tenía que ir a verle. La llamada era muy fuerte. Ya no podía seguir evitándola.
- Esto… tengo que irme – la interrumpí -. No me encuentro muy bien.
Helen me miró preocupada.
- ¿Qué te pasa? Se te ve muy sofocada. ¿Tienes fiebre?
¿Fiebre? ¡Buf! Mi cuerpo ardía.
Puse voz pusilánime para terminar de rematar mi actuación.
- Sí, creo que sí – me toqué la frente con la mano -. Oye, ¿le dirás a la señora Smith que me encontraba mal?
- Claro.
- Gracias.
Me despedí con la mano y salí lentamente por el pasillo, con la cabeza gacha, fingiendo mi malestar.
En cuanto salí por la puerta, miré al frente y aceleré el paso. No sabía cómo, pero tenía que ir a su casa como fuera. Sabía que estaba allí.
Me quité los zapatos y avancé al trote por la carretera del pueblo. La gente que me encontraba a mi paso se quedaba mirando como si vieran a una loca o algo así. No debe de ser muy normal en Forks ver a una chica con falda y descalza galopando como si estuviera en una maratón. En cuanto vi la linde del bosque, tiré los zapatos al suelo y eché a correr lo más rápido que pude.
La falda se me enredaba en las piernas conforme éstas se movían y la mochila iba a trompicones en mi espalda. El aire azotaba mi cara, agitando mi pelo hacia atrás, y los árboles pasaban a mi lado como borrones de color bermejo, verde y marrón. Sin embargo, ese viento no era suficiente para apagar mi fiebre, sino más bien todo lo contrario, la avivaba mucho más, porque me servía su magnífico olor en bandeja. Esa llamada salvaje y primitiva me reclamaba, me dominaba, hacía que ya no fuera la dueña de mi cuerpo.
Me crucé a toda velocidad con algunos lobos que estaban de patrulla, pero ni siquiera pude ver de quiénes se trataban, ni si se habían fijado en mí. No me importaba. Seguí por el bosque hasta que divisé la casa de Jacob. Moderé el paso y fui hasta allí.
La puerta estaba abierta, como siempre. Entré en la vieja casa roja sin llamar, tiré la mochila al suelo y apoyé la espalda en la puerta para cerrarla. Jacob estaba de pie, cambiando de canal en la tele, o tal vez encendiéndola. Acababa de llegar de patrullar con la manada, porque estaba descalzo.
Se quedó mirándome con una mezcolanza de sentimientos en su rostro, encantado y a la vez extrañado de verme allí a esas horas.
- ¿Qué haces aquí, es que no tenías clase? ¿Cómo has venido? ¿Por qué no me llam…?
Demasiadas preguntas y yo ya no tenía tiempo. Se quedó mudo en cuanto pasé a su lado despacio, rozándole lentamente y mirándole con ojos hambrientos mientras me dirigía a su cuarto.
Crucé su pequeño dormitorio – casi no había espacio, ya que la cama doble ocupaba casi toda la estancia - y me quedé esperándole al fondo, con el lecho delante de mí. No tuve que esperar nada.
Entró en la habitación, raudo, con ojos más que decididos, cerrando la puerta de un portazo detrás de él, sin mirar atrás. Me pegó a su cuerpo, cogiéndome por la parte más baja de mi cintura, para besarme con deseo y yo lancé mis ansiosas manos a su cuello.
No podía más. De dos impetuosos tirones, le rasgué la camiseta de arriba abajo y se la quité con un arrebato más que desmesurado; él me ayudó, sacando los brazos. Sus manos regresaron a mi espalda baja y yo empecé a acariciarle el torso con efusividad. Llevé mi boca y mi lengua por su cuello y las bajé para que jugasen con las formas de sus impresionantes músculos. La vaga luz del sol que entraba por las cortinas iluminaba su cobriza piel y los hacía destacar más. Su pecho era tan grande, que me podía perder en él, hoy me parecía más terso, cálido y sedoso al tacto que nunca. Mi mano descendió, palpando bien sus abdominales, hasta que llegó al cierre de su pantalón y, cuando lo abrí, la deslicé al interior del mismo. Comprobé que él ya estaba tan encendido como yo. Un gemido sordo salió por su boca y su respiración se intensificó con entusiasmo; arrastré después las dos manos por detrás para quitárselos.
Mis caricias parecieron excitarle sumamente y me aprisionó contra la pared que tenía detrás. Los besos pasaron a ser mucho más ardientes y dinámicos. Nuestras lenguas se encontraban y se perdían fervientemente mientras jadeábamos con pasión. Sus palmas se deslizaron por mis muslos con avidez y alzaron mi falda en su ascenso. Pasé mi tacto a la espalda, complaciéndome en sus amplios hombros y bajando hasta el final de ésta para adosarle más a mí.
Intentó desabrocharme el tercer botón de mi blusa, pero sus dedos eran demasiado grandes para unos botones tan pequeños, así que terminó abriéndomela de un sólo tirón, haciendo que éstos salieran despedidos por toda la habitación. Me la quitó con un movimiento enérgico y comenzó a besarme y a lamerme con hambre por el cuello. Todo mi ser se estremeció al sentir su aliento ardiente en mi piel y metí mis dedos entre su pelo. Mi lengua, mis dientes y mis labios recorrieron el suyo cuando les llegó su turno, parándome a morderle el lóbulo de su oreja, y bajé de nuevo por su garganta hasta que llegué a su hombro. Sus manos se movían con entusiasmo por mi espalda, mi nuca y mi cintura. Volví a su cuello e inspiré profundamente para olerle. Esa era la voz de la llamada. Su aroma era el de siempre, sólo que ahora estaba mezclado con algo, algo salvaje, casi animal, que me excitaba muchísimo.
Me lancé a su boca, jadeando indómitamente, igual que él. Me quitó el sujetador, arrancando el cierre de cuajo sin ninguna dificultad, y yo me deshice del resto de mi ropa, dejándolo caer todo en el suelo. Mientras nuestros labios se movían con ferocidad, sus dedos se deslizaron delicadamente por mi garganta y bajaron hasta mi pecho. Me acarició con su palma suave y caliente y después bajó su boca y su tórrida lengua para recorrerlo bien. Me estremecí de nuevo con intensidad y mi cabeza se apoyó en la pared. Aferré mis dedos a su pelo ansiosamente para que su boca no parase nunca, a la vez que mi torso ya se movía apasionado, en total colaboración con ella; sus dedos subieron hasta la mía, los besé y los lamí con auténtico fervor. Dejó mi pecho y sus labios volvieron a los míos mientras resbalaba sus manos hasta mi espalda más baja y se friccionaba contra mí con avidez. Ésta vez me excité el triple al notar su piel y expiré audiblemente.
Al abrir nuestras bocas, su aliento abrasador se abría paso por mi garganta, haciendo que me sintiera arder entera. Pero quería más, quería quemarme por completo.
Me dio la vuelta con arrebato y se pegó a mí por detrás, arrinconándome contra el paramento. Acarició mis caderas y arrimó su frente a mi sien al olerme. Metió su mano por mi pelo y lo encerró con fuerza en un puño para hacerme girar el rostro hacia el suyo. Eso me encendió enormemente y arrojé mis labios contra los suyos para morderlos y lamerlos, completamente desbocada. Tiró de mi cabello hacia atrás, obligándome con ello a levantar la barbilla, para mover su boca por mi cuello y mi garganta mientras su otra mano se deslizaba por mi pecho y bajaba para acariciar el interior de mi muslo. Todos sus ardientes contactos me estremecían y los jadeos se volvieron bestiales. Coloqué mi mano sobre la que estaba en mi pelo y entrelazamos los dedos. Regresó a mis labios, ya sedientos, y su otra mano se movió justo hasta donde yo quería. Esta vez gemí, acompasando sus movimientos con mi cuerpo, y él se excitó más, apretándose contra mí.
Con un movimiento rápido y apasionado, me giró de nuevo y me volvió a aprisionar, sujetándome por las muñecas. Nuestros labios se movían bravíos y hambrientos, acompasados y sin errores, porque él sabía lo que querían los míos y yo sabía lo que querían los suyos.
Ya no teníamos tiempo para ir la cama. Una vez que me soltó, llevé mis manos a su cuello y a su espalda para agarrarme a él en el momento en que me levantó y me sujetó contra la pared sin ningún esfuerzo.
- Jake… - suspiré con placer cuando empecé a sentirle dentro de mí.
Aunque los dos teníamos mucha prisa, se unió a mí muy despacio, con mucha delicadeza, complaciéndose en ese primer roce; y sirvió una sola vez, nuestros cuerpos estaban hechos el uno para el otro, éramos dos piezas bien engranadas que encajaban a la perfección, y yo llevaba esperándole con ansia toda mi vida, mi cuerpo estaba más que receptivo.
Otro gemido rozó sus labios al salir por mi boca cuando por fin se unió a mí del todo, y mi mano se asió a su pelo con un anhelo desmedido, como si todo lo juntos que ya estábamos aún no fuera suficiente. A él también se le escapó un gemido sordo.
Entrelazó del todo sus labios con los míos, con dulzura, aunque respirando con furor.
Ahora éramos uno solo. No hacía falta explicaciones, ni ataduras, ni matrimonio, ni papeles, nada. Nuestro vínculo era muchísimo más fuerte que todo eso junto. Él ya era mío y yo ya era suya. Por fin era suya del todo.
Comenzó a deslizarse muy lento, sin apartar su rostro del mío, mientras nuestras bocas seguían rozándose, besándose, lamiéndose, aunque la mía también volvió a suspirar su nombre de nuevo, y con movimientos rítmicos, fue aumentando la velocidad poco a poco conforme se incrementaba nuestra excitación, hasta que se convirtió en algo activo y dinámico; la energía mística que nos rodeaba era realmente inmensa, electrizante, todo mi interior se estremecía con elevado entusiasmo y los jadeos ya eran fervientes.
Su piel se humedeció y ese aroma que me llamaba se intensificó al máximo. Por primera vez en mi vida, la mía también empezó a sudar, tal era el ardor que corría por mis venas. Nuestros intensificados efluvios se mezclaban al rozarse, aunque yo solamente estaba hechizada con el suyo, el olor de su sudor me volvía completamente loca y mi cuerpo se estremecía cada vez más con su apasionada actividad.
Su mirada estaba llena de fuego, como la mía. Una llama flameaba, reflejándose en los míos. Su cuerpo me quemaba, todo él me quemaba. Lo notaba, lo sentía, por todas partes. Lo único que quería era notar ese fuego dentro de mí. Clavé mis sedientos dedos en su piel para que aumentara el ritmo aún más y me uní a sus irrefrenables movimientos de una forma frenética. Yo ya era fuego como él, y el fuego sólo provoca más fuego. Nuestra cadencia se volvió salvaje y espasmódica y todas las sensaciones se multiplicaron por mil. Sentí cómo nuestra electrizante energía se mezclaba a la vez con el inmenso placer que empezaba a extenderse por todo mi organismo, y por fin se descargaba del todo, soltando toda su magia. Entonces, otra energía, diferente a la anterior, atravesó mi cuerpo completamente; ésta era tan cálida, prodigiosa, maravillosa e indescriptible, que me poseyó entera, haciendo que mi ser ya no fuera mío y se fundiera con el de Jacob. Sí, lo noté y lo supe perfectamente, era su alma, que se unía a la mía para fundirse en una sola, y el enorme placer que ya sentía, de repente se volvió infinitamente más inmenso y duradero, transformándose en un clímax que tomó todo mi cuerpo, recorriéndolo como la lava de un volcán que explosiona. La mezcla de sensaciones fue tan poderosa, espiritual, mágica e intensa, que mis ojos no pudieron evitar cerrarse y dos lágrimas rodaron por ambos lados de mi rostro. Gemimos más fuerte y me aferré a su cabello y a su espalda con ansia, tanta, que mis uñas se clavaron en su piel, aunque el olor de la sangre desapareció enseguida, las heridas se cerraron casi instantáneamente. Por fin me sentía quemar por su fuego, por fin había respondido a su llamada.
Nos quedamos quietos, mirándonos maravillados, todavía unidos, respirando agitadamente. Mis dedos continuaban en su espalda y entre su pelo, no quería separarme de él jamás. Las palabras sobraban, ya nos lo habíamos dicho todo, y decir que nos amábamos con locura se quedaba demasiado corto. Sabíamos que eso tan mágico que acababa de ocurrir se debía a nuestro extraordinario vínculo, nuestras almas habían nacido para estar juntas. Además, no teníamos tiempo, en nuestros ojos seguía flameando la llama con viveza.
Volvió a deslizarse muy, muy despacio, concienzudamente, clavando sus intensas y apasionadas pupilas en las mías. En ese momento, mi cuerpo y mi epidermis estaban tan hipersensibles, que mis piernas reaccionaron inmediatamente a la excitación de su roce y todo mi ser palpitó de nuevo como antes sin que hiciera falta nada más; la energía explotó y su alma se fundió con la mía, la lava me recorrió entera otra vez, dominándome por completo, haciéndome gemir en sus labios y aferrarme a su piel una vez más.
Pegó del todo su boca a la mía, expirando con ímpetu, y comenzó a besarme lentamente con sus ardientes y suaves labios, introduciendo su abrasador y delicioso aliento por mi garganta mientras mis palmas acariciaban su espalda con mucha calma, palpando su piel minuciosamente.
Me dejó en el suelo y, sin dejar de besarnos, lo impelí hacia la cama. Caímos conmigo encima. Me dio la vuelta con cuidado y me colocó la cabeza en la almohada.
A partir de ahí, todo fue muy fácil. Nuestras mentes ya sabían dónde había que besar, lamer, acariciar y tocar al otro, era como si alguien lo hubiera grabado en ellas para que lo utilizáramos en este momento. Mi cuerpo estaba hecho para el suyo y el suyo estaba hecho para el mío. Nuestra completa sincronización casi telepática se hizo patente más que nunca.
Esta vez hicimos el amor despacio, disfrutando de cada beso y de cada caricia, de nuestra unión, sintiéndonos bien el uno al otro. Ahora ya no había prisa. Por fín sentía su piel pegada a la mía, sus manos, su lengua, sus labios, Jacob recorriendo todo mi cuerpo. Y yo también hice lo propio con el suyo. Todas las veces que había soñado que hacía el amor con él, que estaba entre sus brazos, que sentía sus manos acariciándome con deseo y pasión, que sus ardientes labios me recorrían entera, que su piel se rozaba con la mía, que lo sentía dentro de mí, todo, se había quedado muy corto comparado con lo que sentía en esos momentos, porque, desde luego, era algo físico, pero también había algo espiritual que lo intensificaba al máximo y lo volvía mágico y maravilloso, increíble.
Pude comprobar cómo la hechizante energía que giraba a nuestro alrededor siempre explotaba del todo para elevarnos aún más y su alma se unía a la mía, haciéndonos sentir un placer inmenso e indescriptible, lleno de magia. Y era tan fácil. No me hizo falta morirme para que mi alma supiera qué era alcanzar el cielo junto a la suya, aunque también tocamos el infierno, porque nuestro amor era así, tierno, dulce, infinito, y de pronto se volvía indómito, bestial, salvaje. Jacob era pura raza y pasión, pero también muy cálido, dulce, delicado, y su entusiasmo era muy contagioso. Además, nuestra piel mojada impregnaba el ambiente de ese aroma que nos llamaba y nos volvía completamente locos, y esa locura nos prendía una y otra vez, hasta que el fuego se apoderaba de los dos y de la pequeña habitación, arrasando con todo a su paso.

Esta historia cuenta con los derechos correspondientes. Team Nessie & Jacob tienen la autorización de la autora para publicar la novela.¡NO COPIES EL CONTENIDO!

8 comentarios:

  1. WOOOOOOOW increible tu lemmon amor te salio ESPECTACULAR... fue re dulce, tierno y al mismo tiempo pasional,sos realmente increible escribiendo, fue estupenda la descripcion y las palabras que usaste me llenaron el alma...FLOR

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  2. MORTAL ME RE ENCANTOOOO!!!!!!!!!!!

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  3. Dios mio.. es el capitulo mas sensitivo d todos d eso stoy cgura!!
    Kisses dsd México

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  4. Ushhhh Jake...!!! Q Bonito Porfin..!!!!! xDD Jajjajaaj En celo xDD

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  5. allllllllllllllllfinnnnnnnnnnnnn

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  6. uuuu que exitante y bello tu relato

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  7. x Diosssssssss!!! que capitulo!! también con las ganas que se tenían... jaja, la verdad que lo hiciste impresionante,no necesitaste ser tan explicita para contarlos con lujos de detalles, estuvo INCREÍBLE!!! me pareció estar viéndolo , SOS GENIAL, no tengo mas palabras, Besotes

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  8. CRÉEME LLEVABA TIEMPO SIN APASIONARME TANTO LA LECTURA PERO TU ERES LA TAPA ME HACES VIBRAR CON ESTOS CAPÍTULOS QUIERO SEGUIR LEYENDO Y QUE MI IMAGINACIÓN VUELE !!!!

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