Concurso de Fanfics

Hola chico/as!
Les dejo los datos del concurso. Espero que se inscriban.

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Envía un correo a: teamnessiejacob@gmail.com.
En asunto deberán de poner: CONCURSO
El correo tendrá que contener: NOMBRE DEL AUTOR, TITULO DE LA HISTORIA, IMAGEN DE LA HISTORIA, TIPO Y CATEGORIA DEL FIC Y EL FIC.

CONCURSO:
TIPOS DE FICS:
  • Songfic
  • Real person
  • One shot
  • Fics completados
  • Fics sin completar
CLASIFICACIONES:
  • M - Mature (Adultos)
  • T - Teens (Adolecentes)
  • K - Kids (Todas las edades)
JURADO:
  • MIAW
  • MARIA
  • TAMARA
PREMIOS:
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Blend al mejor escritor de fics
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(los premios se darán al primer lugar de cada tipo de fics)
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ESTE BLOG ES PARA CONOCER A LOS DEMAS FANS DE RENESMEE Y JACOB

viernes, 1 de julio de 2011

ENTREGA [NUEVA ERA]


= PARTE UNO =
HORIZONTE
= RENESMEE =

Como ya venía siendo demasiado habitual, esa mañana llegué justa a clase. La señora Smith ya estaba apunto de cerrar la puerta, cuando pasé por el umbral como una exhalación humana. Me echó una mirada asesina y yo corrí hacia mi pupitre.
Brenda no coincidía conmigo en esta clase, pero, por fin, Helen sí estaba a mi lado. Desde que nos había contado toda su extraña historia la semana pasada, ya había vuelto a clase. Nosotros le habíamos prohibido que fuera sola por ahí, y menos a ningún bosque. Ahora siempre tenía unos enormes y peludos guardaespaldas que la protegían en todo momento, y habíamos dejado lo de la búsqueda de Ryam para las tardes, ya que yo la regañé por dejar sus estudios atrasados y la convencí de que a su mejor amigo no le gustaría nada que perdiese el curso por esa razón, así que ya venía al instituto.
Al día siguiente de aquella conexión donde le contamos todo a mi familia, Carlisle nos dijo que ya había hablado con Louis y que éste estaba encantado de investigar el tema de la transformación de Helen y Ryam. Lo único que necesitaba era una muestra de la sangre de mi amiga, por lo que mis padres, mis tíos y mis abuelos se ofrecieron entusiasmados a pagarnos dos billetes a Anchorage para que fuéramos a visitarles con esa excusa. Al principio, a Jake no le hacía mucha gracia que nos pagaran el viaje, pero lo reconduje con el argumento de que él estaba siendo la única base de nuestra economía y que yo tenía derecho a que ese viaje corriese de mi cuenta, o por lo menos, de la de mi familia, así que al final aceptamos. Ya teníamos ganas de verles en persona y de ver esa espectacular casa de la que Alice no dejaba de presumir.
Helen parecía muy contenta hoy, y de sus ojos – que volvían a ser dorados gracias a las lentillas – salían chiribitas cuando me miraron. Algo había pasado. Algo muy bueno. Y yo no aguantaba hasta el final de la clase para saber de qué se trataba.
Mientras la señora Smith empezaba su lección de Historia, arranqué un trozo de papel de mi cuaderno y le escribí una nota a Helen que no tardé en pasarle.

Ha pasado algo, ¿no? Ya puedes ir contándomelo.

Mi amiga sonrió cuando leyó mi frase, me miró de reojo y escribió justo debajo.

Ryam me envió un mensaje al móvil para que lo llamase y ya pude hablar con él. Ahora sé que está bien y ya me he quedado más tranquila.

Me enseñó la nota, yo exhalé el aire con la boca abierta en una sonrisa de alegría enorme y la llevó de nuevo a su pupitre para seguir escribiendo.

Me dijo que había descubierto algo muy importante, pero que era peligroso decírmelo por teléfono y que quería quedar conmigo para contármelo en persona y enseñarme unos documentos muy importantes. Le hablé de vosotros y de tu familia, del doctor Cullen, y le conté que nos ibais a ayudar.
Me costó, ya que es muy cabezota y ahora, con todo lo que le ha pasado, ya no se fía de nadie al 100%, excepto de mí, claro, pero al final le convencí para que me los entregara y así pudieseis llevárselos al doctor Cullen. Me dijo que tenía que ser en un sitio muy concurrido donde hubiese mucha gente y mucho ruido, para despistar a Razvan e impedirle que pudiese actuar en caso de que nos descubriera, así que se me ocurrió la fiesta de Matt Hoffman de mañana. Como tú estás invitada, podremos entrar sin problemas, y Ryam es un experto en colarse en los sitios.
Cuando me pasó esa larga nota y terminé de leerla, no pude evitar poner una mueca de dolor.

¿En la fiesta de Matt Hoffman? ¿No había otro sitio mejor? No sé, en el Ocean o algo…

El Ocean ya lo tienen muy controlado. Recuerda que fue por los alrededores donde lo contagiaron. Saben que ese es el sitio de moda donde va la mayoría de los jóvenes de Forks. Lo mejor para despistarlos es ir a una fiesta privada de la que no han oído hablar nunca. Tienes que hablar con Matt y decirle que vamos a ir.

Fruncí el ceño un poco cuando lo leí, pero, para mi desgracia, tenía razón. Aunque, bueno, pensándolo bien, en cuanto Matt me viese aparecer en su fiesta con Jake, puede que ya me dejase en paz para siempre.

Bueno, vale, está bien, hablaré con Matt. Y también con Jake, para que planee algo con los chicos y os puedan cubrir las espaldas, por si acaso.

De acuerdo. Gracias.

Helen me cogió la mano a modo de agradecimiento, mirándome con unos ojos emocionados y una media sonrisa de esperanza que hicieron que un incómodo nudo se instalara en mi garganta. Le di unas palmaditas en su mano, carraspeé para aclararme la voz y por fin me soltó para que pudiéramos comenzar a atender a la lección de la señora Smith.


Miré el papel que el propio Matt me había dado para cerciorarme de que íbamos a meternos en la calle correcta.
- ¿Seguro que es por aquí? – preguntó Jake, girando el volante.
- Sí, ¿no oyes la música? Mira, esa de ahí debe de ser su casa – le señalé, guardando la dirección en el bolsillo de mi chaqueta.
La casa de Matt era bastante grande, incluso un poco impropia de un sitio tan humilde como Forks, y la música estaba tan alta que se oía desde la calle, aunque mis oídos y los de Jake ya la habían escuchado hacía un rato.
Mi chico aparcó como pudo entre toda aquella fila de coches que habían estacionado en el arcén, y Helen, él y yo nos apeamos del Golf.
Jake me cogió de la mano nada más cerrar el vehículo, echó un vistazo entre los árboles que teníamos detrás, y empezamos a dirigirnos hacia la vivienda.
Mi olfato no me engañaba, pero Jake ratificó mis pensamientos.
- Bien, Seth y su grupo ya están por aquí, en estos bosques de alrededor – nos comunicó en voz baja -, y Embry, Quil, Isaac y Shubael tienen que estar por fuera de la casa en su forma humana para pasar desapercibidos, así que no os preocupéis, todo está controlado.
- Sólo espero que Isaac y Shubael no se dediquen a intentar ligar con todas las que pasen – añadí yo en broma.
- Más les vale que no – afirmó con un tono un tanto amenazador.
- Quería daros las gracias – dijo Helen -, os estáis tomando tantas molestias por nosotros que…
- Venga ya, chica culturista – le cortó Jake en broma, usando ese mote que ya le había puesto para quedarse con ella -, esto no es nada para nosotros.
- De todas formas, gracias, chico lobo – le acompasó ella.
Nos reímos los tres y nos acercamos a la vivienda.
En el pequeño jardín que abría paso hacia la casa se encontraba un montón de gente, algunos ya iban borrachos. Quil estaba de pie con los brazos cruzados, apoyado en un árbol que quedaba justo delante de la entrada. Jake y él se saludaron con un ligero movimiento de cabeza y llegamos a la puerta.
Piqué al timbre y al rato Matt Hoffman nos abrió.
- Hola, Nessie, te estaba esperan… - el saludo del anfitrión se entrecortó al toparse con la persona que mi mano amarraba.
Su sonrisa presuntuosa también se le borró de la cara cuando lo observó con detenimiento, qué remedio, lo tenía justo delante.
Jake llevaba una camiseta azul oscuro de manga corta que le quedaba ceñida y dejaba entrever esos impresionantes músculos que Matt ya había tenido el gusto de ver aquella vez en el parking de Rialto Beach.
Mi chico le dedicó una sonrisita chulesca que estaba llena de malas intenciones.
- Hola, Matt – no pude evitar que se me escapara una sonrisa que se confundía un poco con el orgullo que sentía por mi novio y un sentimiento un tanto maquiavélico de desquite personal.
- Hola, Matt, ¿cómo estás? – saludó Jake, tiñendo la frase de una acidez maléfica.
- Ah, te voy a presentar – dije, haciéndome la despistada -. Este es Jacob Black, mi novio - y al pronunciar novio me recreé.
- E-encantado – tartamudeó Matt, estirando la mano con un poco de impresión ante un chico tan alto y fuerte.
- Igualmente – contestó Jake, usando el mismo tono que antes.
Y le cogió la mano para estrechársela.
- A-ay… – se quejó Matt con un murmullo, retorciéndose un poco, cuando Jake apretó un poco más de la cuenta.
- ¿Podemos pasar? – le pregunté.
- Claro, estáis en vuestra casa… - se rió nerviosamente a la vez que agitaba su mano disimuladamente por detrás de su cintura para aliviar el dolor.
- Gracias.
Le sonreí con orgullo, Jacob lo hizo con la misma chulería de antes, y Helen pasó detrás de nosotros dos ante la atónita mirada del anfitrión, que veía cómo me había invitado solo a mí y entraban dos polizones más. Casi me dio un poco de penita de él y todo, aunque con lo pesado que había estado conmigo, era un alivio saber que ya no iba a volver a dirigirse a mí en la vida.
- ¿Ese es el tipejo que te está molestando? – quiso saber Jake, echándole un vistazo fulminante mientras caminábamos.
La música estaba altísima, aunque nosotros debíamos de ser los únicos que podíamos escucharnos perfectamente.
- Sí, pero ya no lo va a hacer más – aseguré, aliviadísima.
- Más le vale – afirmó él, mirándole con cara de muy malas pulgas.
- Bueno, Jake, a lo que estamos – le exhorté, zarandeando su mano para que mirase hacia delante.
Me hizo caso y se volvió de frente.
- ¿Ves a Ryam? – le pregunté a Helen.
- No – respondió ella, escudriñando ese enorme salón, el cual estaba solamente iluminado con una especie de focos de colores que apenas daban algo de luz.
- Menudo friqui es ese idiota – masculló Jake, que, como siempre, parecía que podía leerme la mente.
- Desde luego Alice no hubiera puesto esta decoración para una fiesta – coincidí yo.
- Ahí está – exclamó Helen, emocionadísima, con los ojos apunto de salírsele del sitio, de las ganas que tenía ya de verle.
- ¿Dónde? – pregunté, buscándole con la mirada.
- Debajo de la escalera, está escondido – me desveló ella -. ¿Os podéis quedar aquí?, voy a hablar con él, a ver si os quiere conocer.
- De acuerdo – acepté.
Helen corrió a la zona de la escalera y se metió entre la oscuridad que había bajo la misma. Tan sólo se le veía la espalda. Unos brazos tapados por las mangas de una sudadera de color negro la rodearon durante un momento y después su espalda volvió a quedar despejada.
Estuvo alrededor de un minuto oculta bajo la sombra y salió para negarnos con la cabeza a la vez que su rostro decía un lo siento, no he podido convencerle.
- Encima que le ayudamos – chistó Jake, molesto.
- Tienes que entender a Ryam, lo ha pasado muy mal – le defendí -. A diferencia de ti y de los demás lobos, él tuvo que pasar por todo esto solo, la única persona que tiene es Helen. Nadie más le ha ayudado nunca, todo lo ha tenido que hacer él, y esto de entregar algo que ha descubierto con su esfuerzo no debe de ser plato de buen gusto. Y encima, mi familia está compuesta por lo que él más debe de odiar del mundo. Ya es bastante que haya accedido a entregarnos esos documentos.
Jake se mordió el labio y se quedó pensativo, seguramente podía comprenderle en esto último.
- Bueno, puede que me recuerde un poco a Sam – reconoció.
Los dos volvimos la vista hacia el rincón de la escalera, vigilando en todo momento la enorme sala.
- Bah, aquí no viene ningún chupasangres, menudo fiasco – se quejó después de un rato -. Anda, vamos a tomar algo, ya que estamos aquí – propuso, tirando de mí al iniciar la marcha.
- ¿Y si aparece alguno? – dudé con preocupación.
Jacob esquivaba a la gente con facilidad, ya que prácticamente le dejaban pasar al ver a ese chico que, equivocadamente, daba la sensación de peligroso.
- La casa y los alrededores están bien vigilados, no podría pasar ni un bunker, y aquí dentro no hay nada que queme la nariz, excepto la asquerosa colonia de ese idiota friqui que te acosa – alegó -. Además, no pienso ser el sujetavelas de nadie, así que, venga, ¿qué te apetece tomar?
La verdad es que Helen parecía muy entretenida hablando con Ryam, al que no se le veía nada más que esas botas negras llenas de hebillas. Jacob tenía razón. Seguramente tenían muchas cosas que contarse aparte del último descubrimiento que había hecho él.
- Bueno, pues una cerveza – le dije.
Aproveché un segundo que perdió mi amiga en mirarme, para hacerle una señal que la avisaba de dónde estábamos y ella asintió con una sonrisa.
Llegamos a la zona donde estaban las bebidas y Jake volvió a hacerse un hueco fácilmente entre aquella muchedumbre. Me llevó con él de la mano mientras echaba un vistazo a los recipientes redondos con hielo que contenían las bebidas, y finalmente dio con lo que estaba buscando. Sacó las dos cervezas sin alcohol de uno de los recipientes, las abrió con un abridor que había allí y me pasó la mía.
- Toma, preciosa.
- Gracias – le sonreí, cogiéndola, y le di un beso corto en los labios.
De pronto, cuando me iba a apartar de él para beber de mi botellín, Jake me agarró de la cintura y me estampó contra su cuerpo, dándome seguidamente un beso tan efusivo, que me dejó sin respiración.
Sus labios eran tan suaves y la sensación que me producían era tan extremadamente placentera, que no pude evitar dejarme llevar y perderme en esa energía hechizante que ya nos envolvía. Mi mano subió por su pecho y se aferró a su camiseta para pegarle más a mí, sin importarme nada más, ni siquiera era capaz de oír ni un murmullo de la música.
Sin embargo, Jacob terminó ese increíble beso, aunque le costó un poco.
Me quedé mirándole embobadísima durante un rato, y él también clavó sus ojos en los míos, maravillado. Pero sólo por un instante, porque luego los despegó de mí para mirar al frente con una cara y una sonrisa de satisfacción enorme.
Eso hizo que me girara un poco para mirar y fue cuando vi a Matt, que apretaba los dientes con tanta fuerza, que casi se podía escuchar el chirrido por encima de la música.
- Ahora sí que no te va a volver a molestar más – aseguró Jake con una de sus mejores sonrisas torcidas.
Le sonreí y me pegué a él para comérmelo con una serie de besos cortos que él correspondió de buena gana.
Un carraspeo me hizo bajar de las nubes.
- Ah, Helen – me separé de mi chico, ruborizada.
- Ryam se ha ido – anunció, pesarosa.
- ¿Cómo? ¿Se ha ido? – inquirí con sorpresa.
- Estúpido, así será imposible protegerle – bufó Jake -. ¿Te dijo a dónde se iba?
- No me lo ha querido decir – le contestó ella, visiblemente preocupada -. Dice que no quiere poner a nadie más en peligro.
- Idiota, es demasiado orgulloso – criticó mi chico. Le di un pisotón disimulado para regañarle, aunque no pareció hacerle mucho caso -. En fin, ¿te dio los documentos?
- Sí – asintió, alzando una carpeta azul para mostrársela –, y me dijo que…
- Espera – le interrumpió él, dejando su cerveza y la mía en las tablas que estaban colocadas a modo de barra -, será mejor que salgamos de aquí y nos lo cuentes todo en otro sitio.
- Jake tiene razón – apoyé yo -. Vamos a casa.
Avanzamos entre el bullicio sin problemas gracias a la amabilidad de la gente con Jake y llegamos hasta la puerta.
- Adiós, Matt – se despidió Jacob con la misma sonrisa y la misma acidez que había usado al principio para saludarle -. Tu fiesta ha estado bastante guay, pero no creo que mi chica y yo volvamos – matizó con intención; y le ofreció su mano para que se la estrechara, mirándole con una expresión cargada de advertencia.
- Ah, bueno, no… no importa – respondió Matt, riéndose nerviosamente mientras alzaba la mano con evidente temor -. A-ay… - volvió a quejarse con un murmullo, retorciéndose de nuevo, cuando Jake apretó otro poco más de la cuenta.
Mi novio le soltó la mano con su sonrisita chulesca y comenzó a pasar por el umbral de la puerta.
- Adiós, Matt – repitió con la misma actitud.
- Adiós, gracias por invitarnos – le dije yo, saliendo detrás de mi chico.
- Adiós – siguió Helen, haciendo lo mismo.
- Adiós – se despidió Matt con otra risita nerviosa mientras sacudía su mano a sus espaldas para calmar el dolor.
Y cerró la puerta.
Jake le hizo una señal a Quil con la cabeza para que éste se acercara a nosotros y así lo hizo.
- Avisa al resto y a Seth, ya sabes a dónde vamos – le dijo, sin dejar de observar los alrededores.
- Sí – acató Quil, asintiendo.
Mientras nosotros iniciábamos la andadura hacia el coche, el quileute metió la punta de sus dedos en la boca y emitió un silbido para avisar a los otros, que vigilaban los laterales y la parte posterior de la vivienda, de que se retiraban. En unos segundos, los tres quileute se reunían con Quil delante del edificio y se marchaban corriendo hacia el bosque, donde se encontraba Seth con su grupo.
- Iremos escoltados todo el tiempo – nos desveló Jake de camino al Golf.
Llegamos al vehículo con rapidez, nos subimos y Jacob lo puso en marcha sin perder tiempo para salir velozmente en dirección a nuestra casa.
Recorrimos la carretera de La Push y, en menos de media hora, ya estábamos en nuestra preciosa casita roja. Los lobos se quedaron por los alrededores, ya que después teníamos que llevar a Helen a su casa y tenían que volver a escoltarnos.
Mientras Jake y mi amiga se sentaban en el sofá del saloncito, yo aproveché para entrar en la cocina y coger unas cervezas sin alcohol. Al final, no había tomado aquella en la fiesta de Matt y me había entrado sed.
Salí de la cocina y me dirigí a la zona del sofá.
- Toma, tu cerveza – le ofrecí a Helen, entregándosela.
- Gracias.
Le di la suya a Jake, posé la mía en la mesita roja y me senté a su lado, en el hueco que quedaba entre mi amiga y mi chico.
- Bueno, ¿qué te ha entregado Ryam? – quiso saber Jake, alzando su botellín para echar un par de tragos.
Cogí los papeles que Helen había sacado de la carpeta y que había posado en la mesita, para echarles un vistazo.
- No me lo quiso decir – habló ella –, por si Razvan y los suyos estaban escuchando desde fuera, pero me dijo que seguro que Carlisle podría descubrirlo.
- Idiota, ¿no se dio cuenta de que no olía a chupasangres por ninguna parte? – criticó Jacob.
- Jake – le reñí, alzando la vista de los documentos un instante para mirarle.
- Nosotros no tenemos el sentido del olfato tan desarrollado – se defendió Helen -, ni siquiera cuando estamos en nuestra forma de gigantes.
- Esto son fórmulas – descubrí con asombro, pasando los folios.
- ¿Fórmulas? – inquirió Jake, extrañado.
Helen se quedó pensativa.
- Sí, un montón de fórmulas y ecuaciones, mira – y levanté el documento para ofrecérselo.
- Nah, deja, no voy a entender nada… - y se bebió otro par de tragos.
- Ha encontrado las fórmulas del veneno – murmuró mi amiga de pronto, mirando al frente, asombrada.
Levanté los ojos de los folios para observarla a ella con revelación sorpresiva.
- Si son las fórmulas del veneno, Carlisle podría encontrar el antídoto – afirmé.
Mi amiga giró el rostro para mirarme con el mismo semblante que el mío y después nos sonreímos.
- No os hagáis ilusiones – nos advirtió mi chico -, podría ser otra cosa y os llevaríais un chasco importante. Lo mejor es llevárselo a Carlisle junto con la muestra de sangre y que él nos diga lo que es.
- Es verdad – calmé mi repentino entusiasmo y seguí hablando con un poco más de mesura -. Dentro de dos semanas iremos a ver a mi familia y él nos dirá qué significan todas estas ecuaciones.
- Sí, tenéis razón – coincidió Helen, suspirando para relajarse ella también.
- ¿Y de dónde ha sacado esto? – preguntó Jake, frunciendo las cejas con extrañeza.
- No lo sé, sólo me dijo que sus pistas le llevaron a un bosque y a una especie de madriguera, y que cuando entró, descubrió que era un pasadizo. Siguió por allí y llegó a un edificio muy antiguo de piedra gris. Ahí fue donde cogió la carpeta. Fue lo único que me dijo.
Jake frunció los labios con una expresión que decía a las claras que esto no le gustaba nada de nada, a la vez que posaba su cerveza en la mesita.
- Lo que está claro es que estos papeles son de Razvan y sus matones y que Ryam se ha debido de meter en su guarida – declaró al cabo de unos segundos -. No sé cómo lo ha hecho ni cómo ha conseguido salir de allí, pero cuando ellos se den cuenta de que faltan estos documentos, irán a por él sin cuartel, y ese gigante estúpido se ha ido solo por ahí.
- No es que Ryam no acepte vuestra ayuda porque sí, en realidad os está muy agradecido por protegerme, pero es que él siempre ha sido así, siempre ha sido un chico bastante solitario, no le gusta que nadie le ayude si él mismo puede arreglar las cosas – alegó Helen en defensa de su mejor amigo, aunque a ella también se la notaba disconforme y preocupada por su osada actuación –. Además, según me ha dicho, se marchaba para investigar otra cosa muy importante que ha descubierto y que no me ha querido contar. Sabe que todo esto es muy peligroso y no quiere exponer a más gente.
- Mira, me parece genial que quiera ir en solitario, pero nos subestima – criticó Jake -, y, encima, tiene prejuicios. Tienes que explicarle que nosotros hemos nacido para combatir contra todo tipo de chupasangres. Estamos más que preparados y muy bien organizados – presumió, aunque yo sabía que con razón -. La próxima vez que quedéis, tienes que hablar con él y convencerle de que nos deje protegerle y ayudarle. No podrá con todo él solo, siempre es mucho mejor trabajar en equipo. Y también tienes que decirle que deje esos prejuicios a un lado y que confíe en los Cullen, ellos no son como el resto de vampiros.
- Lo intentaré, aunque es bastante cabezota.
- Procura convencerle – repitió Jacob.
- ¿Y qué vamos a hacer con esta carpeta durante las siguientes dos semanas? – pregunté –. ¿Qué pasa si Razvan descubre que nosotros tenemos sus documentos?
- No saldrá de La Push – afirmó Jake -. Todos los días se la daré a alguien diferente de la manada que estará custodiado en todo momento, y reforzaré la vigilancia de nuestro territorio, no podrán ni olerlo.
- Me siento como si estuviéramos guardando un expediente del gobierno o algo así – bromeé, más bien para quitarle un poco de hierro al asunto, porque si no lo hacía, mi cabeza iba a empezar a llenarse de miles de pinchacitos que me iban a recordar la intuición que ya rondaba por ella y que me gritaba lo peligroso que era esto para mi Jacob, la manada, Helen, mi familia, yo misma..., y entonces acabaría cogiendo la carpeta y tirándola por ahí para que la encontrara Razvan y se la llevara.
- No te preocupes, todo saldrá bien – me calmó Jacob, dándome un beso en la mejilla.
Como siempre, parecía que me leía la mente.
- No tenéis por qué hacer esto – declaró Helen, pesarosa –, Ryam y yo no queremos que nadie…
- ¿Estás de broma? – le cortó Jake, elevando la comisura de esos labios como nadie más sabía hacerlo -. Esto no nos lo perdemos ni locos. Y esas asquerosas sanguijuelas ya han metido demasiado sus narices por nuestros bosques, no pienso permitirlo. Cuidaremos de esta carpeta y cuidaremos de ti.
- No sé cómo vamos a agradecéroslo – dijo mi amiga con un notable nudo en la garganta.
- No volviendo a decir estas cosas una y otra vez, por favor – respondió mi chico -. Somos un equipo, ¿vale? Y eso es lo que le tienes que meter a Ryam en esa cocorota tan dura que parece que tiene.
- De acuerdo – sonrió ella.
- Vais a tener que trabajar el doble y emplearos a fondo – manifesté, un poco a modo de advertencia de broma.
Jacob cogió su cerveza y la alzó.
- Bueno, es lo malo de ser tan guay – afirmó con una enorme sonrisa.
Y después, se tomó unos cuantos tragos.

Esta historia cuenta con los derechos correspondientes. Team Nessie & Jacob tienen la autorización de la autora para publicar la novela.
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1 comentario:

  1. Hay amo esta historia me trae loca...como haces para escribir tantoo??? decime tu secreto jaja

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