Concurso de Fanfics

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CONCURSO:
TIPOS DE FICS:
  • Songfic
  • Real person
  • One shot
  • Fics completados
  • Fics sin completar
CLASIFICACIONES:
  • M - Mature (Adultos)
  • T - Teens (Adolecentes)
  • K - Kids (Todas las edades)
JURADO:
  • MIAW
  • MARIA
  • TAMARA
PREMIOS:
Recomendación: Mejor Escritor
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(los premios se darán al primer lugar de cada tipo de fics)
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ESTE BLOG ES PARA CONOCER A LOS DEMAS FANS DE RENESMEE Y JACOB

viernes, 1 de julio de 2011

MAL PRESAGIO [NUEVA ERA]


= PARTE UNO =
HORIZONTE
= RENESMEE =

- ¡¿Se lo han llevado?! – exclamé, alarmada.
- No, se ha ido – me aclaró.
- ¿Y por qué se ha ido?
Sus ojos se desviaron hacia la taza, tristes.
- Ryam se siente muy culpable por contagiarme, nunca se lo ha perdonado, y su única obsesión es encontrar una solución para que yo vuelva a ser como antes. Está empeñado en que esto tiene cura, y no parará hasta descubrirla. Incluso dejó el instituto para dedicarse exclusivamente a eso – entonces, levantó la vista para mirarme -. Ryam era mi compañero de pupitre en la mayoría de asignaturas, en el primer curso – me explicó. Luego, sus pupilas bajaron de nuevo -. Como te comenté antes, cuando sale a investigar, Ryam se va y vuelve, nunca está fuera más de un par de días, siempre regresa. Pero esta última vez que se marchó no ha vuelto, hace tres semanas que no sé nada de él y estaba muy preocupada, apenas he dormido estos días. Por eso he faltado tanto a clase, porque he estado buscándole.
››Fui a la pensión donde vive, para ver si por casualidad ya había vuelto o algo, pero la casera me dijo que no había regresado. Le pedí que me dejase subir a su habitación y, como ya me conoce, me dejó. Y entonces fue cuando descubrí todos esos recortes de periódicos que había en el cajón de su mesilla. En todos se hablaba de unos extraños ataques a excursionistas que habían tenido lugar en estos bosques hace unos cuantos años, y los achacaban a agresiones de un oso enorme, según los pocos testigos que el periódico había entrevistado.
››Pero yo enseguida até cabos. Por las descripciones de los artículos y lo que el propio Razvan nos había contado, enseguida me di cuenta de que lo que atacaba no era un oso, sino lobos gigantes. No me lo podía creer, esos lobos estaban justo aquí, y nunca nos habíamos dado cuenta, aunque, si te soy sincera, por mucho que nos hubiera dicho Razvan, no me creía que fueran hombres lobo, más bien que eran lobos grandes. Nunca pensé que fuesen hombres que se transformasen en lobos y que fueran tan enormes. Y eso era lo que Ryam había ido a comprobar, porque si era cierto que esos hombres lobo existían, encontraría la clave del veneno. Por eso fui al bosque, para ver si allí conseguía alguna pista más que me llevara a Ryam.
- Y te encontraste con Razvan y compañía – adelanté.
- Sí, pero yo no sabía que ellos habían venido a por él, ni siquiera sabía que seguían con vida. Ryam y yo pensábamos que habían muerto en aquella batalla, pero nos equivocamos – cerró los ojos y suspiró -. Ahora lo sé todo.
Abrió los párpados y siguió explicándome.
- Al principio, Ryam sólo era una pequeña molestia para Razvan, un experimento fallido del cual no había que preocuparse demasiado, puesto que él no se lo podía decir a nadie, ni podía actuar en contra suyo, ya que solamente se trata de un individuo, un caso aislado sin importancia. Por supuesto, yo simplemente era una insignificancia para Razvan, una simple humana, débil y fácil de borrar del mapa, no suponía ningún peligro para él. Sabía que nosotros no se lo contaríamos a nadie, que Ryam no querría desvelar nunca ese secreto, que Ryam también tendría que protegerse de los humanos normales y del resto de seres. Por eso no ha actuado durante todo este tiempo; Razvan y los suyos no habían muerto en esa lucha, simplemente no vinieron a por nosotros porque no suponíamos ningún problema para ellos, y estaban demasiado ocupados con otras cosas.
››Lo que no se imaginaba es que nosotros no nos íbamos a quedar de brazos cruzados y que íbamos a investigarlo todo. Ahora Ryam se ha convertido en todo un estorbo para Razvan. Sabe demasiadas cosas, se ha ido acercando poco a poco, y Razvan teme que puedan peligrar sus planes.
››Y ahora sé que Ryam también averiguó esto. Estoy segura de que también se fue para protegerme, para despistarlos y que le siguieran a él, y yo he metido más la pata – volvió a cerrar los ojos con pesar.
- Así que Razvan y los suyos estaban en el bosque para dar con Ryam.
- Sí, debieron de seguir sus propias pistas y terminamos encontrándonos en el bosque – alzó la vista para mirarme con angustia -. Nessie, me han visto, ahora saben que Ryam ha desaparecido, por eso querían llevarme con ellos.
- Para sobornarle.
- Sí, y si me cogen, él se entregará y…
- No te preocupes – le corté para que no se atormentase más -, nosotros te protegeremos y no podrán cogerte. Y también ayudaremos a Ryam.
- Pero yo no quiero que os veáis involucrados en algo que…
- Ya estamos involucrados – le volví a interrumpir, hablándole con dulzura -. Razvan está matando lobos normales para sacar ese veneno, y, como ya dije, los lobos son sagrados para la tribu quileute, es una ofensa personal para ellos. Eso sin mencionar toda esa gente inocente que están utilizando para crear su ejército de gigantes y que una de mis mejores amigas está en apuros, no pienso permitirlo – le sonreí para infundirle confianza y ella me correspondió con otra sonrisa, emocionada -. Os ayudaremos.
- Gracias, Nessie – asintió con los ojos llenos de lágrimas.
- No tienes por qué darlas. Somos amigas, ¿no? Hoy por ti y mañana por mí, ¿no es eso? – le dije con voz alegre para animarla.
- Sí – sonrió por fin.
Le cogí la mano y se la estreché entre las mías para consolarla. Se extrañó un poco al notar tanto calor.
- Antes, en el bosque, estabas helada. ¿Cómo es que ahora…?
- Ah, esta es mi temperatura normal, 40 grados – le revelé antes de que terminara la frase -. Pero cuando me transformo, mi temperatura baja hasta que me vuelvo tan fría como un vampiro.
- ¿Y cuando eres medio humana, tu temperatura es de 40 grados? – se sorprendió -. ¿Tan alta?
- Pues si vieras la de Jake… - me reí -. Él y los demás lobos están entre 42 y 48 grados, depende de la época del año. Les sirve para protegerse del frío.
- Oh – pestañeó.
- Dime una cosa, antes dijiste que Ryam estaba convencido de que tenía cura. ¿Tú también lo crees?
- No estoy segura – suspiró -. Según él, si le contagiaron con una vacuna, tiene que tenerla, pero yo no soy tan optimista.
Tal vez si hablaba con Carlisle, él pudiese averiguar algo. Aunque tendría que omitir ciertos detalles del asunto para no preocupar demasiado a mi familia, como, por ejemplo, mi intervención en el bosque y ese encuentro con los vampiros. Tendría que decirles que ya estaba con Jake y los chicos, porque si les decía que había ido yo sola a ayudar a Helen hasta que por fin llegó mi lobo, tendría que escuchar el sermón de mis padres.
- ¿Y cómo es Ryam? ¿Es guapo? – pregunté para hacer la conversación todavía más liviana, a ver si así se incrementaba su ánimo.
- No sé. Sí… - contestó, algo ruborizada -. Bueno, a mí me lo parece.
- Y… ¿sigues enamorada de él? – seguí, poniendo voz picarona.
- No pienso decirte eso – objetó, riéndose.
- Vamos, venga ya – me quejé -. Tú me diste la brasa todo el curso pasado con el tema de Jacob. Ahora me toca a mí.
- Está bieeen – aceptó, alargando la última sílaba para fingir cansancio -. Sí, estoy enamorada de él, ¿contenta?
A las dos se nos escapó una risita.
- Ahora entiendo que al final le dieras calabazas al pobre de Justin Musset y no fueras al baile de fin de curso.
- Sí, pobre, menudo fiasco que se llevó – asintió, mordiéndose el labio con culpabilidad -. Pero nunca he podido quitarme a Ryam de la cabeza, ir con Justin iba a ser una mentira, y él tampoco se merecía eso. Por eso preferí decirle la verdad y no ir al baile.
- Hiciste bien.
- Ahora está saliendo con Sandra Pitterson. Y se les ve bastante bien, así que me alegro.
Asentí y la cocina se vio apagada por un momento de silencio.
- Por cierto – intervine para romperlo -, tenías razón cuando descubriste que no era un oso lo que habían visto esos excursionistas, sino que eran los lobos, pero no fueron ellos quienes asesinaron a esa gente, fueron unos vampiros – le aclaré -. Los lobos luchan contra los vampiros para proteger a las personas. La gente que vio a ese oso, seguramente vio a alguno de los lobos, que andaban detrás de esos vampiros para acabar con ellos. Lo que pasa es que estaría escondido y no lo vieron bien, por eso pensaron que era un oso enorme.
- Bueno, ya me di cuenta de que tus lobos no atacan a la gente y que luchan contra los vampiros – rió –. ¿Y tú cómo sabes que fueron unos vampiros los que mataron a esos excursionistas? – preguntó, asombrada por mis conocimientos del tema.
- Porque esos vampiros perseguían a mi madre – revelé.
- ¿A tu madre? – ahora sí que estaba asombrada.
- Será mejor que vayamos al saloncito, creo que yo también te tengo que contar una historia muy larga – me reí.
- Bueno, yo también tengo todo el día – sonrió con complicidad.
- Pues vamos.
Me levanté de la mesa, seguida por Helen, y salimos de la cocina entre charlas para dirigirnos al pequeño salón.
Una vez allí, y sentadas en el cómodo sofá, yo también le conté toda mi historia a Helen, y también algunas cosas de mi familia que eran imprescindibles para que comprendiera ciertas partes de la misma, como, por ejemplo, la aparición de Jake en mi vida y su imprimación. Se quedó maravillada con buena parte de mi relato, y la historia de amor de mis padres y la mía con Jake le parecieron preciosas, según ella, de película.
Una hora más tarde, llegó Brenda, que me trajo la mochila con mis cosas y enseguida se sentó con nosotras para que Helen le contara su relato y para relatar la suya propia.
Brenda y Helen estaban alucinadas, la una con la historia de la otra, aunque la segunda parecía otra persona desde que se había desahogado con las dos. Como ella misma nos había dicho, el poder contárselo a alguien, y más siendo nosotras, sus amigas, había resultado todo un alivio. Y no sólo por poder desahogarse, que ya era mucho, sino por sentirse comprendida. No nos podíamos creer la tremenda coincidencia de que las tres supiéramos de la existencia de este otro mundo fantástico, lleno de vampiros, lobos enormes y otros seres mutados o no.
Ahora seguíamos las tres sentadas en el sofá, charlando, y yo no hacía más que mirar el reloj que estaba en una de las estanterías que se alzaban sobre el mueble bajo de la televisión.
Ya se acercaba la hora de cenar y Jake aún no había vuelto.
Mis manos se retorcían la una con la otra, entrelazando los dedos con nerviosismo, mientras mis amigas hablaban y se contaban todos sus secretos. Y afuera ya era de noche…
- Ness, no te preocupes, estará al llegar, seguro – me dijo Brenda en un intento de tranquilizarme, que ya se había dado cuenta de mi histerismo -. Cuando Seth me trajo hasta aquí, me dijo que iban a ir más lobos. Embry y su grupo terminaron en cuanto la excursión se acabó, así que se fueron para allá con ellos. Y seguro que Leah y su cuadrilla también terminaron con los nómadas y se unieron. No te preocupes – repitió.
- Es que nunca ha llegado tan tarde… murmuré, igual de nerviosa, observando la hora de nuevo.
Ya sabía que sólo eran cuatro vampiros contra muchos lobos, sin embargo, ese Razvan me daba tan mala espina…
Brenda frunció los labios y se quedó pensativa, como si se acabase de dar cuenta de que sí que estaba tardando, con lo cual, Seth también.
Genial. Por mi culpa, había hecho que Brenda se preocupase.
Iba a abrir la boca para deshacer mi entuerto, cuando escuché unas conocidísimas pisadas que se acercaban a la casa.
Mi corazón renació de nuevo.
- Ya está aquí – murmuré con una enorme sonrisa, levantándome con prisas del sofá.
- ¿Lo ves? – me reprendió Brenda, aunque a ella también se la notaba aliviada.
Antes de que me diese tiempo a llegar al vestíbulo, Jake entró por la puerta. Me iba a tirar a sus brazos para abrazarle y besarle, pero la sonrisa y mis piernas se paralizaron cuando vi que entraba completamente aventado, pegando un sonoro portazo.
Jacob avanzó dos zancadas en mi dirección, pero no se dio cuenta de mi presencia, sus ojos estaban clavados en el suelo mientras se rascaba la nuca con irritación, y después se giró hacia la puerta de nuevo. Sus pies comenzaron a dar paseíllos sin parar.
Me quedé inmóvil, observando ese rostro bañado por una evidente rabia y que a la vez estaba mezclado con un sentimiento de profundo pesar.
Hasta que Jake por fin levantó la vista y me vio. Entonces sus pies se detuvieron para quedarse frente a mí y sus ojos me reclamaron con angustia.
Ahora sí. Corrí hacia él y me abalancé a sus brazos para besarle. Mientras nuestros labios se movían con efusividad – los míos descargando toda esa tensión y preocupación que tenía antes –, sus manos aprovecharon para deslizarse por mi espalda, apretándome más contra él.
No quería dejar sus ardientes y afrodisíacos labios, y lo cierto es que esa energía mágica que sentíamos siempre a nuestro alrededor me incitaba a seguir saboreándolos, pero esa cara de antes me había dejado tan preocupada, que me obligué a soltarlos para ver qué le pasaba.
- Me encanta llegar a casa – bisbiseó acto seguido con una sonrisa, frotando mi frente con la suya.
Llevé mis manos a su rostro para acariciarle y mirarle, cerciorándome de que no tenía rasguño alguno.
- ¿Estás bien? ¿Qué ha pasado? – quise saber, examinando y analizando cada una de sus expresiones con preocupación.
Su rostro alegre volvió a apagarse.
- Esos bastardos han conseguido escaparse – anunció, apretando los dientes -. Pero eso no es todo – se separó de mí bruscamente y volvió a sus paseíllos de antes, llevando la mano a su pelo para revolvérselo con rabia -. Han vuelto a asesinar a otro lobo, ¡y esta vez ha sido casi delante de nuestras narices! – masculló, muy exaltado, mientras seguía paseando de aquí para allá y su mano bajaba con rapidez para cerrarse en un puño tembloroso -. ¡Malditos chupasangres! ¡Juro que esto nos lo van a pagar!
No pude evitar sentir un escalofrío gélido, y más después de lo que me había contado Helen sobre por qué Razvan y los suyos mataban a los lobos.
- Jake, tranquilízate – me acerqué a él, forzándole a pararse frente a mí, y le acaricié el rostro de nuevo para intentar relajarle un poco. Pareció funcionar. Sus ojos se cerraron, respiró hondo, y asintió a la vez que expiraba el aire lentamente -. Ahora, dime, ¿qué es eso de que han matado a otro lobo?
Abrió los ojos para mirarme. Ya no tenían esa ira, pero aún seguían enfadados.
- Los teníamos, Nessie. Estuvimos a esto de pillarlos – gesticuló con la mano para indicarme por qué poco los habían perdido y la dejó caer hacia abajo otra vez. Respiró hondo una vez más y siguió hablando -. Habíamos perdido su rastro cerca del lago Beaver, pero de repente Rephael encontró una pista fresca, y nos llevaba de vuelta a nuestros bosques. Pensábamos que venían a por Helen, pero nos equivocamos. Hubo un momento en que sus rastros se separaron, y nosotros tuvimos que hacer lo mismo, claro, si no, a ver cómo los seguíamos. Sabíamos que lo habían hecho para despistarnos, porque los rastros daban vueltas en círculos, se subían por los árboles y después los volvíamos a encontrar… En fin, un estúpido caos – resopló -. Y mientras nosotros estábamos siguiendo esas pistas como idiotas, ellos aprovecharon para matar a ese lobo. Cuando por fin llegamos al sitio, nos encontramos con el lobo muerto, y no te imaginas quién era y qué le hicieron.
- ¿Quién? – pregunté con un murmullo, preparándome para lo peor.
- ¿Recuerdas aquel lobo? El que pertenecía a la manada del que encontramos muerto, el que se dio la vuelta para mirarnos.
Claro que lo recordaba. Era la manada del lobo muerto, se habían acercado a él para olerle después de pedirle permiso a Jake con su lenguaje lupino, cosa que me había dejado maravillada. Y había uno que se había girado antes de marcharse con el resto, para presentarle sus respetos al Gran Lobo.
El alma se me cayó a los pies cuando recordé a ese animal.
- ¿Han matado a ese lobo? – mi voz se quebró al final de la interrogación.
- Sí – murmuró, bajando el rostro.
Me quedé sin habla durante un instante.
- Cielo, lo siento mucho… - conseguí susurrar, acariciando su afligido rostro otra vez.
- Era el Alfa de su manada – me reveló, cerrando los ojos otra vez, con pesar. Alzó la cara y los volvió a abrir para mirarme con otra mezcla de rabia y tristeza –. Esos degenerados le arrancaron el corazón.
No me hizo falta que añadiera que fue en vida, por la expresión de su rostro, lo adiviné enseguida.
- Es horroroso… – sólo me salió un murmullo.
- Hemos intentado seguir el rastro de esas ratas, pero se han escapado. Se subieron por los árboles y no dejaron más pistas. Son buenos, saben lo que hacen – admitió, tiñendo la frase de acidez disconforme -. Después volvimos para enterrar al lobo, por eso he tardado tanto – subió su mano para acariciar mi mejilla y pasó los dedos por mi pelo -. ¿Estabas preocupada?
- Un poco, la verdad – reconocí, perdiéndome en esa mirada penetrante.
- Ya estoy aquí – susurró, pegando su rostro al mío.
Su abrasador aliento empezó a acariciar mis labios y todo mi ser se estremeció a la vez que mis mariposas ya brincaban, ansiosas.
- Está claro que quieren mejorar el veneno – intervino Helen de repente -. Oh, perdón – se disculpó al darse cuenta de que nos había interrumpido.
Jake y yo nos separamos, un poco apurados, y nos volvimos hacia ella, que estaba de pie, mirándonos en el paso hacia el saloncito, junto a Brenda.
- ¿Cómo? – preguntó Jake, extrañado.
- Esto… Tenemos que contarte muchas cosas – le revelé -. Es un poco largo de explicar, así que será mejor que nos sentemos en el sofá – y le cogí de la mano para conducirle al salón.
- ¿Explicarme el qué? – interrogó de camino.
- Todo lo que me ha contado Helen – manifesté, girándome para mirarle. Entonces, me fijé en su torso desnudo y me paré, haciendo que él se chocara contra mí. Carraspeé -. Bueno, mejor te dejo ir a arriba para que te pongas una camiseta.
Su boca por fin se elevó, adoptando esa sonrisa torcida que tanto me gustaba, y se quedó mirándome con unos ojos un tanto acusadores. No pude evitar que la sangre me delatara y se me subiera a la cara.
- Bajaré ahora – me dijo con la misma sonrisa y un tono que concordaba con la mirada de antes.
Me dio un beso corto, soltó mi mano y se dio la vuelta para subir las escaleras.
- Espera, Jake – le llamó Brenda. Jacob se paró en el cuarto escalón y se apoyó en la barandilla de madera para asomarse y mirarla -. ¿Y Seth? – quiso saber.
- Ah, se fue a buscar el coche para llevaros a casa – le respondió, dirigiéndose a mis dos amigas. Después, habló para Helen -. Embry, Abel, Isaac y Shubael os seguirán para cubriros las espaldas y se quedarán por los alrededores de tu casa para vigilar, por si acaso.
- Gracias – agradeció ella.
Jake la sonrió y se retiró de la barandilla para subir las escaleras. Yo conduje a mis amigas hacia el salón, donde nos sentamos en el sofá de tres plazas y esperamos a mi chico, que no tardó mucho en bajar de la habitación con una camiseta que le cubría ese torso que sólo era mío.
Seth no tardó mucho más en llegar, así que cogió otra silla de la cocina – Jacob se había sentado en una, ya que los cuatro no entrábamos en el sofá – y se colocó junto a Jake para escuchar todo el culebrón.
Helen tuvo que contar su historia por tercera vez, aunque esta ya lo hizo con mucha más naturalidad. Jake y Seth no pudieron evitar quedarse un poco con ella, diciéndole que ya se la imaginaban como el Increíble Hulk, sólo que con la piel blanca, mujer y el pelo largo. Jake hasta le llegó a pedir que se transformara para que viéramos cómo era, e incluso la estuvo pinchando un buen rato para hacerla rabiar, a ver si así se transformaba, pero, gracias a Dios, Helen es muy tranquila y no se enfadó. Brenda y yo les dimos un manotazo para regañarles, pero a Helen pareció hacerle gracia y todo. En fin, típicas bromas quileute.
Después de toda esa charla, Brenda y Helen se marcharon con Seth, ya que se les había hecho bastante tarde y los otros lobos que iban a hacer de guardaespaldas ya estaban esperando afuera.
Jake y yo subimos al dormitorio pequeño y encendimos el ordenador para conectarnos. Teníamos que contarles muchas cosas a mi familia, sobretodo a Carlisle.
Mamá no tardó nada en conectarse. En cuanto pusimos ¡Hola!, su Webcam se encendió y su imagen salió en la pantalla.
- Hola, cielo – me saludó con una enorme sonrisa -. Hola, Jake.
Papá se puso a su lado como un rayo.
- Hola – saludó él en general para ahorrarse palabras.
- Hola – Jake y yo imitamos a mi padre.
- ¿Cómo estáis? – preguntó mamá -. ¿Va todo bien por allí? ¿Han aparecido muchos nómadas por La Push hoy? ¿Qué tal hoy en clase? ¿Te han puesto muchos deberes? Habrás estudiado, ¿no?
Hablábamos todos los días, pero mamá siempre nos preguntaba como si hiciese siglos que no nos hubiésemos visto. Quería saber hasta el más mínimo detalle de nuestro minuto a minuto de vida. Nos echaba de menos.
- Tenemos… novedades – suavizó Jake.
- ¿Buenas o malas? – la cara de mamá se iluminó como si un faro la hubiese enfocado sólo a ella, en cambio, los ojos de papá se abrieron un poco más de lo normal, un tanto cautelosos.
- ¿Qué clase de… novedad? – inquirió papá con ese mismo semblante.
La cara me cambió de color cuando me di cuenta de a qué se referían, pero a Jake le dio un poco de risa. ¿Por qué les daba por pensar eso?
- Tranquilo, Edward, Nessie está tomando esas pastillitas milagrosas que le manda Carlisle – espetó con descaro, haciendo que el rosa fuerte de mis mejillas se volviera rojo chillón -. El vestido de Nessie lucirá liso en la boda.
- Jake – le regañé, propinándole un manotazo en el brazo mientras él ya se reía.
Papá pareció respirar más tranquilo, sin embargo, mamá frunció los labios y juraría que se quedó un pelín decepcionada.
- Entonces, ¿qué pasa? – quiso saber mi padre.
- ¿Carlisle está por ahí? Necesitamos hablar con él – intervine yo.
- Sí, voy a buscarle, espera.
En menos de un parpadeo, papá ya no estaba delante de la cámara junto a mamá.
- ¿Qué es lo que pasa? – interrogó ella, ahora un poco preocupada.
- Es por Helen – adelanté.
- ¿Por Helen? ¿Tu amiga?
- Sí.
Con la misma rapidez con la que se había ido, papá regresó junto a Carlisle y el resto de mi familia, que se habían apuntado para cotillear. Su vida en Anchorage, sin lobos gigantes, ni vampiros que les persiguieran, debía de ser bastante aburrida, por lo visto.
Todos saludaron efusivamente, como siempre hacían en estas conexiones. Rose y Jacob se dedicaron un par de frases para meterse el uno con el otro y Em se burló de lo mal que iba el equipo de Jake a modo de saludo entre buenos colegas.
Mi abuelo tomó el sitio en el que antes se había sentado mi padre.
- Hola, chicos – saludó -. ¿Qué pasa?
- ¿Tú sabes algo de gigantes? – preguntó Jake sin rodeos.
- ¿Gigantes? – Carlisle pestañeó, confuso.
No fue el único. Los demás oscilaban las cabezas, mirándose unos a otros sin entender.
- Jake, hay que contarles toda la historia, si no, no se van a enterar de la misa la media.
- Esperad un momento – les dijo, y acto seguido apagó la Webcam, con la consecuente cara de no comprender nada de mi familia, que encima estaban expectantes -. Verás, nena, si les contamos toda la historia, estaremos aquí una hora o más – giró su silla y se arrimó a mí, moviéndola con un solo impulso de su pie -, y yo me muero por irme a la cama contigo pronto, estoy muy cansado y necesito dormir – afirmó con su sonrisa torcida, llevando su mano a mi pelo para apartarlo de mi hombro.
- Ya, para dormir, ¿no? – cuestioné con otra sonrisa, mirándole con ojos acusadores.
- Bueno, ya sabes, dormir… después – insinuó con el mismo semblante pícaro mientras ponía el brazo por detrás de mi respaldo.
- Tendrás morro – me reí.
- Es que hoy apenas hemos estado a solas, y te he echado tanto de menos… - murmuró, llevando su boca a mi cuello.
Sus ardientes labios comenzaron a deslizarse por mi piel con lentitud. El poco vello de mi cuerpo se puso de punta y comencé a hiperventilar sin remedio. Aunque poco duró. Los altavoces del ordenador no tardaron nada en emitir esos molestos ruiditos que avisaban de los mensajes que salían en el Messenger.
Jake se separó de mi cuello a regañadientes y volvió a su posición de antes. Conectó la Webcam de nuevo y los ruiditos cesaron.
- ¿Qué es esa historia que nos tenéis que contar? – quiso saber mi madre, intrigadísima.
- Es un poco larga, pero os la contaremos – afirmé, echándole un vistazo de reojo a Jake, que suspiró con resignación y apoyó su ancha espalda en el respaldo, preparándose para aguantar el largo relato.
Les conté todo lo que Helen me había relatado, aunque omití esos detalles de mi intervención en el bosque, como ya había tenido previsto. Simplemente les dije que Jake y la manada la habían encontrado allí por casualidad y la habían ayudado. Por supuesto, mi chico cerró el pico y me apoyó. Jacob tampoco quería que mi familia se preocupase o se disgustase, aunque yo sabía que él también estaba un poco enfadado conmigo por haberme puesto en peligro, si bien entendía que yo había sentido la necesidad de ayudar a esa persona humana que estaba en peligro y que luego resultó ser mi amiga Helen.
Se quedaron bastante extrañados por todo el asunto, y no les gustó nada la creación de esos seres raros llamados gigantes con el fin de hacer un ejército, y menos que esas desapariciones de gente tuvieran que ver con eso. Mi padre enseguida se acordó de ese ejército de neófitos que esa tal Victoria había creado para terminar con mi madre cuando ella era humana, ese episodio del que Jake me había hablado alguna vez, pero lo relacionó con otro fin. También coincidieron con nosotros en que eso de conquistar el mundo tenía que referirse a una lucha contra los Vulturis, aunque, al igual que a mí, no les cuadraban muchas cosas, como, por ejemplo, cómo tenían pensado hacerlo, pues cuatro vampiros y un ejército de gigantes poco iba a dañar al imperio y a la poderosa guardia de los de Volterra. Además, el hecho de que Razvan y sus secuaces hubieran estado tan cerca de los metamorfos y estuvieran matando lobos para obtener ese veneno, los dejó muy preocupados, sobretodo a mi madre. Tampoco les gustó nada que Razvan pretendiera que esos gigantes se parecieran a los lobos, aunque sólo fuera en eso de la rápida curación. Eso sumado a la enorme y peligrosa fama que ahora tenían los metamorfos entre los vampiros de todo el mundo.
En conclusión, cuando terminé de soltar toda la historia, me arrepentí un poco, pues ahora sí que estaban preocupados. Al final, ocultar lo del bosque de poco había servido. ¿Pero qué iba a hacer? Tenía que contárselo, si no, ¿cómo íbamos a ayudar a Helen y a Ryam? Además, seguro que mi familia podía ayudarnos, al menos, Carlisle. Y siempre era mejor contar con más gente.
- Llamaré a Louis, tal vez él pueda decirnos algo – dijo éste.
No pude evitar soltar una risilla entre dientes al recordar esos alocados rizos que se movían a todas partes con esa energía que ponía su dueño.
- ¿También sabe de gigantes? – pregunté.
- No sé si sabrá algo de gigantes, pero ya sabéis que la genética es su especialidad – declaró Carlisle -. Sobretodo en lo referente a las mutaciones. Ese tema le fascina, y estoy seguro de que se mostrará encantado de ayudarnos.
- Si sacó todo el asunto de los genes de Nessie, con lo rara que es, no creo que se le resista esto – se burló Jake, riéndose.
Le di un empujón en broma, a modo de regañina, y él se carcajeó más.
- Llámame cuando sepas algo – le rogué a Carlisle -, o mejor cuéntamelo mañana cuando nos conectemos.
- Por supuesto, no te preocupes – asintió mi abuelo con una sonrisa.
- Bueno – suspiró Jake con alegría, poniéndose en pie -, pues ya hemos terminado – apoyó los codos en el escritorio y se inclinó para que la cámara pudiera enfocarle -. Ya sé que vosotros no tenéis tripas que rujan y esas cosas, pero nosotros nos vamos a cenar, porque las mías están apunto de salírseme por la boca para bajar a la cocina a picar algo.
- Qué exagerado – se rió mamá.
- De veras, Bells, lo digo en serio – sonrió él -. Tú ya no te acordarás de lo que es eso, pero ahora mismo estoy famélico. No sabes el día que he pasado hoy. Primero persiguiendo a esa panda de chupasangres, y después enterrando al lobo.
- ¿Es que han matado a otro lobo? – el semblante de mamá volvió a ponerse serio.
- Sí, era el Alfa de la manada de aquel otro lobo que encontramos muerto Nessie y yo. Esta vez esos malditos no se conformaron y se llevaron el corazón – masculló Jake, apretando los dientes al recordar.
- ¿El corazón? – susurró ella, horrorizada.
- Según Helen, están intentando mejorar la fórmula del veneno – le aclaré yo -. Debe de haber algo en el corazón que les interesa.
- Hablaré con Louis – repitió Carlisle.
- Bueno, pues a cenar – exclamó Jacob, irguiéndose para quedar de nuevo de pie -. ¡Arg, tengo un hambre voraz!
- Procura no zampar mucho, que luego tienes que comerte a Nessie – bromeó Em desde detrás de las sillas donde se encontraban sentados mi madre y Carlisle.
Mi cara sufrió un colapso de sangre.
- ¡Em! – le regañé.
Mi tío rompió a reír con unas sonoras carcajadas, aunque los demás también rieron, si bien sus risas eran mucho más discretas. Bueno, todos excepto mi padre, por supuesto, que aunque ya había aceptado que su hija viviera en pecado hasta la boda, todavía le costaban ciertas cosas.
- Bueno, hasta mañana – intervino mamá, todavía con los restos de la risa en su boca.
- Y tened cuidado, por favor – siguió mi padre -. Si veis que nos necesitáis, no dudéis en llamarnos.
- Sí, no te preocupes – le contestó Jake -. Aunque de momento tenemos la situación controlada.
- De acuerdo – asintió él con plena confianza.
- Hasta mañana a todos – me despedí.
- Hasta mañana – dijeron todos a la vez, como un coro perfectamente sincronizado de voces impolutas.
Sonreí y apagué la Webcam.

Mis pasos me llevaban por el bosque plácidamente. Las verdes hojas eran mecidas por esa suave brisa que ya olía a verano y que también me envolvía con su aire cálido; acariciaba mi cuello y barría mi cabello hacia atrás a su paso.
Cerré los ojos y respiré esa brisa acogedora mezclada con infinidad de olores. Olía a la abundante agua del río Quillayute, que corría no muy lejos de allí, a la tierra que había sido humedecida por el rocío de esa mañana, a las flores que aún se resistían a abandonar esa alfombra de verde hierba, a la madera de los árboles…
Pero entonces, empecé a sentir frío, y otro olor se entremetió. Un olor a niebla, a humedad, a oscuridad… y a vampiro.
Abrí los ojos de sopetón y le vi.
Razvan estaba escondido tras la densa niebla que ahora lo inundaba todo y que tapaba hasta el árbol que tenía a mi lado; billones y billones de diminutas gotitas blancas que creaban una tupida cortina gris que invadía todo el bosque y lo cegaba. Sin embargo, algo destacaba entre toda aquella bruma. Sus ojos rojos escarlata, malvados, espeluznantes, y estos se clavaron en mí. Mi pulsera no dejaba de vibrar, estaba histérica.
- La profecía ha empezado – habló con esa voz lúgubre y oscura, escalofriante.
Otra vez me sobrecogí ante tanta maldad.
Me fijé en su mano y una bala helada atravesó todo mi ser. Su palma estaba cubierta de sangre, ésta chorreaba hacia la tierra que estaba oculta bajo esa espesa niebla, y mis ojos observaron horrorizados cómo sostenía un corazón. Era el corazón de ese lobo, y todavía bombeaba rítmicamente, vivo.
Por alguna razón, sentí una descarga eléctrica al observar ese corazón, un rayo gélido y punzante que me anunciaba que ese órgano traía un mal presagio.
Me asusté e intenté correr, pero mis piernas no me respondían, parecían negarse a obedecer las insistentes y despavoridas órdenes de mi cerebro. Me miré los pies, pero no se veían entre tanta gotita blanca. Cuando volví a levantar la vista, tenía a lo que más me importaba del mundo frente a mí. Y me horroricé aún más al ver ese semblante.
Su rostro estaba desfigurado por un profundo y desgarrador dolor que se me clavó en el alma. Me miraba con esa horrible expresión mientras hacia negaciones con la cabeza.
¿Por qué me miraba así?
- Jake – le llamé.
Sin embargo, él parecía no oírme. Su rostro ya rozaba la agonía y esa expresión me sobrecogió como si un glaciar me atravesara entera, porque, sin entender cómo, supe que el daño se lo estaba ocasionando yo.
Intenté llevar mis pies hacia él y alzar los brazos para abrazarle y besarle, pero mi cuerpo no me respondía.
- Jake – repetí más fuerte.
Seguía sin escucharme. Él parecía estar escuchando otra cosa.
- Nessie… - sollozó, estirando su brazo para tocarme
- ¡Jake! – grité con lágrimas en los ojos, intentando estirar yo el mío también.
Pero mis extremidades no se movían y mis ojos no descargaban las lágrimas que yo sentía. No me podía mover, no podía hablar, no podía llorar… Estaba encerrada, encerrada.
- ¡Jake! – chillé.
Jacob comenzó a caminar hacia atrás lentamente mientras seguía negando con esa espantosa expresión en su rostro, alejándose de mí.
- ¡No, Jake! ¡No te vayas! – lloré desconsoladamente, aunque mis ojos seguían secos -. ¡Te quiero! ¡Te quiero!
Su pie dio una zancada más grande hacia atrás.
- ¡Jake, te quiero!
Mi garganta profirió un grito desgarrador cuando Jacob se dio la vuelta y se marchó corriendo, desapareciendo entre esa espesa niebla sin que yo pudiese hacer absolutamente nada para remediarlo. El amor de mi vida se iba para siempre.
- ¡Jacob! ¡Jacob! ¡JACOB!
- Nessie, cielo, despierta.
Sentí unas cálidas manos acariciando mi rostro con impaciencia y abrí los ojos de golpe.
- ¡Jacob! – grité, llamándole para que regresara.
- Estoy aquí, pequeña – susurró esa voz ronca que adoraba desde que estaba en el vientre de mi madre, mientras esas manos seguían acariciándome -. Ha sido una pesadilla, ya pasó todo, ¿ves? Estoy a tu lado.
Pestañeé, confusa y desorientada, y oscilé un poco la cabeza en dirección a la voz.
Mi corazón saltó para latir todavía más deprisa. Él estaba ahí, junto a mí. Estábamos en nuestro dormitorio. Se había incorporado para acariciar mi cara y estaba secándome las lágrimas con esos sedosos dedos.
- ¡Jake! – sollocé, alzándome para abrazarle con fuerza.
- Ya pasó todo – murmuró, apretando su abrazo.
Mis dedos casi se clavaban en su espalda.
- Te quiero – le dije entre lágrimas.
Esta vez sí que corrían por mis mejillas, y esta vez sí que lo escuchó.
- Yo también te quiero – susurró.
Me despegué de su torso para verle el rostro y llevé mis manos para tocárselo, cerciorándome de que no seguía soñando y que él estaba aquí conmigo de verdad.
- Sólo ha sido una pesadilla – afirmó, desplegando esa blanquísima y maravillosa sonrisa que contrastaba con su preciosa piel cobriza.
Cómo me gustaba ver ese semblante así. Siempre así.
- Ha sido horrible… - murmuré, aún compungida -. Primero soñé que estaba en el bosque y aparecía Razvan con el corazón de ese pobre lobo, diciendo no se qué de una profecía. Ese corazón estaba vivo, latía, y me dio muy mala espina, era un mal presagio. Y después tú estabas frente a mí, yo no podía moverme ni hablar, y tú no me escuchabas. Estabas tan triste, y no podías oírme, hasta que te marchaste corriendo…
- Soy un bocazas, no debí contarte eso del corazón – lamentó, secando mis lágrimas.
- Lo que menos me asustó del sueño fue lo del corazón – confesé, rozando sus mejillas con mis yemas.
- Sólo ha sido una pesadilla – repitió, hablándome con dulzura y metiéndome el pelo detrás de las orejas -. Yo estoy aquí contigo.
Sí, sólo había sido una horrible pesadilla. Sin embargo…, había algo que me había dejado muy inquieta, y había parecido tan real… Por un momento vino a mi cabeza aquella otra pesadilla en la que salía ese horroroso licántropo mutado luchando contra mi lobo en la nieve, mordiéndolo… Y no podía olvidar que luego esa pesadilla se había hecho realidad...
La ventana hacía las veces de cabecero de nuestra cama, y a través de la tela del estor se colaba la tenue luz de la luna que, aunque estaba oculta sobre las nubes grises, era casi llena y hacia que la noche fuera clara. Eso era suficiente para poder ver sus ojos, que brillaban como dos faros gracias al reflejo del cristal.
Me quedé mirándolos absorta durante un rato, y él hizo lo mismo con los míos. Después, bajé la mirada y observé su poderoso torso desnudo. Retiré mis manos de su rostro para deslizarlas por ese pecho perfecto. Lo acaricié despacio, palpando cada uno de sus prominentes músculos, parándome a sentir esa tórrida, sedosa y aromática piel. La respiración de ambos ya comenzó a modificar su ritmo, alcé la vista y la clavé en esas pupilas negras que tanto adoraba. Conduje mis manos hasta su nuca y su espalda y me arrimé a él hasta que nuestros rostros se pegaron y nuestros ansiosos alientos pudieron entremezclarse.
No podía quitarme de la cabeza esa imagen, a ese Jacob profundamente angustiado y dolorido alejándose de mí entre la espesa niebla sin que yo pudiese hacer nada para evitarlo, viendo cómo le perdía para siempre. Pero todo había sido una pesadilla. Él estaba aquí conmigo, y era mío, siempre sería mío. Y yo siempre sería suya, sólo suya, hasta el fin de mis días. Ahora necesitaba sentirle, lo necesitaba como el oxígeno. Sentir sus ardientes manos y su boca por todo mi cuerpo, sentir que él estaba conmigo, sentir que no se iba a alejar entre ninguna niebla, sentirle bien pegado a mí, sentirle dentro de mí... Quería fundirme con él, sentir su alma bien mezclada con la mía.
Mis manos se aferraron a su pelo con fervor y mi respiración empezó a agitarse con ansia, en total sincronización con la suya.
- Hazme el amor… - imploré en sus labios con un susurro que salió por mi boca con más que deseo.
- Nessie… - susurró, excitado, deslizando su ardiente mano por mi muslo y alzando la parte baja de mi camisón a su paso.
Sus tórridos labios se unieron a los míos y llevó su cuerpo hacia mí con suavidad, haciendo que mi espalda se apoyase en el colchón mientras él se acomodaba entre mis piernas.
Sí, ahora podía sentirlo, sólo había sido una pesadilla; y así fue como mi pesadilla dio un giro y pasó a ser todo un sueño.
 
Esta historia cuenta con los derechos correspondientes. Team Nessie & Jacob tienen la autorización de la autora para publicar la novela.
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