= LIBRO DOS =
JACOB
La caja torácica de Bella no fue la única que empezó a vibrar con un rugido. Mi tórax también retumbó con contundencia cuando vi que los individuos que salían de la primera línea de árboles que bordeaban el claro no eran los Vulturis con su séquito y que Nessie no estaba.
Los cinco espectros encapuchados caminaron con sincronización total y arresto. Se acercaron a un paso tan marcado y cadencioso, que ya empezaban a desesperarme, y se quedaron a unos metros de nuestra posición cuando por fin llegaron.
El más bajo de ellos, el que llevaba la capa más oscura, casi negra, alzó sus diminutas manos y retiró la capucha hacia atrás. Era esa tal Jane. Sus ojos rojos se clavaron en mí y en mis hermanos en primer lugar y después dirigió su petulante mirada hacia Edward y Bella.
- ¡¿Dónde está mi hija?! – exigió saber Bella con furia, quitándome la palabra de la boca.
Edward la mantenía agarrada, sujetándola por la mano con firmeza.
Un rayo gélido me atravesó de cabo a rabo cuando uno de los espectros levantó la cabeza y vi que era Nessie. Mis rótulas empezaron a temblar del shock y no pude ni moverme.
El semblante de Bella reflejaba los mismos sentimientos que el mío y se hizo un murmullo lupino consistente en gañidos y gimoteos.
¿Por qué vestía igual que esos chupasangres? Era imposible que ella estuviese de ese lado, tenían que tenerla engañada con algún truco o algo, Nessie no…
- Jake… - murmuró con sus dulces ojos llenos de tristeza, alzando la mano hacia mí.
¡Nessie!, gimoteé a la vez que mis patas ya corrían hacia ella.
No entendía cómo la guardia de los Vulturis podían retenerla de ese modo sin que pudiera ofrecer resistencia alguna, pero el impulso de ir junto a ella era más fuerte que cualquier otra cosa. Me la llevaría de allí en volandas, si hacía falta.
- ¡Espera! – me paró Edward, interponiéndome su brazo.
¡¿Qué coño estás haciendo?!, protesté enérgicamente.
- ¡Hay algo raro! – afirmó, nervioso, entrecerrando los ojos como si buscase algo en Nessie -. No es ella.
¡¿Cómo dices?!
- ¿Acaso dudas de tu propia hija? – refutó la tal Jane sin ninguna expresión en el rostro.
- Papá… - exclamó Nessie, sorprendida y dolida por la reacción de él.
Mis afanosos y desquiciados ojos no podían despegarse de ella.
- ¡¿Qué estás diciendo, Edward?! – chilló Bella con las pupilas llenas de contrariedad, oscilándolas de su hija hacia su marido sin parar.
- No puedo leerle la mente – reveló, llevándose la mano a la cabeza con inquietud.
- ¡¿Qué quieres decir?!
- Hay interferencias, como si la tuviera codificada.
¡¿Y si es la influencia de alguno de esos chupasangres con poderes?!, discutí con ansiedad.
- El guardia del extremo derecho debe de estar bloqueándola – intervino Eleazar desde atrás, ratificando mis pensamientos. Y eso que él no podía escucharlos. El aludido sonrió bajo su capucha gris oscuro, tan sólo se le veía la boca -. Es capaz de crear una barrera individual que aísla al sujeto que protege de otros poderes mentales, aunque no es opaca del todo, tiene algunas fisuras – explicó.
Luego, se llevó la mano a la barbilla con el gesto pensativo.
¿Lo ves?
- Aún así, hay algo que no encaja – siguió Edward, empecinado.
¿Y qué hay de los demás chupasangres? ¿Es que tampoco ves lo que están pensando ellos?, le azucé, nervioso.
- Los demás guardias me están confundiendo con sus distintos pensamientos – dijo esto dedicándole una mirada de odio a la rubia canija. Ésta sonrió con petulancia -. Han venido bien entrenados.
¡¿A qué demonios están jugando?!, gruñí con furia.
- ¡Mamá, papá, soy yo! – alegó Nessie en un tono tan suplicante, que se me clavaba en el alma -. ¡Jake, tú me crees, ¿verdad?! – declaró, reclamándome con la mirada mientras echaba hacia atrás su capucha también gris oscuro.
¡Mierda, Edward! ¡Claro que es ella!, ladré, levantando las patas de nuevo.
- ¡Escúchame! – reiteró, poniéndose frente a mí para detenerme -. Puede que tenga esa barrera, pero ya has oído a Eleazar, tiene fisuras, y hay algo en su mente que no me cuadra. Además, ¿no es un poco raro que la hayan puesto una barrera para que yo no pueda leer su mente?
¡Lo han hecho para confundirnos!, argumenté. ¡¿No lo ves?! ¡Quieren que acabemos a palos!
Desde luego, la canija rubia estaba disfrutando de lo lindo con nuestra discusión.
- ¡Edward, por favor, ¿estás seguro?! – quiso saber Bella, que ya estaba al borde del histerismo.
- ¡No es ella, confiad en mí! – insistió él con ahínco -. ¡Miradla bien!
La miré, como él dijo. Era ella, su rostro perfecto de porcelana, sus mejillas sonrosadas, su melena larga de color bronce, sus preciosos y sedosos labios, sus dulces ojos que me suplicaban…
- Jake… - sollozó, estirándome su brazo de nuevo.
¡Arg! ¡¿Es que nos habíamos vuelto locos?!
No podía más, verla llorar era lo último. Ya tenía mi medio plan pensado. Era un poco chapuza, pero en ese momento no se me ocurría otra cosa. La cogería con la boca por la capucha y la lanzaría a los brazos de su madre lo más rápido que pudiera, dentro del amparo de su escudo. Si me daba tiempo y tenía suerte, saltaría yo también hacia este lado, eso si antes la rubia enana no me dejaba hecho polvo con sus torturas mentales. Me importaba un bledo. Lo más importante era ponerla a ella a salvo.
Mi pata se adelantó sola para empezar a trotar hacia ella.
- ¡Jacob, no! ¡Es una trampa! – voceó Edward, poniendo sus heladas palmas sobre mi pecho peludo.
¡Quítame las manos de encima!, bramé con un rugido furioso, esquivándole.
- Jake, ven conmigo… - me suplicó Nessie -. Podremos estar juntos.
Un momento.
Las almohadillas de mis patas delanteras se hundieron en la tierra y se pararon en seco. ¿Cómo? ¿Ir con ella? ¿A dónde?
Fruncí mi ceño lobuno para mirarla extrañado. Algo no encajaba.
- No es ella, Jacob – repitió Edward, observándola con un profundo odio -. Sabes que Renesmee nunca se uniría a los Vulturis.
- No tenía elección – alegó ella con voz queda -. Aro me ha dicho que si te unes a él, nos dejará estar juntos. Esto es lo mejor para los dos.
- Miente, no la escuches – rebatió él -. No es Renesmee.
Un murmullo generalizado de confusión se plantó en mi, ya de por sí solo, frito cerebro, debido al intenso debate que se abrió entre mis hermanos.
Hazle caso a Edward, me decía Seth. Él sabe lo que hace.
¿Y si es Nessie?, refutaba Leah. ¿La vas a dejar ahí tirada?
De repente, el debate subió de volumen y se convirtió en una algarabía de voces.
¡Callaros!, ordené con un gruñido, y así lo hicieron.
Volví a mirar a la presunta Nessie.
- Jake… - me llamó, llorando.
¡Dios! ¡Presunta Nessie! ¿Cómo podía dudar de ella? ¿Estaba majareta o qué? Sin embargo, Edward estaba tan seguro, hasta Bella ya no sabía qué hacer. Y la verdad, para ser sinceros, había algo en ella que no…
Entonces, me di cuenta de una cosa.
Giré mi cabeza para mirar atrás y todas mis dudas se disiparon como el humo que se lleva el viento.
Alice se frotaba las sienes sin parar. Esa Nessie, no era mi Nessie.
Edward suspiró tranquilo, pero a mí la quemazón me invadió el estómago.
Ahora lo veía todo claro. ¡Qué estúpido había sido, dejándome engañar de esta forma! ¡Por poco había vuelto a caer en su trampa! Y decía había vuelto porque esto solamente tenía una explicación…
- ¡Ya sé qué está pasando aquí! – exclamó Eleazar a la vez que yo hacía mi descubrimiento por mi cuenta.
Me volví para clavarle una mirada de aguda inquina a la falsa Nessie. Ese disfraz estaba tan logrado, que me resultó hasta duro mirarla así.
Su precioso rostro de ángel empezó a desfigurarse por una maldad espeluznante. Se quedó clavada frente a mí, mirándome con arrogancia y, de pronto, me esbozó una sonrisa despectiva y de autosuficiencia que me dejó completamente helado.
Ya sabía que no era ella, pero no estaba acostumbrado a ver semejantes gestos en su verdadero rostro y, aunque éste no era el de verdad, me chocó muchísimo. A Bella parecía estar pasándole lo mismo.
- ¡Zhou! - desveló Eleazar con una entonación de evidente disgusto.
El farsante cambió de forma sin dejar de sonreír con altivez. El largo y ondulado cabello castaño rojizo pasó a ser una melena lisa bastante más corta de color negro que nacía de una frente con entradas. El rostro de Nessie se fue transformando ante nuestros atónitos ojos, hasta que el vampiro mostró su verdadera cara: un semblante pálido y ambarino, con rasgos asiáticos y unos ojos rasgados, pequeños y rojos como los de una rata.
Bella rugió rabiosa, mostrando sus colmillos, nuestras filas de atrás sisearon y mi manada se agitó y gruñó con furia casi a la vez.
- Cuánto tiempo, Eleazar – le dijo con un acento marcadamente oriental -. Veo que continúas en el bando incorrecto.
- Y yo veo que no has cambiado nada. Sigues siendo tan mezquino y retorcido como siempre – le respondió el ex-miembro de la guardia de los Vulturis con rabia.
Sí, era él. Ese malnacido era el que se había hecho pasar por mí y la había drogado para poder llevársela. Era el que me la había arrebatado, y ahora estaba frente a mí, riéndose con chulería y soberbia. Y no sólo eso, había utilizado su precioso y angelical rostro, contaminándolo y desfigurándolo de crueldad y falsedad para engañarnos y hacernos más daño. ¡¿Cómo se atrevía?!
Edward me interpuso su brazo de nuevo, adelantándose a lo que mi mente todavía no había fraguado del todo.
Aún así, no pude evitarlo. La cólera empezó a hacerse cargo de mi mente y noté cómo mis bronquios se llenaban de un aire rabioso y enajenado mientras resollaba por las narices con odio. Mi cola se irguió a la vez que mi columna y mis patas me obligaban a inclinarme hacia delante. Mi labio se retiró hacia atrás, toda la pelambrera de mi lomo se erizó y solté todo el aire de golpe, profiriendo un rugido tan potente, que me ensordeció incluso a mí. Los pájaros de los alrededores salieron en bandadas, espantados, y mis hermanos me acompañaron, agachando las orejas hacia atrás y doblando las colas hacia dentro automáticamente, en señal de sumisión y obediencia ciega.
El antes osado vampiro cambió su asquerosa cara al instante. Mis fauces salivaban y mis colmillos se mostraban con ansias de venganza, la clamaban a gritos.
¡Si no quieres que te deje sin brazo, más te vale que lo quites de ahí ahora mismo!, avisé a Edward con furia retenida mientras mis patas traseras se tensaban para coger impulso.
No podría retenerla mucho más tiempo. Si luego quería recuperar su brazo, tendría que pegarlo con pegamento.
- No creo que eso fuera buena idea, Zhou – empezó a hablar Edward, dirigiéndose a ese maldito con contundencia. Al parecer, ya no tenía esa barrera -. Si huyes, será peor. Te atrapará.
¿Qué estaba haciendo? ¿Acaso quería darle una oportunidad a ese desgraciado?
Los ojos de la rubia canija se entornaron, y el careto del chino se llenó de injustificación y culpabilidad cuando ella se giró súbitamente para mirarle con imputación y censura.
- Veo que también sigues siendo tan cobarde como siempre – observó Eleazar.
Encima, era un cobarde de mierda. Mi tórax comenzó a vibrar de nuevo.
¡Le mataré!, grité a la vez que el rugido me raspaba la garganta.
- ¡Tranquilízate, Jacob! – me pidió Edward con firmeza.
Empecé a sentirme extrañamente más relajado. Miré hacia atrás, cabreado, pero sin poder estarlo del todo, ese rollo me desesperaba. La media sonrisa de orgullo de Jasper firmaba su autoría. Le dediqué un gruñido de reproche y miré hacia delante otra vez.
Edward se dirigió a la vampiro pequeñaja y le habló con una voz calmada, aunque extraordinariamente amenazadora. Me pregunté si a él también le estaría afectando la influencia de Jasper.
- Será mejor para vosotros que no nos provoquéis más con trucos sucios y baratos, era totalmente innecesario, ¿no crees?
Más bien se habían pasado de la raya.
- Paz – habló ella, observándome con un matiz de cautela -. No venimos a luchar. En realidad, ese percance no estaba en el guión – su cabeza se volvió hacia ese tal Zhou y éste le miró con sorpresa -. Era una pequeña travesura, pero te aseguro que Aro le dará el castigo apropiado.
Ni su voz, ni su semblante de niña pequeña se inmutaron lo más mínimo, sin embargo, la cara del vampiro chino juraría que había adquirido un color verdoso.
¡¿Nos está tomando el pelo?!, protesté con ganas. ¡Ella estaba en el ajo!
La mano de Edward me instó a la calma. ¿Cómo podía tener tanta sangre fría? Bella le miraba no muy conforme, pero le seguía la corriente, acatando todas sus decisiones con confianza ciega.
- ¿Dónde está mi hija? – quiso saber Edward, apretando los dientes y la mano de Bella a la vez.
Bueno, él también se estaba conteniendo lo suyo.
Rugí.
- Ella está bien.
La rubia enana levantó la mano y uno de los espectros que estaba detrás de su formación avanzó un paso para ponerse a su lado. El pelo rojo chillón se dejó ver del todo cuando retiró su capucha.
¡Enguerrand!, gruñí.
Todos los lobos me siguieron y gruñeron al unísono, agazapándose y mostrando sus dentaduras.
El pelirrojo me miró durante un fugaz segundo. Intentó disimularlo poniendo cara de póquer, pero se notaba que estaba incómodo. Se adelantó otro paso con precaución hacia Edward y cerró los ojos.
De pronto, su semblante se sumió en una intensa concentración, y cuando abrió esos párpados casi transparentes en los que se veían sus repugnantes y muertas venillas, sus ojos aparecieron vidriosos, estáticos, mates, sin vida. Le estaba mostrando la película que había grabado su mente cinéfila.
El rostro de Edward cambió de golpe. Pasó de la furia al dolor en un latido de corazón, y eso hizo que Bella y yo nos pusiéramos más nerviosos.
- ¡¿Qué estás viendo?! – quiso saber ella, adelantándose otra vez a mis pensamientos.
- La tienen en un habitáculo. Parece el interior de uno de esos carruajes que se usaban en la antigua Roma para transportar a la gente poderosa – empezó a explicarnos -. Está echada en una especie de camastro, durmiendo. Está bien, no tiene rasguño alguno.
Por un instante, sentí un cierto alivio. Por lo menos, ya no la tenían drogada. Estaba dormida, no se enteraba de nada y no había sufrido ningún daño.
- Está en buenas manos – declaró la enana rubia en un tono petulante -. Aro se está encargando personalmente de que esté en las mejores condiciones.
- Eso espero, por vuestro bien – amenazó Bella con una furia que se notaba que la sujetaba con alfileres.
La canija la miró con los ojos entrecerrados y chasqueó los dedos para que Enguerrand se retirara.
El pelirrojo volvió en sí, se puso la capucha y se colocó otra vez detrás de la formación.
- Aún así, eso no le exime de su secuestro – siguió Edward, imperturbable.
- No ha sido un secuestro – afirmó Jane, dejando caer una expresión grave en su semblante infantil. Sus pupilas escarlata se movieron hacia mí para clavarme una mirada claramente censuradora -. Las relaciones entre distintas especies son aberrantes, los Vulturis solamente se han limitado a hacer su trabajo para salvarla del mal. Os han hecho un favor, deberíais de estarles agradecidos.
¡¿Un favor para salvarla del mal?!, chillé mientras me envaraba y le gruñía con rabia.
El sentimiento de grave ofensa de mi manada se hizo notar con amenazadores rugidos y gruñidos. Para ellos, mi espíritu de Gran Lobo era antónimo total del mal. En fin.
- ¡¿Agradecidos?! ¡A mi hija no hay que salvarla de ningún mal, porque no hacen nada malo! – voceó Bella, indignada.
Edward levantó más su brazo para contenerme a mí y apretó su mano para calmarla a ella.
- Tranquilos – nos susurró.
Otra vez vino a mí una extraña sensación de involuntaria tranquilidad. En cuanto esto terminase, iba a tener unas cuantas palabritas con Jasper.
Me sentí como un estúpido, haciéndole caso. Cuando mis ojos se encontraron con los de Bella, supe que ella se sentía igual. ¿Por qué no podíamos aniquilarlos allí mismo? Esos con poderes mentales no tenían nada que hacer contra el escudo de Bella y, mientras éste nos protegiera, teníamos ventaja sobre ellos, ya que eran inferiores en número. Y desde luego, anulados los dotes sicóticos de la canija esa, ya no tenía competencia conmigo, podía arrancarle la cabeza de un sólo mordisco.
Edward me hizo un gesto de súplica para que me relajara y después se volvió hacia la vampiro enana.
Gruñí y eché pestes en mi fuero interno para quejarme. Bella tuvo que respirar bien hondo, se notaba que la tenía muchas ganas.
- ¿Para qué nos habéis hecho venir? – le preguntó, más que enfadado.
- Los Vulturis están realmente molestos con todo este asunto – expresó ella, levantando la barbilla con una arrogancia que me sacaba de quicio -. Sin embargo, Aro desea solucionar este problema de la manera más pacífica posible por el bien de vuestra hija, por eso quiere concertar un encuentro con el lobo y con vosotros.
Sí, solucionar el problema que ellos han creado. ¡Serán hipócritas!, mascullé, furioso. ¡Dile que sí, ya me estoy cansando de todo esto! ¡Quiero que la suelten ya!
- Me imagino que ellos llevarán a unos pocos amigos, así que no les importará que nosotros también llevemos a los nuestros, ¿verdad? – le dijo, señalando al grupo de Denali y a mi manada con la mano.
La rubia canija le observó durante un rato sin expresión alguna y después levantó el labio con altanería.
- El encuentro tendrá lugar a media noche en este sitio – sonrió presuntuosamente y tendió la mano para ofrecernos un mapa.
¡Estoy hasta las narices de mapas!, resollé con rabia.
Edward se adelantó hasta donde estaba Jane, me imaginé que custodiado en todo momento por el escudo de Bella, y cogió el plano.
- Sed puntuales – apostilló ella con la misma actitud.
La vampiro hizo una señal con la cabeza para que sus cuatro secuaces hicieran mutis por el foro junto a ella. Les dediqué una última mirada de afecto y un par de gruñidos de recuerdo al pelirrojo y al chino antes de que se dieran la vuelta para largarse a la velocidad del rayo con el resto de encapuchados, y en un abrir y cerrar de ojos, nos quedamos solos en el claro.
Sin que apenas me diera tiempo a pestañear, Edward estaba rodeado por los dos clanes de vampiros, excepto por Alice, que seguía con los dedos en las sienes. Abrió el dichoso mapa y todos le echaron un buen vistazo.
Ya podéis dejar vuestros puestos, anuncié a mis hermanos que estaban entre los árboles.
Resoplé por las narices con indignación y frustración. Habíamos venido para nada, teníamos que seguir esperando para recuperar a Nessie. Doce horas más. Doce horas más de angustia.
Gañí.
Corrí hacia una de las hileras de árboles y adopté forma humana. El resto, menos Seth y Sam, que también cambiaron de fase, continuaron como lobos. Aunque la mayoría ya había trabajado con los Cullen en aquella ocasión de hacía seis años, no tenían confianza suficiente en ellos y se sentían más cómodos así. Me puse los viejos pantalones y salí de mi escondite para reunirme con los vampiros.
Hablaban intensamente de algo. Agucé el oído y me acerqué con celeridad, ya que el tema me interesaba.
- Hola. ¿Puedes repetir eso que acabas de decir? – le pedí a Eleazar nada más llegar.
Su forma de mirarme, cuando giró el semblante hacia mí, me recordó a la del resto de mis compañeros de manada, cosa que me extrañó y me jorobó bastante. Intenté no darle importancia, aunque no escapó a ojos de los demás. Tanya, Carmen, Kate y Garrett también se unieron a esa pejiguera absurda, debían de creer a pies juntillas todo lo que el chupasangres adivinador de dones decía. Edward mecía levemente las pupilas de Eleazar a mí, y de mí a Eleazar, analizando y comparando lo que veía en mis sesos con cada pensamiento de éste para ver si era cierto, Bella tenía la vista clavada en Edward para analizarle a él a su particular manera y los otros Cullen observaban el espectáculo sin entender nada.
Se me escapó un suspiro nasal.
- Ah, hola, Jacob. No hemos tenido tiempo de saludarte antes – me contestó al fin -. Estaba comentando con Edward y Carlisle el don que tenía el guardia de la derecha.
- Varick, se llama – me informó Edward -. Se lo oí pensar a Enguerrand cuando Eleazar nos reveló su don. Es una adquisición nueva de Aro, de hace un par de años.
- Les estaba diciendo que puede causarle algún problema a Edward esta noche – continuó el adivino de dones.
- ¿Crees que Aro lo utilizará para que no puedas leerle bien la mente? – le pregunté a Edward.
- Probablemente, sí.
- ¿Y qué pasa con la que le cubre las espaldas? Ya sabes, esa tal Regina. ¿Aro puede usar dos escudos al mismo tiempo?
- Renata – me corrigió.
- Sí, sí, bueno, Renata, o como diablos se llame – protesté con prisas.
- Bueno, el escudo de Renata repele cualquier ataque físico, los desvía, y eso no es incompatible con la barrera que proyecta Varick, que se centra más en proteger la mente del individuo al cual protege – explicó -. Además, a Varick no le hace falta tocar a Aro como a Renata, para poder defenderle.
- Malditos chupasangres – me murmuré a mí mismo con rabia mientras paseaba con inquietud.
- ¿Por qué no vendrían los Vulturis para terminar con esto de una vez, y harían venir a Jane y a parte de su guardia? – interrogó Bella, visiblemente cabreada y dolorida -. ¿Es que tienen que torturarnos hasta el final?
- Aro quiere a Jacob, y este ha sido su último intento – afirmó Edward -. Por eso ha enviado a Zhou. Ese impresentable fue el que se hizo pasar por Jacob para que Renesmee se fuera con él – sus dientes chirriaron, sin duda, al recordar lo que había visto en la mente de ese desgraciado -. Sin embargo, ella enseguida lo descubrió por su temperatura y su olor, así que la llevó al baño a la fuerza para drogarla y sacarla por la ventana – en ese instante, los dientes que rechinaron fueron los míos -. En esta ocasión, se han puesto con el viento a su favor para mitigar todo efluvio y Zhou se ha hecho pasar por nuestra hija para engañar a Jacob y llevárselo. Una vez que él hubiera salido de la línea de tu barrera, se iban a adelantar dos de ellos para que no pudieras envolverle de nuevo e iba a ser bloqueado por Jane.
- Ese malnacido… - mascullé, casi decepcionado conmigo mismo por ser tan idiota -. Por poco consigue engañarme.
- Era idéntica, yo también hubiera caído – admitió Emmett para consolarme.
- Aparte de su habilidad para la transformación, Zhou es muy buen actor – reveló Eleazar con una voz acerada -. Le encanta meterse en el papel de sus imitados.
- Pero a Jacob no le había visto en la vida – repuso Bella -. ¿Cómo pudo hacerse pasar por él?
- Le basta con un retrato o una fotografía para copiar los aspectos físicos – declaró, cruzándose de brazos.
- Cuando secuestró a Renesmee, también imitó su voz – señaló Edward.
Cada vez me estaba poniendo más malo.
- Entonces, eso nos indica que los estuvo espiando, puesto que ha imitado la voz de ambos – siguió el de Denali -. Le es suficiente con echar un vistazo y escuchar una sola frase.
Mi rabia saltó como un resorte.
- ¡¿Por qué no me dejaste matar a ese asqueroso impostor?! – le eché en cara a Edward con indignación -. ¡Hubiéramos podido quitarnos de encima a esos cinco en un santiamén!
Mi manada coreó un aullido al unísono para apoyarme, se habían quedado con las ganas de hacerlo.
- ¡¿Estás loco?! – criticó él, poniéndome una cara que me decía que yo no veía lo evidente -. ¡Si los hubiéramos aniquilado, los Vulturis se tomarían la justicia por su mano y matarían a Renesmee!
La voz se me quedó atascada en el gaznate y los aullidos también cesaron.
- ¿Y por qué quiere Aro a Jacob? – preguntó Tanya -. ¿Por qué esa obsesión por él, hasta el punto de dejar Volterra, venir con sus esposas, su séquito y toda su guardia?
- Creo que es evidente, ¿no? – contestó Garrett -. ¿Has visto lo enorme que es? Es muy fuerte, además de inteligente, y a la vista está que tiene mucho potencial.
Si no fuera por la situación en la que estábamos, me hubiera sentido halagado y todo.
- Y sabe que si consigue a Jacob, podría tener a muchos más lobos que le seguirían a su disposición – continuó Bella, mordiéndose la uña del dedo pulgar con preocupación.
- Y sobretodo y antetodo sabe que le sería muy leal – añadió Eleazar -. Desgraciadamente, eso no abunda mucho entre los de nuestra especie.
- ¿Yo leal a ese chiflado decrépito? – objeté con incredulidad y un tanto ofendido.
- Con la influencia de Chelsea, le sería leal hasta su enemigo más acérrimo – aseguró.
- ¿Y quién es esa Chelsea? – quise saber; mi entonación tiñó la frase de un matiz sarcástico que me salió involuntariamente, pero que no pude evitar.
- ¿No lo recuerdas? Estuvimos hablando de eso hace seis años. Chelsea tiene el don de unir y deshacer los lazos emocionales de las personas – me aclaró Bella.
- Lo único que recuerdo es que hablabais sin parar de muchos vampiros y que tenía un lío enorme en la cabeza con tantos dones y tantos nombres – refunfuñé, rascándome la nuca con nerviosismo.
Ya estábamos perdiendo demasiado tiempo allí parados y yo cada vez sentía más la necesidad urgente de estar junto a Nessie. La echaba terriblemente de menos, la necesitaba como el oxígeno, eso unido a mi desesperación y mi preocupación porque se encontrara bien. El ácido que llevaba hurgándome el estómago desde que se la habían llevado, me estaba produciendo un hueco vacío y hondo. Me sentía como un toxicómano que está buscando su droga.
- Una vez que Aro consiguiera atraparte, le dejaría el resto a Chelsea – aseguró Kate -. En un abrir y cerrar de ojos, te encontrarías a ti mismo haciéndole reverencias.
- Eso es lo que piensa Aro – rebatió Edward antes de que me diera tiempo a mí a abrir la bocaza.
- ¿Cómo? – inquirió ella con extrañeza.
Yo también bajé las cejas sin entender nada.
- Chelsea no es capaz de romper todos los lazos emocionales – empezó a exponer, juraría que con una media sonrisa de complacencia -. Hay uniones que no puede deshacer.
- Los lazos muy fuertes, como el sentimiento que une a las parejas – acompañó Eleazar con el rostro lleno de grata sorpresa -. Jacob y Renesmee son pareja, es cierto.
¿Es que acaso lo había dudado?
- Exacto. Pero hay algo más. ¿Os acordáis cuando os contamos que Jacob estaba imprimado de Renesmee? ¿Cuándo os explicamos de qué se trataba?
- Sí, claro – asintió Tanya, todavía sin comprender a dónde quería ir a parar.
- Pues bien. Ese vínculo por sí solo ya sería totalmente irrompible para Chelsea, eso es algo con lo que nunca se había tenido que enfrentar, pero es que resulta que, además, Renesmee también está imprimada de él.
Los ojos de los de Denali se abrieron tanto, que se podían ver hasta las cuencas oculares en las que se incrustaban.
- ¿Renesmee también esta… imprimada de Jacob? – exclamó Carmen sin creérselo.
- Así es. El vínculo entre ellos es extraordinariamente fuerte e irrompible – confirmó Edward con satisfacción -. Chelsea no tiene nada que hacer. Aro no conseguiría dominar a Jacob jamás.
Eleazar y los suyos me miraban atónitos.
- Y eso no es todo – intervino Emmett con una sonrisa enorme -. Ya veréis cuando Carlisle os cuente lo de los genes, y cuando os enteréis de los instintos lupinos de Nessie y todo lo demás. ¡Vais a alucinar!
Las pestañas de los vampiros aliados no paraban de subir y bajar a una velocidad de vértigo.
Edward carraspeó.
- Sí, eso después, Em – el mencionado dejó de sonreír cuando Edward le lanzó una mirada de regañina por irse de la lengua en esos temas que a él tanto le incomodaban y que ahora no le iba a quedar más remedio que explicar -. Lo que quiero decir es que Aro no sabe nada de eso. Él cree que Chelsea puede usar su influencia, porque no piensa que la relación entre un metamorfo y un semivampiro sea de amor puro y verdadero, por eso solamente se ha preocupado de intentar cazar a Jacob.
- ¿Cazar? – protesté.
- Bueno, era un símil – se defendió.
- ¿Quieres decir que si le hacemos ver que Jacob y Renesmee tienen ese vínculo tan fuerte, se rendirá y se marchará? – quiso saber Bella con el rostro lleno de esperanza.
- Él sabe de sobra que los lobos actúan por su cuenta, pero no le importa en absoluto, ya te digo que confía en el poder de Chelsea y cree que, teniendo a Jacob, podría dominarles como ha hecho todos estos siglos con su guardia. Sin embargo, no cuenta con esto. Si demostramos que no puede tener a Jacob porque no puede dominarle debido a su enorme vínculo con Renesmee, más todo lo relacionado con los genes de nuestra hija y que ella es como él, ya no tendrá nada que argumentar delante de sus testigos. No podrá alegar nada en contra de su relación y ya no tendrá excusa alguna. Pero, además, tendrá que aceptar que es inútil intentar apoderarse del resto de los lobos. Sin Jacob, sabe que no puede dominar al resto de la manada, porque los lazos con su líder también son muy fuertes.
Bella sonrió y abrazó a su listísimo marido, más animada.
Yo también me sentí un poco más aliviado, pero ansioso de que llegara la media noche y todo terminara para poder tener a Nessie entre mis brazos, a salvo.
- ¿Qué es eso de que Renesmee es como Jacob? – interrogó Kate sin salir de su asombro.
- Venid, os lo explicaré todo – les exhortó Carlisle, abriendo una carpeta que tenía en las manos preparada pensando que íbamos a encontrarnos con los Vulturis.
Pero ellos no habían venido, y yo estaba frenético por ir en busca de mi ángel.
- Bueno – resoplé con el ceño todavía incrustado en los ojos -. ¿A dónde diablos hay que ir ahora?
Edward me pasó el mapa abierto y lo ojeé por mi cuenta.
- ¿Tan lejos? – exclamé.
- Sí, hay que ponerse en marcha ya.
Esta historia cuenta con los derechos correspondientes. Team Nessie & Jacob tienen la autorización de la autora para publicar la novela.¡NO COPIES EL CONTENIDO!
Wow que irá a pasar en el encuentro con los vulturis, ya quiero ver que pasa, por fa sube los capis que faltan
ResponderEliminarHay dios este suspenso me esta matando, adonde tendran que ir?? espero que Nessi aparezca pronto y se solucione todo por cierto que paso con nahuel??? no aparece mas??? no creo que se haya rendido tan facilmente....bueno vos nena como siempre espectacular, te felicito
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